viernes, agosto 21, 2009

EL VENGADOR OLVIDO


Fue durante la adolescencia cuando leí EL CONDE DE MONTECRISTO, la gran novela de Alejandro Dumas. A partir de entonces apruebo sin reservas la idiosincrasia de quienes idean estratagemas y proceden de un modo, cuestionado a lo largo de la historia, es verdad, sujeto a rechazo y de inadmisible consecución, que entronca, a pesar de todo, con la necesidad de lograr reparo para aquello que no supo zanjar la Justicia. En resumidas cuentas: simpatizo con los que, sin prisas y tras un refinado plan, logran vengarse… ¿Por qué? Atiéndase a lo que sigue… Cuando la ley y el ejercicio de la misma resultan ser fraudulento ministerio, quizá porque el código y su empleo abundan en imprecisiones, dificultades prácticas, vacíos o irregularidades que benefician a quienes están en disposición de afrontar largos procesos, o premian a acreditados malhechores con la libre absolución, según interese al juez a la judicatura o la administración competente, se produce el inevitable trance de la amargura que multiplica el duelo. Y como no es tan sencillo encajar la desilusión, nadie se llama a engaño: surge la necesidad de intervenir y amartillar, sin intermediarios, ese clavo que saque al otro, el que nos duele, desde el principio quincalla corroída y sucia. Además, no es poca cosa la venganza. Devolver con creces una afrenta, deviene en brío que trasciende los límites de la ira para ser en sí la manifestación más ingeniosa de nuestro “reverso tenebroso”. Hacen falta, perspectiva, medios y dedicación. Y, sobre todo, en contra de lo que sucede literariamente- las aventuras de Don Juan Tenorio, valga la alusión como dramático conflicto, pierden interés para mí cuando empieza a perfilarse la hora en la que el sin vergüenza se salva- sobre todo, contumacia hasta el final de los actos. Sin embargo, me entero que se atribuye a Borges, el siguiente aserto: "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón"… El olvido. El olvido como cauterizador de toda ofensa. Abismo que surge tras el justiciero de su propia justicia, cual manifestación telúrica que no admite puentes ni ningún otro tipo de plataforma sobre la que transitar. Y el olvido como medicina cuyo excipiente principal supone el desarraigo, sustraer toda referencia a lo que en alguna ocasión produjera intolerable quebranto: no hay rastros, no hay huellas, no hay caso. Lo diga el CSI o su porquero. Es, no obstante un recurso práctico y especialmente indicado para las personas que carecen de hacienda o financiación. Porque la venganza clásica requiere cierto tipo de inversiones. Levantar un entramado al servicio de aquella maniobra contra terceros que proporcione una satisfacción íntima, íntima e individual, y habilite la comparecencia del ejecutante como autor de la misma, allí, plantado ante el receptor de lo anteriormente urdido- justo cuando este advierte lo tarde que es para nada que no sea perecer- resulta complicado y caro, muy caro. Por eso Edmundo Dantés, gracias a la fortuna del ábate Faria, pudo llevar a cabo lo que anheló desde los calabozos del castillo de If… En todo caso la proposición del genio argentino, al que nombré líneas atrás, es demandante de laureles por su eficacia, idoneidad filosófica, nulo coste crematístico e improbable causa de responsabilidades penales. Por lo tanto, estoy en condiciones de asegurar mi dedicación en exclusiva al olvido: como dorso o cruz del amor, neutraliza las expectativas del otrora socio, cómplice, amigo o amante- si uno logra olvidar antes que quien nos ultrajó- y sana sin necesidad de hospitalización y evitando el concurso de galenos que se amparan en el psicoanálisis o íntimos súper protectores. Gracias pues, al compañero que ha compartido con tantos este bien de viejas voces. En consecuencia, ya lo he olvidado todo.

jueves, agosto 20, 2009

TODOS CON TODAS Y TODOS Y VICEVERSA (y 2)


De modo que, o la Gripe A acaba infectándonos por millones, o las agarradas entre oriente y occidente propician que estallen la madre y el padre de todas las guerras o… o se emprende una loca carrera para conseguir el entendimiento universal: que no están mal las prisas si se llega a tiempo. Ahora bien, respecto de esto último, yo miro hacia las tribunas del mundo y nada me tranquiliza. Me río de la ONU, los gobiernos hace mucho que comenzaron a defraudarme y en las escaleras de vecinos, en las escaleras de vecinos, no encuentro mejores ecos que los de quienes saben, conocen y callan. De los que, dicho en “román paladino”, guardaron silencio como putas. Aquellos encantados de sí mismos, como hicieron ver al ser interrogados por la prensa, al tanto del horror y la tortura que venía produciéndose en el domicilio de una familia valenciana, exponente de tantas otras en España y notoria por el crimen que el pasado día 17 de agosto de este 2009 cometió, en la persona de su marido, la mujer del muerto. Cobardes, digo, a los que la justicia, que tendrá que dilucidar si lo acontecido fue, como parece, acto de legítima defensa, debiera mencionar, señalándolos como ejemplo de lo que no procede- en qué quedan sino los Jesús Neira de la vida, aunque sean pocos- a la par que pronunciarse a favor de una serie de principios de natural observación, mérito, gala de nueva ética y naciente humanidad. En definitiva, un panorama de lo más inquietante. Y si a esta perspectiva le sumamos el porvenir antes expuesto, vamos, de la era de los pisos de treinta metros cuadrados, al periodo de la estrechez: menos de medio metro para cada criatura bípeda y acreditada como del género sapiens, semejante al espacio hábil en uno de esos ascensores “tú y yo”. Un tiempo que, si hay que hacer caso a las históricas inclinaciones humanas, tendencias fatales, merecerá el nombre de edad de la contracción o de los volúmenes absurdos: días de indignidad y pendencia, fechas para batirse con espadas laser y lograr, mediante la oportuna estocada, un nicho vertical en el paraíso… ¿Soluciones? Pues, miro, no me gusta lo que veo, y besar, lo cierto es que, besar, continúa pareciéndome un brillantísimo, triunfante, dulce y emocionante camino hacia donde nos propongamos. Un camino de amor y de gozo, también hacia el final: no nos desangremos, por tanto, los unos a los otros, y perezcamos mejor, ya que de eso se trata- envenenados o a montones- mediante la gran orgía final que tanto monta, monta tanto la del quinto “ce”, como los del primero derecha… o izquierda, no sea que la vayamos a tener.

TODOS CON TODAS Y TODOS Y VICEVERSA (1)


Francisco José Ayala es un biólogo español afincado en Estados Unidos, según leo en un ejemplar del diario El Mundo, edición a la venta el 27 de julio de 2009, donde viene impresa la entrevista que le hizo Alfonso Mateos. Fue, además, asesor de Bill Clinton y está considerado en la actualidad como uno de los mayores expertos en Darwin. Descubrirle ha sido todo un hallazgo y atender a su buen juicio, un seguro de ponderación y equilibrio cual es divisa de quienes, en su especialidad, saben ofrecer los pormenores de la materia que dominan sin alarmismos ni vaticinios catastrofistas. Por ejemplo. Interesado el periodista acerca de la capacidad del ser humano para alterar el medio ambiente en su propio beneficio obtiene una respuesta encarecida y, no obstante, sin reservas: “Tal vez es mejor ser positivos. La especie humana ya no se adapta al ambiente cambiando sus genes, sino que cambiamos el ambiente en función a las necesidades de los genes. Seguimos siendo animales tropicales, necesitamos una media de 24º C o 25º C para funcionar bien. Sin embargo, hay personas que viven en sitios muy fríos. No han cambiado su filosofía han transformado el ambiente con la ropa y la vivienda. Sin alas, volamos mejor que los pájaros y viajamos por mares y ríos mejor que ningún pez, porque manipulamos el ambiente según nuestras necesidades. Tenemos esta gran posibilidad de cambiar el ambiente y utilizarlo para nuestro propio beneficio, y eso nos hace responsables por la gran expansión de la humanidad”… Es decir, el problema persiste, nos concierne, es un testigo que nos apunta, sí, pero de otro modo. Porque no se trata solo de sobrepasar el monto crítico de recursos disponibles en el planeta, sino que la suma cuyo resultado corresponde al número total de los que aquí nos hemos juntado, ya nos habla. Urge, con su verbo implacable, a la contención, dice que somos muchos. Que solicitamos a “la madre Tierra” bastante más que el “pan nuestro de cada día”… Así, visto lo que sucede y conforme a lo anteriormente expuesto, para Ayala, establecer el punto, el lugar hasta donde se puede llegar, es complicado. Los avances tecnológicos proporcionarán una prórroga, cierto hueco extra para unos cuantos más de nosotros en el futuro, pero tal consecución supone, nada más, posponer la que se avecina: teniendo en cuenta los cálculos que el prestigioso biólogo hizo unos quince años atrás, contando con la tasa de crecimiento registrada durante aquella época, “mayor que la actual, para el año 2450 habría 30 centímetros cuadrados por persona sobre la Tierra”…

domingo, agosto 16, 2009

UN PEDAZO DE AMOR RODEADO DE AGUA POR TODAS PARTES Y QUE SE VA…


Ella me dio noticias y, sin embargo, no alcanzó a advertir lo que en realidad sucedía. Contemplábamos el inalcanzable horizonte, interesados justo allá donde nuestros ojos obraban cual espéculos ineficaces, al fondo, donde el oleaje pareciera enmascararse confundiendo la noción de arriba y abajo. Fue entonces cuando llamó mi atención para que observara un velero. Estaba a la altura de la isla de Tabarca y el efecto óptico, dada nuestra posición, originaba el absurdo de apreciar un enclave turístico como el alicantino, dotado características náuticas cual las de cualquier embarcación a punto de zarpar. Pues bien, ella se entretuvo con el vuelo de unas gaviotas, convencida de mi recreo admirando la estampa marítima, sin sospechar que iba a acontecer una de esas manifestaciones del poder de lo real verdaderamente asombrosas… Si lo que voy a narrar apareciera con la vitola de ficción escrita, diríase que hace falta mucha imaginación para ofrecer algo así o gusto extremo por algún título de José Saramago. No obstante, la isla se hizo a la mar. Se fue moviendo poco a poco y aquella vela flameó recogiendo la brisa hasta perderse el cayo, desgajado del todo de la plataforma continental, rumbo a quién sabe donde. Yo callé. ¿Qué iba a decir? ¿Quién iba a creerme? Ni siquiera por amor… Por cierto que, hablando de amor y romanticismo, dan en la tele una película que ya habíamos visto. Con Cary Grant e Ingrid Bermang. Una comedia entretenida, simpática y feliz que se llama INDISCRETA. Reparo en los diálogos, una delicia exquisita y aseguro que tal riqueza de lenguaje ya no se da. Enseguida ofrezco mi propia réplica para constatar que tampoco debe haber personajes como los retratados entre la mundanal compaña nuestra de cada día... ¡Pero si a ti no te gusta el romanticismo!, oigo que ella me comenta al entusiasmarme con la elegancia, el lujo, las maneras, el entorno, la gala… Y, claro- otra vez entre la espada y la pared- he de aceptar que, siendo rico, prescindir de todo ese oropel para el cortejo es descabellado. Igual la conquista amorosa es para bien nacidos y acaudalados solamente… Caballeros y damas que se besan mientras la pantalla se funde en negro y, como ya propuso W. Allen en LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO, abandonan el filme dispuestos a gobernar como navegantes la singladura de una isla a vela, espiando los azares de la luna mediterránea. ¿Habré sufrido una insolación o la cantidad de algas que he tragado durante el baño de esta tarde serán, por indigestión, las responsables de todo este aturdimiento mental?

sábado, agosto 15, 2009

TARDE DE MAR EN VERANO


Desde luego, el mar sabe lo que se trae o se lleva entre aguas, sí. Lo he visto… No era una botella con mensaje, el plástico casa mal con el protocolo romántico de la comunicación a ciegas. No, se trataba de un recipiente demasiado grande, de los que los fabricantes ofrecen como medida familiar. Por la etiqueta supe que contuvo un refresco y, puesto que nadie lo reclamaba, se había convertido en un objeto de deshecho abandonado por quienes consumieran su contenido. Por ellos o por quien quiera que fuera su dueño en ese momento. El caso es que, “abducido” en primera instancia por las lenguas de agua que surgen del declive de lo que fue orgullo ondulado, el envase progresó alejándose de la orilla, de, como dice Silvio Rodríguez, la arena: “roca que luego es multitud del agua buena”… Sin embargo, mientras pensaba, tras mi baño, en el imperdonable descuido que culmina en basura, propio de tantos entusiastas del sol por mor de la metamorfosis epidérmica al tueste, la botella acabó varada sobre las ruinas de una fortaleza de ilusión según la arquitectura infantil de toda la vida. La mar desautorizaba ese daño igual que se mostró inflexible con los dos bañistas que perecieron, irrespetuosos y temerarios- dos días antes- al desafiar la ley de la costa y el sentido común: juegan con su vida y violentan la vida ajena quienes ponen en riesgo su existencia al sumergirse en las aguas de un mar embravecido. Con bandera roja no se hace. Aunque incluso hay padres que en tales circunstancias admiten la ruleta rusa de la marejada también para sus hijos… Una pena. Niños que se ven conducidos sin rechistar a, digamos, ritos de iniciación, en el agua, mediante la pólvora, con los toros, sin dejar de ser niños, no adolescentes, sólo niños. Pero era la mar lo que importaba. Su misterio, su belleza, su sonido, su olor, su temperatura, sus tonos y colores. Y ella tomaba el sol, sentada, hermosa como siempre, risueña, desvestida de alegre oportunidad, de encarnable bien y lozanía húmeda. La sal y la luz cifraron, podría decir, el número de su eterna juventud. Así que, estuve tranquilo, contento de estar allí y más feliz que en otras ocasiones por cualquiera de sus besos. Fue como cuento. Es lo que sucede cuando todo lo que podemos advertir se recibe sin reservas y queda con nosotros como el rastro imborrable del amor por la vida.

viernes, agosto 14, 2009

Y SI NO SOY VIEJO, LO SERÉ


Es inevitable. Vivimos, si todo va bien, hasta el cenit de la existencia, físicamente hablando, y luego, luego el declive. Un deterioro que, si todo fuera bien, supondría merma de ese esplendor dicho y oportunidad de sabiduría por edad y experiencia, por acervo, por inteligencia y por sensibilidad bien advertida. Mas, en una sociedad donde prima la fachada, donde carece de interés ser y trasmitir, cuando lo que mola es triunfar a la mayor velocidad posible, desalojar al que ocupó la cima sin piedad y permanecer- quítate tu para ponerme yo- darle tiempo al tiempo y conseguir aprecio y prestigio conforme vamos ahormándonos a la vida, es caso pasado de moda. Ni siquiera es una cuestión de justicia, de merecimientos, sino de apropiación, como cuando niños: “ahora me toca a mí la bici”. Eso sí, confiscar de la manera más cruenta posible al servicio de los objetivos de poder que describía… De modo que se produce una constante negación de lo antiguo y los valores del pasado quedan trasformados en mera sala de exposiciones donde se pueden visitar las reliquias de un tiempo a punto de extinguirse, formas y argumentos, principios e ideas que conviene enterrar del mismo modo que a los viejos les espera la tumba. Claro que, todos estos modernitos babearían de rabia si alguien osara enviar a un instituto de guardia y tenencia para personas mayores- asilo- a Mike Jagger, por ejemplo: a los ídolos y a los dioses, por “matusalénicos” que sean, no tocarlos. Y nombro al líder de los Stones como podría haberlo hecho pensando en cualquier otra disciplina del arte o el entretenimiento, y las personas que por oficio, trayectoria y edad son ancianos respetados y triunfadores. Por lo tanto, como los viejos son solo una parte residual del negocio estorban. Y estorban las manifestaciones de la vejez en el propio cuerpo. Una lástima, todo un rosario de ingratitudes e incongruencias existenciales. ¿Merece la pena, dado que esto es lo que impera, darse al gusto de las multitudes y coincidir en el rechazo a hacerse mayor? No, no y mil veces no, que les den a todos. Por lo menos a todos los que estiman procedente una filosofía como la expuesta. Yo sigo confiando en mis arrugas, en que los rastros que el paso del tiempo, naturalmente, dejan en mi piel, sean ejemplo, faro de una realidad interior rica y merecedora de un futuro sosegado. Vendrán las enfermedades y el dolor último, ya lo sé. Y con todo ello, dignidad aparejada e imprescindible, un universo de otra manera manifestado, un latido que, prescindiendo de unos ritmos, se hace espléndido en aquellos que corresponden ya que se ha llegado a un avanzado estado de la vida. No obstante, si no soy viejo lo seré y no haré nada para que se aprecie lo contrario. Ni siquiera tengo miedo a la muerte. He dicho.

jueves, agosto 13, 2009

MÁS MADERA, ES LA GUERRA


Bueno, vamos a ver… Nunca había experimentado algo así. Pero resulta que, en el caso de haber mantenido reservas en alguna ocasión acerca del gusto que tienen los levantinos por el ruido y la pólvora, ya no me cabe la menor duda. Como dijo Obélix: “están locos estos mediterráneos”. Es como si se hubieran juntado los intérpretes a la batería de las principales bandas de rock duro del mundo y además de reventar los pellejos muy profesionales ellos, admitieran el auxilio de una brigada de artillería que disparara salvas cual se haría en un concurso para dilucidar la pieza que dispara a mayor velocidad. Me dice incluso una nativa, que debe de estar en pleno orgasmo vivido con otros vecinos apostados por las terrazas de los edificios, que es muy, muy, muy bonito. Están, al parecer, abuelos, matrimonios, prole infantil y adolescente, todos echando leña al fuego o deleitándose con los decibelios y la humareda. Claro, luego les pones un aeropuerto cerca y los aviones pasando cada minuto y medio y protestan indignados: “Los aviones hacen un ruido insoportable”, afirman… Pero, se me invita, además, a ver algo que dicen es precioso, espectacular y conmovedor. Se llama la Palmera de la Virgen y, por lo que he visto en fotografías es un disparo de cohetes por millares o centenas de millar, que para el refocile y la explosión no hay crisis que valga, cuyas consecuencias son una lluvia incandescente semejante a las formas del árbol típico de la zona- yo lo veo como un sauce llorón- magnífica, emocionante y sentida. Para los de aquí puede que sea como un lindo desprendimiento de Perseidas con regusto a tueste. No obstante, con cachondeo y todo, parte de este acontecer que dicen festivo supone una dosis de perplejidad y preocupación considerable. Resulta asombroso que, en el ejerció de sus manías, gustos o celebraciones sagradas, la tenencia de material peligroso, pólvora, artefactos que explotan y proyectiles, esté generalizada. Incluso los críos intervienen en esta catarsis de combate. Pareciera que lo indicado es que este tipo de manifestaciones entre salvajes y trasnochadas sucedan con control y acotadas a una zona específica donde pueda disfrutarse por los que gustan de ellas hasta saciarse o morir. Porque, al igual que los toreros en la plaza, ¿qué mejor cosa, que logro y honor más grande que el perecer asaeteado por varas de junco recién empleadas para iluminar algo que debiera estar precisamente en penumbra a fin de ver las estrellas? Y lo que me preocupa también, es ese afán del aficionado a estas o a otras cosas, parece ser que placenteras de la vida, empeñados en que pruebes lo que no deseas, que aprecies bondad donde, en el mejor de los casos tu hayas solo indiferencia, y evites, en el caso de negar la gala o asistir a la misma para después criticarla, todo comentario adverso. Si te atreves a tal cosa eres un ignorante e insensible cabezón y torpe… De modo que, tecleo estas últimas letras, tengo las persianas de la casa bajadas para que entre el aire solo y si sobrevivo a este bombardeo ya me encargaré de comunicarlo. He dicho.

miércoles, agosto 12, 2009

¿Y QUÉ SERÁ DE MÍ?


En una de sus magníficas composiciones, Silvio Rodríguez afirma que, “… el problema señor/ sigue siendo sembrar amor”. Un precioso mensaje. Belleza que se quiebra, no obstante, cuando el acontecer diario muestra hasta que punto puede ser de refractario el mundo e inconsecuente con sus propias necesidades. Por eso es amarga la contrariedad, advertir que, lo que uno no sabe medir es el escaso trecho que existe entre ese procurar semilla para el bien y encontrarse en la encrucijada del rechazo precisamente por obrar a favor de lo que se entiende como bien común. Porque, cuando hay que dar por estimable que la contribución de un ser humilde, el esfuerzo que ha de hacer para contagiar bienestar, justicia y dignidad al planeta y a sus iguales, tiene que ver con lo más próximo, es ahí donde pone, en esa periferia de la vida, vuelca lo mejor de sus dones y, simplemente, quiere. Y sería un empeño fascinante pero no, no es tan sencillo como parece. Cerca, siempre hay alguien que te besará como Judas. Incluso, sin necesidad de patrulla romana que venga a detenerte, profiriendo insidias a tus espaldas, mencionándote para mal, atento a acuchillarte pero para que mueras lentamente. Y para que mueras mientras te besan…

Y aquí es donde puedes acusar a los otros, administrar tu bilis y clamar contra todas las ofensas recibidas, recitar las veces en las que ha sido engañado y, cuando menos, exigir respeto…

Pero es igual, batalla perdida, demasiado tarde.

La culpa es de uno por olvidar que es un desperdicio brindar margaritas a los cerdos.

Así que, aprendida la lección, convendría romper las canciones de Silvio y, ya en el fango, actuar con la misma doblez de tus mentores- allí donde fueres haz lo que vieres, se dice también- repartiendo sonrisas falsas como quien regala cromos.

Sin embargo, como aquel Carabel de Wenceslao Fernández Florez, incapaz de actuar como malvado por más empecinado que fue, yo tampoco sé acudir y relamerme debajo de la máscara. No sé, no puedo…

¿Qué va a ser de mí?

AUTORRETRATO UNO


Mi vida en el espejo es una vida breve. No sé lo que haré dentro del azogue cuando no estoy, pero me sorprendo atendiéndome sin falta, aunque me contemple sin aviso previo. El caso es que mi aparición al otro lado de la pantalla de plata comienza y concluye con el mismo gesto: el de peinarse. Entonces manejo la barra dentada para agrupar lo que me gustaría fueran blanquecinas guedejas- de mechón solo tienen el tono de cal dicho- y, sin grandes esfuerzos eso sí, alineo hacia atrás toda la pelambrera y la fijo con abundante agua. Sé de mi rostro por fotografías, instantáneas que lograron otros y que bien pudieran no parecerse a la realidad. Puedo decir que unos días me trato de mister Wells- Orson- otras respondo al apellido Heminway y diríase que ambos son un clon de mí mismo. Esto no quita que desee pasar inadvertido y use otras identidades, como Pessoa pero más llenito- gordo- de aspecto. Y, bueno, como solo hablamos de la fachada, triunfan mis ojos en un sesenta y ocho por ciento, mi sonrisa en un setenta y tres, coma cinco y mi rostro en general o teniente general. Cumplí cincuenta y ya voy para abajo: allí nos encontramos.

martes, agosto 11, 2009

DEL GRIAL Y SU REVERSO

Nunca cuando te sirven la copa fatal, también la de garrafón cual es norma entre los viejos pellejos de la hostelería y entre los chiquilines al otro lado de la barra- se marea el vino con agua y el alcohol, que ya marea de por sí, pierde vida hasta el bochorno a fuerza de ser desnaturalizado- nunca, digo, contemplas el influjo y mezcla de lo que acabará contigo. Quien desea tu fin obra conforme a la añeja costumbre de evitarle a la inmediata víctima un embarazoso espectáculo, inconveniente que se sumaría, sin necesidad, a los estertores agónicos que sufren en circunstancias así. Y por eso, porque no lo vemos, tomamos cicuta cual si fuera una delicia gentilmente servida. Quien bien te quiere te hará llorar, se dice. Tanto como para pedir un brindis en homenaje a ti y celebrarlo con inusitado calor. Más aún si esos cariños son súbitos, ceremoniales y vistos por quien te ejecuta en primera línea de barrera. Por eso, buscamos en cada trago de honor un sucedáneo de los prodigios esperados de ingerir una ambrosía contenida en el vaso sagrado, en el Santo Grial. Lo pretendemos incluso a sabiendas de que el riesgo es que nos escancie una gota sita en el reverso de ese recipiente.

Conviene pues, desconfiar… O no. Total, uno fallece cuando toca. Eso sí, quienes se juegan el existir a la ruleta rusa empecinadamente, recibirán su bala. Seguro.

lunes, agosto 10, 2009

DE TRES EN TRES


Las tortugas de jardín se ejercitan cuando no las vemos. Van de tres en tres, lucen colorines en el caparazón pero sin dorsales ni distintivos de empresa que las patrocine. Lo difícil es contagiar el entusiasmo por las carreras de quelonios a quienes desembolsarán contentos una parte de lo que estimen apropiado para promocionarse, puesto que, el solo hecho de figurar en los caparazones como industrias o profesionales que respaldan tales actividades, es una publicidad buena, responsable, atractiva y eficaz. Tanto es así que, sumarse al esfuerzo de quienes lograron superar un día a la intimidadora y veloz liebre de campo, hace simpático el gesto y conlleva magníficos resultados en caja. Luego, también es verdad, como las testudines dichas dan rienda suelta a su inspiración cual atletas de elite solo en caso de indiscutible ausencia humana y todavía no se ha editado un diccionario millonario- tortuga/ tortuga- millonario que sea de verdad un texto al servicio del buen entendimiento entre reptiles y humanos, peligra el éxito final de un empeño que permitiría la supervivencia de una tradición como existen pocas.

En fin, como a ellas les queda todavía un buen tramo antes de llegar a meta, continúan las conversaciones y siguen sentados a la mesa de negociaciones tres lagartijas, un sapo y el director general de márquetin para asuntos invisibles o floración de dinero negro por mácula de chapapote, sobra uno para mus y juéganse las barbas al póker.

Gana la tortuga gris por un cuello- pico.




jueves, agosto 06, 2009

SED


Agua de colonia siquiera, te pido, fuera cáliz de dolor como aquel de Getsemaní y lo apuraría igual, pues arde mi garganta y el vórtice al que me conducen las toxinas de tu envenenado amor, engaño que sufro tras creer que deseabas compartir conmigo el éxtasis de tu donosura, concluirá succionándonos a las mismas puertas del infierno. Sí, porque tengo pase para dos y vendrás conmigo, me acompañas a los predios de Belcebú si sucumbo privado, al menos, de la riada salina que brota en el carnoso manantial de entre tus muslos…

Luego se dio cuenta que no podía ser. La réplica era en exceso barroca, demasiado literaria si se imagina en voz de un desesperado. Un tipo a punto de perecer que encañonaba a su víctima y posible salvadora- desnuda y magnífica en el cenit de su turgencia- a quien dispararía sin remordimientos, habría de ser parco, frugal… Así pues, hizo pedazos el manuscrito condenando su tarea a lo que propusiera la jornada siguiente. Acto seguido, sin oposición es cierto, regó su gaznate con un trago y, luego, volcando la sustancia alcohólica en la ofrecida boca de la mujer que lo aguardaba, realizó con ella un coctel de saliva y aguardiente cual solo se sirve en los lechos de sudor y rabia.

miércoles, agosto 05, 2009

SERÍA FANTÁSTICO


Hay una canción que compuso Joan Manuel Serrat, SERÍA FANTASTIC, cuya letra en uno de sus pasajes dice: “Seria tot un detall, tot un símptoma d'urbanitat, que no perdessin sempre els mateixos i que heretessin els desheretats”… En español, “Sería todo un detalle,/ todo un síntoma de urbanidad,/ que no perdieran siempre los mismos/ y que heredasen los desheredados”. Me acuerdo de ella y creo que lograré el perdón y la clemencia general si me atrevo a parafrasear al maestro del Poble Sec para decir… Sería todo un detalle que mañana, cuando abandone mi domicilio y los termómetros estén próximos a licuarse tras un nuevo exceso solar, cualquier nube de esas, espontáneas, rollizas pero inofensivas si se piensa que pudiera haber tempestad por la tarde, decidiera mostrarse de lo más simpática y acompañase mi camino. Así, como una sombrilla celestial, como un entoldado de ganas húmedas. Ausente en lo que a aparato eléctrico se refiere pero pródiga en riego si es necesario. Es verdad que sería todo como un favor personal. Una circunstancia distinta y probable fenómeno de laboratorio. Sin embargo, la cierta constatación de lo bueno que es convivir con libros ilustrados o tebeos. Porque pensar así es un valor o causa de deterioro que surgen con el tiempo y aquí son cincuenta años ya. De lo magnifico que es acordarse de los muchos que desearían ser “Califa en lugar del Califa”- eterno empeño del malvado visir Iznogud cual lo dibujó Tabary con guiones de Goscinny- políticos cuyo horizonte preferente es el poder y juegan todo lo sucio que sea necesario para conseguir sus objetivos. Acordarse sin intermediación de colores, banderas, himnos e ideologías- a menudo versión erudita o popular de un modelo para la convivencia que enmascara la imperativa exigencia de exterminar al del otro bando- reconocerlos, y tacharlos de los aledaños de lo bueno como se hace con todo lo prescindible. De la buena hora que fue cuando pusieron en mis manos un universo de héroes y villanos a quienes puedo atribuir parte del conforme apartado de imaginación y alegría que tantas veces manifiesto y sirve para que solicite de la naturaleza esas galas o servicio de sombra cotidiana en días como estos en los que el sol se convierte en estrella “non grata”. Sirve para cosas como esas y para que sostenga un pulso de futuro durante el que espero contemplar sucesivos ejercicios de justicia. De la acuñada por mor de unas buenas leyes y, mientras esta sucede, un aluvión y encartamientos sobresaliente en poesía determinante. Un refrendo de la realidad que se necesita mediante la circunstancia inesperada de su consecución y debida a no se sabe qué cosa salvo que fuera el venablo lírico de un juglar inexistente. Porque necesitamos más confianza que fe, más adhesión a la causa ajena tras conocer lo que hacen los otros y que esos actos sean cosa buena. Porque necesitamos que la noche se imponga ahora que la luna llena es amada redonda, que los aparatos de medirnos la temperatura de la vida se tomen también un respiro y, como me contó una amiga que hizo hace poco, nos demos el capricho de dilapidar las siete u ocho horas de descanso que contabilizan entre las veinticuatro de una jornada, consumiéndolas en apreciar el firmamento tumbados sobre la arena a la orilla de la mar. Sería todo un detalle. Sería Fantastic.