TELEGRAMAS DE VERANO 14
Desde la playa. Diez.
Es desaconsejable proclamar las bondades de la propia condición humana cuando a diestra y a siniestra acontece lo que casi no es noticia. Se celebran un acontecimiento deportivo para celebrar la unión entre los pueblos en un país dictatorial que ofrece una ceremonia inaugural falsa y, a pesar de lo que se llama TREGUA OLÍMPICA, rusos y georgianos afilan las bayonetas buscando un nuevo record de muerte. Los comentaristas deportivos, llenos de tópicos y típicos como ellos solos, seguramente amparados en lo escasamente preparados que salieron de la universidad a fin de expresarse con acierto, anuncian y se lamentan de la mala suerte que tuvo una deportista española, aspirante a medalla en JUDO, en verdad receptora de una tremenda paliza como pudo verse, minutos antes, por la tele. En una localidad española de cuyo nombre no puedo acordarme los vecinos se ejercitan en el lanzamiento de azada. Bisbal es ensalzado en televisión por lo que, a juicio de la cronista de turno, es su santo y seña: remolino y esplendor de caderas insinuándose. O sea que lo de cantar es cosa de mucha menor importancia. Desde el telediario recomiendan una película que, a fuer de ser etiquetada como hilarante abunda en la infamia y el insulto al cine. Cunde el espíritu temerario de los bañistas prestos a coronarse como los más intrépidos en cuanto ven bandera roja en las playas. Prosigue la mala educación y desorden cívico en las noches veraniegas y… Pero, mejor, no. He vuelto a ganar al INTELECT- y van cinco seguidas- y Marcos, el vecinito de enfrente ya no me niega. A pesar de ello no pienso renunciar a mi espíritu de Herodes.
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