miércoles, febrero 18, 2009

DECLARACIÓN HORTERA Y MUY CURSI DE AMOR


Me han pedido, cerecita, que recite aquí, una por una, las galas de tu bello porte. Pero son tantas y tan bonitas... A ver, me conmueve hasta las cosquillas el hoyuelo mágico de tu carita rechoncheta y sabes que babeo cuando te atusas el flequillo antes de salir de casa. Son los pequeños detalles los que me inspiran, no lo puedo evitar, esos gestos tuyos tan de pitiminí. Incluso en el lápiz de labios que empleas para dibujar esa sonrisa tuya a medio camino entre la gominola de fresa y el regaliz negro, encuentro el testigo ajeno de nuestros besos: bien vale consentir ese trazo intruso cual lo hacemos con el brillo conmovedor de Selene durante una noche de plenilunio. Es porque nos gustan los arrumacos mientras ella preside los cielos felices del amor nuestro de cada día y, entre piquito y piquito, adoramos el intercambio de sonrisitas, pendientes ambos, nada más, del iris recíproco de nuestras miradas. Precisamente es ahí cuando suspiramos alternamente y tú me dices pompón y yo balbuceo chimpitichina mía mientras se me escapa esa lágrima que luego a ti te sabe tan dulce. Bueno, pues eso, cerecita, como me gusta decirte, “ni geranios, ni claveles ni rosas te regalo en este día/ la flor de la pasión un lugar en el  paraíso merecería/ y si no lo tiene aún ya lo tendrá/ porque este poromponponcito se lo conseguirá.    

1 comentario:

Noelia A dijo...

Ah, no me lo imaginaba a usted empleando esos términos poco "oficiales", por decirlo de alguna manera. Pero está muy bueno, de vez en cuando es bueno emplearlos, ya sabe, para no endurecerse mucho.
Me ha gustado el texto. Hasta luego. Saludos