martes, junio 29, 2010

HORIZONTE TRANSPARENTE


A esas horas del día el alumbrado público es plenitud artificial. Del sol queda la luna, casi llena, nada más y, por, lo que respecta a esta calle, desde ventanas o balcones, apenas algún destello de televisión conectada para garantizar el sueño de los vecinos sino insomnes. Suenan los camiones de la basura a lo lejos y ronquidos de distinta tonalidad: de no ser por lo alargado de la emisión, de permanecer absorto en la escucha, podría dar fe de un paraje similar a esas lagunas pródigas en ranas y sapos como los de cuento. Es lo que percibo en medio de la calzada, sentado sobre la vieja silla de enea que he conservado conmigo. La tengo aún a pesar de haber acudido dos veces a comisaría, sin intención de hacerlo por mi parte, y tras ser atendido en urgencias, no fuera que la configuración de mi cerebro pasara por un momento crítico. Ya lamento que esté prohibido detenerse en medio de la vía pública y me hago cargo de que es cosa reprochable, pero fui sometido y autoricé- a la fuerza ahorcan- un reconocimiento médico a cuenta de lo acontecido y de la sospecha de que padeciera algún trastorno mental. Incapacidad cuya explicación consistente en aludir al empecinamiento- como lo llamaron- de sentarme interrumpiendo el tráfico, con el único propósito de observar el horizonte, sigue pareciéndome del todo incorrecto. Dicen que es una imprudencia actuar como lo hice, que si soy un suicida, que, por el contrario, participo de un entramado cuyo único propósito es estorbar el orden e inducir, por contagio, al caos y, salvado el complot al fin, observan en mí la encarnación de la tontería. Pero no, ni mucho menos. Seguramente en unos veinte minutos, cuando la ciudad comience a desperezarse, la primera “hornada” de automóviles, cual si aguardaran al principio de la avenida un banderazo de salida, avanzará al unísono y ocurrirá como esta tarde. Motocicletas, furgones, camiones, autobuses y turismos, sorteaban mi presencia cual la bestia evita al cadáver. “Olisqueaban” mi pellejo y continuaban quejándose a todo motor en busca de otra pieza con la que saciar su hambre. Sólo los peatones se agolpaban a uno y otro lado de la calle comentando mi presencia y valorando la oportunidad de unirse a mí, como no se cansaron de postular unos, o, los otros, satisfechos con que la policía llegara y además de retirarme del sitio dónde ahora estoy, descargara la ira de todos contra mis costillas....

El caso es que, este es mi lugar, lo tengo decidido. Disfruto del silencio, respiro conforme con el descanso de las multitudes, me mantengo sereno ante sus desgracias, atiendo lo que conviene en solidaridad con sus mejores propósitos, abandero sus alegrías y, sin asomo de intranquilidad, ahora cumplo con lo que pretendí. Ahora que el asfalto se refrescó. Ahora que la suave brisa no ha de sortear mil obstáculos antes de proporcionarme liviandad.

Cumplo porque puedo, sin originar protestas, partícipe de todo el horizonte y sus intereses. Contento de registrar lo que ocurre a través de los edificios, de los accidentes geográficos que correspondan y regalado por las expectativas que se derivan de apreciar, al fin, la naturaleza que intermedia hasta la orilla del mar y al pescador... Estará a punto de cobrar una pieza. La depositará en el cesto y puede que sea ese “pescaito” la fiesta en nuestro plato cuando el sol del día de hoy esté a mitad de su camino. Lo digo porque me reconozco en él. Porque conozco al pescador, que soy yo mismo, y nunca me he dejado en la estacada. De hecho carezco de intenciones contra mi persona.

Porque, de todos modos, bien acomodado como estoy y desde esta atalaya, si se mira, si se observa detenidamente y durante el tiempo necesario, de verdad que se ven prodigios.

sábado, junio 26, 2010

DRAGÓN


Se comerá el queso. Los ratones ponen un cascabel al gato y eso lleva su tiempo. Viene con otras orugas, seguramente en vías de perecer envenenadas con el insecticida que protege a los rosales del jardín. Sin embargo, a este gusano listo le irá mejor. Sabe que otros comen de lo que suele ponerse en las ratoneras, o eso dicen… Pero con tan buena mesa y mejor apetito acabará transformándose, además, en culebra. Y esto nada más que para empezar: de arrastrase por los suelos a reptil con alas que escupe fuego.

sábado, junio 19, 2010

¿Y QUIÉN MATÓ AL REY?


Dijo el sastrecillo homicida, “mato siete como mato al rey”. Y siete moscas menos. Eso ocasionó la muerte del sastrecillo, poco después, fulminado al pincharse con una de sus agujas, envenenada por un familiar ecologista y presidente de la Liga a Favor de la Conservación de los Insectos. Lamentable caso cuyo tóxico resultado tuvo que ver con el horror que supuso el aplastamiento de los siete dípteros a ojos vista del defensor de la naturaleza. Precisamente, otro que se fue con las Parcas apenas unos días después… Fue durante una multitudinaria fiesta en Palacio. Las confidencias de su amiga, también amante del naturalista por aquellas fechas, provocaron la rabia y el descontento asesino de quien fue alumna del sastre y se casara más tarde con un célebre director de periódico. Así pues, la diseñadora, buscó al defensor de la naturaleza y le empujó, aprovechando el mucho alcohol trasegado por los presentes y que el interfecto permanecía cerca de la barandilla de una terraza.

El periodista obró como procede para ensuciar el aire dando la noticia del asesinato del botánico y atribuyendo su mal fario a la cólera de un prestigioso banquero. Relacionar al que pereció desde tanta altura con el acaudalado prohombre, carecía de complicaciones. Bastaba con difundir el exabrupto que se escucho el mismo día de autos en voz de quien se deseaba en entredicho… Preguntado el capitalista por su elegancia y comentando lo que convenía tras la muerte del sastre, dijo:”Siete veces siete de de mi mismo puño firmado el encargo de que

Luego, como quiera que a partir de las noticias que surgieron, las tertulias en las que se hablaba de las mismas, las condenas populares- muchas- y las pocas absoluciones, mientras la policía investigaba y los jueces acudían a que se les plancharan las túnicas, la idea o propósito contaminante con la que el taimado jefe de plumillas medró a fin de exculpar a su famosa modista y popular consorte, se consolidó. Las bolsas bajaron, la economía se hizo añicos, cayó el gobierno y, ante todo esto, el rey, enterado de lo sucedido por algunos amigos con los que se trataba en la red social de aristócratas MAGESTYC, después de dejar escrito, “por siete que murieron me doy garrote”, al grito de “viva el prêt- à- porter”, se lanzó contra las puntiagudas aristas de su escritorio y se desnucó.

domingo, junio 06, 2010

INSUMISIÓN FRUSTRADA


Se hizo apóstata y lo manifestó públicamente poco antes de recibir la noticia de la boda de su hermana. Fecha hora y lugar: la catedral de la Almudena, Madrid… Un revés inesperado… Precisamente, para ser uno de los de la cuadrilla, le exigieron, ya que provenía de una familia católica apostólica y romana de toda la vida, negar la existencia de Dios y oponerse a todo trato con los curas. Y ahora, “seguramente por obra y gracia de mi familia, reaccionarios donde los haya”, podía quedar en entredicho su voto. Al fin y al cabo, ausentarse de la ceremonia era tanto como decir adiós a la asignación paterna- ¡oh querido dinerito!- y, después de todo, “da igual cuento te alejes: Él está en todas partes, ¿no?”…