martes, octubre 30, 2012

DECIBELIOS ANTISOCIALES



No importa la fecha pero era domingo. Más cerca de la una de la tarde que de las doce y media. Un grupo de motoristas circulan por una vía céntrica de la ciudad. Supongo que es uno de esos desfiles o manifestaciones que interrumpen el normal desarrollo de las cosas. ¿Porque una manifestación o desfile no son normales? No. Porque son infrecuentes y, esto es lo importante, a menudo, deliberadamente ruidosas. Ocurre cuando informo y durante el tiempo- no cronometrado- que dura la tormenta: truenan los motores sin justificación alguna. ¿Respeto? Por parte de los que ocupan así la calle, de ningún tipo. Quieren ser admitidos y se sienten en su derecho, pero bufan como vándalos a punto de atacar, si es que los vándalos bufaban… Pues bien, ahora que la intervención ciudadana, masiva –porque, a partir de diez son multitud- se hace patente en las calles de cada ciudad, aunque una reivindicación no es tal, sobre todo, si no se produce en Madrid, sean con razón o sin ella convocadas, legales o ilegales, porque siempre lo han sido así, innecesariamente tóxicas en lo que al sonido respecta, cabe pensar que, los que participan, por acción o por omisión, son partidarios del estruendo como arma percutora. Al igual que aquello que se atribuye al ex presidente de los Estados Unidos de América, George, W. Bush- para acabar con los incendios, talemos los bosques- pareciera que su objetivo es arrastrar a todo el mundo mediante su ensordecedora cólera para torcer el brazo de aquellos a quienes pretenden someter. Con razón o sin razón todos a la hoguera. Y, digo yo, que se puede transitar por las calles de manera civilizada, sin molestar a nadie, sin interrumpir el tráfico- en países como Inglaterra los ciudadanos de a pie van por donde van los ciudadanos de a pie y escoltados por la policía- sin provocar rupturas de tímpano a voz en grito o golpeando objetos o entonando cánticos sonrojantes. Para eso hay una pancarta encabezando la protesta o la propia presencia de los asistentes, por su “uniforme” denota la intención con la que se marcha. Claro es que, como una de las cosas que se pretende es llamar la atención, salir en la tele, triunfar y, por ofuscación o impotencia, no parece quedar otra que arrancarle a algún prójimo- no presente- de sus particulares tribulaciones aunque sea a costa de molestar gravemente, adelante con los faroles. La ira, como toda emoción humana, debe ser modulable, de lo contrario, incluso cuando unos se lavan las manos durante las demostraciones de la misma a cargo de terceros en el mismo bando, deviene en violencia. La que generalmente se suele rechazar denominando pacíficas experiencias lo que, al final, de paz, no tienen más que una falsa rotulación… Con todo, las pirotecnias gratuitas, los tubos de escape de las motos a reacción, son ofensas y trastornos que dicen bastante, para mal, de lo que es una sociedad, la nuestra, carente de todo civismo. Como he dicho en otras ocasiones, respetar al vecino debiera ser un deber, un acto de suprema democracia, un compromiso humano. Algo que hoy, es la asignatura pendiente de todas las reformas de educación y de todos los hogares.

viernes, octubre 12, 2012

PARAFRASEANDO, AL FINAL, A NERUDA



Si dispusieras de las famosas botas de diseño, aquellas propias del andarín insaciable, las que fueron conocidas en el mundo antiguo como “de las siete leguas”, entendería que te alejases sonriente y bailando. Al menos, sobre todo lo segundo, resulta para mí un simpático ejercicio que, si  nada tiene que ver con el arte de la danza, me atrae por la gracia misma que emana de tu persona en tales momentos. Es mucho mejor que un chiste, y, si no superior a un beso, equiparable… Pero me quedaría con la evocación porque, tu partida sería tan instantánea como parece ser que lo son los autos rugientes en las pistas de velocidad. Y eso que no eres tú la más rápida del circuito. Aún así, después de todo, me sabría bien. Lo que hay es lo que hay. Cada uno se conduce conforme a sus naturales características y, a menos que sea de extrema necesidad, es irrelevante que pacte y modifique sus hábitos. Por eso, caminamos y te concedo dos cuerpos, cual se dice que en carreras un caballo supera al otro en un hipódromo. Voy al paso, al trote tú. En estas, percibo algo que describiré a continuación como metáfora y, luego, tú me enunciarás en prosa precisa… El horizonte se viene comiendo el mar. Desde que la lengua- submarino para mí- terrestre de Tabarca, se ha iluminado, una celosía, un vaho espectral, parecido al que conocemos por haberlo visto en películas de piratas o sucedidas en Londres, avanza desde no se sabe dónde con la pretensión de engullirlo todo, tal vez hasta tragarlo sin masticar, de tal modo que escuchemos a las aguas cautivas tropezando una y otra vez contra las rocas de la costa, tan cercanas en este momento al paseo que luego veremos municipalizado como sendero. Van y vienen otros. Solos, con perro, en pareja, atléticos, con el trasero puesto sobre el sillín de una bicicleta, jóvenes, de más edad, con prole, vecinos, veraneantes, pescadores, enamorados… Esto es lo que quisieras que yo escenificara al rosado modo, pero me niego, una vez más: hagamos preciados los besos; el gasto continuo, como la abundancia de oro, les resta valor. No posponerlos sin fecha fija, sino administrarlos con tino. Pero es acertado detenerse. Tomar aire- es un decir porque no sopla nada- a la expectativa de nada. De que suceda todo, por tanto. Tú con tu cigarrillo. Yo interesado en el sonido de las olas percutiendo con las oquedades. Es un ruido como de descorche, seco sin embargo, sin eco. Los dos juntos pero sin amontonarse. Decoro. Así antes de regresar. Parlamentando acerca delas variables de la marcha, cosa que ya mencioné antes, con la sospecha de la rotura de tu zapatilla- luego confirmada- y ese comentario que recibí con una expresión de sorna y varias bromas, más bien confundido porque le hubieras hurtado la gloria a mi meditación acerca de la noche, la oscuridad y el misterio, afirmando lo que me proponía hacer yo, con menos palabras y mejor ingenio. De todas maneras, y aunque esto me pese, no me gusta cuando callas, porque estás como ausente.

miércoles, octubre 10, 2012

POR FIN SE HACE JUSTICIA


Según leo en Guadaqué, la diputada delegada de Cultura, Marta Valdenebro, sostiene que, “La readmisión de los miembros de la Banda se hará conforme a la ley, y no como diga el PSOE”. Alude a la reciente resolución judicial conforme a derecho, que incluye el mandato de restaurar los vínculos laborales extinguidos de los que fueron privados los miembros de la agrupación. Y parece, con tal aserto, cargada de razones para indicar que los representantes del Partido Socialista pretenden una interpretación distinta a la referida por el juez…

Naturalmente, todo se hará de acuerdo a lo que dice la ley y a lo que dictan los jueces. Aunque es cierto que si las siglas de los partidos se intercambiaran en esta noticia, nada sustancial habría cambiado. ¿Digo con eso que los partidos, los políticos, esos “malotes” en boca de todo el mundo a fe de escarnio- entendiéndose “a fe de escarnio” por linchamiento público- son responsables de dar alas a la presente desautorización del ordenamiento jurídico, las leyes y su oportuno cumplimiento? Sí, pero no sólo ellos.  Es un asunto este, me temo que universal y que se origina en algo que, por lo visto, el común de los mortales no acaba de entender. Una cosa es el derecho y otra lo que es justo. Para dilucidar esto último hace faltan más que leyes. Hacen falta acuerdos, establecer un denominador común que permita a las comunidades partir de unos referentes éticos y morales indiscutidos. Eso no quiere decir que lo que se apalabra acabe por ser lo mejor. Hacer de lo malo bueno y de lo bueno aún otro bien preferible, es una obligación, deber, constante que debiera animarnos siempre. Sin embargo, las partes de un conflicto siempre pretenden tener razón y, lo pasmoso, no es que haya que acudir a las Salas de Justicia, sino la constante que se enuncia con estas pocas palabras: la justicia es injusta y favorece siempre a los mismos. Si el veredicto nos favorece, se ha hecho justicia; si la sentencia es adversa, somos víctimas de atropello… Es verdad que existen muchos motivos de reflexión y denuncia. Para quien esto redacta es incomprensible, por ejemplo, que los magistrados formen en organizaciones que se dicen progresistas o no progresistas. Que se pueda decir sin sonrojo que tal juez o jueza es afín a un partido u otro. No porque tales profesionales tengan que carecer de ideas y simpatías ideológicas, que va. Pero que los asuntos a dirimir mediante la intervención de un tribunal se presupongan desde origen, viciados por la conocida postura política del responsable o responsables de impartir justicia, contribuye a la confusión y la sospecha. Conviene pensar en la imparcialidad, en el sentido profesional de tales agentes, pero, en esta vida, no es insensato desconfiar hasta del propio padre. Dicho todo esto, sin embargo, contando con muchos otros problemas y carencias del sistema judicial español de los que no doy detalle, me preocupa el aspecto de lo que mencioné anteriormente: se nos hace justicia sólo cuando una sentencia da la razón a nuestra parte. ¿Porque desconocemos las leyes, porque nos hemos acostumbrado a delegar tanto que lo dejamos todo en manos de la magia? Muchos pretenden hoy, porque consideran que el sistema es un artefacto que funciona en perjuicio de los menos pudientes, solucionarlo todo a voces y fuera de ese mismo sistema. Quizás si aprendiéramos a participar de verdad, en todo tipo de organizaciones sociales, si nos informáramos más allá de lo que nos proporciona la WIKIPEDIA, nos iría mejor. O no, pero lo habríamos intentado.