sábado, septiembre 30, 2006

ESTACIONAMIENTO


El semáforo ni parpadea. Aún la misma luz. Pies quietos. Tranquilidad. Sin prisas pero sin pausa, suave... ¡Verde! Primera, segunda, tercera y... segunda de nuevo para abordar la primera curva: giro de noventa grados, y que no aproveche nadie para tomar la delantera. ¡Eso, repetir las maniobras en voz alta me tranquiliza! ¡No, ahora no, miserable: es mi sitio! Bueno, así, no te pases... Segunda y, nuevo giro... ¡Atención! Es en esta recta cuando conviene ser preciso y diligente para no pifiarla. Sobrepasar el objetivo es una complicación seria pero relativamente importante. Aseguraron que se darían tres oportunidades... Tercera y... nada, esta vez nada. Vuelta a empezar. Segunda, primera y semáforo en rojo... Este minuto me desasosiega. Confío en que, todo lo más, si es que se ha producido la anhelada partida, de lugar a un solo estacionamiento. Regresar a las afueras de nuevo para mendigar otra vez la puñetera tarjeta de circulación urbana, es algo que no sé si podré soportar. Ser alguien en esta vida, merecer tiempo y lugar, dejar para siempre los suburbios, tiene que ver- ¡quién lo iba a decir a principios de este tercer milenio!- con lograr ese pase. Y la licencia de marras permite un asiento ante los operadores laborales, quienes han de formular la oferta de trabajo que corresponda y concesión automática de residencia. ¡Trabajo y casa, el gran sueño! Sin embargo, conforme el dichoso salvoconducto de rodaje, el futuro depende de la pericia de cada uno: lograr la ocupación de una plaza para aparcar en la vía pública es la llave de todo... ¡¡Aparcar, aparcar!! Dijeron que habían muerto dos y a uno le despidieron por desfalco. Así pues, quedan tres sitios en esta calle. ¡Casi nada, paralela a las grandes arterias de Metrópolis! ¡Una aval de oro, la garantía esperada!... Verde de nuevo, ¡allá vamos!

viernes, septiembre 29, 2006

DE UNOS AMORES POSIBLES...


Tema universal: el amor... Y, la que sigue, es una visión muy particular, acerca del amor, que se debe a la pluma del escritor argentino Raúl Brasca...
AMOR I

A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices.

AMOR II

Pretende que yo estoy enamorada del amor y que a él sólo le interesa el sexo. Dejo que lo crea. Cuando su cuerpo me estremece, lo atribuye a sus muchas palabras. Cuando mi cuerpo lo estremece, lo atribuye a su propio ardor.Pero me ama. Y no lo saco de su engaño porque lo amo. Sé muy bien que seremos felices lo que dure su fe en que no nos amamos.

jueves, septiembre 28, 2006

UNA LETRILLA DE DON FRANCISCO


Leo en un artículo de prensa la mención de uno de los versos que el genial don Francisco de Quevedo y Villegas inmortalizó. Está entre los que siguen y copio a continuación y, no por conocidos merecen desprecio: el tiempo y las circunstancias los mantiene intactos y actuales...
De sus LETRILLAS SATÍRICAS...
[ IV ]
Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado en mí pereza
la pobreza.
¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.
¿Quién con su fiereza espanta,
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece nombre de santa?
¿ Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.
¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándolos las manos
los ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro, y no con acero.
El dinero.
¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.
¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.

miércoles, septiembre 27, 2006

MOISÉS


La solución será un acto más o menos estético, pero la ley obliga y en la bolera que se abrió cerca de los multicines, han encajonado parte de la barra para que los fumadores envenenen con su humo maldito sólo a los camareros empleados en el local. Precisamente en ese “apartadero” al que me dirigí no sé por qué, puesto que no fumo, reposaba con ganas de conversación, Moisés. Lo supe, su nombre, antes de que él mismo se presentara: un chavalín de aspecto moreno, con acento del sur de América, Carlos, hijo de la chica que servía, fue alzado hasta sentarse en la barra por el citado parroquiano y, fruto del breve diálogo entre ambos, conocí lo que digo conocí posteriormente. Moisés observó, sin atender a protocolo alguno dirigiéndose a mí, lo diferente que resultaba el establecimiento tras las ineludibles reformas realizadas a causa de la ya dicha “cruzada anti tabaco” inspirada por la ministra doña Elena Salgado. Como toda respuesta balbuceé algún monosílabo, intentando saborear el café que tomaba pendiente del juego que se desarrollaba sobre las mesas sitas al otro lado del cristal. Él insistió en lo de la novedosa infraestructura y, visto que yo me fijé, comentó también las excelencias de una moza rubia, muy alta y lo suficientemente proporcionada como para suscitar deleites inconcebibles en las “perchas” que desfilan por esos mundos de la moda. He de confesar que los borrachines, cuando pretenden simpatizar a toda costa con quien pueda prestarles atención, siquiera por decoro cívico, me ponen nervioso. No sé que hacer ni qué decir, ni como excusarme de todo compromiso sin abandonar mi sitio o desairar a quien me interpela... El caso es que Moisés se presentó, nos dimos la mano y, tras ese gesto, con todo lo respetuoso y abundante en formalidades de manual, rancias por conocidas pero entrañables, dejó de ser un extraño al que supuse origen de una serie de indeseadas molestias. Y digo de quien recelé, no fuera a interferir en la tranquila ociosidad que elegí antes de acudir a la sala uno de los cines a los que he dicho estaba próxima la bolera, a fin de ver ALATRISTE... Luego, fuera ya del recinto cinematográfico y a pie camino de mi domicilio, recordé. Feliz por haber presenciando una película excelente, una obra de resonancias dolorosas y líricas que sucede en escenarios donde los usos palaciegos en aquel Madrid y Corte durante el reinado de Felipe IV, Rey Planeta, brillan por su ausencia; narración con personajes constantemente acuciados por sí mismos y en trámite de quebrar aunque, a pesar de tan afligido panorama, al menos para algunos de ellos, late la vida, se impone y triunfa en lo más hermoso y callado, que deja un regusto amargo pero real y es exponente de un tiempo e historia que fue parte de lo que somos. Alegre al constatar en mí mismo la fortuna de amar y saberse amado. Satisfecho de experimentar sosiego al admitir la verborrea de un contertulio beodo al abrigo de la barra de un bar como suceso mucho más pertinente que los diálogos que a algunos se les antoja mientras se proyecta una película o seguro de abandonar la sala si la función me disgusta, sin esperar a su conclusión, intentando evitar molestias al resto del público asistente. Recordé digo, que nunca tendré la apostura de Vigo Mortesen- Alatriste para, con el aplomo de uno de esos personajes del Oeste que encarnara Clint Eastwood, lanzar la gorra de propaganda que Moisés me regaló de entre las tres que obtuvo tras dar la lata en la bolera, como el capitán su sobrero antes de ser acuchillado por el sicario Malatesta. Eso sí, tengo otras gracias.

martes, septiembre 26, 2006

ORIGEN DEL CIGARRO

Para horror de la ministra de sanidad, ahí va una deliciosa fábula...

Origen del cigarro

Fuman el indio y el charro,
Gil Blas y el conde de Cabra,
y no se dicen palabra
del origen del cigarro.
Mujer, empero, y varón
habrán en pintura visto
un hombre que baja listo
del cielo con un hachón.
No le representan feo,
no lleva casi ropaje,
moda griega: personaje
tal se llama prometeo.
Numen de clase vulgar,
es voz que ganó renombre
formando un proyecto de hombre
con barro de modelar.
A su gusto concluida
la estatua para modelo,
cuentan que robó del cielo
fuego para darle vida.
Júpiter con tal motivo,
no muy grave a la verdad,
hizo una barbaridad
con el escultor de vivo.
Clavómele en un peñón
cual a milano en pared,
y todo (!contemple ustéd¡)
por el robo de un tizón.
Fijo en solitaria roca
se le ve representado:
ya nos le darán pintado
con un cigarro en la boca.
De la imagen y del fuego
decir no se necesita
que es una invención bonita
de algún ingenioso griego.
Mas yo, que lo cierto sé
de unos documentos raros,
voy, señores, a trazaros
a Prometeo cual fue.
Allá en la primera edad,
que de todo carecía,
ni encender lumbre sabía.
la infantil humanidad.
Prometeo vio caer
y llamas alzar un rayo,
y quiso hacer un ensayo
con medio de tal poder.
-Quédese, dijo, por mío
este ser devorador;
pues que da tanto calor,
bueno será contra el frío.
Ya se aviva, ya desmaya,
según el palo que muerde:
viene al seco y deja el verde;
libre está que se me vaya.
En ese mismo lugar
asilo haré vividero.
Prometeo fue el primero
que tuvo casa y hogar.
Vinieron a visitarle,
y a todos les daba lumbre,
y estableció la costumbre
de tener fuego y usarle.
Y entre aquellos Robinsones
de la tierra primitiva,
la necesidad activa
produjo mil invenciones.
Bien pronto, asando la caza,
les confortó el olorcillo;
pronto cocieron ladrillo,
pan, yeso, cántaro y taza.
Chamuscabánse el pelaje
los hombres en ocasiones,
y a fuerza de quemazones
labraban el maderaje.
Prometeo, que su ardiente
hallazgo aplicaba a todo,
trató de inventar el modo
de levarlo fácilmente.
Una vez, pues, arrolló,
ni muy fuertes ni muy flojas,
mojándolas unas hojas,
y, secas, las encendió.
Chupó el rollo sin desdén
y dijo para su saco:
-Esta planta (era tabaco)
sabe mal, pero arde bien.
Cómodo arbitrio y seguro
me da para mi deseo.
Cate usted a Prometeo
tan jaque fumando puro.
Dio el invento a conocer
y lo adoptó el municipio:
el cigarro en su principio
fue mecha para encender.
Sustituto él de la hoguera
con su brasa no costosa,
toda mujer hacedosa
tuvo que ser cigarrera.
Como el fuego, al caminar,
para todo era base,
porque lumbre no faltase,
no cesaban de fumar.
Chupado con ceño adusto
el cigarro primerizo,
por fin el hábito hizo
paladearlo con gusto.
En esta disposición,
el dar en un pedernal
un golpe fuerte casual
dio pedernal y eslabón.
Y la llama gigantesca
del rayo en árbol copudo,
cualquiera formarla pudo
con dos cantos y con yesca.
Debió el cigarro ceder
al método nuevo: !cá¡
Sin ser necesario ya,
era costumbre y placer.
Y llevado en compañia
del guijarro chispeador,
con el nuevo encendedor
el antiguo se encendía.
Y hoy, desde el suelo andaluz
a los campos de Guajaca,
los hombres de la petaca
son hombres de chispa y luz.
Digan sabios eminentes
que tienen ciertos regalos
y usos, que parecen malos,
muy buenos antecedentes.
Yo diré sólo y resumo
que es ésta, según la leo,
la historia de Prometeo,
padre del tabaco de humo.
Varón famoso, del cual
suban los puros o bajen,
debe tener una imagen
cada estanco nacional.
Sépase del Nilo al Darro,
del Plata y Obi al Mondego,
que al propagador del fuego
se debe el primer cigarro.
JUAN E. HARTZENBUSCH.

lunes, septiembre 25, 2006

CIELO


Algunos, si es que existe, merecen el cielo. Y no me refiero a gran parte de la especie humana... Del escritor leonés Juan Pedro Aparicio...

CIELO

Iba por el bosque con mi perrita cuando la perdí de vista, algo bastante frecuente y que sólo me preocupaba cuando estábamos cerca de la carretera, como era el caso. La llamé con insistencia, silbé, pero no acudió. “Boni, Boni” –seguí voceando. De repente, de entre la espesura vi correr hacia mí a un perro. Tenía ese trote saltarín, con las orejas subiendo y bajando, que obedece a la llamada del cariño. Pero no era Boni, aunque, cuando llegó a mí, intentó encaramárseme. Se trataba de una perrita común de pequeño tamaño, con la piel negra y blanca. Le hice una caricia y seguí llamando a Boni. Enseguida vi venir a otro perro, un setter de color cobre, de magnífica estampa cazadora, que también se acercaba jubiloso. Y, mientras la perrita y el recién llegado me hacían carantoñas con sus saltos, moviendo los rabos como hélices, yo seguía voceando el nombre de Boni. Un tercero apareció. Era un cachorro de apenas dos meses, gris y juguetón. Mi padre me había regalado uno igual, un perro lobo, decía él, cuando yo era niño y se me había muerto de parálisis un mes después. Lo llamábamos Tobi. Algo confundido, insistí en mi llamada, y sólo cuando vi venir a dos perros más empecé a comprender. Eran Freak y Bolo, los últimos que había tenido, que se acercaban con idéntico alborozo. Entonces reconocí también a todos los demás. Con cuánta emoción abracé a mi perrita Lista, la primera en venir, que seguía lamiéndome la cara, y a la que, siendo yo muy niño, mató un coche; a Sol, el perro de Franquito, el único que murió de viejo; a Tobi, el pobre cachorrillo que llevé imprudentemente a un baño en el río. El médico me había prevenido contra las emociones fuertes y tuve miedo de que mi cansado corazón fuera a estallar, incapaz de soportar el júbilo que el abrazo de todos los perros que alguna vez había querido me provocaba, saltando y brincando sobre mí. Faltaba, sin embargo, Boni. Y, cuando la vi acercarse a la carrera, con ese trote que es una declaración de amor, ya sabía que estábamos en la otra vida.

domingo, septiembre 24, 2006

SEPTIEMBRE


Antes de que acabe el mes, una lectura infantil que es también oportunidad para mayores...
Septiembre
Por Julia de Asensi.
De LAS ESTACIONES: Cuentos para niñ0s y niñas.

La cazadora
Diana cazadora llamaban a la hija del conde de San Felipe, todos los conocidos de éste. Era una hermosa niña que cuando contaba escasamente tres años había quedado huérfana de madre y a la que su padre había dado una educación completamente varonil.
Él hubiera deseado tener un hijo y el cielo no le habla dado más descendiente que aquella criatura que, contrariando todos los gustos e inclinaciones con que la naturaleza la había dotado, montaba a caballo muy bien, cazaba a la perfección, manejaba la bicicleta como un consumado ciclista y no conocía ni las labores ni los juguetes propios de su sexo. El padre era feliz así y Diana parecía estar conforme con su suerte.
Para el primero de Septiembre, día de la apertura de la caza, el conde había convidado a muchos de sus amigos, damas y caballeros, a ir a una gran posesión que tenía en la provincia de Toledo, donde esperaba pasar una semana deliciosa entregado a su distracción favorita. Había regalado un hermoso caballo y una buena escopeta a su hija para la fiesta cinegética. Diana había recibido ambos obsequios con gratitud, pero sin entusiasmo.
Toda la gente del cercano pueblo había salido a la carretera para ver la soberbia cabalgata compuesta de muchas amazonas, entre las que descollaba por su juventud y su belleza la hija del conde, varios caballeros con el traje de cazador, numerosos servidores y muchos perros limpios, bien cuidados, que tan importante papel habían de hacer aquellos días.
Dos niños de seis a ocho años se habían adelantado hasta la señorita, que llevaba el caballo al paso como sus compañeros para no atropellar a aquella multitud que salía a su encuentro, entregando a Diana dos ramos de flores del campo que ella aceptó reconocida.
La niña, que era la mayor, iba vestida con un trajecito blanco, el de los días de fiesta, y el niño con uno gris de pantalón corto y blusita del mismo color. Ambos tenían el cabello castaño, la tez curtida por los rayos del sol, el semblante alegre y risueño y cierta distinción en su porte que contrastaba con la de los otros aldeanos.
Diana se informó de quiénes eran, sabiendo por los criados que el padre de aquellos muchachos era uno de los guardas de la posesión del conde.
Llegados los expedicionarios a ésta, almorzaron opíparamente y luego empezó la cacería ocupando cada cual el puesto que le fue designado.
Aquel día se cobraron muchas piezas y los cazadores, que se habían divertido en grande, se acostaron rendidos después de la cena.
Al lucir el alba ya estaban todos en pie y dispuestos a pasar el día como el anterior. La hija del conde, a la que cansaba pasar tantas horas seguidas en el puesto, propuso a una de sus amigas dar un paseo por la posesión llevando las escopetas por si se presentaban ocasiones de cazar algo. Un criado las seguía a respetuosa distancia y el perro Ton que era el favorito de su ama. Éste se detuvo de pronto en uno de los sitios más bellos del camino.
-Atención, dijo la niña, por aquí debe de haber algún conejo.
Y ya se disponía a apuntar cuando vio salir de detrás de unas matas a dos niños que se arrojaron a sus pies. El perro seguía olfateando.
-¡Qué imprudencia! Exclamó Diana, podíamos haber tirado sin veros y causado una desgracia. Levantaos y responded.
Se fijó bien en las criaturas y reconoció en ellas a las que la víspera le habían dado los ramos de flores.
-¿Qué queréis? Les preguntó.
-Habla tú, Guadalupe, dijo el niño a su hermana.
-Señorita, empezó la niña, perdone usted el atrevimiento, pero en esa madriguera vive Minguín con su mujer y sus hijos, y yo le suplico que no los mate. Desde que nació les conocemos y a todos los queremos mucho. Cuando nos acercamos y les traemos algo de comer salen y no se asustan de nosotros.
-¿Pero hablas de alguna familia de conejos? Preguntó Diana, con interés.
-Sí, señorita, respondió Guadalupe. El padre nació un domingo hace cerca de un año, le llamamos primero Dominguín y luego para hacer más mono el nombre, Minguín. A su padre y a su madre les cazaron cuando él era muy chiquito y nosotros le traíamos el alimento, así es que nos ha querido siempre mucho. Hoy no sale asustado por los tiros, ni su mujer ni sus hijos tampoco; pero el perro los sacará y si ustedes los matan mi hermanito Pablo y yo tendremos un pesar muy grande.
-Pero, dijo la hija del conde, si se quedan ahí cualquiera los cazará, si no hoy otro día. ¿Por qué no los lleváis a vuestra casa? ¿O no hay allí donde tenerlos?
-Sí, señorita, en nuestra casa hay un gran corral con conejera, pero está vacía porque estos conejos no son nuestros y mi padre no quiere, y con razón, que nos los llevemos.
-Bueno, prosiguió Diana, pues di a tu padre que tiene permiso para cogerlos y encerrarlos allí. El mío, que es muy complaciente y nada me niega, accederá a mi petición aprobando lo que hago. Mañana iré a tu casa y deseo que ya estén los conejos en el corral. ¿Hacia dónde vives?
-Allí, respondió la niña, señalando una casita de un solo piso que se veía entre los árboles a corta distancia.
-Pues hasta mañana, Guadalupe y Pablo.
Besó cariñosamente a los niños, llamó con imperio a Ton, que no quería apartarse de la madriguera, y continuó su camino seguida de su amiga, del criado y del perro.
A la hora de la comida contó a su padre lo que le había ocurrido con los hijos del guarda, y al conde le pareció bien lo hecho por su hija.
Al día siguiente Diana, acompañada de la misma amiga con quien iba la víspera y de un criado que llevaba alguna caza destinada a sus protegidos, se dirigió a la casita a cuya puerta la esperaban Guadalupe, Pablo y su madre, una sencilla aldeana alta y robusta. El guarda, en cumplimiento de su deber, estaba en el monte y no pudo recibir a la hija de su señor.
Diana vio todas las habitaciones, que eran espaciosas y ventiladas, el corral donde había algunas gallinas y un gallo, la conejera en la que estaban instalados Minguín, su mujer y media docena de hijos; todo muy limpio y arreglado. Pero lo que más llamó la atención de Diana fueron las labores de Guadalupe a la que enseñaba a coser y bordar su madre. Tenía además de aquellos primores una almohadilla con muchos alfileres en la que la niña tenía empezado un encaje de bolillos, que parecía una labor de hadas.
-¿Me enseñarás a hacer esto? Preguntó la hija del conde.
-¡Ah! Sí, señorita, con mil amores, respondió Guadalupe.
Y desde aquel día Diana y su amiga se iban a la casita del guarda, donde dejaban en un rincón las descargadas y ociosas escopetas, y aprendían con ahínco aquellas labores hacia las que se sentían más atraídas que a la caza. Algunas veces almorzaban allí gustándoles más la sabrosa comida de los campesinos que los finísimos platos que condimentaba un cocinero francés.
La cacería que debía de haber durado una semana se prolongó muchos días más. Diana sabía ya hacer el maravilloso encaje y otras labores, cuando Guadalupe le enseñó una muñeca que su madre le había comprado en la feria del pueblo en el mes de Septiembre del año anterior por la Virgen de las Mercedes. No era la tal muñeca ni buena ni bonita, pero estaba vestida con tanta gracia que cautivó desde luego a la hija del conde, y al llegar de nuevo la feria, Diana fue a ella con Pablo, su madre y su hermanita, y como siempre tenía dinero que le daba su padre, compró a los niños del guarda muchos juguetes y adquirió para sí un precioso bebé en cuya canastilla trabajó no poco ayudada y dirigida por sus nuevas amigas.
Grande fue la sorpresa del conde cuando al entrar una mañana en la habitación de su hija halló a ésta meciendo en sus brazos al muñeco, rodeada de telas y prendas de vestir al bebé y en otro lado el encaje de bolillos muy adelantado ya. Como él ignoraba que Diana supiese hacer aquello, se quedó estupefacto.
-Pero, murmuró, ¿te gustan a ti esas cosas?
-Sí, papá, contestó la niña con entereza, más que cazar y que montar a caballo y en bicicleta.
El conde permaneció algunos instantes meditabundo y al fin dijo:
-Quizá tengas razón. Si naciste niña ¿para qué he de obstinarme en que adoptes los gustos y las maneras de un muchacho?
Diana llevó a su padre a la casita del guarda y los dos protegieron siempre mucho a sus habitantes.
Desde entonces la niña compartió el tiempo entre el sport para complacer a su padre y las labores propias de su sexo.
Minguín murió de viejo dejando feliz y numerosa descendencia.

viernes, septiembre 22, 2006

KAMSHOUT Y EL OTOÑO


Kamshout y el otoño

(Leyenda Sélknam - Tierra del Fuego, Argentina-Chile)

Hubo un tiempo en que las hojas del bosque eran siempre verdes. En ese entonces el joven sélknam Kamshout partió en un largo viaje para cumplir con los ritos de iniciación de los klóketens.
El joven iniciado tardó tanto en volver que el resto del grupo lo dio por muerto. Cuando nadie lo esperaba, Kamshout volvió completamente alterado y empezó a relatar su sorprendente incursión en un país de maravillas, más allá en el lejano norte.
En ese país los bosques eran interminables y los árboles perdían sus hojas en otoño hasta parecer completamente muertos. Sin embargo, con los primeros calores de la primavera las hojas verdes volvían a salir y los árboles volvían a revivir. Nadie creyó la historia y la gente se rió de Kamshout quien, completamente enojado, se marchó al bosque y volvió a desaparecer.
Luego de una corta incursión por el bosque, Kamshout reapareció convertido en un gran loro, con plumas verdes en su espalda y rojas en su pecho. Era otoño y Kamshout -a partir de entonces llamado Kerrhprrh por el ruido que emitía- volando de árbol en árbol fue tiñiendo todas las hojas con sus plumas rojas.
Así coloreadas, las hojas empezaron a caer y todo el mundo temió la muerte de los árboles.
Esta vez la risa fue de Kamshout.
En la primavera las hojas volvieron a lucir su verdor, demostrando la veracidad de la aventura vivida por Kamshout. Desde entonces los loros se reunen en las ramas de los árboles para reirse de los seres humanos y así vengar a Kamshout, su antepasado mítico.


Vocabulario:

Klóketens: Ceremonia de iniciación, sociedad secreta de los hombres.
Kerrhprrh: Loro, grito de esta ave.

Acerca deSélknam (Onas):

Los Sélknam habitaron la isla Grande de Tierra del Fuego (América del Sur), hábitat que compartieron con los Yaganes o Yamanas (aunque estos eran nómades canoeros), y el poco conocido pueblo Haush.

Fueron cazadores nómades. Se los conoce también con el nombre de onas. Los sélknam fueron los primeros en sucumbir ante el impacto de la cultura foránea. Hacia 1880 eran aproximadamente 4.000. En 1919 se contó 279; en 1931 había solamente 84 y en condiciones lamentables; en 1946 quedaban alrededor de 40. En 1980 había, sólo dos descendientes directos de sélknam.

En la actualidad el pueblo Sélknam está completamente extinguido.

Tomado de... http://www.geocities.com/Athens/Forum/6413/leyendas/otono.html

jueves, septiembre 21, 2006

JITANANÓNIMA JÁFORA


Se llama Adriana Móninca Lamela, allí donde vive es primavera, otoño donde reside un servidor y dice de sí misma en las páginas de LOSCUENTOS.NET: "Mi nombre es Adriana, nací un 9 de mayo - aunque el DNI lo pone en duda y dice 10...tuve una infancia feliz - volar era en esos días maravilloso - una adolescencia complicada y una adultez difícil. He vivido como pude. Tener espíritu volador a veces suele ser un problema. Lo intenté. Y en ese intento, traje al mundo tres hijas que son el motivo que me impulsa a seguir volando y volando a pesar de las tormentas. Soy divorciada y escribo desde hace largo tiempo, pero sobretodo necesite unir pluma y palabra cuando perdí uno de los pilares de mi vida: mi padre. Gracias al dolor de su partida, descubrí que la literatura es un mundo fascinante de misterios siempre nuevos y un consuelo cálido para la soledad del alma... piquitos de miel/ lameladriana@gmail.com


De Adriana Mónica Lamela, entonces, un poema que me gustó y que se explica, resuena, acontece, por sí mismo...
Jitananónima Jáfora
Los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos.
Roque Dalton
Y se va la segunda y dicen que algo le falla...
Disgustada hasta el tuémos con las tanoscas
arrinconada en la úlgina pátima de un libro
se defiende a trapes de legos
ni una coma
y agodada sutada durmió se caflamuda
La acusan demente y no la nombran
jitananónima jáfora
ni un punco y tomao
al menos punte y aparco
Mudis y esmirriada quedase datante
en ingenuos días de amodios y de ores
se quedó sin lengua la sinhuesos
u olvidó su lengua la nativa
Muda entre las sombras
las sombras la mudan
aprieta las letras siseras sonseando
disparte reparartes en cada palabra
Suenan somnolientas sus huetras de lellas
la toman por loca
la ignoranla llaman bicoca
una ganga
sin ganas y garabatea
boquitada desfachabierta
Y luego amanece
sin ningún rasguño sin mufa
sin memoria
memorable
memoriosa
amnénima anósica
palabras sin ton que ni son
alocada
rastros sin sentido
consentida
alondra descarriada
punte y aparco.
Abril 2.007

miércoles, septiembre 20, 2006

ODA A UN RUISEÑOR

Acabo de verlo. Quedan margarítas, mínimas y "agirasoladas", pocas, pero suficientes para que la niña que miraba atenta entre el césped de septiembre pudiera confeccionar su ramo... Gorriones siempre cerca y, ¿tal vez tapado bajo el rugido del martillo neumático?...
ODA A UN RUISEÑOR
John Keats

Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
sino porque feliz me siento con tu dicha
cuando, ligera dríade alada de los árboles,
en algún melodioso lugar de verdes hayas
e innumerables sombras
brota en el estío tu canto enajenado.



¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
oh, si una copa de caliente sur,
llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
ensartadas burbujas titilando en los bordes,
purpúrea la boca: si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!



Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.



¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.



No puedo ver qué flores hay a mis pies
ni el blando incienso suspendido en las ramas,
pero en la embalsamada oscuridad presiento
cada uno de los dones con los que la estación
dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
pastoril eglantina y blanco espino,
violetas marcesibles recubiertas de hojas
y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
la rosa del almizcle rociada de vino,
morada rumorosa de moscas en verano.



A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! Seguiría tu canto
y te habría escuchado yo en vano:
a tu requiem conviene un pedazo de tierra.



¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
tal vez fuera este mismo canto el que una senda
encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
enferma de añoranza, se sumía en el llanto
rodeada de trigos extranjeros,
la misma que otras veces ha encantado mágicas
ventanas que se abren a peligrosos mares
en prodigiosas tierras ya olvidadas.



¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?


©2000 de la traduccción Rafael Lobarte

martes, septiembre 19, 2006

EL ÁRBOL DEL ORGULLO



EL ÁRBOL DEL ORGULLO

G. K. Chesterton

Si bajan a la Costa de Berbería, donde se estrecha la última cuña de los bosques entre el desierto y el gran mar sin mareas, oirán una extraña leyenda sobre un santo de los siglos oscuros. Ahí, en el límite crepuscular del continente oscuro, perduran los siglos oscuros. Sólo una vez he visitado esa costa; y aunque está enfrente de la tranquila ciudad italiana donde he vivido muchos años, la insensatez y la trasmigración de la leyenda casi no me asombraron, ante la selva en que retumbaban los leones y el oscuro desierto rojo. Dicen que el ermitaño Securis, viviendo entre árboles, llegó a quererlos como a amigos; pues, aunque eran grandes gigantes de muchos brazos, eran los seres más inocentes y mansos; no devoraban como devoran los leones; abrían los brazos a las aves. Rogó que los soltaran de tiempo en tiempo para que anduvieran como las otras criaturas. Los árboles caminaron con las plegarias de Securis, como antes con el canto de Orfeo. Los hombres del desierto se espantaban viendo a lo lejos el paseo del monje y de su arboleda, como un maestro y sus alumnos. Los árboles tenían esa libertad bajo una estricta disciplina; debían regresar cuando sonara la campana del ermitaño y no imitar de los animales sino el movimiento, no la voracidad ni la destrucción. Pero uno de los árboles oyó una voz que no era la del monje; en la verde penumbra calurosa de una tarde, algo se había posado y le hablaba, algo que tenía la forma de un pájaro y que otra vez, en otra soledad, tuvo la forma de una serpiente. La voz acabó por apagar el susurro de las hojas, y el árbol sintió un vasto deseo de apresar a los pájaros inocentes y de hacerlos pedazos. Al fin, el tentador lo cubrió con los pájaros del orgullo, con la pompa estelar de los pavos reales. El espíritu de la bestia venció al espíritu del árbol, y éste desgarró y consumió a los pájaros azules, y regresó después a la tranquila tribu de los árboles. Pero dicen que cuando vino la primavera todos los árboles dieron hojas, salvo este que dio plumas que eran estrelladas y azules. Y por esa monstruosa asimilación, el pecado se reveló.

lunes, septiembre 18, 2006

DUDAS


Serán unas cuentas preguntas porque la duda se reviste de interrogación justo cuando escucho a Isabel Gemio- me gusta más la voz de Gemma Majadas quien sustituyó a la otra hora estrella de televisión antes dicha- durante su programa sabatino TE DOY MI PALABRA. La locutora dice, dialogando con sus colaboradores: “EL ESTADO TIENE DERECHO A PROTEGER A LOS CIUDADANOS”. Hablan de dolencias y trastornos producidos por los excesos alcohólicos y a colación de cierto estudio que abunda en los perjuicios cuyo origen está en el consumo de tabaco. Y entonces, digo yo: ¿Protegernos? ¿Protegernos de quién, de qué? ¿De algún invasor, ahora que la mitad del ejército acampa en el extranjero tras recibir la encomienda de diversas tareas humanitarias? ¿Acaso no bastaría con que los gobernantes se encargaran de la justa administración de los casos y de las cosas sin intervenir en la vida privada de las personas? ¿Deben pagar el coste de su sanación los enfermos a causa del hábito de fumar, siempre y cuando ese haya sido el diagnóstico médico y tras haberse desentendido de utilizar los medios puestos a su disposición para “desengancharse del vicio”? ¿Conviene que reciban una indemnización aquellos a los que se llama “fumadores pasivos”, teniendo en cuenta, según certificación médica, que su mal tiene relación ineludible con la respiración del humo- de “ese” humo, porque el de los coches, fábricas, combustiones varias, etc, parece que no afecta a nadie- que expelen los adictos al tabaco?... Y pasa igual con el alcohol: ¿El estado, las administraciones, han de informar al ciudadano acerca de los inconvenientes y peligros que producen los excesos etílicos? ¿Es plausible un esfuerzo en educación e información seria- en estos asuntos y en muchos otros- para que cada cual sepa a qué atenerse? ¿Resultaría aceptable que, como en el caso del tabaco, las facturas del gasto hospitalario fueran cargadas a la cuenta de los “infractores”? ¿Es mucho pedir que los que perjudican a terceros reciban el rechazo social mediante las causas judiciales que correspondan, a efectos de disuasión para criminales con arreglo a lo que la ley señale?... Y más aún: ¿Saben nuestros gobernantes que los muchachos, esos que son educados en la indolencia en casas y colegios, se valen de un mayor de edad- basta que supere el límite en una hora- para comprar lo que sea necesario, donde sea necesario y dentro del horario que sea necesario? ¿Retirarán, de dónde, policías para acudir a los parques y plazas a fin de reprimir el botellón o van a emplear al resto del ejército para esos menesteres los fines de semana? ¿Es peor o mejor que una miriada de chicos que cumplen dieciocho años tengan por costumbre los fines de semana hacer exactamente lo mismo que los de veinticinco, treinta y dos o cincuenta y nueve? ¿Acaso los menores carecen de tutela ya sea familiar o administrativa como para que los que hayan de responsabilizarse paguen y se hagan cargo de las cosas y los seres como es pertinente? La basura, los destrozos y demás inconvenientes que causan los muy maleducados niños- y no tan niños- del gran alboroto callejero, ¿supondrán agravante o, como hasta ahora, vale que no beban- pueden tomar solo refrescos o cerveza- y que dejen el asco y el ruido en cada barrio?... De modo que, y esta es la última, en vez de protegernos, ¿por qué no se ocupa el estado de la educación, del convencimiento y de procurar en todos los ámbitos sociales que, además de conseguir derechos, todo el mundo cumpla con sus deberes?

domingo, septiembre 17, 2006

REVOLUCIÓN



REVOLUCIÓN

Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

León Felipe

sábado, septiembre 16, 2006

PRIKLOPIL


Encontrar el tono distinto al apreciar un suceso o pormenor de la vida humana no es fácil. Pero he aquí una muestra cabal de ese supuesto en el verbo atinado y excelente de Juan José Millás...

Priklopil

EL PAÍS - Última - 15-09-2006

Ese momento en el que Wolfang Priklopil decide hacer un agujero en el suelo del garaje de su casa. Ese instante en el que quiebra la defensa de cemento y obtiene la primera palada de tierra. Ese cuidado con el que desvía las conducciones de agua, de gas, de luz, mientras se abre paso hacia lo más hondo de sí mismo... Quizá no sospecha que ha comenzado la construcción de un relato cuyo personaje principal acabaría siendo el secundario. Obsérvenle trabajar día y noche en la excavación de lo que venimos llamando erróneamente zulo, porque era la habitación de una casa de muñecas, con su camita, su cómoda, su lavabo, su espejo, su mesa para hacer los deberes... Cada detalle que añadía a esa estancia secreta, construida dentro de sí, era un nuevo capítulo de la novela.Terminada la obra y consumado el secuestro, este hombre, cuyo apellido suena a fármaco contra el Parkinson, empezó a alternar dos vidas, una en la superficie de la realidad; la otra, debajo. Mucha gente lleva dos vidas separadas, pero en barrios distintos. Priklopil había aislado las suyas con materiales especiales. Podía comer con su madre en el salón, sobre la casa de muñecas en la que había instalado a una niña de verdad, sin que se escucharan sus gritos. A ratos, cuidaba del jardín y saludaba amablemente a los vecinos que pasaban por la calle. Luego se cambiaba de ropa, levantaba la trampilla de 150 kilos que separaba el universo de arriba del de abajo y descendía al fondo de su imaginación para jugar a las muñecas. Estuvo ocho años jugando a las muñecas, construyendo un cuento de terror cuyo argumento no daba más de sí. Quizá había empezado a sentir frente a su existencia el aburrimiento de un autor ante una novela podrida.Mucha gente tiene dentro de sí una habitación secreta en la que suceden escenas que nos pondrían los pelos de punta. Es gente normal, como usted y como yo, que ayuda a las ancianas a cruzar la calle y come un día a la semana con sus padres. No sabemos de qué depende la decisión de trasladar esa habitación desde la conciencia al garaje, desde la fantasía a la realidad. Pero lo cierto es que en ese instante se rompe algo más que la capa de cemento del suelo.

viernes, septiembre 15, 2006

LA BARBILLA DE KIRK DOUGLAS

Mi admiración por Alvite viene desde que le descubrí hace mucho, mucho tiempo, en las páginas del desaparecido Diario 16. Sus crónicas desde el Savoy y su columna ALMAS DEL NUEVE LARGO, son un clásico...



La barbilla de Kirk Douglas

Por José Luis Alvite

Nadie está libre de sufrir la autoridad de un jefe tosco e insensible cuyo destino más razonable habría sido pillar sífilis por leer tebeos de Mafalda sin ponerse el pijama y las manoplas. Padecí a unos cuantos así. Recuerdo el caso del redactor jefe de un importante periódico que consideraba un derroche de higiene periodística limpiar mis textos de cualquier asomo de criterio propio. Me harté de escribir cosas ásperas a sabiendas de que aquel cretino no perdería ocasión de tacharla con esa mezcla de estupidez y arrogancia con la que los idiotas tratan de imponer su autoridad aun a sabiendas de que lo que hace realmente inmorales muchas frases no es la pluma, sino las tijeras. Se daba la curiosa circunstancia de que en el mismo periódico no era raro leer artículos en los que sus autores citaban textualmente frases de grandes escritores en las que el contenido era casi siempre más escabroso que en las ocurrencias que a mí jamás se me permitía. Supuse entonces que aquel redactor jefe tan mediocre lo que consideraba inaceptable en mis artículos no era exactamente el contenido, sino su origen casi anónimo en la mano de un periodista provinciano y sin reputación. Pensé entonces que una gonorrea, por ejemplo, era socialmente más aceptable si quien la padecía era alguien ilustre y cotizado, porque en ese caso dejaba de ser una enfermedad venérea para convertirse en un interesante dato biográfico, casi en un rasgo heráldico, en un matiz peculiar y distintivo, como podría ser en Kirk Douglas aquel simpático y malicioso hoyuelo en la barbilla. ¿Cuál podría ser la solución? Bien fácil: repetir mis frases más escabrosas pero ahora introduciendo como variante "de prestigio" una falsa paternidad. ¡Santo remedio¡, aquel idiota no volvió a cortar una sola de mis líneas. A partir de entonces me permití disfrutar de mi libertad de opinión aún a sabiendas de que tendría que atribuir todas y cada una de mis frases a Oscar Wilde, a Bertrand Russell, a Baudelaire, a Bernard Shaw, a...¿Cómo habría de atreverse aquel memo a censurar una blasfemia salida de cualquiera de aquellas manos ilustres y libres con las que era como si se masturbase Dios con los cinematográficos guantes de "Gilda"? ¿Osaría aquel idiota quejarse de que Dios no se pusiese condón para crear a la mujer? Me sentí feliz, pero en cierto modo sufrí durante mucho tiempo el dolor de una especie de exilio mental por tener que atribuir mis pensamientos a la mente de otros hombres, algo parecido al decepcionante placer mundano que siente de madrugada el tipo solitario que canta en el karaoke a sabiendas de que la chica a la que pretendía deslumbrar con "Delilah" frente a una pantalla, en realidad solo se estaba entusiasmando con aquellos labios de Tom Jones que sonreían en las pausas con esa pizca de cólico y suculencia con la que el limón le contrae el mioma a las ostras. Muchas veces pienso en mi amarga situación de entonces y no dejo de maldecir el recuerdo de aquel miserable que me obligaba a escribir como si fuese otro, seguramente porque era uno de esos imbéciles que solo consideran legítimos e importantes los sueños que un hombre puedan tener durmiendo en la cama de otro.
Fue una suerte que aquel tipo cambiase a tiempo de pasto y de cuadra. Había perdido los mejores años de mi vida escribiendo para sus tijeras, pero por suerte para mí, todavía estaba vivo y salí adelante. Creo haberme repuesto emocionalmente, aunque a veces me tienta entrecomillar mis propios pensamientos y atribuirle a San Agustín cualquiera de esas frases que por ásperas y sentimentales parecen leídas a la escabrosa luz de la marihuana en el retrete del Papa. Supongamos que a iniciativa mía me lo dijo de madrugada un fugitivo en un garito: "Nunca entenderé que a una fulana del arroyo le ocasionen desprestigio en el catre cualquiera de esos cosas que en una película francesa solo le causarían caché"...

jueves, septiembre 14, 2006

LA MISA DEL AMOR

Ayer lo encontré navegando y hoy, tras arribar a buen puerto, queda en este sitio de septiembre- que en días será de octubre- para delicia general.


LA MISA DEL AMOR

Mañanita de San Juan, mañanita de primor,
cuando damas y galanes van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora, entre todas la mejor;
viste saya sobre saya, mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca, un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia, y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro, en el credo se perdió;
el abad que dice misa, ha trocado la lición;
monacillos que le ayudan, no aciertan responder,
non, por decir amén, amén, decían amor, amor.

Anónimo

miércoles, septiembre 13, 2006

EL CUENTO DE LA LECHERA


El cuento que se leerá, es obra de una jóven que firma RNHIMLA- escrito en minúsculas- en la página LOSCUENTOS.NET. Si se le puede dar lectura ahora aquí es porque, a jucio del responsable- uno mismo- merece estar entra tanto otro bueno como de firmas ilustres está hecha la selección de escritos ajenos que corresponde a este BLOG.

He dicho.


El cuento de la lechera

Nada hay de nuevo en mí. Todo cuanto me adorna, desde los pómulos altos y marcados hasta los pequeños dedos de los pies, procede de ella. No quiero negar que también mi padre tuvo algo que ver, pero su presencia se limita a la forma de los ojos, a los dientes, las manos y unos pocos centímetros más. Esto último discutible, porque también puede ser debido a una mejor alimentación. Así, mientras cenamos: la miro y me veo. Y es como tener una imagen tridimensional de mí misma dentro de cuarenta años. Descubro que no van a surcarme arrugas profundas. Mi piel seguirá teniendo un aspecto frágil y ese tacto suave como de tocar delfines, y su color como un inmenso tapiz de rojos y blancos con toda su gradación. Los ojos profundos y soñadores, se verán un poco más pequeños, pero igual de intensos. Voy a ser redondita y frágil, apacible y bonita. Sonrosadita como una manzana. Me pregunto si mi expresión será igual de dulce que la suya. Si me seguiré riendo a carcajadas, moviendo todo el cuerpo de forma incontenible hasta casi llorar. Cruzo mentalmente los dedos para que así sea. Recuerdo el refrán: “A partir de los treinta, cada uno tiene la cara que merece” y prometo hacerme feliz todos los días de mi vida. A partir de hoy, sin dejar uno. Sé de lo utópico de mi deseo, también sé de lo utópico de mi carácter. Me pregunto como sería yo, de no haber sido por ella. Nadie en el mundo tiene más paciencia. Ni un solo bofetón en la infancia. Por eso, cuando habla tiene toda mi atención y mi respeto. Pero yo tengo un deje impaciente que ella no tiene. A veces, sin querer, pierdo los nervios: mal pronto, rápido y certero. Cuestión de carácter supongo, y no sé si tal vez, eso, haga de mí una viejecita gruñona. Adiós a la expresión angelical y al aire distraído como de maestra de niños. Imagino mis rasgos: duros y secos. La mirada torva y un montón de verrugas enormes. Los niños me huirán, y se creará una leyenda negra alrededor de mi casa. Vestiré siempre de negro, y llevaré un bastón con empuñadura de plata, porque, ya se sabe que la maldad envejece y además encorva la espalda. Todo ello me pregunto, mientras cojo tallarines con el tenedor. Los enredo y me los llevo a la boca , sin prestarles atención. En el viaje, uno de ellos, el más travieso, se me cuelga de la camiseta y allí se queda pegado. Totalmente inmóvil, como disimulando su presencia. Cojo una servilleta y cuando voy a retirarlo, de reojo, veo una mancha verde en la blusa de mi madre. Un ataque de risa, la sacude de los pies a la cabeza. Una risa clara y cristalina que al cabo empieza a parecerse al motor de arranque de algunos coches. Tan contagiosa que empieza a dolerme la tripa de reír. Me coge una mano, entre hipidos, y me cuenta algo incomprensible que hace que me ría aún más. Me acaricia con mucha suavidad los dedos y luego sigue riéndose a carcajadas -Te pareces tanto a tu padre...- me dice cuando por fin puede hablar. Y por un momento, no me parece para nada encantadora...

rnhimla

martes, septiembre 12, 2006

ORACIÓN URGENTE Y DESESPERADA

¡Oh Dioses, dioses ciertos, mitológicos, literarios, dioses de nuevo cuño, fuerzas de la naturaleza, homologadas o no científicamente, hechiceros, magos y brujas: fervorosos como cuando nos acordamos de vosotros, igual que de Santa Bárbara cuando truena, rogamos uséis vuestros poderes para que descargue sobre el territorio que corresponde a las coordenadas en que estoy pensando, la tormenta perfecta: no solo porque haga mucho tiempo desde la última vez que llovió tantos litros por metro cuadrado como para merecer el nombre dicho, sino para detener lo que se avecina durante los próximos siete días! ¡Que llueva que llueva, la Virgen de la Cueva, pero que llueva justo cuando más confiadas estén las hordas de vociferantes y uniformados primates que, provistos de todo tipo de contenedores etílicos, atravesarán el centro de la ciudad proclamando una fiesta de la que se creen únicos y necesarios protagonistas! ¡Que llueva sobre ellos y sobre sus simpatizantes y no precisamente café! ¡Que llueva y si el huracán deviene en una precipitación de batracios, traguen ese sapo sin redención posible! ¡Que llueva, oh, Dioses, dioses ciertos, mitológicos, dioses de nuevo cuño, fuerzas de la naturaleza, hechiceros, magos, brujas, Zetapé, MariaNo, y si no es posible ese derramamiento de granizo, al menos confundan los chubascos a las huestes del ruido y la basura de modo que solo les de ganas de orinar en sus respectivos cuarteles y allí lo hagan! ¡Que llueva, trasladen la tropa a la que llaman peñas lejos de la civilización y queden por siempre en un recinto ferial próximo al infierno! ¡Que llueva y tengan hijos y sobrinos, y se vean obligados a librar una batalla campal entre ellos solos para recoger una dulce limosna, agradando luego a los mencionados infantes con caramelos! ¡Qué llueva y las verbenas solo sean posibles con sordina! ¡Que llueva y el chunda- chunda de los chiringuitos, atracciones y tómbolas queden en un hipo o ronroneo como el de un teléfono móvil privado de sus tonos y politonos! ¡Que llueva oh, Dioses, dioses ciertos, mitológicos, dioses de nuevo cuño, fuerzas de la naturaleza, hechiceros, magos, brujas, MariaNo, Zetapé, y si no es posible la lluvia, suceda una ola de calor tal que ardan los de los mandiles y camisetas de colorines cual si se tratara de una combustión espontánea y solo atribuible a un celo pirotécnico que supondrá atracción local pronto equiparable a otras demostraciones de gusto por la pólvora como la que es propia de tierras levantinas! ¡Qué llueva, que desaparezcan a su modo, como se consumen las ristras de una traca, pero, oh Dioses, dioses ciertos, mitológicos, dioses de nuevo cuño, fuerzas de la naturaleza, hechiceros, magos, brujas, Zetapé, MariaNo, que parezca que fue un accidente!

lunes, septiembre 11, 2006

EN PRESENCIA DE EXTRAÑOS


Ahora no recuerdo bien el dato, pero se refiere al número de divorcios que se registra en España por minuto. Que sean tantos o tan pocos se valorará de muy distinta manera, pero, quizás, lo más relevante sea conocer las causas de tales desenlaces. Escucho que se apela a la ruptura de lo cotidiano y al aumento del tiempo en el que los esposos pasan juntos. Es decir: durante las vacaciones, con mucho tiempo por delante para estar con el otro, y con los hijos, con la familia o con los amigos, se fragua el principio del fin para toda pulsión sentimental. Contradice esto aquellas opiniones que designan como perniciosa la adicción al trabajo... O no. Porque, si extremar la convivencia- aumentar la frecuencia de tiempo que los amorosos pasan juntos- origina todo tipo de obstáculos para que una relación perdure, las circunstancias personales que obligan a dilatar el momento de coincidir, también culmina con el fin de lo que se daba: se produce el receso definitivo por incomparecencia, y las personas dichas que se prometieron hasta que la muerte los separase, de alguna manera mueren puesto que terminan separándose. Predomina lo adverso y diríase que toda unión, llámesele matrimonial o no, está abocada a sufrir enormes riesgos de colapso. Conflictos que suceden a los casados al confrontarse con bienes reconocidos y deseables de la sociedad, convertidos en inconveniente desde que dieron por resuelta la viabilidad de su trato. Y no es que a los solteros no les pasen estas cosas, sino que se exponen mucho menos a los efectos de las mismas por razones obvias... Por lo tanto es mala política considerar que los episodios puntuales, los propios del idilio, en el que todo es y resulta maravilloso, cual se dice “de cuento de hadas”, son el referendo de un futuro para dos que pretenden se sucedan los años en compañía. La vida es otra cosa mucho más complicada que obliga a dedicación esfuerzo e inteligencia, y adoptar decisiones tan importantes fiándolo todo a periodos paradisíacos de la existencia, es un modo de vivir, quizás respetable, pero que luego no debe dar lugar a lamentos renegando de las intromisiones familiares, clamores con los que se señala la hartura que produce la muy egoísta descendencia o parapetarse en el bien de los amigos para realizar todo tipo de ajustes de cuentas. Se dice que la principal y a lo mejor única causa de divorcio es el mismo matrimonio y este mes de septiembre es propio para trazar raya y hacer cuenta nueva, así que, si bebes no conduzcas, al comprometernos, de acuerdo con todo lo dicho, es preferible saberse beodo: es menos triste aducir trastornos etílicos como disculpa a la hora de desdecirse, que reconocerse en presencia de extraños al comparecer cara a cara con aquel o aquella a los que se dice amar y el tiempo es tiempo para estar juntos al fin.

domingo, septiembre 10, 2006

ENTRE LUCES


ENTRE LUCES
Esta noche debiera haber sido de agua
y queda un lucero de frustración
alumbrando pasos,
huellas sobre las nubes.
Tal vez las del toro de la copla
o los de un africano sin cayuco
que atraviesa el embarrado istmo
del universo entre la tierra y la luna.
Sin embargo es otra luz en la que pienso.
Es el flamear en plata
de los olmos de mi barrio.
Una llamarada incruenta
que se reaviva con cada soplo
de ese aire que algo nos salva durante el estío.
Es una invitación a la delicia de vivir,
a pesar de todos los duelos
de todas las angustias
de todos los quebrantos...
Es una luz la que recuerdo
que es la luz del verano
y tiene que ver con la lumbre
de un naranjo alegre de fruta
cuando agosto era la mar
y en la arena
cada gajo jugoso que probé
me esperaba como tú
en tu boca.
Es la luz que no amanecerá
porque una esgrima eléctrica
se esfuerza en el deseado llanto
que no llega.
Es un fogonazo que late en mí
y que te prometo:
oro viejo y plata cual día y noche de futuro.

sábado, septiembre 09, 2006

ASUNTOS DE ALTURA


Así que los más altos son listos como para aburrir, más que nadie. Una conclusión que parece relacionada con el triunfo de la selección española de baloncesto ganadora del campeonato del mundo en Japón y, ahora también, designada como nuevo Premio Príncipe de Asturias del deporte 2006, y refrendada por los estudios científicos que ha publicado la NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH, entidad privada estadounidense que acogió los trabajos de Christina Paxxon y Anne Case, investigadoras de la Universidad de Princeton, Nueva Jersey. Y es así contando con que sea cierto lo que leo publicado en el periódico LA RAZÓN de 27 de agosto: “A una edad tan temprana como los tres años (...) y a lo largo de su niñez, los niños más altos tienen un desempeño mejor en las pruebas cognoscitivas”. Luego, según aseguran las autoras del estudio, “Las personas más altas tienen más probabilidades de ser elegidas para ocupaciones mejor pagadas que requieren más habilidad verbal y numérica y mayor inteligencia, por lo que obtiene buenos ingresos”... De modo que, no solo es más probable la entrada de un camello por el ojo de una aguja que sea un rico quien entre en el Reino de los Cielos, sino que si es alto, aquí lo pasará de fábula pero, llegado su fin, tiene pasaje asegurado a los altos hornos de Pedro Botero. Lo digo como único consuelo para los que, como un servidor, están escasamente dotados para hacer un enceste alzando los brazos por encima del aro, lo que se conoce como un mate siempre sin olvidar la terminología baloncestística tan de moda... Porque, abundando en los datos que la información servida en origen por la Agencia Efe, el análisis de marras sostiene que “los que son diez centímetros más altos, ganan un diez por ciento más de media, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos”. Y esto es una discriminación genética que, dados los avances científicos más notorios, llevará aparejada, en breve tiempo, la pretensión de muchos padres a fin de lograr una descendencia, guapa, rubia y de una estatura no inferior a la talla de cualquiera de los titanes que puso en juego “Pepu” Hernández para triunfar. Todos querrán tener un Gasol en sus vidas, ya no un Alonso, ni un Nadal, nada, ni mucho menos apetencias de “Raúles, Ronaldos o Ronaldiños”. Que los ahora dichos ganen millones, a pesar de lo no demasiado que se alzan sobre el suelo, se entiende porque la ciencia callaba lo que ahora ya pone de manifiesto. Ser alto es un atributo que merecerá el beneplácito social o, como decían en uno de sus divertidos cuentos Les Luthiers, “el éxito y el aplauso inmediato”. No en vano, el delantero irlandés que cosió a goles, ayer miércoles, a la selección de Luis Aragonés, la de fútbol, es un espigado muchachote que bien podría pasar por pívot en otras modalidades deportivas: que los del balonmano también son campeones del mundo y bastante altos... En fin, malos tiempos para la lírica y para los liliputienses o casi, no digamos: si acude a una oposición o a un concurso televisivo y sus rivales son personas de altura, no lo dude, lo mejor es abandonar. Vale más muerta que sencilla pero, ya se sabe también, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.

viernes, septiembre 08, 2006

CARNE DE NEÓN


Hace unos días, escuchando Radio Nacional, un reputado publicista confirmaba la existencia de lo que puede considerarse nuevo soporte para todo tipo de anuncios: el cuerpo humano. Según esto, hombres y mujeres lucieron- y lo seguirán haciendo- en distintas partes de su anatomía, en las playas, el reclamo de empresas y fabricantes interesados en llevar a sitios tan concurridos por consumidores de toda ralea los servicios y productos que ponen en el mercado. De modo que, difundir las características, utilidades y ventajas de algo a la venta, es operación que se presta ya a los más insólitas y, sin embargo, eficaces “atalayas”. Y, si desconozco lo que puede ser objeto de información en barrigas, nalgas y busto, por ejemplo, de estilizados y rollizos bañistas, bromitas a parte, es curioso cerciorarse del cambio que se puede estar produciendo si se atiende a la extensión publicitaria de lo que ha sido hasta ahora el cuerpo humano. Especialmente los atractivos femeninos son recurso constante para ofrecer desde una plancha hasta un coche. Es algo notorio. Pero ahora, no sé si porque está muy de moda imprimir la propia carne y taladrarla do quiera que sea para lucir todo tipo de metálicos atributos, parece que se impondrá la alternativa de postularse como emisor de no importa qué señuelos comerciales. Naturalmente, esto puede suponer la creación de una nueva categoría laboral que supera en mucho lo que ya se conocía como “hombres anuncio”: esos individuos unas veces disfrazados de lo que acontezca para estimular al comprador y otras portadores de paneles que pasean por calles y plazas enterando a los transeúntes de vaya usted a saber qué ofertas. Una condición obrera con más oportunidades en invierno, por razones obvias, para los calvos, pero, de cara a nuevos periodos veraniegos, no el cuerpo- porque según los compromisos a los que se quieran llegar puede requerirse mayor o menor superficie de piel, coincidencia o no con los cánones de belleza actuales, etc- sino la propia indumentaria, la ropa que se vestirá y ha de permitir un generoso o señalado desnudo de la anatomía de los que estén dispuestos a ganarse la vida así. Seguro que, a no pasar mucho tiempo, durante esos espacios de televisión que cuentan con la participación de los muy conocidos personajes cuya gloria se origina en los programas de tele- realidad y demás “famoseo”, en vez de realizar el concursito de turno o “cacarear” las bondades mágicas de tal o cual mercancía, aparecerán en pantalla con el artículo del patrocinador tatuado sobre sus excesos de silicona o Botox. “Cosas veredes amigo Sancho...”

jueves, septiembre 07, 2006

EL OTOÑO SE ACERCA

EL OTOÑO SE ACERCA
Por Ángel González


El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.

miércoles, septiembre 06, 2006

NACIONALISMO SÍ O SÍ


El martes cinco de septiembre Herrera Carlos solicita a la audiencia de su programa matinal en Onda Cero, durante la hora de la misma, que telefoneen para relatar casos, curiosidades, anécdotas y todo lo que deseen relacionado con la materia de estudio que aparece en los libros de texto de los escolares españoles. Sin ánimo de reproducir lo que las personas al habla fueron poniendo de manifiesto, queda claro, de inmediato, algo que ya se sospechaba: a mayor o menor ultranza, en cada Comunidad Autónoma se establece una prioridad excluyente que prima lo regional en detrimento del común al que llamaremos estado. Se conocen los riachuelos, aldeas, héroes de la patria, maravillas artísticas, arquitectónicas y pintorescas del territorio de residencia de los estudiantes, casi absolutamente al margen de los méritos y particularidades de todos los demás en España. Digo que hay datos que llaman mucho más la atención que otros, pero son escasas las iniciativas de enseñanza que no medran ideológicamente ocultando, tergiversando o mintiendo acerca de la realidad geográfica, histórica y política que lo son de la península, islas y ciudades africanas. Así es muy difícil que nos podamos poner de acuerdo. Si los niños crecen con certezas distintas, con carencias abismales e incomprensibles, aún dentro de una misma lengua con apreciaciones distintas, ¿podrán entenderse, salvo en aquello que responde a la comunión ancestral del orgullo de tribu aún en pie, como latieron de Finisterre al cabo de Gata los súbditos ciudadanos de Su Majestad Juan Carlos Primero gracias al éxito del equipo nacional de Baloncesto? Porque hasta que se autorice la participación internacional oficial a las selecciones deportivas autonómicas, existirán fenómenos de comunión general como la que se ha vivido luego del triunfo en Japón por los dichos doce que entrena José Vicente “Pepu” Hernández, un gran profesional: más tarde, lo dudo. Ocurre con esto, con ciertas manifestaciones religiosas- siempre, sobre todo, que se oponga a otra confesión- y ahí queda todo. Desde luego no me extraña que a los más jovencitos los que peinamos canas hasta en el carnet de identidad, les parezcamos reliquias que debieran permanecer en un museo. A la conocida incomunicación intergeneracional se suma ahora la imposibilidad de cotejar la vida a causa de la estanqueidad de lo que conocemos. Por lo tanto, si es cierto ya que en una escalera de vecinos solemos comportarnos como extraños, seremos extranjeros al fin en la cola para comprar el pan, al medio día en la taberna, en los parques y a la salida del cine. Tal vez sea por eso que no entiendo nada de lo que dicen "Zetapé" y "MariaNo", y la integración de los muchos que por tierra mar y aire llegan a esta esquina de Europa me parezca titánica tarea sin visos de llegarse a producir nunca. De las babeles posibles es una de las más idiotas que se nos podía ocurrir. La "babelia del nacionalismo", la que en vez de contribuir con su diferencia a la casa común hace uso de la misma para alzarse absolutista.

martes, septiembre 05, 2006

EL SÍNDROME

En el diario ABC de fecha tres de septiembre de dos mil seis, vino publicado un artículo, dentro del apartado CLAVES DE ACTUALIDAD, titulado TRAGEDIA. En el mismo, la periodista Virginia Ródenas, afirmaba que, quienes consideran beneficioso regresar al trabajo después de las vacaciones son unos primos: el noventa por ciento de los que regresan o regresamos, somos puro lamento; el treinta y cinco por ciento, además, acaba sufriendo los síntomas más graves del síndrome postvacacional. Me alarmo y voy directamente al recuadro encabezado con la pregunta”¿Es presa del síndrome?” y leo: “El psicólogo y profesor de la Universidad de Alcalá, Iñaki Piñuel es el autor del con el que poder valorar cuánto nos afecta la vuelta a la rutina. Lea las siguientes cuestiones y señale con qué frecuencia (Cero, nunca; Uno, alguna vez; Dos, frecuentemente) se le manifiestan los siguientes síntomas... Y prosigue:

1- ME SIENTO COMO SI DESDE LA VUELTA DE VACACIONES NO PUDIERA CON EL TRABAJO QUE VENÍA REALIZANDO, de hecho- UNO- me siento como Ronaldo a principio de temporada.

2- DESDE LA VUELTA AL TRABAJO ESTOY TRISTE, LLORO O TENGO GANAS DE LLORAR; cierto que, como ocurre frecuentemente- DOS- puesto que la reanudación de la labor de una semana a otra ya me produce grima, la perspectiva de volver es una continua congoja.

3- SIENTO ÚLTIMAMENTE APATÍA, DESGANA O DESMOTIVACIÓN HACIA MI TRABAJO, cosa que tampoco es motivo de extrañeza porque los emolumentos que recibo a final de mes contribuyen escasamente a mi implicación.

4- ME SIENTO ÚLTIMAMENTE ATADO Y CONDICIONADO NEGATIVAMENTE POR MI TRABAJO, harto, más que harto, por lo mismo que señalo en el punto anterior.

5- ÚLTIMANMENTE DUERMO MAL O ME LEVANTO AGOTADO. Aunque habría que decir “y”, y me levanto agotado: siempre me levanto agotado, con ganas de no levantarme y seguir en la cama.

6- SÓLO PENSAR QUE TENGO QUE VOLVER A ENTRAR A TRABAJAR CADA DÍA ME PONE CARNE DE GALLINA, vamos, que llueve sobre mojado.

7- ÚLTIMAMENTE PADEZCO INQUIETUD, NERVIOSISMO, INTRANQUILIDAD QUE NO TUVE DURANTE LAS VACIONES; pero me pasa siempre: la vuelta al “cole” de los niños, el gasto en ropa, material etc, hacen de mí un tipo al borde del colapso financiero. Yo no tengo niños, pero me entero del promedio en gasto por esta causa y me derrumbo igual.

8- TENGO MUY CLARO QUE NO HARÍA ESTE TRABAJO SI NO FUERA PORQUE NO ME QUEDA MÁS REMEDIO: que lo sepas.

10- DESDE QUE HE VUELTO ME DA POR PENSAR QUE MI TRABAJO ES UNA PORQUERÍA Y NO MERECE LA PENA y me digo también: ¡Qué coincidencia: igual que tantas y tantas otras veces sin necesidad de reincorporarme!

11- TENGO PROBLEMAS PARA DORMIR (NO CONCILIO EL SUEÑO, ME DESPIERTO A MEDIA NOCHE Y NO ME PUEDO VOLVER A DORMIR) QUE NO HE TENIDO DURANTE LAS VACIONES... Es decir: que hubiera querido no tener durante las vacaciones porque entre los de las motos, los tertulianos de madrugada el loro virtual de la vecina y los espantosos ronquidos de el del bajo F...

12- HE NOTADO QUE ESTOY TENSO E IRRITABLE CON MI FAMILIA DESDE LA VUELTA AL TRABAJO, asunto que no ha variado, aunque por otras razones, desde incluso antes de las vacaciones.

13- HE NOTADO ÚLTIMAMENTE SÍNTOMAS, DOLORES O MOLESTIAS QUE NO HE TENIDO DURANTE LAS VACACIONES. Al principio pensé que se trataba de un herpes, pero todo quedó en picadura ejecutada por cualquier venenoso y taimado bichito.

14- DESDE QUE HE VUELTO A TRABAJAR TENGO LA SENSACIÓN DE QUE MI VIDA PROFESIONAL ES UN ASCO. Es una impresión cuyo valor permanece inalterado desde el principio del principio de los tiempos.

15- CREO QUE SE ME HACE CADA AÑO MÁS CUESTA ARRIBA EL REGRESO DE LAS VACACIONES, y no solo eso: con todo lo del juego limpio, rechazo del dopaje y demás gaitas a pedales, alcanzar la meta en la cima es algo que empiezo a hacer a la par que el coche escoba.

SUME LOS PUNTOS OBTENIDOS Y VEA EN CUAL DE LAS CUATRO SIGUIENTES SITUACIONES SE ENCUENTRA: ENTRE CERO Y OCHO PUNTOS, ENHORABUENA, ESTÁ LIBRE DEL “SPV”; ENTRE NUEVE Y DOCE PUNTOS, PRESENTA UN RIESGO MODERADO DE PADECER EL “SPV”; ENTRE TRECE Y VEINTE PUNTOS, PRESENTA UN CLARO “SPV”; MÁS DE VEINTE PUNTOS, SU SITUACIÓN PUEDE COMPROMETER SU SALUD: SI LOS SÍNTOMAS NO REMITEN EN POCAS SEMANAS CONSULTE AL PSICÓLOGO.

¿Hay alguno en esta sala de lectura?

lunes, septiembre 04, 2006

NORIEGA

NORIEGA*

“Drogas, sexo y rock and roll”, “Carretera y manta”, “Sol y playa”, quizás “Pan y circo” en todas las verbenas, saraos y chiringuitos. Y en las gradas desde donde se contemplaba la enésima edición de la Fiesta, entre el estupor y la juerga monumental, el esperpento dio a luz la unaminidad del público... Muerto el toro de risa- ni siquiera hubo que utilizar el estoque luego de la cuchillada con la que cobró el morlaco un cuarto de tela en las posaderas del maestro- apartado en las cercanías del siete, la cuadrilla giraba en torno al matador quien, mascando las palabras, rojo de bochorno como era roja la sangre del toro que sucumbió de pasmosa hilaridad tras ofenderle, preguntaba a sus subalternos si nunca habían visto el culo de un torero. Todo mientras, de un extremo a otro de la plaza, seis mil voces coreaban: ¡Noriega, Noriega, Noriega!


*Para los lectores que no lo hayan visto, aún se emite en las pantallas de televisión de España un anuncio publicitario en el que el actor Eduardo Noriega enseña su muy afamado trasero.

domingo, septiembre 03, 2006

¿CAIGO O NO CAIGO?

Delicioso, tierno, divertido, genial este cuento de quien tiene sitio también en LOSCUENTOS.NET y es conocida allí con su nombre de "guerra". Seguro que no es la última vez que viene a este modesto lugar.



¿CAIGO O NO CAIGO?

Un pueblo perdido en las montañas. Una noche de luna llena. Ni la televisión ni la electricidad han llegado aun al pueblo, pero no las necesita. La abuela suple esa falta con sus cuentos fantásticos, sus historias verídicas o inventadas y sus romances de niñas perdidas en el bosque, princesitas maltratadas y caballeros en busca del Grial. La luz, suficiente en una noche de sombras sobre las blancas paredes, la ofrece, aunque ténuamente, un candil de carburo que pende del techo de vigas de madera.

Alrededor de la abuela, tres niños sentados en la basta alfombra de paja escuchan atentamente a la narradora. Esta noche toca uno de miedo. La abuela no pretende asustar a los niños, pero ellos insisten:

_!Abuela, abuela! Cuenta uno de miedo, cuenta uno de miedo, anda!

_Es que, si lo cuento, os haréis pipí en la cama.

_!Cuéntalo, cuéntalo!

_Bueno, contaré el de Juan Sin Miedo…El cuento transcurre entre el silbido del viento que se cuela por la chimenea, las sombras del quinqué y los suspiros entrecortados de los niños. Mientras, la madre de los niños trastea en la cocina preparando la cena. Sube luego las escaleras de madera que lleva al piso donde están los dormitorios. Una especie de balcón o galería preside la gran habitación donde la abuela y los niños se sientan. La madre los mira y un sentimiento de paz y ternura la inunda. Es joven, y también le gustan los cuentos. Escucha mientras una sonrisa muy especial le distiende la boca.

_Y entonces-continúa la abuela- Juan Sin Miedo le dice al monstruo del desván: “Si eres tan valiente, baja y come conmigo”.

_¿Y qué le contestó el monstruo?-inquiere impaciente Julito.

_Le contestó con otra pregunta, niño, pero no me interrumpas-dice la abuela-le respondió: “¿Caigo o no caigo?”.

_!Y cayó un brazo!-interrumpe Toti.

_Dejadme continuar, niños. Pues bien, como iba diciendo…El relato continúa en un ambiente de gran expectación y en una mezcla de miedo contenido y euforia infantil. Cuando el relato llega a la escena en que el monstruo dice “¿Caigo o no caigo?” y Juan le responde:”Cae ya de una vez y no des más la lata”, la abuela dice: “Y cayó una pierna”.

Un espantoso ruido retumba sobre las tablas del suelo al tiempo que un grito unánime escapa de cuatro bocas asustadas: sobre el suelo yace una pesada bota de montar.Arriba, asomada a la galería, la joven madre se desternilla de risa.

María del Carmen Guzmán

sábado, septiembre 02, 2006

EL VUELO DEL PÁJARO ELEFANTE



Esta es una forma como otra cualquiera de comenzar el mes. Se sirve la paradoja por un breve momento...

EL VUELO DEL PÁJARO ELEFANTE


Ángel Olgoso


Avanzo a través del túnel que excavé durante meses en la toba blanda. Me arrastro por este nauseabundo arroyo con la desesperación de los que se saben imantados por fuerzas fatales, de los que han infligido dolor, de los que han sido martillos inclementes para numerosos clavos. Después de dos horas de angustia, mi cuerpo asoma fuera de la boca del túnel. El zumbido de los oídos desaparece. Logro esquivar los reflectores en el mortal damero del patio de la prisión. Me muevo como un veneno recién inoculado. Acometo sin respiro los vastos y resbaladizos muros de cantería. Tras ocultar las sábanas encordadas, atento a los paseos de los guardianes, me interno en las sombras reconocibles de la tercera galería. Puedo escuchar el roce de mis pisadas y el frotecillo asombrado del mecanismo de la suerte. Por fin estoy ante los barrotes. Inspiro profundamente, adelgazándome, y me deslizo entre ellos. Con infinito alivio regreso a las dulzuras de mi celda, a salvo de la aturdidora, extenuante y espantosa libertad.