domingo, diciembre 30, 2012

UN BRINDIS



Han pasado los días del azar y su consuelo, la salud, los días de la familia y la nostalgia, los días de las grandes palabras y su sonido de obligatoria armonía, la coartada que habilita una pretensión cuya base es el exceso. Han pasado y se acercan las horas en las que se exalta el tiempo: de un segundo a otro, dicen, la vida cambia…

Dicen, queda atrás lo que fue, aunque lo que ha sido apenas esté separado de lo que es y lo será por algo infinitesimal. Durante el brindis se romperán las copas y, antes y después, una pegajosa emanación de obsequiosas voluntades surtirá los efectos del dulce algodón de feria en el apetito de los golosos… ¿Qué otra cosa cabe sino demostrar lo merecedores que somos de todo tipo de bienaventuranzas clamando con alborozo para que sean de inmediata atribución ajena?... Recibimos, recibiremos palmadas y palmadas repartiremos. Tenemos, dicen, propósitos nuevos- que son los de siempre- y juramos que los llevaremos a cabo armados de una fe que, en privado, solos frente a ese espejo espejito mágico que tanto sabe de nosotros mismos, produce espasmos de autentico delirio para nuestro propio regocijo. Nada nuevo. Somos previsibles como Rajoy. Somos audaces con lo que no podemos cambiar, como Rubalcaba. Somos del Madrid, del Barcelona, independentistas, constitucionalistas, ricos venidos a menos, pobres cual es de pobre la pobreza y no perdonamos el yate, y no perdonamos el chato en el bar de la esquina, al igual que no perdonamos el marisco cueste lo que cueste. Pero no pasa nada. Salvo lo perecedero, nada va a detenerse. Salvo lo que se entorpezca por mor de la santa huelga, nada impedirá que se haga camino al andar. Quisiéramos ser como el río y avanzar hacia el mar que es, oh Jorge Manrique, el morir, sin haber permitido que nadie se bañe dos veces en el mismo flujo de nuestras aguas. Pero, “oh, pequeño saltamontes”, no estás preparado todavía para un logro filosófico tan ambicioso. De modo que, si desde el principio de la edad de cada uno se han sucedido los segundos, los minutos, los días, las semanas, los meses y los años, mencionaremos una suma nueva a la hora de recitar las fechas laborables, jornadas de asueto, fiestas patronales, vacaciones, bodas, bautizos, comuniones, saraos, excursiones, citas culturales, reuniones de escalera de vecinos, onomásticas, romances, y nuestra sangre circulará como siempre por los mismos canales que cubre la piel que la naturaleza nos ha dado. Es lo que hay. Nada más. Brindo por ello.

viernes, diciembre 07, 2012

DE LA BENEFICENCIA ANTES DEL FIN



Leo en GUADAQUE la siguiente noticia: “El Banco de Alimentos de Guadalajara ha repartido hasta noviembre 1,3 millones de kilos de comida”… Esto supone tanto como decir que no todos los bancos son una representación del mal. Sin embargo, conocer esto abunda en el contradictorio sabor de lo agridulce: la asunción de lo benéfico como paliativo de la tragedia…

Porque, aunque hubo tiempos peores, y la memoria de la gente es vaga muchas veces, no se puede negar la evidencia: el empobrecimiento de la sociedad, originado en erróneas actuaciones políticas, empresariales y ciudadanas, castiga a los más humildes y a los notablemente temerarios. Los afectados por la crisis recurren a su entorno- familiares y amigos- y, cuando este refugio falla, queda la beneficencia. Y menos mal que existe. Es la última oportunidad antes del desastre definitivo. Un cobijo que habla del lado bueno de la humanidad, del lado más favorable. El que pretende equilibrios en constante pugna con el lado contrario. No digo del mal, no digo del crimen: me refiero a lo éticamente reprobable. En innumerables ocasiones resolver un conflicto lleva a los que se sienten perjudicados por disposiciones o mandatos de toda índole a ejecutar medidas que contrarían el espíritu de justicia que se pretende. Es el caso de reivindicaciones que buscan en la noticia o en la toma de rehenes la relevancia y el impacto disuasor capaz de reconducir satisfactoriamente lo puesto en juego. Por ejemplo el desperdicio de algunos alimentos- leche, verduras, hortalizas y otros productos del campo- porque sus productores creen que, con un gesto así y su difusión, consiguen dotarse de razones obteniendo el respaldo de una mayoría social. Y es así puesto que toda iniciativa ideada para impedir lo que se considera abusivo en el mundo económico y laboral, se frustra si no cuenta con la amplificación que proporcionan los medios de comunicación. Que llegue al mayor número de personas posible como antesala de las maniobras de agitación popular que correspondan: si no hay tele, si no hay periódicos, si no hay redes sociales, no hay modo de hacer propaganda. Desde luego, utilizar las plataformas de comunicación para explicar claramente lo que está ocurriendo no interesa. Conviene lo que escandaliza. Y si con ello “hay que llevarse por delante a otros, que apechuguen esos otros”. En vez de convencer a los ciudadanos con argumentos, de manera que el crédito de los actos anteriores sostenga la bondad de aquello a lo que se apela, someterlos al bombardeo de lo que debe asemejarse a la disyuntiva moral, al enfrentamiento político, racial, étnico o territorial. En vez de presentar los hechos con firmeza y armarlos con gestos que prescindan de todo daño a terceros, arramblar contra quien sea a la voz de: “Hoy por mí, mañana por ti, amigo”… Dirán algunos que no hay otra manera. Que violentar a las personas es el único modo de lograr una fuerza de rechazo con la que enfrentarse a los muchos abusos que se vienen produciendo en estas difíciles fechas. Y, lo triste, es que deben tener razón. Nadie se escandaliza, ni siquiera en los hogares de cada uno de nosotros, de los que todavía no formamos partes de la cola que espera turno en un Banco de Alimentos, cuando los cubos de basura llevan comida que algunos querrían aprovechar. Cuando tanto se protesta por salarios bajos, impuestos que no hacen sino subir, desahucios, cierre de empresas, corrupción y desempleo, da igual. Da igual, como ocurrió hace poco en Arzúa, Galicia: los ganaderos tiraban parte de la leche producida para protestar por los bajos precios que obtienen a cambio de la misma. Da igual. Cada uno estamos a lo nuestro. Las reclamaciones que nos mueven son las más importantes y las resolvemos caiga quien caiga. Pero nos queda la beneficencia. Pues bien.

miércoles, diciembre 05, 2012

AFORIMOS DE ANÓNIMO 10



Una vez conozco que admites con agrado bastantes aspectos de mi carácter, que congenias con mis actos, saber lo que te disgusta, saber de tu parte lo que aprecias de manera negativa y me concierne, servirá para conocerme mejor, para conocerte mejor, y, si es posible, para una próspera evolución personal.

Propuesta de cartel: arriba, sobre un cielo azul pastel e idílico, en letras trascendentales, LIBERTAD, ESE PRODUCTO DE CONSUMO. Abajo, la silueta imponente de un centro comercial.

Suele acontecer que nos molestan algunos comportamientos, expresiones, modos o apetencias de las personas con las que compartimos nuestras vidas. Solemos rechazarlas en general y las admitimos como mal menor, pero, es cierto también que, cuando desaparecen, la ansiedad ocupa el lugar del disgusto en cada uno de nosotros: “¿Qué sucede nos decimos?”… Al final, admitimos vínculos sociales o afectivos, los aceptamos, y nos preocupa que la pérdida de ciertos rasgos que corresponden a la versión original de aquellos a los que nos hemos incorporado suponga también la modificación de todo lo que queremos.

Bienaventurados sean los días de lluvia. Jornadas que, sobre todo en lugares donde las precipitaciones son escasas o se producen de manera torrencial cuando toca, debieran ser festivas para todos. Por suerte, además, ya son varias las fechas durante las cuales el paraguas es útil a la hora de salir a la calle. Así que, ¡VIVA LA LLUVIA! ¡Vivan los charcos! ¡Viva el chaparrón, el chubasco, viva el temporal, el aguacero, la borrasca, el calabobos, el sirimiri, porque cielo a corderos, agua en el suelo! Porque cielo empedrado, a las veinticuatro horas mojado. Porque cuando a la vaca el cuerno le suda, agua segura. Porque, si las lombrices asoman en el huerto se mojan presto… Y, diré más: la lluvia sobre el asfalto caída, molestará, pero es bienvenida.

Imágenes de televisión. El amor representado por las cicatrices que permanecen en los troncos de los árboles como muestra gráfica de una promesa eterna. El amor ilustrado mediante la exposición de una costumbre moderna: candados que cierran, aseguran, el infinito, sujetos a barandillas, rejas y demás ferretería. Para siempre. Más allá del principio y el fin de los tiempos… Hasta que la muerte nos separe… Y, sin embargo, los cerrojos se abren, los árboles vagan en pena en busca de quien borre de su edad tanta malversación tatuada.