miércoles, enero 31, 2007

BÍBLICA


Bíblica

Por: Juan José Arreola

Levanto el sitio y abandono el campo... La cita es para hoy en la noche. Ven lavada y perfumada. Unge tus cabellos, ciñe tus más preciosas vestiduras, derrama en tu cuerpo la mirra y el incienso. Planté mi tienda de campaña en las afueras de Betulia. Allí te espero guarnecido de púrpura y de vino, con la mesa de manjares dispuesta, el lecho abierto y la cabeza prematuramente cortada.

http://gargantuario3.blogspot.com/2005/04/bblica.html

martes, enero 30, 2007

EL MUNDO ESTÁ BIEN HECHO


El mundo está bien hecho

Los ríos van a la mar,
el mar a las playas de moda,
de manera que el mundo está bien hecho.
Sobre esta cuestión no puede discutirse. Mas si alguien
quisiera alzar su voz contra el aserto,
le taparíamos la boca con la prueba más firme:
el General.
No puede darse un general en jefe sin que exista
el orden en las filas. Y por tanto
las filas del orden del General en Jefe
y el Jefe mismo, en general, como ya he dicho, vienen
a demostrar
la armonía preestablecida. Y la buena mano que ha
tenido quien pudo
para hacer lo que ha hecho. Aunque, después de todo,
no hubiera sido necesario traer
hecho tan concluyente, toda vez que este mundo,
y, en general, toda playa de moda que va a dar en la
mar,
eran ya suficientes para que nos bañásemos
en el más general regocijo
del General en Jefe.

©Carlos Bousoño

lunes, enero 29, 2007

EL HOMBRE DE LOS PIES QUEMADOS


El hombre de los pies quemados

Por Pedro Guillermo Jara

Por extrañas circunstancias al hombre se le habían quemado los pies. Era dos tizones como leños oscuros. Al caminar por las calles sus pasos se escuchaban así:

—¡Tic-toc!... ¡Tic-toc!

Los niños, curiosos, seguían al hombre de los pies quemados, no por compasión, ni burla, ni nada de eso. Lo seguían porque al caminar desde los pies se desprendían pequeños trozos de carbón que los niños se disputaban a gritos. Con estos trozos los niños dibujaban nubes, corderos, soles, lunas y lluvia, en las paredes de la población.

En algunas oportunidades los adultos también seguían al hombre de los pies quemados, recogían los trozos de carbón y escribían consignas en las paredes, llamando a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, ideas que se habían perdido en el tiempo.

domingo, enero 28, 2007

ARENA ENTRE MIS DEDOS QUE RESBALA


ARENA ENTRE MIS DEDOS QUE RESBALA (1996)
Por Dulce Chacón.

Sólo te tengo
el tiempo
en que te escapas.
Placer y dolor
coinciden.
Tenerte
levemente
perderte.
Tú me diste
la palabra mientras.

(De Contra el desprestigio de la altura, tomado de Dulce Chacón, Cuatro gotas, Castellón, Ellago Ediciones, 2003, p. 88).

sábado, enero 27, 2007

EL CASO DE LOS VIEJITOS VOLADORES


El caso de los viejitos voladores

Por Adolfo Bioy Casares


Un diputado, que en estos años viajó con frecuencia al extranjero, pidió a la cámara que nombrara una comisión investigadora. El legislador había advertido, primero sin alegría, por último con alarma, que en aviones de diversas líneas cruzaba el espacio en todas direcciones, de modo casi continuo, un puñado de hombres muy viejos, poco menos que moribundos. A uno de ellos, que vio en un vuelo de mayo, de nuevo lo encontró en uno de junio. Según el diputado, lo reconoció "porque el destino lo quiso". En efecto, al anciano se lo veía tan desmejorado que parecía otro, más pálido, más débil, más decrépito. Esta circunstancia llevó al diputado a entrever una hipótesis que daba respuesta a sus preguntas. Detrás de tan misterioso tráfico aéreo, ¿no habría una organización para el robo y la venta de órganos de viejos? Parece increíble, pero también es increíble que exista para el robo y la venta de órganos de jóvenes. ¿Los órganos de los jóvenes resultan más actrativos, más convenientes? De acuerdo: pero las dificultades para conseguirlos han de ser mayores. En el caso de los viejos podrá contarse, en alguna medida, con la complicidad de la familia. En efecto, hoy todo viejo plantea dos alternativas: la molestia o el geriátrico. Una invitación al viaje procura, por regla general, la aceptación inmediata, sin averiguaciones previas. A caballo regalado no se le mira la boca. La comisión bicameral, para peor, resultó demasiado numerosa para actuar con la agilidad y eficacia sugeridas. El diputado, que no daba el brazo a torcer, consiguió que la comisión delegara su cometido a un investigador profesional. Fue así como El caso de los viejos voladores llegó a esta oficina. Lo primero que hice fue preguntar al diputado en aviones de qué líneas viajó en mayo y en junio. "En Aerolíneas y en Líneas Aéreas Portuguesas" me contestó. Me presenté en ambas compañías, requerí las listas de pasajeros y no tardé en identificar al viejo en cuestión. Tenía que ser una de las dos personas que figuraban en ambas listas; la otra era el diputado. Proseguí las investigaciones, con resultados poco estimulantes al principio (la contestación variaba entre "Ni idea" y "El hombre me suena"), pero finalmente un adolescente me dijo "Es una de las glorias de nuestra literatura". No sé cómo uno se mete de investigador: es tan raro todo. Bastó que yo recibiera la respuesta del menor, para que todos los interrogados, como si se hubieran parado en San Benito, me contestaran: "¿Todavía no lo sabe? Es una de las glorias de nuestra literatura". Fui a la Sociedad de Escritores donde un socio joven, confirmó en lo esencial la información. En realidad me preguntó: –¿Usted es arqueólogo? –No, ¿Por qué? –¿No me diga que es escritor? –Tampoco. –Entonces no lo entiendo. Para el común de los mortales, el señor del que me habla tiene un interés puramente arqueológico. Para los escritores, él y algunos otros como él, son algo muy real y, sobre todo, muy molesto. –Me parece que usted no le tiene simpatía. –¿Cómo tener simpatía por un obstáculo? El señor en cuestión no es más que un obstáculo. Un obstáculo insalvable para todo escritor joven. Si llevamos un cuento, un poema, un ensayo a cualquier periódico, nos postergan indefinidamente, porque todos los espacios están ocupados por colaboraciones de ese individuo o de individuos como él. A ningún joven le dan premios o le hacen reportajes, porque todos los premios y todos los reportajes son para el señor o similares. Resolví visitar al viejo. No fue fácil.En su casa, invariablemente, me decían que no estaba. Un día me preguntaron para qué deseaba hablar con él. "Quisiera preguntarle algo", contesté. "Acabáramos", dijeron y me comunicaron con el viejo. Este repitió la pregunta de si yo era periodista. Le dije que no. "¿Está seguro? preguntó. "Segurísimo" dije. Me citó ese mismo día en su casa. –Quisiera preguntarle, si usted me lo permite, ¿por qué viaja tanto? –¿Usted es médico? –me preguntó–. Sí, viajo demasiado y sé que me hace mal, doctor. –¿ Por qué viaja? ¿Por qué le han prometido operaciones que le devolverán la salud? –¿De qué operaciones me está hablando? –Operaciones quirúrgicas. –¿Cómo se le ocurre? Viajaría para salvarme de que me las hicieran. –Entonces, ¿por qué viaja? –Porque me dan premios. –Ya un escritor joven me dijo que usted acapara todos los premios. –Si. Una prueba de la falta de originalidad de la gente. Uno le da un premio y todos sienten que ellos también tienen que darle un premio. –¿No piensa que es una injusticia con los jóvenes? –Si los premios se los dieran a los que escriben bien, sería una injusticia premiar a los jóvenes, porque no saben escribir. Pero no me premian porque escriba bien, sino porque otros me premiaron. –La situación debe de ser muy dolorosa para los jóvenes. –Dolorosa ¿Por qué? Cuando nos premian, pasamos unos días sonseando vanidosamente. Nos cansamos. Por un tiempo considerable no escribimos. Si los jóvenes tuvieran un poco de sentido de la oportunidad, llevarían en nuestra ausencia sus colaboraciones a los periódicos y por malas que sean tendrían siquiera una remota posibilidad de que se las aceptaran. Eso no es todo. Con estos premios el trabajo se nos atrasa y no llevamos en fecha el libro al editor. Otro claro que el joven despabilado puede aprovechar para colocar su mamotreto. Y todavía guardo en la manga otro regalo para los jóvenes, pero mejor no hablar, para que la impaciencia no los carcoma. –A mí puede decirme cualquier cosa. –Bueno, se lo digo: ya me dieron cinco o seis premios. Si continúan con este ritmo ¿usted cree que voy a sobrevivir? Desde ya le participo que no. ¿Usted sabe cómo le sacan la frisa al premiado? Creo que no me quedan fuerzas para aguantar otro premio.

viernes, enero 26, 2007

ERA INVIERNO, LLEGASTE Y FUE VERANO


Era invierno, Llegaste y fue verano ..
Era invierno; llegaste y fue verano.
Cuando llegue el verano verdadero,
¿qué será de nosotros?
¿Quién calentará el aire
más que agosto y que julio?
Tengo miedo
de este error de los meses que has traído.
¿Quién es nuestro aliado: tú o yo?
Cuando llegue el verano
quizá el aire esté frío...
Era invierno y llegaste.
Por Antonio Gala

miércoles, enero 24, 2007

BEGOÑA



Azulejos añil- nostalgia oceánica quizás- un caño que gotea y, de pronto, la cortina que deja de cubrirte. Respondo a tu guiño luego de entregarte el paño con una sonrisa. Por el ventanuco contemplo la siesta del madroño y cierro el puño incómodo una vez más: es el extraño ir y venir de hormigas que siento bajo la piel desde niño. Tus labios me rozan antes de salir- un besiño dices- y las carcajadas de Íñigo en la cocina no te engañan: hace ruido como citándote, debió tener un sueño ahora que estás desnuda y te reclama con intención. Él imagina y se enardece de año en año, es verdad, pero no le reñirás por eso. Llegasteis a uña y carne por otras muchas cosas... De nuevo en el baño mientras te haces un moño. Nada más para que se te airee el cuello. La tarde es una condena, horno dentro del que se viste armiño, y, ahora que partiréis, regreso a mi refugio de consonantes, ese castillo de eñes que te regalé en la adolescencia: ¿recuerdas cuando empeñé mi reloj para fugarnos?... Soy tu fantasma, sí, un extraño que conoces, y mis sustos, sin embargo, no te muestran, no te enseñan el camino del olvido. Apaño tu soledad y satisfago las puntuales apetencias de tu vientre- sólo sobre tu lecho aliñamos el placer- pero es cuña de mi misma madera la que evita que descanse en paz. Sigo en pie, indomeñable a pesar de la inconsistencia de lo que soy. Arrastro mis cadenas- nunca pequeña rémora- haciendo honor a los redaños que convienen añadidos para corresponder a la promesa de amor que aún es empeño, inacabable mandato... En fin. Se tiñe de negro en mí lo intangible y me desvanezco hasta que reconozca las mañas de tu capricho solicitándome. Sé que solo tu muerte me liberará pero es un daño que no deseo, la leña que no arrojaré a la lumbre de mi infierno. Hasta pronto mi niña, mi dulce Begoña.

martes, enero 23, 2007

ALÍSTESE EN EL CUERPO NACIONAL DE COTILLAS Y DELATORES


Desconozco con qué grado de certeza, pero se dice que en cada portal, en cada finca de Cuba, hay un chivato. Alguien afín al gobierno castrista encargado de vigilar a sus convecinos: guardián y delator. Y pareciera que ese mismo modelo va a imponerse también en España. Lo digo porque desde que la ministra redentora y policía de la salud, doña Elena Salgado se propuso salvarnos a todos de nosotros mismos, una serie de normas y leyes se han puesto, e impuesto, formando parte del ordenamiento jurídico o en vísperas de que así sea. Ya se impide fumar en la mayoría de los espacios públicos a fin de librarnos del cáncer- aunque los otros humos sigan al acecho en espera de surtir idénticos efectos- las empresas de comida rápida habrán de reducir sus ofertas así la chicha que degusten sus clientes sea un bocado mucho más pequeño- no sea que la carne picada acabe por convertirnos en lo que ya somos: hombres y mujeres a imagen y semejanza de los hijos del Tío Sam no sólo por volumen sino por intereses y costumbres- y los expendedores de alcohol y vino, las destilerías y las bodegas, pueden también poner sus barbas a remojar tras el rasurado de los anteriores agentes de la traición. No importa, por cierto, que la “sangre de toro”- otra que te rondaré morena- sea considerada, incluso por el propio gobierno de la que la irreducible cruzada forma parte, alimento digno de promoción y ayudas políticas y económicas: ella hace caso omiso o desoye a sus colaboradores, tan segura como está de su nueva fe. Además ahora, en una medida bastante razonable, acuerda con el sector de la moda la unificación de las tallas: se trata de acercar los modelos estéticos a la realidad social. Y, con todo esto y alguna cosilla más que se le ocurra contra calvos y peatones, será necesario un incremento de personal entre agentes del orden e inspectores de todo, probablemente imposible de abordar a corto plazo. Por lo tanto habrá que dar curso legal- o no, que diría don Mariano de la oposición aislada- a todo un cuerpo de "acusicas” afines al “régimen” capaces y dispuestos a informar de las trampas e incumplimientos que sufren las olímpicas voluntades hasta este momento conocidas y mostradas por esta Rotenmeyer de la política socialista. La estricta gobernanta requiere o demandará de cada uno de nosotros- o eso pienso yo por lo expuesto anteriormente- disciplina y asistencia, por ejemplo, para saber si los hijos de los del tercero salen de botellón; si es a la hora en que se va a la oficina la soltera del séptimo cuando el ascensor huele a tabaco que apesta- ¿o es a perfume?- si las entradas craneales de los del bajo- sí, de las de ella también por más que se refugie en la permanente para disimular- es alopecia intolerable ya o, para declarar el consumo de hamburguesas de dinosaurio y tinto de verano, señalando a nuestros propios y ancianos padres, comensales de cosas así por culpa de la asquerosa pensión recién elevada a caquita según datos estadísticos, y aún pasable por inigualable recompensa tal y como proclaman los voceros de la economía oficial. Vamos, lo que digo. Al final cada uno en su traje o vestido y en el de los demás- tallas dobles o triples- para no perder ripio de lo que se cuece en cada puchero: chismorrear o chismorreando, por toda la cara, que es gerundio y deporte nacional.

LOS SOMBREROS TAMBIÉN AMAN.


Los sombreros también aman

Por Teresa Caballero

Voy a presentarme: soy el sombrero hongo del Señor Duncan. Solía vivir en la parte superior de un armario muy cómodo y amplio, en una caja redonda de Harrods. Salía casi todas las mañanas a caminar con mi amo y daba un largo paseo por la avenida Alvear frente a los parques de Palermo. Me acompañaban, indistintamente, el traje de franela, el príncipe de gales o el oscuro de vicuña. Los días de golf me quedaba reposando en mi caja de cartón, mientras salían: la gorra escocesa, la de tweed o la azul, alternativamente. Pero ellas para mí siempre fueron unas plebeyas, sin distinción ni buenas maneras.
Volviendo a las caminatas palermitanas, puedo contar que muchas veces el señor me quitaba de su cabeza para saludar a ciertas señoras a su juicio apetecibles, cubiertas con otros tantos sombreros igualmente deliciosos para mí.
Pero lo curioso ocurrió una mañana. Nos cruzamos con gente más linda que de costumbre. Linda y bien vestida y, sobre todo, magníficamente chapeautée. Súbitamente pensé en el Derby. (Cuando viajábamos a Inglaterra, mi tierra natal, la galera gris de copa alta me confiaba los fascinantes secretos de Ascot).
Pues sí, ese día fue muy especial. Al atravesar una de las calles angostas, el señor se detuvo. Mi corazón también. Un precioso sombrero de paja de Italia me enfrentaba con audaz coquetería. Mi dueño me sacó de su cabeza, y se inclinó a besar la mano de la dama a quien cubría mi provocativa tentación. Quedé en una posición absurda, la mano del señor me sacudía, me pasaba de un lado a otro con un nerviosismo desconocido en él, siempre tan sobrio. Conversaron, rieron. Todo duró un instante y en seguida estuve de vuelta en mi lugar: la cabeza del señor. El sombrero de paja de Italia se fue alejando hasta convertirse en un puntito lejano, perdido en los jardines de Palermo. Yo sin dejar de mirarlo.
Al otro día, cerca de las 12, volvimos a encontrarnos. Los cuatro estábamos contentos, parecíamos más jóvenes. El sombrero de paja de Italia —ahora con una cinta color azul— y yo. El señor y la dama elegante. A partir de ese día nos encontrábamos, puntualmente, casi todas las mañanas. Así durante algún tiempo. A veces salíamos a pasear en automóvil. Claro que entonces estaba la gorra-espía del chauffeur, que no nos gustaba nada. Ibamos a Hurlingham, a los partidos de cricket, y también al London Grill. Pero lo que más me agradaba era cuando tomaban el té en esa suite del Plaza.
Entonces nos dejaban sobre el sofá. Juntos, cerca, en ocasiones hasta podíamos rozarnos. Nada me resultaba más grato que sentir la tersura de la paja italiana sobre mi fieltro suave y sensible. Lo oscuro de mi piel contrastaba maravillosamente con el delicioso marfil de mi pareja. Mi señor y su bella dama. Yo y el lindísimo sombrero de paja de Italia. Siempre el mismo, y aún más encantador con cada una de sus variantes: el color de las cintas, una camelia blanca, el pinche verde, el morado, alguna hebilla, un velo insinuante.
Pero bien dicen que la felicidad no es eterna. Un día —lo recuerdo como tormentoso y frío— estábamos juntos en el sofá, amartelados, en éxtasis, entregados a una ensoñación divina, cuando de repente, tras un sonoro portazo y con la rapidez fulminante de un rayo, cayó sobre nosotros, como llovido del cielo —o en todo caso del infierno— un chambergo gris, común, vulgar, ni siquiera limpio, que fue arrojado con toda furia por su patrón, sobre nuestras hasta entonces felices existencias. Pertenecía a un detectiva, a un investigador privado. Tras él, un deslumbrante bicornio hizo su entrada al recinto. Pero no fue quitado de la cabeza de su propietario: un almirante. Acto seguido, se oyeron gritos, discusiones, forcejeos, insultos, vidrios trizados, un tiro. Y hubo olor a sangre. El mismo que percibía aquella vez cuando el señor se hirió en la frente con la punta de una ventana, en el Club Inglés.
Después, todo fue dolor, tristeza, soledad.
Nunca más volví a la cabeza del señor. Nunca más a su ropero.
Una gorra de vigilante, cubriendo la cabeza de su respectivo dueño, me recogió del sofá. Anochecía cuando me arrancaron de mi amada para siempre. Sobre mi espléndida cinta de raso cosieron un cartelito con la leyenda: "Prueba número 3" y me llevaron al Palacio de Justicia.
Aquí me encuentro desde entonces, en una habitación enorme, desvencijados sus pisos de madera, decrépitas sus paredes, juntando polvo y tiempo, entre sombreros, paraguas, viejas capas, cogoteras. A veces alterno con alguna boina, un chapelete, una castora. Acaso algún bombín, un canotier, una sombrilla.
Pero ni aquel sombrero de paja de Italia por el que todo perdí, ni el señor Duncan, volvieron a cruzarse en mi camino.


http://www.letralia.com/13/cr03-013.htm

lunes, enero 22, 2007

EN EL PUENTE


EN EL PUENTE
Por Odette Alonso
Al extremo del puente la luz es más intensa
enceguece la luz cambia nociones.
Las brújulas atrofian su certeza
los mapas desdibujan sus contornos
la noche apaga la verdad del firmamento.
Sólo queda un camino lleva al final del puente.
Basta extender las manos y preparar el salto
un paso afuera y sin remedio
caer hacia el abismo luminoso de tus ojos.

domingo, enero 21, 2007

UNA DE LOCOS


UNA DE LOCOS

Por Cerinto de Coia

Juan, mi amigo, ha enloquecido. Era hombre normal ingeniero en la Citröen.De noche acudíamos al pub. Entre cuba libre y café irlandés se hablaba de política. Los domingos jugábamos al tute o íbamos al fútbol. A diario comprábamos la prensa, y a ambos nos gustaban las mujeres guapas transeúntes. Veíamos La Clave, el Un, Dos, Tres, y el Informe Semanal. Él prefería el yoga, yo el trote. Atentos a la vida cultural íbamos ya al cine club, ya a las sesiones de Amigos de la Ópera, ya a las conferencias. Él hizo un tiempo la meditación trascendental y yo me apunté en un orfeón.Mi amigo había estado en la emigración del Desarrollo. Volvió con los ahorros y se casó con una chica de la sociedad. Tuvieron un Seat Mirafiori. Compraron acciones de la Bolsa y fueron de veraneo a la Laponia. Les gustó. Les llegó el divorcio, repartieron bienes y él conoció a una chica nueva londinense. Fueron a veranear a las Canarias.Un día mi amigo enloqueció. Sin regatear se compró otro Mirafiori. Lo estafaron. En las barras americanas se hizo amigo de las chicas. Se le abrieron y una le lloró en el hombro. La regaló 200.000 pesetas. Ya en casa se negó a ver TV. Dio los libros al trapero y a un gitano la Hi-Fi. En la autopista pasó de los 200: lo multaron. Delante de un motel produjo abolladuras: lo multaron. Su madre quiso darle cocido los domingos y jamón y huevos las meriendas: la tiró por las escaleras. Salió desnudo a la terraza y vinieron los bomberos. No habló en comisaría, y al juez lo mandó a Filadelfia. Del juzgado lo enviaron a una clínica. Su director le ayudó a traer el dinero de Suiza. Salió para el manicomio sin un duro.Lo atiborraron de pastillas y de litio. Se apuntó a la ergoterapia, la rama de cerámica. Con los dedos modeló en barro campesinos de la tierra. La mujer del ergoterapeuta quiso ayudarlo y lo sedujo. Mal casada, a él le contaba ella sus cuitas afectivas. Que reñía el matrimonio, y los hijos la aburrían. A un siquiatra silencioso le contaba él a la semana las vivencias. Temprano un día, entró en el bar. Era la pausa del café, y quiso alternar con la docencia. Lo miraron como a un loco y se apartaron.Al fin salió curado y fue recuperándose. Ya trabaja, se ha comprado un Seat y se va a casar. Ya vuelve al pub.Mi amigo es de nuevo hombre normal.


http://www.letralia.com/108/letras08.htm

CERINTO DE COIA.

Profesor universitario (España, 1935) de física, química y matemáticas, traductor técnico y literario. Ha colaborado en el diario ABC de Madrid y otros diarios y publicaciones. Ha ganado tres premios literarios de relatos breves.

sábado, enero 20, 2007

MELODÍA



MELODÍA

Melodía de la sombra penetra la dureza
de la piel acompañante y ya me pide
un anhelar pasivo que la incline
al borde níveo donde el aire empieza.
Dulce secreto la gaviota o ya se afine
la sombra que extendía la pereza
de la piel, negando que al irse se descuelgue
de la sonrisa en que muere su destreza.
No es melodía ni fuga en la marina
onda rota que recuerda el sueño salpicado
de pluma y pleamar en piel que el aire olvida.
Corvo vidrio en la mano destrenzado.
Frío dardo cayendo más afina
el humo hacia la flauta y olvido deseado.

Por José Lezama Lima.

jueves, enero 18, 2007

DEL IMPERIO DE UNA CÓPULA VERBAL


Azorado como estoy, intento la fusión de dos palabras para definir un concepto aprendido mientras viajaba en la línea dos de los autobuses municipales. Conversaban el chofer, a pesar de los escasos diálogos que con tales profesionales están permitidos, y un individuo antaño también al volante, contratado por la misma empresa: de testigo involuntario, dada la plaza que ocupaba en el coche, yo mismo. Asuntos laborales, relaciones con los otros compañeros y chismorreo de machitos cuyo cenit tuvo lugar cuando, el conductor en acto de servicio, narró el antes y el después de su matrimonio. Periodo que, cual dogma de fe, hacía extensible a toda unión conseguida tras ceremonia religiosa o “bendecida” por las autoridades. Pues bien, sucedió criticando la supuesta vida marital de un compañero que debía pasar nada más las horas justas en su domicilio y para dormir algo: “Yo llevo veinte años de casado y ya no es igual. Al principio no piensas en otra cosa que finalizar la jornada y llegar a casa para clavársela allí donde pilles a la ”…. Y yo me desentendí de lo que seguía. Me desentendí también porque llegamos a mi destino y hube de apearme… El caso es que lo verdaderamente importante para aquel caballero, lo fetén de su relación de esposo, consistió en una fiebre testicular originaria de la necesidad inmediata de satisfacer su hombría, precisamente amortizada con el paso del tiempo. Y pensé en cópula, nombre común mucho más eficaz si era sustituido por una voz más popular, como el sustantivo, prestamista de algunas de sus sílabas, al término definitivo que designara la naturaleza exacta de lo experimentado por hombres como el descrito entre los protagonistas de mi peripecia. Y, aunque no suena muy bien, no hay otra: “follamonio”, apelativo de lo más conveniente para explicar uniones como la dicha, por otra parte muy comunes entre la población, entre los seres humanos heterosexuales y con órganos reproductores externos, no digo ya sólo de la parte peninsular que nos toca, sino de la insular y continental por no decir planetaria. Igual la mayoría de los varones somos conductores de autobús en trámite de portarnos como eléctricos y muy necesitados conejos, o de haber consumido todo vigor, interés y riqueza seminal de nuestras gónadas. Conductores, aunque no ejerzamos como tales, que, luego de veinte años de vida sin importar el propio rol- tiempo considerable, y mucho, a pesar de la letra del tango- nos apoltronamos y cumplimos como el león: según naturaleza y sin excesos.

Me miro en el espejo mientras me pregunto si quiero contraer “follamonio”: por suerte aún no me he expedido billete para el trayecto. Sin embargo no es algo que me tranquilice. Como a Gregorio Sansa todo me puede ocurrir un día.

SONETO AL VINO


Soneto al vino

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

Jorge Luis Borges

miércoles, enero 17, 2007

INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA


INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA


Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso. Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie). Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.


Por Julio Cortázar, de "Historias de Cronopios y de Famas

martes, enero 16, 2007

NOCTURNO DOS



Pareciera que la noche tiene miedo.
O es el frío el que la obliga.
O quiere esconderse
pues se refugia en el embozo
y aguarda al acecho.

A qué si no, esa espesura,
fronda tersa e impenetrable,
bosque evanescente
dentro del cual aúllan
las lunas de todos los cuentos.

A qué si no este baile de nubes
a mis pies humilladas
propias de un relato fantasmal
del que ni soy personaje
ni me concierne.

Pues mi paso es firme y sosegado
como el de aquella jornada
caminando sin ti,
alejándome de tu regazo
más alazán que sauce.

Día en el que todas las mujeres
resultaron ser Eva,
todas se mostraron como Venus:
menudas, gráciles, anforinas,
silvestres o cultivadas.

Todas fúlgidas y hermosas
porque rezumaba yo, contagiosamente,
tu presencia
y la alegría que eres
tornaban las horas en sol.

Y esta noche de cavernas sin entrada ni salida
digo tu nombre
y un faro de luz en mi boca
hace mi paso firme y sosegado
cual me sé sin urgencias.

Y en este tránsito invernal
sin otras damas, espejos o musas,
igual es la pulsión de aquel día
que late en mí como tú lates
llamando a las estrellas ocultas por la noche.

MAMARRACHOS


No es la consola sobre cuyas teclas pulso para que se vayan imprimiendo las palabras que conforman este texto la que me avisa. He dudado antes de comenzar y, poéticamente, podría inclinarme a creer que el uso diario confiere trato y, por lo tanto, comunicación. Pero, a los efectos de lo siguiente, mejor dejarlo para la fabulación. El caso es que algo me exige cuidado, prudencia. Es un principio de prevención que debo tener presente para evitar confusiones innecesarias. Así pues, ellas, serán cuestionables por sus actos, no por el hecho de ser mujeres las responsables de los mismos. Y, ¿Quiénes son ellas?... Carmen, una mujer gaditana de 67 años que ha dado a luz gemelos y Ana María Ríos, la peluquera de Arcade. Ésta última es nativa de otra localidad gallega con negocio y residencia en la primero mencionada y fue noticia cuando, a la vuelta del viaje de su “luna de miel”, fue detenida en Cancún, México. Se le acusaba de tenencia de munición y detonadores de explosivos. Luego, a la par que diarios y televisiones se hacían eco de su caso, los peritos determinaron que todo se trataba de un error, en tanto en cuanto sus huellas no estaban en las piezas que alguien debió deslizar, por razones que se desconocen, en su equipaje. Ahora sin embargo, después de haber cosechado la solidaridad de vecinos y foráneos, aparece como su madre la trajo al mundo aunque algo más desarrollada, en la portada y páginas interiores de la revista Interviú. Alega la protagonista de esa colección de instantáneas “pre o postcocinadas*” para justificar tal demostración de eroticidad que los gastos de su defensa en el país azteca sumaron un montante cuantioso, cantidad que no tenía previsto gastar y quebraba su economía. Y, bueno, lo importante no es salir desnudo, desnuda, en una revista, por ejemplo, ya que en los “tostaderos” de verano los cueros más o menos estéticos se ofrecen encarnados y descarnados con toda generosidad sin que pase nada. La cuestión es dilucidar si la elección que se toma a fin de solventar un revés económico, la que escogió esta ciudadana, es la correcta, la admisible moral y éticamente, o no. Más aún cuando ya se anuncia, si es que no se produce efectivamente, la participación de la misma “estrella” en varios programas de televisión del ramo de la chusma y está pendiente la publicación de un libro donde la dicha cuenta sus peripecias. Hoy en día buscar el reconocimiento y la recompensa por el camino del medio, por el atajo, es asunto que está, parece ser, considerada como obra de tipos espabilados y, por tal cosa, dignos de aplauso. Poner en juego la inteligencia, el esfuerzo, la audacia, quizás el ingenio, no. Eso lleva tiempo y, en muchas ocasiones, es escasamente productivo. A algunos les convence más lidiar en plazas de segunda siempre y cuando el toro lleve afeitadas las astas. Y es también lo que puede ocurrir en el futuro con la “abuela- madre” andaluza: ¿quién dice que esta señora para cuyos hijos será una anciana de setenta y siente años cuando ellos tengan diez, que puede dejarlos huérfanos a los veinte, no “estimulará” a revistas y espacios televisivos para patrocinar la vida de sus retoños y lo que a ella le queda de existencia? Porque claro, la carga que habrá de soportar esta “jubilada” en cuanto a gasto de pañales, potitos, ropas, etc, igual es imposible con su minuta de pensionista. A lo peor ya se gastó sus ahorros en los viajes a una clínica en Estados Unidos para lograr el embarazo ya resuelto… En fin, otros dos ejemplos de deshumanización, si es que le tenemos aprecio todavía por el buen significado de la palabra, que se justificarán, no se olvide, por el consumo que de sus “mercancías” hagamos quienes observamos todo esto unos con interés y morbo y otros con verdadera perplejidad. En LA PARADA DE LOS MONSTRUOS de Tod Browning podrían haberse incluido algunos de estos mamarrachos modernos.


*Por el uso que suele hacerse de dispositivos informáticos a fin de retocar las imperfecciones de lo fotografiado.

lunes, enero 15, 2007

BELLAS Y BESTIAS


Hace apenas unos días supe que la emisora privada de televisión, Antena 3, se proponía ofrecer un nuevo espacio de los “bautizados” como de TELERREALIDAD. Se trata de CAMBIO RADICAL, cuyo proceso de selección de candidatos ha de verse dentro de la difusión diaria de EN ANTENA, otro de los espacios de dicha empresa de comunicación. La noticia, leída entonces en un diario de tirada nacional- si no menciono el nombre es porque no recuerdo cual- ofrecía dos imágenes. De esas de “antes- después”. Y ya no tuve duda de lo que se estaba generando. Sí, porque una de las instantáneas mostraba el rostro bien poco agraciado de una mujer quien, como tocada por la varita mágica del viejo Merlín “artúrico”, aparecía a continuación, espléndida dama de irreprochable presencia. ¿Cuál es el problema? Pues que se da otra vuelta de tuerca, otra más, en ese afán de la industria en comercializar lo explícitamente humano. Ocurre con las relaciones entre personas vistas en los Grandes Hermanos o esos otros programas en los que las personas ponen en juego los valores de sus vidas o hacen para dirimir asuntos personales, sentimentales, de vecindad o de familia. Ocurre con los que en nombre del oropel y el interés por la fama abundan en aspectos de portería, soez y escatológicamente al descubierto. Estos y todos los otros que puedan sumarse a la lista. Y ahora, ahora se sustituye lo que debiera ser responsabilidad e intervención sanitaria, como ya ocurrió hace poco- y con tal apelación señalo lo extremo- con la operación de rostro practicada a una mujer hoy feliz con el “cambio radical” experimentado, por usos y costumbres del mercado que generará expectativas y frustración, además de ahondar en injusticias latentes. ¿Por qué? Pues téngase en cuanta el elenco de responsables médicos supervisores del proceso de admisión que se está desarrollando a fin de dar a conocer la serie de “monstruos” a los que se reinsertará durante los sucesivos programas de Cambio Radical: un equipo multidisciplinar al frente del cual se encuentra Javier de Benito, Presidente de la International Society of Aesthetyc Plastic Surgery (ISAPS) considerado uno de los mejores cirujanos plásticos del mundo. Toda una llamada al negocio por el negocio- que este señor y sus ayudantes, indudablemente brillantísimos profesionales, ni son hermanitas de la caridad ni lo pretenden- mediante el reclamo de hacer el bien y entretener. Un propósito repugnante cuando de lo que se trata es de exaltar el triunfo de unos pocos, privilegiados por una lotería trucada, en detrimento y frustración de otros muchos, pacientes además de una ansiedad innecesaria: el correspondiente a la desilusión trágica que sufren los que contemplan su aspecto exterior contrario al usualmente aceptado por la moda imperante o, simplemente, conociendo que una deformación de nacimiento, por accidente o enfermedad, no van a tener solución salvo que, en una barraca de feria televisiva, luego de superar el proceso de selección con que se designa a los elegidos, lo logren… Por cierto, proceso en nada parecido a una lista de espera para gozar de un trasplante de órganos, pero para mal… Todo esto sin contar la inducción al engaño cuando se trata de valores. Los menos agraciados según el canon que a la sociedad convenga en un momento dado, igual se sienten y son hermosos y dignos de presentarse como ejemplo de maravilla. Cosa que será así hasta que la presión arruine sus conciencias. Ocurre, bien se sabe, con las personas que sufren bulimia y anorexia… Mas, claro, sorprendernos no nos vamos a sorprender, ¿verdad? No cuando ha tiempo que aceleramos cuesta abajo y sin frenos. Y ese sí que va a ser un cambio radical: el del cambio o al cambio por el disparate último.

domingo, enero 14, 2007

TANGO


TANGO
La ciudad no eras vos
No era tu confusión de lenguas
ni de sexos
No era el cerezo que florecía -blanco-
detrás del muro
como un mensaje de Oriente
No era tu casa
de múltiples amantes
y frágiles cerraduras
La ciudad era esta incertidumbre
la eterna pregunta -quién soy-
dicho de otro modo; quién sos.

De "Otra vez eros" 1994 por Cristina Peri Rossi.

sábado, enero 13, 2007

EL LIBRO ASESINO


Ya tuvimos el honor de contar con la prosa excepcional de María del Carmen Guzmán. Entonces leíamos una delicia que se llama ¿CAIGO O NO CAIGO?. Hoy, esta otra pieza de su autoría, sencilla pero incisiva, va a gustar entreteniendo, llamando a la sonrisa, pero con una pizca de crítica irónica muy oportuna. Se trata de...


EL LIBRO ASESINO

La vetusta biblioteca guardaba un misterio la policía era incapaz de averiguar por qué se producían aquellas extrañas muertes siempre ocurría de la misma forma todo el que se atrevía a leer aquel antiguo libro de unas quinientas páginas pasaba por el mismo proceso su rostro se volvía rojo luego amarillo después violáceo y cuando el color se acercaba al negro el lector caía fulminado sobre la mesa no había veneno como en la famosa novela de Umberto Eco un niño dio con la clave el libro no tenía puntos ni comas mataba por asfixia

Mª del Carmen Guzmán

viernes, enero 12, 2007

GRANDES VENENOS


Se hace llamar RNAHIMLA en LOSCUENTOS.NET, pero sé que su nombre de pila es Rosalía. He leído varias piezas suyas y nunca las concluí descontento. Naturalmente renuncio a explicar ahora como es su prosa: vale más leer sus cuentos y conocerla. Por ello, sigue un breve intenso y perverso. Una delicia que queda ya a disposición de todos...

GRANDES VENENOS

Allí donde tu piel parece prácticamente desvanecerse, ahí, justo ahí, con delicadeza de bisturí, mi uña dibuja una finísima línea, que se vuelve roja cuando la sangre aflora, mansa, casi extrañada. Dejo caer con precisión milimétrica de topógrafo una venenosa lágrima zozobrante y salobre de una tristeza mística y exquisita. Las mezclo con la punta de la lengua, sangre y lágrima. Paladeo suavemente su sabor, apenas un instante malicioso. Cierro con un beso disfrazado de ternura la delgada cicatriz. Por último, espectadora inocente, espero indolente a que te quiebres por dentro sin saber que clase de malestar difuso te está matando poco a poco.

jueves, enero 11, 2007

FINAL A LO TAITA


Firma en los foros de ABABOLIA como "Ateobeato" y esta narración suya me pareció digna de aparecer entre los textos seleccionados para figurar en el blog. Para disfrute de todos, una pieza magnífica...


FINAL A LO TAITA

Ganamos hacia los arrabales, Isidro sangrando mucho, inconciente se nos iba uno de los últimos guapos de la zona norte, el ford rezonga por las calles de pichincha, ahora tan distinto, tan todo está perdido. Ya no habrá más yiro, adiós muchachas, qué regalo para el tuerto Filiberto, caídas del cielo todas las putas del norte. Cuando un gigante cae se reparten la tajada. Isidro muriendo toda la vida, muriendo todos los muertos que cargaba en su espalda. El ford que chilla, Marechal que juramenta, maldice al volante, sé que se colgará de un tren que salga a primera hora hacia cualquier lado y se llevará el pellejo a alguna provincia, no lo culpo porque para él Isidro... Una despedida apurada por la ventanilla , Marechal corriendo sujentando el sombrero y perdiéndose en la vereda de la estación. Isidro y yo solos en el ford, cinco balas en el revólver y esperar que nos encuentren. Te acordás Isidro que tiempos aquellos. Un rechinar de cubiertas en la esquina rala de la plazoleta, cinco balas Isidro y tu sangre secándose, qué tiempos aquellos como dice el tango...

ateobeato

miércoles, enero 10, 2007

LA ERA DE LA ELECTRICIDAD LATENTE


Algunos de los más sonados avances de la humanidad se iniciaron por sorpresa, en un entorno inapropiado para lo que más tarde habrían de ser grandes empresas. Es el caso de un romance del que saltaron chispas…

El primer beso fue más de tanteo que de ternura, nada que ver, no obstante, con la poderosísima industria a cuya consolidación dedicaron gran parte de sus vidas. Luego brotaron los madrigales en el aliento y en esa llama artesana ardían brazos y piernas hasta el pan de buen horno. Pero el verdadero prodigio se originó conforme los labios se fueron amoldando a las dentelladas, las lenguas serpentearon por los paladares, cuando la humedad de sus bocas era puro borbotón, las manos del uno y de la otra aleteaban por sobre los cuerpos sin conciencia exacta de quién era quién, y las sábanas concluían en rebujo sólo a salvo del trapero si la lavadora las acogía tras el lance de amor. En el triunfo de los volcanes.

Al principio nada más un chispazo leve, como ese producido por la electricidad estática cuando un dedo se frota con otro y asusta tanto. Después, un buen día, el verdadero circo, la apología de la electricidad casi a punto de fulminarlos.

¿El principio del fin? No, todo lo contrario.

Antes de renunciar o encomendarse a las potestades- médicos o hechiceros- quisieron atreverse: era tal la complacencia, que merecía la pena serenarse e intentar dominar la fuerza resultante del trato de pasión que se deparaban.

Supieron sobreponerse y adaptarse. Dominar las pulsiones que les urgían olvidándose de los sentimientos para hacer caso a los pormenores y afianzarse en la técnica. En tanto la fuente de los mil gustos continuara manando para su deleite, quién sabe incluso bajo qué carpa no accederían a verse y ser vistos. Si a cada asalto de voluptuosidad seguía una expansión mágica como las vividas, ¿por qué no rentabilizarlo?

Regresaron a sus inicios, mas, esta vez, atentos al modo, confiando en la mecánica. Se besaban sin visos de continuación y ya acumulaban energía como para calentar el agua de ese día. A punto del orgasmo la calefacción de medio año quedaba asegurada… Así que se prodigaron en el gozo e instalaron dispositivos cuales los que facilitan la producción y consumo de energía mediante la luz del sol a fin de aprovechar sus propias emisiones: las de ellos.

De lograr la autosuficiencia a vender electricidad a las compañías del ramo no hubo de pasar tanto tiempo y, una vez fueron dueños de todo su potencial como amantes, llegaron a producir un cuarto de las necesidades energéticas del país.

Disfrutaron de comodidades, riqueza, influencias. Suscitaron la aclamación popular y los políticos pensaron en desmontar no sólo las nuevas centrales nucleares sino dar por concluido el servicio de otras instalaciones alternativas para abastecer de electricidad a la industria y los particulares.

Un día, en el paroxismo de uno de sus fructuosos encuentros, advirtieron que un arañazo mucho más feroz que los de costumbre, de esos que dejan llaga y producen sangre, aumentaba el promedio de kilovatios atribuibles a su sensualidad, en un tanto por ciento considerable. Hicieron las pruebas pertinentes y como quiera que emplearse con esa furia podía generar mucha más potencia, acordaron iniciarse en todo tipo de prácticas sadomasoquistas.

Con este proceder llegaron casi al monopolio del sector sin descartar la exportación, el mercado internacional.

Y puesto que creían estar a punto de conseguir lo que se propusieran, seguros y orgullosos, no contentos con el arsenal de vejaciones que se administraban, por superar todos los límites anteriormente dichos, quisieron darse un beso de verdad: de los de aquellos tiempos, como si hubieran resuelto alimentarse ahora del núcleo mismo del Sol.

Esa audacia les hizo estallar como lo hacen los filamentos de una bombilla si se produce una sobrecarga en las instalaciones. Sobrecarga o sobredosis, es igual. Un desenlace irreversible aunque, por suerte, sólo condicionado a su propia existencia.

Acabó así la Era del amor eléctrico o, porque todo el mundo considera al corazón la víscera donde el amor reside, Era de la electricidad latente. Una época de la que poco se supo entre rumores de fusiones, compras, ventas y otras operaciones de bolsa por entonces muy populares. Alguien lo recordó, eso sí, y rescató parte de la historia para la publicidad. Pero nada más. Nada más y nada menos.

martes, enero 09, 2007

LA ANTIGÜA CANCIÓN



LA ANTIGÜA CANCIÓN
Por Leopoldo Marechal.
Yo cantara tus ojos en estrofas sutil
porque el arte me ha dado su lira de marfil;
pero al mirar tus ojos de un azul tan profundo,
solo sé la cancion mas antigua del mundo...
Yo podría decir el frescor de tu boca
forjando con mis rimas una hiperbole loca;
pero cuando en la fiebre de tus labios me hundo
solo sé la cancion mas antigua del mundo...
Es la eterna cancion del eterno embeleso
y acompaña sus giros musicales el beso.
Los pajaros la dicen y la flor no la olvida,
porque es simple y es vieja lo mismo que la vida.
Mas ¡ay! entre tus labios, que sentido profundo
si cantas la cancion mas antigua del mundo!...
En Plus Ultra, Buenos Aires, año IX, Nº 98, junio de 1924.

lunes, enero 08, 2007

LA MUJER PERFECTA


La mujer perfecta

Nasrudin conversaba con un amigo.

- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?

- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.

Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.

Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.

- ¿Y por qué no te casaste con ella?

- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.



Del libro "The Exploits of the Incomparable Mulla Nasrudin" de Idries Shah.

domingo, enero 07, 2007

AMARANTA


AMARANTA

Rubios, pulidos senos de Amaranta,
por una lengua de lebrel limados.
Pórticos de limones, desviados
por el canal que asciende a tu garganta.

Rojo, un puente de rizos se adelanta
e incendia tus marfiles ondulados.
Muerde, heridor, tus dientes desangrados,
y corvo, en vilo, al viento te levanta.

La soledad, dormida en la espesura,
calza su pie de céfiro y desciende
del olmo alto al mar de la llanura.

Su cuerpo en sombra, oscuro, se le enciende,
y gladiadora, como un ascua impura,
entre Amaranta y su amador se tiende.

R. ALBERTI

sábado, enero 06, 2007

BALTASAR GÉRARD (1555-1582)


Baltasar Gérard (1555-1582)

Juan José Arreola

Ir a matar al príncipe de Orange. Ir a matarlo y cobrar luego los veinticinco mil escudos que ofreció Felipe II por su cabeza. Ir a pie, solo, sin recursos, sin pistola, sin cuchillo, creando el género de los asesinos que piden a su víctima el dinero que hace falta para comprar el arma del crimen, tal fue la hazaña de Baltasar Gérard, un joven carpintero de Dóle.

A través de una penosa persecución por los Países Bajos, muerto de hambre y de fatiga, padeciendo incontables demoras entre los ejércitos españoles y flamencos, logró abrirse paso hasta su víctima. En dudas, rodeos y retrocesos invirtió tres años y tuvo que soportar la vejación de que Gaspar Añastro le tomara la delantera.

El portugués Gaspar Añastro, comerciante en paños, no carecía de imaginación, sobre todo ante un señuelo de veinticinco mil escudos. Hombre precavido, eligió cuidadosamente el procedimiento y la fecha del crimen. Pero a última hora decidió poner un intermediario entre su cerebro y el arma: Juan Jáuregui la empuñaría por él.

Juan Jáuregui, jovenzuelo de veinte años, era tímido de por sí. Pero Añastro logró templar su alma hasta el heroísmo, mediante un sistema de sutiles coacciones cuya secreta clave se nos escapa. Tal vez lo abrumó con lecturas heroicas; tal vez lo proveyó de talismanes; tal vez lo llevó metódicamente hacia un consciente suicidio.

Lo único que sabemos con certeza es que el día señalado por su patrón (18 de marzo de 1582), y durante los festivales celebrados en Amberes para honrar al duque de Anjou en su cumpleaños, Jáuregui salió al paso de la comitiva y disparó sobre Guillermo de Orange a quemarropa. Pero el muy imbécil había cargado el cañón de la pistola hasta la punta. El arma estalló en su mano como una granada. Una esquirla de metal traspasó la mejilla del príncipe. Jáuregui cayó al suelo, entre el séquito, acribillado por violentas espadas.

Durante diecisiete días Gaspar Añastro esperó inútilmente la muerte del príncipe. Hábiles cirujanos lograron contener la hemorragia, taponando con sus dedos, día y noche, la arteria destrozada. Guillermo se salvó finalmente, y el portugués, que tenía en el bolsillo el testamento de Jáuregui a favor suyo, se llevó la más amarga desilusión de su vida. Maldijo la imprudencia de confiar en un joven inexperto.

Poco tiempo después la fortuna sonrió para Baltasar Gérard, que recibía de lejos las trágicas noticias. La supervivencia del príncipe, cuya vida parecía estarle reservada, le dio nuevas fuerzas para continuar sus planes, hasta entonces vagos y llenos de incertidumbre.

En mayo logró llegar hasta el príncipe, en calidad de emisario del ejército. Pero no llevaba consigo ni siquiera un alfiler. Difícilmente pudo calmar su desesperación mientras duraba la entrevista. En vano ensayó mentalmente sus manos enflaquecidas sobre el grueso cuello del flamenco. Sin embargo, logró obtener una nueva comisión. Guillermo lo designó para volver al frente, a una ciudad situada en la frontera francesa. Pero Baltasar ya no pudo resignarse a un nuevo alejamiento.

Descorazonado y caviloso, vagó durante dos meses en los alrededores del palacio de Delft. Vivió con la mayor miseria, casi de limosna, tratando de congraciarse lacayos y cocineros. Pero su aspecto extranjero y miserable a todos inspiraba desconfianza.

Un día lo vio el príncipe desde una de las ventanas del palacio y mandó un criado a reconvenirlo por su negligencia. Baltasar respondió que carecía de ropas para el viaje, y que sus zapatos estaban materialmente destrozados. Conmovido, Guillermo le envió doce coronas.

Radiante, Baltasar fue corriendo en busca de un par de magníficas pistolas, bajo el pretexto de que los caminos eran inseguros para un mensajero como él. Las cargó cuidadosamente y volvió al palacio. Diciendo que iba en busca de pasaporte, llegó hasta el príncipe y expresó su petición con voz hueca y conturbada. Se le dijo que esperara un poco en el patio. Invirtió el tiempo disponible planeando su fuga, mediante un rápido examen del edificio.

Poco después, cuando Guillermo de Orange en lo alto de la escalera despedía a un personaje arrodillado, Baltasar salió bruscamente de su escondite, y disparó con puntería excelente. El príncipe alcanzó a murmurar unas palabras y rodó por la alfombra, agonizante.

En medio de la confusión, Baltasar huyó a las caballerizas y los corrales del palacio, pero no pudo saltar, extenuado, la tapia de un huerto. Allí fue apresado por dos cocineros. Conducido a la portería, mantuvo un grave y digno continente. No se le hallaron encima más que unas estampas piadosas y un par de vejigas desinfladas con las que pretendía -mal nadador- cruzar los ríos y canales que le salieran al paso.

Naturalmente, nadie pensó en la dilación de un proceso. La multitud pedía ansiosa la muerte del regicida. Pero hubo que esperar tres días, en atención a los funerales del príncipe.

Baltasar Gérard fue ahorcado en la plaza pública de Delft, ante una multitud encrespada que él miró con desprecio desde el arrecife del cadalso. Sonrió ante la torpeza de un carpintero que hizo volar un martillo por los aires. Una mujer conmovida por el espectáculo estuvo a punto de ser linchada por la animosa muchedumbre.

Baltasar rezó sus oraciones con voz clara y distinta, convencido de su papel de héroe. Subió sin ayuda la escalerilla fatal.

Felipe II pagó puntualmente los veinticinco mil escudos de recompensa a la familia del asesino.


FIN

viernes, enero 05, 2007

MADRIGAL A AFRODITA


MADRIGAL A AFRODITA
ÁNGEL CRESPO

Merced a ti la flor del aire es oro,
oro es la flor del trigo;
y la amapola roja,
rubia flor, pariente del oro.
Enloqueciendo al aire
y a lo escondido de la tierra,
haciendo caer lluvias amarillas
sobre las matrices del agua,
atas al monte con un nudo de oro.
Sube el polen los escalones
arriesgados del aire
con alas músicas, con trinos
más libres que de pájaros,
como el oro le trina al oro.
Y la cabellera te sueltas,
rubia y casta, diosa desnuda,
que acaricia al caer tu sexo:
y un espasmo corre en la espalda
bajo las olas locas de oro.
Una bandada de palomas,
grajas o ciervos, amarillos,
he visto en sueños: sus pupilas,
que me miraban fijamente,
despedían chispas de oro.

jueves, enero 04, 2007

HAY UN PARQUE, HUBO UN PERRO


Hay un parque, no precisamente en mi barrio, pero de paso para mí casi todos los días, un parque como aquel de la canción entonada años ha por Víctor y Diego, probablemente dentro de poco ni parque ni “ná”, hay un parque que conozco. Es un parque pequeño cada día más sucio, menos amable. Donde los nuevos vecinos, personas que llegan de tierras americanas confunden la celebración de un ocio por separado del de las demás comunidades con la acampada en tierra propicia para las hogueras: ya existen en ese parque zonas de ceniza y rescoldos. Un parque insalubre por obra y gracia de éstos, aquellos y los de más allá, autores de la proliferación de basura imposible de contener en el constante descalabro de las papeleras. Y, sin embargo, el parque ni mata ni derrota. El parque, “con unos bancos cansados de ayudar a descansar”, “con unos árboles viejos que no pudieron guardar/ su morera ni sus nidos; ni pudieron respirar”- sigo recordando la tonada- triste parque, sufre ahora, para abundar en la calamidad, una ordenanza municipal que impide la presencia de perros, incluso si son paseados con bozal y correa… ¡Que no mueran más toros! ¡Que no mueran al menos en los cosos taurinos!, se dice, o dicen algunos. Pero, ¿y los perros? ¿Han de exiliarse? ¿Tendrán que salir de las ciudades por siempre? ¿Qué camino les queda, qué sendero? Si es porque ensucian las calles, cóbrese en la cuenta corriente de los dueños el importe que corresponda- una cantidad verdaderamente disuasoria de comportamientos negligentes- o sufra el responsable la pena de colaborar con la comunidad, sin salario, por tiempo indefinido. Si es porque las mentes ociosas, que las hay, seguro, en la administración municipal correspondiente al lugar de residencia de quien redacta, estiman indispensable para la regeneración y mantenimiento de ese parque, parcela en la que falta de lo hermoso pues “aquí no hay pilón; ni fuentes; ni césped que recortar;/ ni flores…”, la ausencia de quienes son considerados los mejores amigos del hombre, lo que aún no supuso ponzoña por sí mismo, en todo caso, no será más que veneno sobre veneno. De modo que este parque no tendrá tampoco perros y mirará con envidia a los autorizados a recibirlos aún sujetos y sometidos al artilugio para preservar a los viandantes de un inoportuno mordisco. Así, porque este parque del que no se podrá cantar, “Con unos niños de polvo, siempre el dedo en la nariz/ y con los bolsillos llenos de pipas y regaliz/ y otros que hicieron novillos también se juntan aquí/ a culminar su aventura con un cigarro de anís”, ya que los chavales toman otras chucherías y los que se atreven fuman sin bromas, sino ingieren alguna otra sustancia más dura, claudica como parque y nos avisa: nos dice a gritos la nueva mala, la ingrata pero cierta designación tras la cual seremos agentes, policías los unos de los otros. Sino, ¿quién va a denunciar al perro o al perro dueño de perro que conduzca a su perro al trote o pasee por donde no debe o de manera impropia? ¿Cuántos policías dedicados a perseguir a los infractores por causas de tabaquismo, obesidad, o, por ejemplo, tránsito de perros en parques que agonizan? Ay, este parque ya no es parque ni es ciudad. Quizás lo armen un día de hormigón pintado y césped de imitación y en las afueras, dentro de un fortín residencial, de un búnker contra bandas de asaltantes, el último perro se meará porque no puede ladrar en los parques. Ni siquiera en un parque que no es “ná”.

miércoles, enero 03, 2007

MI TREMENDA AMARGURA DE HOY


Es inútil continuar aguantándose la rabia. Se ha confirmado la muerte del primero de los desaparecidos en el atentado del treinta de diciembre de 2006 y lamentaré mucho contrariar a quienes piensen de otro modo, mas, afirmo sin reservas: no hay terrorista, sea culpable de quebrar la vida de otros, de colaborar para que tales atrocidades ocurran, protagonista o inductor de todo tipo de violencia, que merezcan algo distinto de pudrirse en los calabozos de la cárcel más sórdida sin que les falte nada para que su existencia se prolongue conforme a esas condiciones por muchos años. Se llama cadena perpetua y nada menos de esto, porque ajusticiarles como se hizo con el tirano Sadán Husein es ponerse a la altura de los asesinos, debieran recibir por muchos credos o banderas que digan sostener. No a la guerra se dijo, y jamás tan alto no a los terroristas, no a los asesinos. Nunca. Quizás por eso suman hoy dos personas muertas más. Tal vez tres porque desde Uruguay se reclaman noticias de un ciudadano que debía haber volado aquel fatídico día y al que no se encuentra en el país sudamericano ni en España… Esta es una de esas ocasiones en las que me avergüenzo de pertenecer a la humanidad. Por desgracia sólo una más: y esta es mi tristeza, mi tremenda amargura de hoy.

martes, enero 02, 2007

FIESTA EN UN JARDÍN


Fiesta En Un Jardín

de Abu-l-Qasim Ben al-Saqqat

A la sombra de aquel día giraban los deseos sobre nosotros como esferas
astronómicas de felicidad.
Lo pasamos en un jardín al que una nube, armada con el acerado sable del
relámpago, escanció la bebida de la madrugada.
El rojo vino nos dio como almohadas los macizos de murta, y parecíamos
reyes sobre el trono de los verdes boscajes.
La mano del amor nos ensartó para la alegría: nosotros éramos las perlas,
y los amores, los hilos.
Nos atacaban como lanzas los pechos de las doncellas, moviéndonos guerra,
y para defendernos no vestíamos otra cota que nuestras pieles de fanak.
Ante nosotros se destapaban caras deliciosas, que parecían lunas entre la
noche de las trenzas.

lunes, enero 01, 2007

DESPROPÓSITOS DE AÑO NUEVO


Quizás antes de las doce campanadas con las que finaliza cada año, durante las mismas o poco después, habrá surgido lo que se conoce como Propósitos de Año nuevo: listas de tareas o compromisos personales que debieran hacer mejor la vida de quienes las asumen dispuestos a ser consecuente con los dichos. Se comentarán en prensa, radio y televisión las novedades o su ausencia, en cuanto a esta modalidad de capricho humano y luego, no antes del quince de enero, lo designado como la cuesta de este mes triunfará en mentideros y cenáculos sin oposición ninguna. Mas, ¿para qué empeñarse en enumerar aquello que ya sabemos es necesario incorporar a nuestras vidas en tanto en cuanto desistiremos del empeño de llevar a cabo lo que hasta ahora hemos aplazado, inventando como sabemos que vamos a inventar mil excusas? ¿No sería más práctico exigirnos el desatino, la barbaridad, puesto que si prometemos darnos a la tontería tal vez encontraríamos en nuestra propia incapacidad para hacer frente a todo tipo de admoniciones un resultado de excelencia por defecto?... No lo sé, releo la pregunta y me parece una proposición de Murphy. Sin embargo, he aquí que declaro: mi disposición absoluta a recrudecer las hasta la fecha opiniones ciertamente críticas con todo lo concerniente a los políticos y el gobierno o gobiernos de turno, con dureza insultante; merecen sobredosis de buenos palos y abundancia de “garrote y tentetieso”. Me mofaré más a menudo de mis semejantes: a mí alrededor sólo la bobada gratuita prolifera. Desde este mismo momento mi Biblia serán los programas, emisiones o publicaciones apologistas de lo que se conoce como opinión rosa: el cotilleo malencarado y fraudulento. Si puedo actuar de la manera más antisocial posible, lo haré: la corrupción y la estafa tendrán conmigo larga vida. Figuraré a la cabeza de todos los disturbios urbanos, sea por vandalismo, antisistema o puras ganas de hacer daño. La premisa “primero yo, luego yo y siempre yo”, se convertirá en santo y seña de todas mis relaciones: ni en familia, ni sentimentalmente, ni por amistad, ni en el bar cederé una sola parte de mis privilegios; todo lo más acrecentarlos. Toda colaboración que se me solicite será cumplimentada mediante el previo pago de unos exorbitantes emolumentos: hermanos, no primos dicen que se dijo. Al igual que el que se mueve no sale en la foto, todo sospechoso tiene en mí, a partir de este inicio de año, al retratista soplón más abyecto; quien no dudará en delatar a los que fuman donde no se permite- aunque no sea cierto- a los que se atiborran de hamburguesas, a los que proclaman la bondad de “la Fiesta”, a los proclives a dilapidar el agua y a los calvos, a los gordos barbudos o de pelo encanecido hasta la albura e irredentos militantes contra el teñido de cabello, la moda y la cosmética… En fin que voy a ser tan malo malísimo que yo mismo me daré miedo… Todo esto así, o no. Porque tampoco debería conducir al asombro descubrir a un canalla tras ese aspecto venerable del que presumo, a un impresentable de tomo y lomo, a un sinvergüenza sin fronteras, y comprobar la facilidad mía para corresponder a lo anteriormente manifestado punto por punto. ¿Quién se conoce del todo? ¿Acaso no se dice del vecino traficante de armas, pederasta o concejal de urbanismo que parecía una bellísima persona? La cuestión es que, hasta el final de este dos mil siete, cuando hagamos balance de lo hecho y de lo nunca principiado, se desconocerá qué género de individuo soy y de qué clase. Y me pregunto, ¿puedo invocar la presunción de inocencia?