lunes, julio 19, 2010

CORRESPONDENCIA BREVE 1


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Válida desde el primer día en que se lea hasta su olvido.

Podría ser que nos llegara la hora y el techo que nos hemos dado dejara de ser cobijo mutuo. Podría ser… Indudablemente, cuando a la muerte convenga, expiraremos, y es raro que lo hagamos a la vez. Pero, podría ser que la fecha de la divergencia fuera lectura de un recuerdo aciago mencionado por ambos como propio. No lo quiero y, sin embargo, podría ser. A ti te parece que mi desdén por el imperio de la carantoña es prueba cierta de un latido que descarto cobre pulso. Que quizás me aburro de ti. Y debo reconocer que he de mejorar mi caligrafía. Mis besos, los que te deparo pletóricos de ternura, los que van más allá de la conciliación o el deseo, deben a la contrariedad con la que recibo esa necesidad femenina- a veces exigencia- de salmodiar el afecto, debo, una emulsión espesa. Por eso escribo aquí y ahora que te quiero y que este amor, aunque llegara la hora, no de la muerte, de renunciar a nosotros dos juntos, es inquebrantable porque te elegí y me elegiste.

Es lo que cuenta.

sábado, julio 10, 2010

ESPAÑA 1 ALEMANIA 0


Hay cosas más importantes para mí que ver un partido de fútbol. Sin embargo, de no mediar algo sustancioso, me siento ante el televisor y contemplo, por ejemplo, las ocasiones deportivas en las que interviene la selección española. Disfruto con los lances deportivos de calidad, me alegro con las victorias y procuro no culpar al árbitro de los errores propios de los atletas, en este caso, vestidos de rojo y azul cuando las derrotas se producen. Sé gritar gol y me conduzco tan de natural manera que, si entusiasmado, procuro que las manifestaciones de tal contento sucedan sin imponer o arrastrar a los demás a algo que no deseen. Dicho esto, acordarse de la patria cual si el orgullo de ser de donde se nace consistiera en saludar al mundo por la vía del estruendo, simplemente porque un grupo de deportistas progresan en un torneo, linda con lo demencial. No comprendo como tanta gente se da a la violencia de acometer con su ensordecedora felicidad lo que puede ser el sosegado desinterés de otros muchos. Y no comprendo que esta “religión” la de los fanáticos y asimilados de un club, deportista, equipo nacional- ya que con el deporte hemos topado- que se da también en el mundo de la música popular o a favor de los “héroes de la fama”, tan del “becerro de oro”, insana cuan se denuncian insanas otras, pase por suceso normal y ocupe la casi totalidad del tiempo de duración de un telediario cuyos hacedores se recrean en mostrar modos energúmenos, expresiones sin sustancia y fondos equiparables a los de una secta. Porque, digo yo, nadie hace mal alguno divirtiéndose, es verdad, pero hasta en eso hace falta cerebro. Cerebro y, por lo tanto, inteligencia, educación, civismo, ausencia de desprecio para lo ajeno y de bravatas empleadas para imponer lo considerado unilateralmente como único... Oigan, que yo he asistido a magníficos espectáculos teatrales o recitales de música, durante los cuales la excelencia y el arte han predominado. Y, más allá de el aplauso sincero y los vítores aislados sin es que la cosa ha dado para tanto, muestra de la satisfacción de los asistentes, nadie se ha tirado dos horas circulando con su coche por la vía publica, llamando la atención con sonidos y velocidad, y enarbolando retratos, pongamos por caso, de Plácido Domingo tras una sublime interpretación de Otelo... Además, luego, si, como todavía puede suceder, las expectativas de victoria quedan reducidas a cenizas, viene la depresión fulminante cuando no el insensato impulso de arramblar con bienes públicos y particulares en clave ni mío ni de nadie. Por eso, el pulpo adivino, pulpo Paul, pronto con sitio entre sus colegas del tarot de la tele de madrugada, podría también ser engullido por una cuadrilla de forofos de la roja que festejaron el resultado que eliminó a Alemania sin reparar en la mejor humanidad de los teutones antes del enfrentamiento y después cuando su mal fario se consumó. Y esta posibilidad es algo que me malicio porque estos exaltados a los que me vengo refiriendo, me temo, no saben perder.

sábado, julio 03, 2010

NOTICIAS


Le reconoció. Dijeron su nombre durante la crónica de sucesos del telediario. Nombre y apellidos, tal y como podía leerse en el buzón. Al parecer sicario de una banda de delincuentes especialistas en el asalto a casas de campo…


- ¡Qué sorpresa!... Bueno, una persona normal. Y aquí mismo, puerta con puerta. Cinco años en el edificio y nada, sin problemas.


Se hubiera cruzado con él por la calle sin advertir su presencia, pero…
- Si dicen que era, debe serlo.


Luego continuó el almuerzo pensando en lo que iba a responder de presentarse los de la tele preguntando.