domingo, noviembre 28, 2010

EL TESTIGO



Yo estuve allí. Era un hombre sólo vestido de fiesta. Traje oscuro a rayas y pañuelo rojo. Un hombre cuya paradero temporal encontrábase en algún lugar del archipiélago de mesas y sillas de taberna, a la vista desde mi atalaya. Un hombre con mil gargantas. Con la potestad de acariciar el aire con su voz o tronar cual malhumorada deidad olímpica. Un hombre por duplicado, que se multiplicaba para ser tantos y tan distintos, sin embargo, como cupieran en sí. Un hombre capaz de extender el brazo sin los alardes del prestidigitador y oficiar la encarnación del barro allí donde imperaban las sombras: en pie, acostada la presencia, tambaleante, al compás, tomando asiento… Un hombre generoso, locuaz, dueño para bien de las palabras que fueron verbo de otro y cuyo origen servía para que nadie nos llamásemos a engaño- al César lo que es del César- pero ya suyas puesto que, desde la mentira que todos aceptamos se iba a producir dentro de esa caja de luces, era más verdad que la verdad misma. Un hombre que narró la existencia en otros tiempos de tal manera que parecieran los de ahora, para llegar a decirnos, entre bromas y requiebros que lo auténtico, en algunos casos, porque la vida y sus misterios nos llevan por caminos que no se pueden desandar, ha desaparecido. Se daba en lugares que ya no existen, entre seres que ya no existen y de los que conviene saber- para eso estaba él allí- a fin de verter en lo que ahora surja el influjo del pasado, o el alma, o el duende: ese no sé qué al que se pretende nombrar y es inaprensible de todo modo… Un hombre que hizo y deshizo, que guardaba una daga de emoción, proponía un tajo de humanidad trascendente, entre fuegos de artificio e hilaridad incuestionable. Un hombre sostenido en gestos armoniosos, midiendo siempre igual la distancia entre la rotundidad de su asiento, con el brazo extendido y tocando una esquina, y la mesa, tal vez altar de Baco y, en todo caso, centro del universo en esa noche. Un hombre que nos habló de Miguel Pantalón, trasunto por ejemplo, de ese trompetista del El PERSEGUIDOR de Julio Cortázar. Johnny, preocupado por el tiempo: /Y justamente en ese momento, cuando Johnny estaba como perdido en su alegría, de golpe dejó de tocar y soltándole un puñetazo a no sé quién dijo: "Esto lo estoy tocando mañana", y los muchachos se quedaron cortados, apenas dos o tres siguieron unos compases, como un tren que tarda en frenar, y Johnny se golpeaba la frente y repetía: "Esto ya lo toqué mañana, es horrible, Miles, esto ya lo toqué mañana", y no lo podían hacer salir de eso, y a partir de entonces todo anduvo mal, Johnny tocaba sin ganas y deseando irse (a drogarse otra vez, dijo el técnico de sonido muerto de rabia), y cuando lo vi salir, tambaleándose y con la cara cenicienta, me pregunté si eso iba a durar todavía mucho tiempo/…Miguel por apresar esa masa que veía y era el cante para el que decía no tener voz, él, “el ídolo”… Un hombre, al fin, actor de profesión y de vida, de nombre Rafael Álvarez, conocido como EL BRUJO, solista y orquesta de una antología del flamenco de verdad y de los seres que lo hicieron y lo hacen posible, abierto al público, en esta ocasión, ocupando localidades del Teatro Principal de Alicante. No hubo nadie antes, nadie vino después. Se sabía, pero, como relataba el guitarrista Raimundo Amador en una entrevista con motivo de la salida a la venta de su nuevo disco, Medio hombre, medio guitarra, el fin de una juerga flamenca se acababa justo “cuando nadie se atreve a tocar después de Paco de Lucía… ¿Quién se sube al escenario después, el mismo día que lo hace este hombre?
A modo de coda… 27 de noviembre de 2010. 21 horas. Teatro Principal de Alicante. Representación de EL TESTIGO, dramaturgia a partir de un cuento de Fernando Quiñones por Rafael Álvarez, “El Brujo”.

domingo, noviembre 21, 2010

AFORISMOS DE ANÓNIMO 7


La sensualidad puede ser, la voluptuosidad, el deseo con mayúsculas, la secuencia de un encuentro humano cuyas imágenes muestran a hombre y una mujer que se susurran palabras de gratitud y afecto, que están tan cerca, tan próximos como para romper la distancia que separa la cotidianidad formal del beso inolvidable y, tras un amable sello de amor, ofrece la medida separación de los dos seres y la combustión interior del que se queda, aparentemente impertérrito, mientras contempla como la otra persona camina alejándose. A los ojos de ese observador, el que mira y es protagonista de la ordenada sucesión de imágenes, todo el arte presente y anterior, toda la imaginería conocida, incluso la ortodoxa, se contiene en ese breve e interminable final.

Imaginación al poder, dicen que se dijo, y, creo que la creatividad es todo un valor. Y también se dijo: “¿Quién le pone el cascabel al gato?”… Porque de responsabilidad, creatividad e ingenio, se trata: ha de haber un modo de persuadir a quienes nos representan políticamente, a todos, una manera de hacerles considerar de una vez por todas que es urgente y necesario, que deben apartar de sí tanta mierda o, como se conoce también a ese tipo de excrementos humanos, corrupción.

El poder, hoy en día, quizás siempre, consiste, al menos en parte, en imponer la realidad que, quien desea detentar ese imperio considera favorable a sus intereses.

Algunas veces lo pienso así: las nubes solas, fragmentadas como solemos verlas sin que haya peligro de precipitación alguna, y cuando son una uniformidad amenazante de chubascos, son un bien de la naturaleza, al menos un estado entre apacible y vivificador. Sin embargo cuando el exceso condiciona a las segundas, la Madre es atroz.

Término es final, pero puede ser principio: la división entre dos tiempos, a veces, es tan pequeña cual pueda parecer inexistente, por eso se inventó la continuidad…

jueves, noviembre 11, 2010

AFORISMOS DE ANÓNIMO 6


Según el parecer del economista Jean Tirole, las empresas necesitan incentivos para la creación de puestos de trabajo de duración indefinida. Una iniciativa al respecto podría ser, digo conforme al pensamiento de este señor, un impuesto por despido. De esta forma los empresarios confeccionarían sus plantillas de otra forma. Además, lo recaudado por ese impuesto iría aun fondo para el sustento de los desempleados mientras vuelven al mercado laboral… Algo discutible y, tal vez materia de prueba, pero, desde el punto de vista de la reinserción y el reciclaje, a los trabajadores les conviene acceder a cursos de formación profesional cuyo fin sea siempre el de incorporarles a ocupaciones para las que exista demanda. Por ejemplo, amenazar a un parado con retirarle las prestaciones si se niega a seguir un curso de albañil, cuando se está diciendo que miles de trabajadores de la construcción no se emplearán de nuevo en esas lides, francamente, es un abuso intolerable.

Para lograr cierta seguridad imponemos o nos damos un orden perfectamente discutible. Es el caso de etiquetar lo que nos rodea. Y, ahora que acabo de regresar de los escusados o servicios propios de las oficinas en las que trabajo- la naturaleza es exigente y los esfínteres, con la edad, ofrecen menos resistencia- me doy cuenta: puede clasificarse la humanidad occidental en dos tipos de personas. Los que acuden a satisfacer sus necesidades corporales con impecables intenciones, casi siempre abocados a reparar los descuidos de la otra parte pues, si hacen turno tras uno de ellos o de ellas, de obviar las miserias y rastros asquerosos con los que fueron recibidos, corren el riesgo de entrar en desgracia y recibir el sambenito de guarro o guarra, y los que acuden a dicho sitio como cerdo al establo en tiempos de lodazal. Éstos últimos son partidarios de ciscarse donde caiga y el que venga detrás que arree... Así es la vida.

La paz de los templos existe, pero sometida al imperio conspiratorio de las sacristías.

El viaje ajeno, bien contado, rezumante de belleza y sentimiento, pródigo en atractivos y propiedades por experimentar, despierta la curiosidad y empuja hacia toda encrucijada.

Mienten los que recrean el paisaje. Subliman una oportunidad, un instante que, luego, apenas se corresponde con la realidad. Pero mienten tan bien...