domingo, diciembre 06, 2009

DÍA DE LA CONSTITUCIÓN


Porque hoy es 6 de diciembre de 2009


La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la
seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su
soberanía, proclama su voluntad de:
Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las
leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como
expresión de la voluntad popular.
Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los
derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a
todos una digna calidad de vida.
Establecer una sociedad democrática avanzada, y
Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz
cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.


El PREFACIO de la CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA y el artículo que firma Ignacio Camacho hoy en ABC...


La enfermedad del olvido

IGNACIO CAMACHO ABC Domingo , 06-12-09

CUANDO la niebla de la muerte y del alzheimer empieza a envolver a los padres constitucionales -Cisneros, Solé Tura, Suárez- y a proyectar sus perfiles como estatuas senatoriales recortadas contra el horizonte brumoso de la Historia, la reivindicación de aquel tiempo fértil de grandeza creativa y concordia civil que fue la Transición se vuelve una necesidad inapelable para refrescar la atmósfera de una política envilecida por el sectarismo y degradada por la mediocridad. La desaparición paulatina de los protagonistas de la refundación democrática nos interpela desde el corazón de la memoria sobre la lealtad colectiva con que administramos su herencia de generosidad moral y compromisos de Estado, a punto de convertirse en un legado de cenizas aventadas por la desconfianza, la frivolidad y el olvido. La vigencia de la Constitución del 78 no significa sólo la clave de una larga estabilidad y un sólido marco de libertades, sino la permanencia de un aliento democrático y una voluntad plural capaces de aherrojar los viejos demonios cainitas del rencor y la sangre, responsables de tantos recurrentes desengaños.
El viento de la posmodernidad ha extendido una interpretación revisionista de la Transición que minimiza sus méritos para presentarla como una especie de pacto vergonzante urdido bajo el siniestro fragor de los sables y la presión de las frías bocas de los fusiles de febrero. Bajo este prisma de rupturismo retroactivo late la tentación de referenciar la legitimidad democrática en la fallida experiencia republicana del 31 frente a la acertada culminación monárquica del 78, saltando con voluntarismo dogmático por encima de las evidencias de un fracaso insoslayable. Empero, el desprecio de los valores de la Transición constituye además de una injusticia arrogante un grave error de apreciación objetiva: ni ha habido en los últimos tres siglos un período más fecundo de audacia política, inventiva jurídica y desprendimiento moral, ni el consenso fue una imposición táctica forzada por el miedo sino el fruto de la comprensión de una imperiosa necesidad de avenencia civil tras un largo y cruel ciclo de discordias impuestas y divisionismos obligatorios.
La Constitución simboliza ese acuerdo de mutuo respeto basado en la no dominancia de unos españoles sobre otros, un pacto de ciudadanía que puede haber sufrido el desgaste de su propio desarrollo pero permanece intacto en sus principios esenciales de convivencia plural. Los tradicionales homenajes de su aniversario no deberían ser, pues, el ritual más o menos protocolario de una simple efemérides histórica sino la sincera y actualizada profesión de fe en el constructivo espíritu de renuncia y concordia de nuestros padres fundadores. Algunos de ellos han muerto o permanecen en la bruma neuronal de la desmemoria pero las naciones no pueden permitirse la enfermedad del olvido.

jueves, noviembre 26, 2009

EL VALS DEL ADIOS


Concluía la música pero no el asombro. El sonsonete musical de los aeropuertos rara vez se interrumpe y la emisión de un vals para celebrar tu marcha- que te vas y lo haces contenta, que no será para siempre y que si lo es, incluso obligados a regresar al pergamino, al vuelo de las palomas o al mensaje a salvo de las sales marinas dentro de una botella, encontraremos el modo y manera de saludarnos tan fraternalmente alegres como ahora- que suene un vals, digo, para escenificar una cariñosa despedida, debe ser cosa de indudables influencias por tu parte o de ingenio sin límites. Apuesto por lo segundo y, además, te pido disculpas. Tu partida y la noticia de la misma han sido oportunidad que me ha pillado por sorpresa- Morfeo te propone audacias porque sabe que no te resistirás- y, entre faltar a esta cita y acudir en pijama a la misma, invoqué tus indulgencias y la comprensión de los amigos que están aquí contigo. Al fin y al cabo tú duermes y yo dormía. Estoy despierto en tu sueño y nos hemos abrazado tras ser apadrinados por Chopin. Gracias por el brindis onírico amiga mía.

lunes, noviembre 16, 2009

EL MICRÓFONO MÁGICO


Anuncian la navidad casi desde principios de noviembre. Sin nombrarla las más de las veces, pero los productos ahora a la venta son los de consumo predominante en las fechas antes dichas. Y entre tal avalancha de mercaderías, los juguetes. Por ejemplo ese micrófono mágico que ofrece la oportunidad al niño, preadolescente o adolescente total, de asumir… No, más que eso. En realidad lo que estos experimentados sucesores de lo más excelente de la tropa fenicia proporcionan es un valor de otro rango. Mencionan los atributos de una pieza que permitirá a su usuario- seguramente fémina- mostrarse ante el espejo o “in situ” de cara a un publico afín, cual lo haría la mismísima Hannah Montana, protagonista de la serie televisiva del mismo nombre y parte de la programación del canal de Disney. Pero no como quien se disfraza de, sino encarnando los mismos atributos y habilidades que caracterizan al citado personaje. Es decir, el juguete obra el milagro, no la imaginación infantil. Si se carece del talismán, que encontrarán todos ustedes para sus niñas, niños y no tanto, en los comercios autorizados del ramo, no hay prodigio. Nada. Gran Hermano- no el que presenta Mercedes Milá en TELE 5- departamento de entretenimiento y servicio de ventas para jóvenes criaturas, vaticina, como Moisés descendiendo de la montaña tras sus tratos con la Zarza Divina, que esto es lo que hay. Que los niños y no tanto están imposibilitados para realizar antiguos sortilegios según los cuales bastaba una caja de zapatos para lograr el camión de mayor tonelaje. Ahora, si no hay un émulo de los grandes fabricantes de este tipo de vehículos, la ilusión se atora y deviene en chasco. Se produce la consiguiente alarma y un ejército de trabajadores sociales, sicólogos, sociólogos y otros “ólogos” perfectamente reputados, avanzan en singular formación de auxilio, armonía militar que hubiera resultado el orgullo de las legiones romanas de Julio César. Esto supone un gasto inadmisible y una intolerable villanía: Los niños no tienen necesidad de pensar. Como ya decían Les Luthiers en aquel programa suyo, LA TANDA, ¡quien piensa, pierde! Y no queremos forjar una estirpe de pusilánimes abocados a la desnaturalización que supone la incapacidad para ocupar el puesto oportuno cuando corresponda y así disfrutar de los diez minutos de popularidad televisiva a la que tiene derecho todos los ciudadanos recuerden o no lo que significó la caída del muro de Berlín… En fin, incluso los adultos hemos de tomar nota. Si queremos recuperar la sensibilidad de tiempos pasados, el candor y la efervescencia de la infancia, en vez de buscar en el BAÚL DE LOS RECUERDOS de Karina, conviene que demos lectura a los catálogos que los carteros comerciales dejan en nuestros buzones o nos conectemos al UNIVERSO INTERNET para reverdecer nuestros añorados laureles, eso sí, siempre previo pago.

sábado, noviembre 07, 2009

DE LO GRATUITO A LA MISERIA


Un aspecto, no sé si recomendable pero, desde luego, santo y seña de la radio difusión moderna- por lo menos en España- es, no solo la desilusionante posibilidad de conocer la identidad física de sus profesionales, sino el espíritu emprendedor y viajero de las “estrellas” de cada emisora: periódicamente, informativos, magazines y otro tipo de programas hallan sede fuera de sus residencia habitual para aposentarse ocasionalmente en teatros, hoteles, pabellones y salas o salones varios. En todo caso es lo que hay y más vale no lamentarse de que sea así. Va con los tiempos y al galope: los avances tecnológicos propician casi cualquier cosa… Sin embargo, y será que me estoy haciendo viejo, concurrir a una de estas citas, por curiosidad, admiración o respetuoso afecto, es otro lance, propicio para experimentar lo mucho que me molesta la gente. Y no por la gente misma, que lo que se hace en público a público atrae, no. El malestar tiene que ver con la cantidad de impresentables que viene a contaminar lo que siempre hubiera podido ser una celebración más tranquila. Está la señora madre que ocupa sitio con una criatura de teta- apuesta por el sollozo estentóreo más que clara- la otra que, incapaz de acudir, si ha de ser con ellas, a un parque para que las niñas se entretengan, concurre con sus hijas- que terminan entrando y saliendo ya inconformes con todo- o los muchos que necesitan un testimonio gráfico de recuerdo o como trofeo y se plantan donde les place a esos efectos, sin importarles la presencia de quienes están allí nada más que para lo que es aquello: escuchar y, si se puede, contemplar a los hablantes. Y, de los que llegan cuando el aforo delantero del espacio con asientos donde se desarrolla el evento está completo, permaneciendo de pie, estorben o no la legítima llegada de quienes, con plaza porque la hay, se presentan con el solo ánimo de asistir a la convocatoria como Dios manda, ¿qué me dicen?... En fin, otra reprobable cuadrilla egoístamente tarda en apagar sus telefonías, repleta de desaprensivos y dueños del lugar, contra y por encima de quien sea, para dialogar cuando lo que se precisa es silencio, mas interesados en la facha de quienes a todos nos reciben que en aquello que tienen o no que decir. ¿Tienen la culpa los oficiantes? No. ¿Tiene la culpa los que prestan y proporcionan lugar? No. No obstante siempre he pensado que lo gratuito envilece a la masa. Basta anunciar algo que no ha de costar dinero para que la miseria humana se muestre descarnada y constante: como un tropel de jamelgos enloquecidos, como un torrente de ansiosos sin medida, cual el fiel exponente de la animalidad más rancia. Por eso, para estas o cualquier otra convocatorias es mejor disponer de un local con límite de asistencia y cuya entrada suponga un desembolso de dinero por mínimo que este sea. Es algo que disuade enseguida a muchos de estos cabestros de los que ahora hablo. Se confunde servicio público con inexistencia de coste y, en las condiciones de amasijo que supone ofrecer algo GRATIS TOTAL, por lo menos hoy por hoy, se apuesta por el resultado mediocre de esas caravanas de fiestas cuando desde las carrozas se lanzan caramelos- a veces se arrojan con intención de proyectil- y hombres, mujeres, niños y abuelos pugna al modo de Jean Claude Van Dam unos contra otros como si nunca hubieran visto un dulce así… En fin, la próxima vez me quedo en casa.

lunes, noviembre 02, 2009

NO DORMIRÁS LA SIESTA EN DÍA DE MALA FIESTA


A las quince horas como a las tres de la mañana: nadie por las calles. Unos comen, otros duermen y, algunos, muy pocos, caminan… Había dormitado un buen rato al cobijo de un buen árbol, uno de aquellos cual el amante de Apolo, Cipariso, hijo de Télefo, descendiente de Heracles, sin hacer caso de lo que le dijeron en la taberna: “Mañana, como los martes: ni te cases, ni te embarques, ni te duermas bajo un ciprés al recostarte. Ya sabes que los que reposan sobre las raíces del árbol más triste, despiertan en el despiste…”. Y se apresuraba por la calle principal del pueblo porque llegaba tarde a casa. Sin embargo, aún presa de los bostezos, fuera por hambre fuera por galbana a pesar de las fechas- que ya acompañaba Don Juan a doña Inés en el sofá- termino a pies juntillas ante la puerta ilustre del cementerio… ¡Claro, lo del despiste!

Pero no. Dos horas después comenzaba a desesperarse… Dos horas o catorce, daba igual: el reloj de pulsera permanecía firme señalando las tres y nadie. Ni un vecino al que preguntar o con el que saldar sus ansias se encontró durante todo ese tiempo. El caso es que, tomara la calle que tomara, como si nunca hubiera vivido allí, finalizaba su camino frente a cualquiera de las otras puertas del cementerio.

Se había perdido.

Esforzado, ingenioso, decidido y, puesto que parecía carne de encantamiento, incapaz de encontrar la salida a ese laberinto de su mente.

Señaló los sitios por donde pasaba como hacen los que no quieren perderse por el bosque en narraciones para chicos. Memorizó los números de los portales y hasta llegó a recitar el nombre de las calles para orientarse mejor. Un esfuerzo de titanes o de locos. Todo para regresar al infortunio, como cuando caes en la casilla de la calavera del juego de la oca.

Al fin, le encontraron sobre el mármol familiar. Aquel bajo el que acostaron a sus padres. Tenía el rostro desfigurado y sanguinolento, y las sospechas de un acto criminal se extendieron entre chicos y mayores por toda la plaza.

El forense, no obstante, dictaminó algo distinto: nadie lo mató: él mismo se dio muerte. Envistiendo la tumba al parecer.

Una opinión que no solía discutirse, todavía los médicos en aquel lugar como los sacerdotes o los boticarios, brujos. Mas a partir de conocerse su suerte, otros, por lo “bajinis”, exponían en todo corrillo donde quisieran oírles la verdad verdadera de sus pesquisas detectivescas: “Si desafías a los males del despiste regresarás a la tierra de la que naciste. Y a éste, monarca de los descreídos, lo ha requerido la parca.”.






jueves, octubre 29, 2009

SIEMPRE BIEN


DE UN POEMA DE SANTIAGO TENA...

Haga lo que haga, diga lo que diga, sienta lo que sienta y pida lo que pida,
todo está siempre bien.
Piense lo que piense, siga quien me siga, ame cuanto ame, diga cuanto escriba,
todo siempre está bien.
Ande cuanto ande, rime cuanto rima, ande con tus pasos, con tu paz, tu estima, niña perla vida,
sienta cuanto sienta, todo es vida.

miércoles, octubre 28, 2009

OCASIONES DE GLAMOUR DISUELTAS EN CAFÉ


A pesar de las fiestas previstas para avisar de la hora, porque el despertador resultó ser uno de esos artilugios que se adquieren en los bazares, en este caso originario de Brasil, se quedó dormida. Por lo tanto, mientras saboreaba el último buche de café, ya que no se sentía mujer sin ese primer estímulo a la hora de iniciar el día, comprendió que era tarde. Pero, ¿demasiado tarde?... Por suerte pudo simplificar ofreciéndose todo tipo de atajos y, cual exigía el guión, desaliñada y en gabardina, solo la ropa interior debajo por toda otra vestimenta, salió al encuentro de un taxi. Tuvo suerte y no hubo de esperar apenas. A su favor, dado el aspecto que llevaba, el fin que justificaba los medios: acudir sin retraso cuando ponerse ante la cámara iba a suponer en verdad la oportunidad de su vida, merecía toda incorrección. Además, desde que las costumbres asiáticas están de moda y, como en China es usual que la gente vaya en pijama de compras, por ejemplo, por las calles del barrio, bien podría justificar su presencia de esa guisa como excentricidad oriental en occidente.

Al fin, llegó al rodaje justo cuando el director ordenaba, “acción”.

Entonces, conforme a la escena que se iba a filmar, irrumpe como tornado sin norte, resuelta a solucionar algo a la primera para evitar la subsiguiente catástrofe. Saca una llave del bolsillo de la gabardina y la usa para abrir la taquilla guarda equipajes de la estación de ferrocarril donde aguarda su novio. George, que permanece impecablemente a la espera en el andén, la ve llegar con el recuperado bolso de viaje y corre hacia ella. Se abrazan y, el apuesto Clooney sube al expreso a tiempo.

El director ordena “corten” y felicita al gran George. Ella observa con admiración- verdadero arrobo para no engañarnos- a su momentáneo compañero y espera. Precisamente, el actor estadounidense, haciendo los honores publicitarios a ese café que anunció recientemente, hace que la avisen y cuando la tiene ante sí, susurrantemente afirma: “quizás podamos vernos después que te duches, querida”.

Ella se queda como se queda uno tras un apunte cual el que se acaba de narrar y el “bello”, el apuesto, el multimillonario protagonista, se aleja coincidiendo con un cinematográfico fundido en negro.

“Un berrinche sin necesidad”, se lamenta totalmente estupefacta a la vez que se desplaza por el pasillo de la casa de una pared a otra. “¿Y por qué? Pues porque no se deben mezclar las churras con las merinas. El exceso de “agua de valencia”- martes en la noche- enjuague cervecero por anticipado, es lo que tiene. Produce un trastorno etílico alucinatorio, o pesadilla, durante la cual todo es posible y se conocen las grandes verdades de la vida. ¡Ay, quién me mandará!”.

Luego, ya en el salón, otro instante para enmarcar queda registrado solo para sus ojos: si el más anhelado de los varones, el más glamuroso, se atreve con cualquier ordinariez, al fin, tipos como Clooney son un clon, el émulo de ese otro, quien bien podría ser su compañero, novio o marido- le duele la cabeza y ahora no lo recuerda bien- que mira la tele despreocupado y en calzoncillos mientras eructa.

lunes, octubre 26, 2009

EN EL CARRIL BICI


Durante los años de la crisis, allá por el fin de la primera década del siglo XXI, algunos ayuntamientos, para financiarse mejor, dispusieron o acondicionaron, en el caso de que no los hubiera, los populares carriles “bici”, gravando su uso mediante una tasa de la que quedaban exentos los consumidores de productos elaborados por los patrocinadores de tales espacios. A la entrada de uno de esos circuitos, por ejemplo, los practicantes de carrera o marcha, debían pisar sobre una plataforma que leía los destellos de un pequeño electrodo alojado en la suela del pie con el que se prestaran al control. Fue el caso de las zapatillas NIQUÉL, calzado estrella y marca inversora para el sostenimiento de espacios deportivos urbanos- M.I.P.S.E.D.U. Utilizar los servicios municipales al aire libre, así “vestidos”, suponía gratuidad absoluta. Posibilidad inversa, por cierto, a la de los que carecían de una uniformidad como la dicha. Estos quedaban abocados al abono in situ de la cantidad estipulada a los efectos de recaudación que se pretendieron desde las correspondientes tesorerías municipales. Además, la administración central, el gobierno, puso en marcha el PLAN PONTE LAS BOTAS, propósito dinamizador gracias al cual los consumidores de prendas deportivas- en especial los afectos a los nombres más publicitados- recibían una bonificación o descuento: al fin acicate para que la gente consumiera y adoptara hábitos saludables. El Ministerio de Igualdad, incluso, estableció una norma según la cual, siempre que concurrieran mujeres a los circuitos de resistencia o velocidad, todo varón ejercitándose en ese momento, debería proseguir, si es que era su gusto, pero con unas argollas de plomo afianzadas alrededor de sus tobillos y destinadas a lastrar las posibilidades atléticas del tipo en cuestión. Luego se descubrió que las "ultrazapatillas" producían cáncer y los consistorios debieron conformarse con habilitar ese terreno para el paseo de fumadores irredentos. Eso sí: al final todos suicidas y arruinados por su vicio, se desmantelaron los límites artificiales que salvaguardaban esas pistas y los coches recuperaron un espacio anteriormente propio.

viernes, octubre 23, 2009

CRIATURAS ESPECIALES


La observo sentada sobre la acera, al borde de la calzada, ocupando espacio con los pies sobre el carril bus. Va de negro, lleva un bolso de saco y guarda silencio. Espera a alguien, lo sé, aunque desprecia el paso de las horas. Parece un muñeco, una marioneta sin manipulador, una promesa desventrada y, sin embargo, asemejarse a algo o a alguien no supone condición adquirida obligatoriamente… Todos los autos que circulan por allí, turismos y transportes públicos, sortean su presencia. Y, si evitan el uso de la bocina, es porque, en realidad, no la ven. Se asombran más tarde porque no hay obstáculo ante sus ojos y, a pesar de ello, modificaron la trayectoria habitualmente seguida por los que transitan en esa dirección. Además, cómo iban a saber que ella, a quien le da igual la vida también, permanece de esa temeraria guisa porque sabrá encarnarse cuando convenga y espantar vengativamente al tipo con quien tuvo tantos horrores, y aún ausente… Corre el riesgo porque está muerta, es un fantasma urbano. Yo lo sé… Sí, yo lo sé porque todos los difuntos deambulan con o sin asuntos irresueltos durante las fechas que separan a octubre de noviembre. Es cuando se representa el Tenorio y los anglófilos hacen ruido con sus calabazas incandescentes. Ella es un ánima más, les digo, y yo soy otro cadáver. Perecido pero en trámites de absoluta y definitiva mortandad.

miércoles, octubre 21, 2009

TAMBIÉN POR CANDELA


Mentiría si dijera que, de entre mis sentidos, es el olfato el que ejercito con más éxito. Sin embargo, hace un minuto, viniendo de la cocina hasta la sala de este piso nuestro, mientras convocabas a Morfeo a fin de reposar felizmente, te reconocí acompañándome… Nada digo de desdoblamientos ni de otras presencias paranormales. Es que el aroma de esos pitillos que fumas, los de todos los días, los que, sin duda, pasan desapercibidos para mí después de la incandescencia habitual y propia de antes o después de las comidas, quizás como otras veces, columpiándose sobre las moléculas de aire en ese momento estanco porque las ventas permanecen cerradas- el otoño reclama ya su óbolo de austeridad y abrigo- esa emanación, digo, ha sido detectada por mi pituitaria. Es un olor que no identificaré como pigmento que te represente, pero, sin ser tu perfume, sin resultar fragancia personal o artificial que constituya seña o razón de ti, ahora es la prolongación de los besos con los que nos hemos dado las buenas noches, de los abrazos, del cariño, en fin, sin aspavientos ni otro exceso sentimental. Fue la ocasión para la ternura última de todos los días y reconocerte aún conmigo, puesto que reconozco tus rastros, porque sé de los entresijos de todo lo que supones, me llena de contento. Yo no sabré expresarte mi amor tan a menudo como a ti te gustaría, ya sabes que los hombres somos de un solo aserto y, dada nuestra palabra, semejante al monolito que siempre está a la vista- constante justificado por nuestros propios actos, según confiamos- descartamos abundar en lo que, por otra parte, vosotras necesitáis tanto. Así que, sin oropeles, sin ecos de las voces de los poetas, nada más y en breve, TE QUIERO… Por cierto, ¿me das fuego?

martes, octubre 20, 2009

ROMANCE DE LA BOLSA DE CARREFOUR


La simpatía, conviene, es eficaz la risa y cunde la vida cuando gracias a la parodia irónica se habla de lo cotidiano: he aquí una muestra.



Romance de la bolsa de Carrefour


Por Antonio Burgos. ABC. 06- 09- 2009


GUARDE silencio la oferta del yogur sin calorías. Que se pongan negro luto azúcar y sacarina. Media asta en los envases de dos litros de lejía. Pongan cara de tristeza las cajeras en su línea. Crespón negro al detergente y otro a la pescadería: que tome color carbón la plata de las sardinas; lloren lágrimas saladas cazones y pescadillas. Y que el rojo del añojo que hay en la carnicería tome tintes funerales, sea de lomo o sea costilla. Que todas las marcas blancas se pongan negra mantilla. Se acabó lo que se daba: no hay más bolsas gratuitas, bolsas del Club Carrefour, bolsas útiles, divinas, que luego para mil cosas en tu casa te servían: para guardar ropa sucia, para guardar ropa limpia, para tirar la basura, para mil cosas distintas.
Yo vengo del Carrefour, que era una gloria bendita, con los precios más baratos y las ofertas más lindas, los detergentes más limpios, las fregonas más lucidas, las lechugas más romanas y las mejores endivias, las sandías siderales y los pepinos que envidia le daban a los maridos, que no sé en qué pensarían, pues al verlos las mocitas de rubor enrojecían.

Yo vengo del Carrefour, ay, yo no sé por qué iría. El alma traigo en los pies, desolada y decaída. Otras veces esta vuelta rebosaba de alegría. Venía con veinte bolsas a cual mejor y magnífica. En la una las gamuzas que el polvo atrapan y limpian; en la otra, los yogures; en una más las delicias de las latas de caballa, de las marcas más eximias, el café Catunambú, aceite de La Masía, el queso del Caserío, la Nutella y la Nocilla, los filetes de ternera, las buenas latas de piña, cerveza de la Cruz Campo con caballo que relincha porque es «sin», Kaliber llaman, y ocho latas me traía. Otras veces que ahora evoco yo del Carrefour venía con bolsas como tesoros y al llegar a la cocina era Jauja lo que entraba en cada bolsa que abría. En la una el cilibán, limpia cuanto te imaginas; en la otra tres gamuzas, siete kiwis, tres bombillas de esas de bajo consumo que ahorran tanta energía, y en otra más cocacola que hay en la América misma, en esa versión que es ligth, ni azúcar ni cafeína.

Ya vengo del Carrefour, y lágrimas me caían, de nostalgia inconsolable cuando llegar a la línea de la Caja Diecinueve, que es mi caja preferida, va y me suelta la cajera, va y me dice así la niña: «Lo siento, ya no hay más bolsas, porque el aire contaminan y el agujero de ozono llega de aquí a la Argentina, que esas bolsas puñeteras no hay forma de destruirlas, duran más que duró Chaves presidiendo Andalucía. Por eso no habrá más bolsas -sigue diciendo la niña-, porque ahora son reciclables; las damos de cortesía, estas bolsas fabricadas sin daño a la ecología para que así se acostumbren los pepes y las marías, y se hagan a la idea de que dentro de unos días tendrán que comprarlas ellos, medio euro una valía, o que las bolsas de casa cada uno las traía, cada cual se las componga, que no hay más bolsas dañinas; lo llevas con las dos manos lo que has comprado, alma mía, o con dos co...ntenedores de compras de la familia, y al que así Dios se la dé, San Pedro se la bendiga».

En cuanto he llegado a casa he buscado en las reliquias del armario donde guardo los diarios de otros días, y allí te he encontrado, oh bolsa, oh querida bolsa mía, oh bolsa del Carrefour, bolsa de toda la vida, tan blanca, roja y azul, tan preciada y tan precisa. Te voy a poner un marco, oh bolsa, ay, bolsa mía, como un recuerdo de antaño, como parte de mi vida, evocación de los tiempos en que por la ecología no te daban el por saco que ahora en Carrefour se estila. Esto parece un atraco: «Venga, la bolsa o la vida». Esta bolsa sin Nikkei ya en ningún sitio cotiza; ni en Madrid ni en Guolestrí tuvo nunca esta caída. En Carrefour no dan bolsas, ¡me cago en la ecología!


miércoles, octubre 07, 2009

MONEY FOR NOTHING


Don Juan Andradas fue mi primer maestro. Aquel, en Cabanillas del Campo, provincia de Guadalajara, quien enseñaba a chavales de primero a octavo de la primaria de entonces. Todo en la misma aula y en horario de mañana y tarde. Luego, al cabo del tiempo y a este lado de la orilla del río de la vida, gracias a su magisterio, a la voluntad y el esfuerzo de mis padres y conforme a la gestión de las cartas que recibí al nacer- el profesor José Antonio Marina explica a sus alumnos y yo lo recuerdo siempre, que, todos, recibimos una mano de naipes cuando llegamos a este mundo y no importa si son más o menos propicios de por sí para el triunfo: lo que cuenta es saber jugar con lo que tenemos- digo, entonces, conforme a la gestión de esas bazas, soy lo que podría definir quien me conoce: para unos un gran tipo para otros muchos el ejemplo de quien deja demasiado que desear. El caso es que yo no me siento magnífico pero, si sumo mis bondades- que existen- doy juego… Pero traía a colación a don Juan, ya fallecido, porque, en una ocasión, ausente algo más del tiempo estipulado para el recreo matutino, supo, ya de regreso, conoció el desdichado lance protagonista del cual, entre otros, hay que nombrar al señor que redacta lo presente. Sucedió que, envalentonado por la inconsciencia, bobo de baba por creer que si no me veían tampoco iba trascender el hecho, por imitación absurda, salté por la ventana a los jardines de la escuela con el consiguiente riesgo. Es cierto que el edificio era de una sola planta pero, además de intervenir en una memez- quien diga travesura pretende conciliar lo inconciliable- corría el riesgo de haberme hecho daño por una mala caída. Por lo tanto, no voy a decir que recibí una sonora bofetada porque, si soy riguroso habré de llamar a las cosas por su nombre: fue una “hostia” como Dios manda. Una descarga contra mi rostro- y contra el de los otros pandilleros- que supuso una señal, un aviso, y la sospecha de un soplo de amargura advertida en los asustados ojos de mi maestro. Una expresión que temí porque me daba alas para considerar que aún habría más. Y no, precisamente, un escarmiento del tipo “yo te parto la regla de madera sobre el lomo”, sino tornándose riguroso a la hora de calificar los exámenes, cercanos, con los que se cancelaba el curso. A mí me dolió en la estupidez, me dolió en la carne de mis padres de los que esperaba una respuesta muchísimo más severa y sufrí a ojos hiel lo que creí catástrofe académica: un abismo para quien era estudiante cuyas calificaciones estaban generalmente valoradas con una media de notable. Además, suspender Lengua o Matemáticas, por aquellos días, era tanto como firmar el alistamiento voluntario para repetir curso… Pues bien un trato así hoy, hubiera merecido el juicio de acto violento e injustificado, arbitrio antipedagógico, etc.… Intolerable pasado que llama a los adalides del buenismo en pos de una refriega libertadora y cauterizante. Porque ellos, los que pregonan “vamos con palomas y ramos de olivo que detendremos a los malos”, a la hora de desautorizar lo que no les gusta, arramblan cual ejercito inmisericorde de la verdad única. Hombres y mujeres, al fin, que evitan el contexto actual, que no quieren admitir que vivimos en el otro extremo. En el templo del desacato, cuando no humillación bárbara, donde rezan con palos igual alumnos que padres. Esos mismos que utilizan a sus criaturas para obtener ventajas durante los procesos de divorcio y “solución al exceso de amor eterno” que se juraron antes de ingresar en las trincheras donde se parapetan acompañados de los leguleyos a los que pagan. Y siendo así que, ni tanto ni tan calvo, los profesores despotrican contra las familias, los padres acusan a los profesores y los alumnos se pasan por el forro a los unos y a los otros. Viene el del sindicato de estudiantes asegurando que todo es culpa de los fascistas y de este sistema heredero de Franco. Llegan los de la asociación de padres “efe”, por ejemplo, y claman porque con un único modelo de educación, que ha sido de izquierdas, en lo que a los años de democracia incumbe, no se puede y por eso mismo nos va como nos va. Y en los debates, esas reuniones radiadas o televisadas donde se supone que comparecerán distintos representantes y especialistas, portavoces con una sensibilidad atenta al intercambio de soluciones, solo se escucha al que ladra más… Por cierto, como en los foros de internet… Luego, desde cada minarete, llega la salmodia conocida. Que hacen falta más medios y dinero para la enseñanza, mejores horarios para que los padres puedan conciliar sus responsabilidades y aspiraciones laborales con sus obligaciones paternales… ¿Y los hijos? Los hijos siguen descojonándose como marranos en el botellón de las siete menos cuarto. Porque ellos no tienen ningún problema. Crecen sin cortapisas, conscientes de sus derechos, acostumbrados a tener lo que se les antoje, hagan lo que hagan, e ignorantes absolutos cuando se menciona la palabra “deber”. Pero reciben, como en el título de la canción de los Dire Straits, MONEY FOR NOTHING, dinero por nada: todo por nada. Todo para que no molesten. Todo para que se entretengan y no den la lata. Todo para que los tengan guardados en el colegio, en las academias, en las escuelas deportivas o en cualquier lugar habilitado donde los reciban mientras estorban o llega la hora en la que puedan ser atendidos. Y sí, son los agentes del caos. Porque padres y maestros se sienten antagonistas e incapaces de dialogar: los profesores hartos de batallar contra molinos que son gigantes, lo que les lleva a la desidia, y los padres ausentes de toda otra preocupación que no rime con apariencia. ¿Para cuando la noticia de un colapso tutorial provocado por la afluencia general de padres, semana tras semana, interesados de verdad en la suerte escolar de sus hijos?… No, que nadie me venga con pamplinas del tipo, “pues mis padres me quieren mucho y mis maestros son los mejores”. Hay lo que hay, y esto es un mundo de cabestros. Un mundo donde la diversión es el cotilleo y la estancia en un gran centro comercial… Ay don Juan, menos mal que no ha llegado usted a ver esto, menos mal. Se hubiera muerto igual, pero de asco al enterarse. Yo le debo los cimientos de mi vida, y aquella bofetada, querido maestro, no fue más que un desesperado sopapo: luego, sí que ha dado cornadas la vida.

martes, octubre 06, 2009

EL POSTRE


Sí, es verdad. Aquella tarde hice todo lo posible, incluso derramé mi copa sobre tu blusa por ver si, gracias a la confusión que se produce tras un accidente tan propio, lograba advertir sobre la parte desnuda de tus pechos el famoso lunar color canela del que tanto me hablaban los amigos. Juraba en especial uno de ellos, que dijo te había visto desnuda duchándote después de un partido de badgminton, que era como una luna en órbita. Pensé en las areolas tuyas como en el disco planetario más hermoso o, por lo menos, deseable como ninguno… Sin embargo, solo después de acostarme contigo salí de mi error: era un sistema de doble estrella sobre el volumen universal de tus senos y el astro, con relieve, con dureza de alfanje, casi con sentido propio, era a su vez centro de la galaxia de una voluptuosidad indiscutible: doble centro, doble espada, doble prominencia de chocolate.

¿Me puedo pedir el postre ya?

sábado, octubre 03, 2009

TRENES


Los trenes, las estaciones, el olor a carbón, a gasoil impregnando la grava del balasto, los viajeros, los bancos de madera donde sentarse y los grandes vestíbulos en las capitales, esa ciudad dentro de la ciudad donde unos entraban y otros salían a la orden del magnético requerimiento de la prisa, hoy razón de enloquecida velocidad, mientras algunos más contemplaban esa latencia humana a mordiscos devorando un bocadillo de mortadela. Los trenes lentos, sucios, abarrotados sí, y, sin embargo, umbral indiscutible de la aventura… Fíjense que, de niño, hice de las estaciones el parque temático donde pasaba las horas feliz, bien abastecido de pipas y atento al anuncio de la llegada de tal o cual correspondencia. Tengo, incluso, un recuerdo romántico, agradable y triste, luego de muchos años de apearme y pasear por los andenes de la estación de Medina del Campo, en Valladolid. Hasta resuena en mis oídos la voz del empleado que se encargaba de la locución dando aviso y detalle de todas las circulaciones. Sin embargo- de ahí el poso de contrariedad al que aludo- la tecnología y el comercio, las necesidades y exigencias de una sociedad que demanda nuevas red es de transportes, las estrategias y prioridades de cada administración, han relegado a este antiguo e importante enclave para la distribución de viajeros y mercancías entre el norte, el centro y sur de España a la categoría de desolado y nostálgico mundo perdido…. Conocía los nombres, los colores, la composición de cada convoy, el sonido de las locomotoras y sus sirenas. Me imponían las grandes máquinas de tracción diesel, como las del Expreso Costa Brava con destino Zaragoza, Lleida, Tarragona, Barcelona, Girona y Port Bou, sobre todo al estacionarse en el anden primero de la estación de Guadalajara, ciudad en la que residí. Un punto o parada comercial dentro de la línea Madrid Barcelona que recuerdo con simpatía, sobre todo antes de su reforma: la sala de espera, con acceso posterior al puesto de venta de tabaco, revistas y periódicos, era un lugar prácticamente inhóspito y sin otro atractivo que los libros allí visibles, en el expositor del quiosco. Tras la vidriera todo el glamur de la novela negra europea volúmenes de Simenón y Ágata Christie. Pero nada más. Aunque busqué otros títulos y autores, nada. Nunca pude dar noticias de variedad sobre aquellas estanterías… El caso es que puedo contar batallitas de viajes, adioses, recibimientos, y narraría en tiempo y hora las vicisitudes de la modernización de los coches y servicios, durante mi adolescencia y juventud. Proceso cuyos resultados son la eficiencia y corrección actual, la excelencia de horarios bien cumplidos, distancias que se cubren en mucho menos tiempo con mejores condiciones de destino que las del avión e intenciones ecologistas. Hoy tomar un tren es desplazarse cómodamente sin otro horizonte de incertidumbre que el derivado de apostar por un minuto de anticipación o demora hasta llegar a destino. Es verdad que los operarios de la Renfe siguen siendo tan ineptos como de costumbre, incapaces de dar una información- ni correcta ni incorrecta- cuando las contingencias de la vida o el azar sumen en la perplejidad al pasaje, por no decir evidente perjuicio. Pero los trenes son limpios- menos los lavabos porque son muchos los marranos y marranas con plaza y asiento en cada coche-cómodos y rentables. Nada que ver por tanto con esa gozosa efervescencia que provocaba viajar en aquellos tiempos: aún contando con las evidentes penalidades experimentadas. Y con esto no quiero decir que cambiaría las tropelías de un tiempo pasado por la asepsia actual. El misterio y la emoción que tuvieron los trenes era un añadido compensatorio estimable y, como a la fuerza ahorcan, obligados al contrato de las tartanas dichas, un momento de humanidad,-para bien o para no tan mal, pero sin duda memorable- obraba como lenitivo. Así es que me atengo a lo que hay, ya que no puede ser de otro modo, sin menoscabo de decir lo que parece obvio: no todo paso hacia delante es el de un camino que nos permita continuar indemnes. Algo se ha de pagar a cambio, lo sé, de modo que, por lo menos, nos queda la constancia de reconocernos en esa parte del espejo de nuestra propia vida. Lo único que lamento es haber tenido que prescindir de una tarde de ferrocarril. Ya no te dejan pasar a los andenes y si lo hacen avistas los convoyes allá a lo lejos salvo que seas uno de los oportunos usuarios. En fin, ver, apreciar poner los propios sentidos en juego para conocer, quietos o en marcha, mirar como se empequeñecían hasta desaparecer conforme la guillotina del suelo cercenaba topando con los cielos toda visión o acto final de un ciclo. Trance siempre originado en el anuncio de la llegada de ese mismo tren- ¿acaso no son los mismos trenes si se van cuando regresan?- la proximidad de un Tren Tranvía, de un ELECTROTRÉN, de un TER, de un TALGO o de un EXPRESO: verles entrando en agujas, comprobar que el carril, la vía donde acababan estacionándose era la que uno previó- en caso de desconocer antes esa particularidad- el fin de la marcha para que los viajeros que lo dejan y los que lo toman puedan hacerlo con tranquilidad y diligencia. Y, como plato definitivo la orden de salida dada por el factor conforme al protocolo previsto, el arrebato de sirena o despedida y el "entortugado" inicio y abandono de ese guarecido lugar bajo la marquesina ferroviaria que había ocupado el tren hasta ese momento. .. En fin, cosas de aficionado, pero, ¿no relataría con igual pasión un acontecimiento vivido, por ejemplo, el amigo del balompié de los Gento, Kubala, Di Estéfano o Lapetra?

jueves, octubre 01, 2009

LA NOVENA POR SORPRESA


Escucho a través de la tele y veo la interpretación de la Novena sinfonía de Beethoven. En el teatro Monumental de Madrid, por la Orquesta y Coros de RTVE dirigida por Adrian Leaper y con la participación, como solistas, de la soprano María Espada, la mezzosoprano María José Montiel, el tenor Vicente Ombuena y el barítono Rodrigo Esteves. Es el VII Concierto Homenaje a las Víctimas del Terrorismo presidido, en esta ocasión, por los Príncipes de Asturias… Y me emociono como si fuera la primera vez que escuchara la gran obra del Maestro alemán. Lo confieso sin pudor, tanto como para llegar a las lágrimas… Mientras dejo que la música entre por todos mis poros pienso en los ejecutantes, en el director. Las cámaras ofrecen primeros planos que abundan en el detalle. Un dedo que pulsa una cuerda, los carrillos de los rostros de los intérpretes de la sección de viento llenándose de aire, las manos del percusionista sobre los timbales… Tengo la sensación de ver en ellos, en la orquesta, como la música se encarna. Toma los cuerpos de los profesores y profesoras y, al ser uno con los instrumentos de los que se valen para colaborar en ese bien superior que es la sinfonía, llega a manifestarse de manera visible… La confianza entre seres humanos, la voluntad de participar en un logro común y el grado de felicidad que sobreviene, sobre todo una vez culminado el proceso, ofreciendo el producto artístico- en este caso- permite efectos de humanidad tan deseables como los que querríamos para la vida cotidiana… Disfruto de la ocasión. Ha sido por casualidad, desconocía la programación de este evento. Subo el volumen del electrodoméstico hasta el máximo porque deseo ser el destinatario único de lo que sucede. Quizás que la casa se impregne también de algo como sagrado que entiendo equiparable a la excelencia administrada sin filtros, sin reservas, en aluvión: tal cual se produce y en las dosis necesarias para emocionar, para hacer de nuestro ser sensible un ente mejor dispuesto, mejor encaminado… Entran en casa y aviso a fin de evitar la celebración de los saludos con el gesto universal de pedir silencio. Son los últimos minutos… Qué reconfortante impresión apreciar la belleza en lo que uno percibe como hermoso: parece una redundancia, pero existen demasiadas loas a lo preciado por persuasión o auto convencimiento. Conviene, sin embargo, saber en carne propia que lo vibrante dejó de ser partitura para oficiar como resonancia de vida. El auditorio aplaude entusiasmado. Yo apago la tele porque me esperan y quien me aguarda merece lo más cariñoso de mi atención.








martes, septiembre 29, 2009

EN LAS SILLAS


Soy partidario de las sillas si de reposar o atender cómodamente una tarea de mesa se trata. El sofá o los sillones, para dormir la tele en todo caso. Por lo tanto, si digo que soy muy de sentarme, nada más corroboro lo afirmado en un principio. Sentado escribo, sentado leo, me siento para contemplar el tránsito urbano, me siento para apurar el horizonte marino y sus misterios. Me siento en los autobuses, en las plazas, en los bosques, en los parques, en los bares, en los templos o en la consulta del médico. Para lo anterior, oficinas de finanzas, administraciones, concentraciones humanas en fila a la espera de algo que se persigue o cual aglomeración multitudinaria, son lugares u ocasiones que cuentan con mi repulsa… Siempre aprecié, de Guadalajara, el gusto urbano que da lugar a una disposición arquitectónica o distribución de mobiliario que permite pararse y aposentar las nalgas en contra de la aceleración constante, propia de las ciudades modernas. Designaré el Jardinillo, los parques de la Concordia y de San Roque y todos aquellos otros más modestos, parques de barrio, donde se hace la paz y los vientos que provocan las aspas del reloj de cada uno soplan con menos vehemencia. También aquí, en estos predios que divide el rio Vinalopó existen espacios donde hacer un alto en el camino supone tanto como detenerse y reposar sentado. Disfruto en las ciudades que proporcionan al ciudadano algo tan simple como económico. Realmente gratuito. Como este verano, disfrutando de unos días de asueto en Santander. Experimenté la reedición de una experiencia deliciosa aunque no desconocida: la emoción del mar cantábrico, bravo y azul, durante un magnífico día de sol y arena. Finalizaba agosto y fue mirando hacia el otro lado de la bahía, el de la ciudad, frente a la isla de Mouro, la del faro, desde las playas de Somo. Un bien inconmensurable… Así que, de piedra, de madera o de metal, mejor a la sombra, sea el suelo que se pisa de asfalto o no, como atalaya y prácticos para la lectura si lo que conviene es viajar mediante esa máquina del tiempo que es un libro, todo asiento es bueno, es humano y comulga con la buena vida. La misma que considero al llegar a casa y felicitarme porque las sillas aún aguantan

Y, ahora disculpen: voy a sentarme.

sábado, septiembre 26, 2009

¡SOY RUBIO!


Acaban de solucionarse mis problemas de alopecia…. Bueno, seamos claros, calvicie pura y dura. Por fin presumiré de pelos todo orgulloso de tener una cabellera frondosa y bien engrasada. La verdad es que con los cuatro pelitos- sí, dos- a lo Filemón Pi que nunca he guardado bajo una boina, acudir al tenderete del individuo “manostijeras”, profesional y oficiante de rasurados varios al que acudo desde siempre una vez me instalé en esta ciudad, era del todo innecesario. Más hoy, voluntariamente impulsado a la jarana matutina del sábado en la calle pues me convenía- eludir las tareas hogareñas correspondientes, seguramente zafarrancho de limpieza es una baza que siempre me reservo- regreso triunfante y pavo como pocos.

He de decir que tampoco escapaba con intención de visitar al "jardinero de aterrazados capilares", sin embargo era una excursión bien programada. No hace mucho me enteré de las señas de un “segador de azoteas” con fama de alquimista. Decíase que obraba milagros y además en su poder la fórmula exacta para recuperar la alegría. Como quiera que deseara yo, con unas ansias dignas de mendigante tras un mes de abstinencia forzosa, hacerme un sitio entre los melenudos del mundo- igual no tanto- con todo por ganar, pensé, y sobresaliente en pruebas fracasadas para recuperar mi flequillo, acudir a la cita, la verdad, expectante, era lo que tocaba...

Y ocurrió que, justo antes de sobrepasar el umbral sin cortinajes del “tipi” o patíbulo comercial donde el hombre blanco- y el rojo y el amarillo y el negro también- “perder su cabellera”, otro parroquiano exponía el “arcón de sus meninges” al arte popular y rebosante de afeites- y que lo diga- de “Mike el navaja”. Me sorprendió, eso sí, el atuendo del barbero. Vestía como si se dispusiera a destripar un automóvil y, aún así, no me cupo la menor duda: si, extravagancia, pero tendría una explicación.

Enseguida se puso a la tarea. Apartó mechones del cabello del cliente a la altura de las sienes y luego, con un destornillador, aflojó los tornillos que… ¡sí!, mantenían fijo el cuero cabelludo y enroscado a una base de metal que supuse a su vez fija en el hueso y cubierta del cerebro correspondiente a la persona que continuaba reposando sobre el sillón de operaciones…

Casi grito… Luego, usó aceites repasó engranajes, sustituyó válvulas, ajustó la disposición de algunas piezas y, del mismo modo que hubo empezado, terminó. El tipo pasó a la ducha- debajo de los paños de la barbería solo un tanga- y yo al bar. Era necesario que me emborrachara primero ya que así resultaría anestesiado para recibir sin daño unos implantes similares.

No creo que sea legal, pero, de momento: soy rubio.

jueves, septiembre 24, 2009

UN ASUNTO DE MALA LECHE


UN ASUNTO DE MALA LECHE

Esta mañana pensé en archivadores. Esos muebles, generalmente metálicos, que hay en las oficinas, con voluminosos cajones ideados para guardar documentación en carpetas. Y los relacioné con piezas de cañón, como en los galeones de guerra de piratas... Vaya usted a saber que nostalgia de la Isla del Tesoro o de los Monty Python me conmovió entonces. Por cierto que lo de recordar a los segundos, me refiero a la cuadrilla de geniales cómicos ahora de actualidad en las carteleras de Madrid, mediante la versión musical de una de sus celebradas películas- LOS CABALLEROS DE LA MESA CUADRADA-, es por el glorioso cortometraje con el que se inicia su film EL SENTIDO DE LA VIDA. Se trata de las aventuras de una vieja compañía de seguros que se hace a la mar de las finanzas con edificio y todo. Bien, pues es en esa historia donde los archivadores funcionan como artefactos artilleros. En fin, fantasía y apelación a lo absurdo de la vida, como lo es, más que extravagante o contrario a la razón inconcebible, que los ganaderos gallegos, ofuscados por el giro económico que se viene produciendo desde que la “crisis” es el monstruoso parásito que condiciona todos nuestros actos, derramen hasta 60.000 litros de leche. Se quejan de los precios que paga la industria, según ellos, ahora mismo insuficientes considerando los costes de producción. Un acto espejo del producido hace unos días, cuando otros ganaderos europeos vertieron tres millones de litros en esta misma sintonía de protesta. Y si digo que actuar así supone emparentar los deseos de justicia con la basura, es porque nadie en su sano juicio- o cualquiera abducido por su propia barriga- admite que, desperdiciar un producto de primera necesidad, nutriente básico y ausente de la dieta de muchos necesitados, pase por ser el medio justificado como legítimo si se atiende al fin que dicen perseguir los responsables de tal desafuero. Sí, también en España… Tendrán razón quienes se han comportado como se relata en los diarios para manifestarse y plantear las demandas que correspondan, pero, su mercancía es un alimento y si de verdad consideran que da igual venderla para su comercialización que tirarla, que protesten, todo lo que deseen, pero regalándola. Que el beneficio y altavoz de lo que reclaman sea a la vez el gusto por solidarizarse con otros semejantes. Que, por una vez, lo que se entrega en aras de paliar tanta desgracia, sea algo de lo que tenemos y nos importa y no las migajas que quedan en el mantel. Que anuncie su retorno la lucidez y acaben todas las imposturas porque no es una cuestión de “buenismo” como el practicado por el presidente Rodríguez. No una oleada de caritativo impulso. Nunca otra cosa que obrar con justicia cuando lo que se exige es justicia. Otras conductas desacreditan y destapan lo que podría ser nada más un ejercicio de lucro. Pareciera que los ganaderos, como los jugadores y entrenadores de baloncesto protestando al árbitro hasta que este les sanciona y cambian los criterios hasta ese momento contemplados, invirtieran en pérdidas para lograr que, lo que sería un beneficio menor- no negativo- devenga en agravio tolerable. Por lo tanto no le extrañe al lector, no piense que desvarío si pienso en archivadores que bombardean denuestos de pestilente metano a las gentes capaces de generar noticias tan amargas. Mientras continúen en este empeño, en este combate que es de insultante humanidad merecen la desautorización y la inflexible critica. Se les señala con razón y, al menos por mi parte, apunto contra sus molleras una andanada de coscorrones aromatizados con los pedos de las propias vacas cuya leche acaban de dar al asfalto.

miércoles, septiembre 23, 2009

CARRIL SOLO ELLA


Fue durante aquella centuria en la que abundaban las liebres mientras que las tortugas- aún reconocidas por su protagonismo desde que Esopo las considerara como ejemplo- quedaban al margen del mercado, cuando sucedió lo que, a fecha de hoy, se tiene por leyenda urbana según los que niegan la extraña realidad de lo que aconteció.

Vivir de una manera trepidante, como decía, era obligación sin refrendo de ley porque nunca se necesitó la norma. Por fuerza, desde el amanecer a la puesta del sol, vivir era correr, ir y venir, proponer y admitir lo ajeno a más revoluciones que las observadas en un vehículo de fórmula uno. Mandaba el culto a lo temprano- juventud contra la muerte- y el tinglado de la economía armó las grandes ciudades para convertirlas en mercados y autopistas. Los que progresaban, por vitalidad o costumbre, los que se sostenían, permanecían en la cresta de la ola y los demás, sin presa que les sujetara a las crines del caballo, cayeron dando fe del polvo de los caminos aún sin asfaltar.

Y ella, Mailen* afrontaba las exigencias del día a día, como cada hijo de vecino. Tan pronto laboraba con eficiencia de contrastada profesional, cual presta como lo está el dardo para el pulso del arquero, atravesaba la polución a fin de acertarle al mundo sobre las nalgas. La cuestión es que, inevitables despistes al margen- nadie es perfecto ni perfecta- “porque si no te espabilas te comen”, al volante de su centella a gasolina, pareciera un agresivísimo piloto en busca de la primera plaza durante los entrenamientos previos al campeonato: siempre galopante a todo caucho rodando por la ciudad.

Algunos apostaron, y la fortuna les negó siempre la gracia: es indemostrable todavía y, por lo tanto, incierto, que de tanto pisar el acelerador, atravesara el chasis con el pie a la altura de los faros.

No debió extrañar entonces que deviniera el hábito en especialización sobrenatural. Cuando alguien, incluso inconscientemente, hace por que suceda, el prodigio puede ser obrado. Un empático sortilegio cuyo origen estuvo en la cólera, en la irritación que sufría Mailen al ver que, un día tras otro, el tráfico ignoraba sus deseos y necesidades.

Poco a poco la máquina- me refiero “al haiga” conducido por Mailen- sometido a los caprichos de una mano invisible que actuara, eso sí, conforme a los humos de la misma mujer de la que hablamos, moldeaba la chapa, como quien esculpe en piedra pero a una velocidad inimaginable, hasta perfilar la criatura: una fiera de metal tan consistente que de verdad imponía.

Unas veces era un dragón, otras una serpiente con cascabeles cuyo sonido se asemejaba al de la peor tormenta, incluso, dicen, que se vio avanzar con chispas en las garras por toda la avenida al más feroz de los tiranosaurios.

Y, claro, las gentes son seres que se sugestionan con facilidad. Ante la amenaza surgida de no se sabe donde, ceden y se empequeñecen. Por consiguiente y dicho en esta sintonía, sorprendidos y atemorizados, los conductores de por aquel entonces, al unísono, se apartaban dejando sitio: ante el paso de Mailen ni un estorbo.

Con todo esto, ya que lo que pretende el poderoso se advierte enseguida- otra cosa es que sea igualmente sencillo contrarrestar su imperio- el sentido común de algunos y la suma a lo decidido por parte de los que piensan “allí donde fueres haz lo que vieres”, facilito un remedio para el que las urnas sobraban: a un lado los de delante, los demás al otro y listo el carril “solo ella”

Y así fue durante mucho tiempo, sin necesidad ni ocasión nueva de metamorfosis.

Un día, inexplicablemente, como vimos en esa película, REGRESO AL FUTURO, el coche de la muy veloz Mailen, arrancando pavesas eléctricas al asfalto, atravesó hasta la más pequeña partícula del aire desapareciendo para siempre.

¿Dónde fue?

Y qué importa, lo que cuenta es que ocurrió como acabo de narrar. Lo juro, tal y como le he leído a Arturo Pérez Reverte, por HAZAÑAS BÉLICAS

Ocurrió así, les digo. O no.


*Nombre mapuche que significa lo mismo que Fátima: doncella.



lunes, septiembre 21, 2009

PROSEGUIMOS


Cuando uno adquiere compromisos y defrauda las expectativas generadas, ha de admitir como consecuencia de sus actos improperios y denuestos. Y, antes de que estos se produzcan, muchas veces, buscamos la disculpa, la excusa, el argumento que explique lo sucedido mediante el cual podamos solicitar indulgencia. Pero no es el caso, que no llegue la sangre al río, compañeros. Esta publicación se abrió porque el emprendedor a su cargo quería tener un cuaderno sin candados, un expositor de ideas, reflexiones, preocupaciones y fábulas también al servicio de los demás, de cualquiera. Como hacemos tantos en este proceloso mundo. Y, bueno, lo que cuenta es decir algo que a uno le importa decir, en la medida de lo posible con una relevancia digna de mención y atractiva en cuanto a contenidos y forma. Sea como fuere, con cierta continuidad porque, igual que hasta ahora lo que no salía en televisión resultaba inexistente- de hecho internet es intangible pero real porque, de vez en cuando o muy a menudo, sale en la tele- si uno no se mueve en la red seguro que ha caducado. Todo en contra de lo que resulta del tráfico registrado en este cuaderno durante las últimas semanas. En contra, sí, aunque sin certeza de defunción. El cuaderno puede revisarse mientras se redacta una nueva intervención cual- momento pedante de la nota- se revisan los clásicos. Releer piezas antiguas o leer lo que no pudo revisarse en su día... En fin que, proseguimos. Mientras no se de aviso el propósito inicial no ha dejado de ser el que fue.

Gracias.

viernes, agosto 21, 2009

EL VENGADOR OLVIDO


Fue durante la adolescencia cuando leí EL CONDE DE MONTECRISTO, la gran novela de Alejandro Dumas. A partir de entonces apruebo sin reservas la idiosincrasia de quienes idean estratagemas y proceden de un modo, cuestionado a lo largo de la historia, es verdad, sujeto a rechazo y de inadmisible consecución, que entronca, a pesar de todo, con la necesidad de lograr reparo para aquello que no supo zanjar la Justicia. En resumidas cuentas: simpatizo con los que, sin prisas y tras un refinado plan, logran vengarse… ¿Por qué? Atiéndase a lo que sigue… Cuando la ley y el ejercicio de la misma resultan ser fraudulento ministerio, quizá porque el código y su empleo abundan en imprecisiones, dificultades prácticas, vacíos o irregularidades que benefician a quienes están en disposición de afrontar largos procesos, o premian a acreditados malhechores con la libre absolución, según interese al juez a la judicatura o la administración competente, se produce el inevitable trance de la amargura que multiplica el duelo. Y como no es tan sencillo encajar la desilusión, nadie se llama a engaño: surge la necesidad de intervenir y amartillar, sin intermediarios, ese clavo que saque al otro, el que nos duele, desde el principio quincalla corroída y sucia. Además, no es poca cosa la venganza. Devolver con creces una afrenta, deviene en brío que trasciende los límites de la ira para ser en sí la manifestación más ingeniosa de nuestro “reverso tenebroso”. Hacen falta, perspectiva, medios y dedicación. Y, sobre todo, en contra de lo que sucede literariamente- las aventuras de Don Juan Tenorio, valga la alusión como dramático conflicto, pierden interés para mí cuando empieza a perfilarse la hora en la que el sin vergüenza se salva- sobre todo, contumacia hasta el final de los actos. Sin embargo, me entero que se atribuye a Borges, el siguiente aserto: "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón"… El olvido. El olvido como cauterizador de toda ofensa. Abismo que surge tras el justiciero de su propia justicia, cual manifestación telúrica que no admite puentes ni ningún otro tipo de plataforma sobre la que transitar. Y el olvido como medicina cuyo excipiente principal supone el desarraigo, sustraer toda referencia a lo que en alguna ocasión produjera intolerable quebranto: no hay rastros, no hay huellas, no hay caso. Lo diga el CSI o su porquero. Es, no obstante un recurso práctico y especialmente indicado para las personas que carecen de hacienda o financiación. Porque la venganza clásica requiere cierto tipo de inversiones. Levantar un entramado al servicio de aquella maniobra contra terceros que proporcione una satisfacción íntima, íntima e individual, y habilite la comparecencia del ejecutante como autor de la misma, allí, plantado ante el receptor de lo anteriormente urdido- justo cuando este advierte lo tarde que es para nada que no sea perecer- resulta complicado y caro, muy caro. Por eso Edmundo Dantés, gracias a la fortuna del ábate Faria, pudo llevar a cabo lo que anheló desde los calabozos del castillo de If… En todo caso la proposición del genio argentino, al que nombré líneas atrás, es demandante de laureles por su eficacia, idoneidad filosófica, nulo coste crematístico e improbable causa de responsabilidades penales. Por lo tanto, estoy en condiciones de asegurar mi dedicación en exclusiva al olvido: como dorso o cruz del amor, neutraliza las expectativas del otrora socio, cómplice, amigo o amante- si uno logra olvidar antes que quien nos ultrajó- y sana sin necesidad de hospitalización y evitando el concurso de galenos que se amparan en el psicoanálisis o íntimos súper protectores. Gracias pues, al compañero que ha compartido con tantos este bien de viejas voces. En consecuencia, ya lo he olvidado todo.

jueves, agosto 20, 2009

TODOS CON TODAS Y TODOS Y VICEVERSA (y 2)


De modo que, o la Gripe A acaba infectándonos por millones, o las agarradas entre oriente y occidente propician que estallen la madre y el padre de todas las guerras o… o se emprende una loca carrera para conseguir el entendimiento universal: que no están mal las prisas si se llega a tiempo. Ahora bien, respecto de esto último, yo miro hacia las tribunas del mundo y nada me tranquiliza. Me río de la ONU, los gobiernos hace mucho que comenzaron a defraudarme y en las escaleras de vecinos, en las escaleras de vecinos, no encuentro mejores ecos que los de quienes saben, conocen y callan. De los que, dicho en “román paladino”, guardaron silencio como putas. Aquellos encantados de sí mismos, como hicieron ver al ser interrogados por la prensa, al tanto del horror y la tortura que venía produciéndose en el domicilio de una familia valenciana, exponente de tantas otras en España y notoria por el crimen que el pasado día 17 de agosto de este 2009 cometió, en la persona de su marido, la mujer del muerto. Cobardes, digo, a los que la justicia, que tendrá que dilucidar si lo acontecido fue, como parece, acto de legítima defensa, debiera mencionar, señalándolos como ejemplo de lo que no procede- en qué quedan sino los Jesús Neira de la vida, aunque sean pocos- a la par que pronunciarse a favor de una serie de principios de natural observación, mérito, gala de nueva ética y naciente humanidad. En definitiva, un panorama de lo más inquietante. Y si a esta perspectiva le sumamos el porvenir antes expuesto, vamos, de la era de los pisos de treinta metros cuadrados, al periodo de la estrechez: menos de medio metro para cada criatura bípeda y acreditada como del género sapiens, semejante al espacio hábil en uno de esos ascensores “tú y yo”. Un tiempo que, si hay que hacer caso a las históricas inclinaciones humanas, tendencias fatales, merecerá el nombre de edad de la contracción o de los volúmenes absurdos: días de indignidad y pendencia, fechas para batirse con espadas laser y lograr, mediante la oportuna estocada, un nicho vertical en el paraíso… ¿Soluciones? Pues, miro, no me gusta lo que veo, y besar, lo cierto es que, besar, continúa pareciéndome un brillantísimo, triunfante, dulce y emocionante camino hacia donde nos propongamos. Un camino de amor y de gozo, también hacia el final: no nos desangremos, por tanto, los unos a los otros, y perezcamos mejor, ya que de eso se trata- envenenados o a montones- mediante la gran orgía final que tanto monta, monta tanto la del quinto “ce”, como los del primero derecha… o izquierda, no sea que la vayamos a tener.

TODOS CON TODAS Y TODOS Y VICEVERSA (1)


Francisco José Ayala es un biólogo español afincado en Estados Unidos, según leo en un ejemplar del diario El Mundo, edición a la venta el 27 de julio de 2009, donde viene impresa la entrevista que le hizo Alfonso Mateos. Fue, además, asesor de Bill Clinton y está considerado en la actualidad como uno de los mayores expertos en Darwin. Descubrirle ha sido todo un hallazgo y atender a su buen juicio, un seguro de ponderación y equilibrio cual es divisa de quienes, en su especialidad, saben ofrecer los pormenores de la materia que dominan sin alarmismos ni vaticinios catastrofistas. Por ejemplo. Interesado el periodista acerca de la capacidad del ser humano para alterar el medio ambiente en su propio beneficio obtiene una respuesta encarecida y, no obstante, sin reservas: “Tal vez es mejor ser positivos. La especie humana ya no se adapta al ambiente cambiando sus genes, sino que cambiamos el ambiente en función a las necesidades de los genes. Seguimos siendo animales tropicales, necesitamos una media de 24º C o 25º C para funcionar bien. Sin embargo, hay personas que viven en sitios muy fríos. No han cambiado su filosofía han transformado el ambiente con la ropa y la vivienda. Sin alas, volamos mejor que los pájaros y viajamos por mares y ríos mejor que ningún pez, porque manipulamos el ambiente según nuestras necesidades. Tenemos esta gran posibilidad de cambiar el ambiente y utilizarlo para nuestro propio beneficio, y eso nos hace responsables por la gran expansión de la humanidad”… Es decir, el problema persiste, nos concierne, es un testigo que nos apunta, sí, pero de otro modo. Porque no se trata solo de sobrepasar el monto crítico de recursos disponibles en el planeta, sino que la suma cuyo resultado corresponde al número total de los que aquí nos hemos juntado, ya nos habla. Urge, con su verbo implacable, a la contención, dice que somos muchos. Que solicitamos a “la madre Tierra” bastante más que el “pan nuestro de cada día”… Así, visto lo que sucede y conforme a lo anteriormente expuesto, para Ayala, establecer el punto, el lugar hasta donde se puede llegar, es complicado. Los avances tecnológicos proporcionarán una prórroga, cierto hueco extra para unos cuantos más de nosotros en el futuro, pero tal consecución supone, nada más, posponer la que se avecina: teniendo en cuenta los cálculos que el prestigioso biólogo hizo unos quince años atrás, contando con la tasa de crecimiento registrada durante aquella época, “mayor que la actual, para el año 2450 habría 30 centímetros cuadrados por persona sobre la Tierra”…

domingo, agosto 16, 2009

UN PEDAZO DE AMOR RODEADO DE AGUA POR TODAS PARTES Y QUE SE VA…


Ella me dio noticias y, sin embargo, no alcanzó a advertir lo que en realidad sucedía. Contemplábamos el inalcanzable horizonte, interesados justo allá donde nuestros ojos obraban cual espéculos ineficaces, al fondo, donde el oleaje pareciera enmascararse confundiendo la noción de arriba y abajo. Fue entonces cuando llamó mi atención para que observara un velero. Estaba a la altura de la isla de Tabarca y el efecto óptico, dada nuestra posición, originaba el absurdo de apreciar un enclave turístico como el alicantino, dotado características náuticas cual las de cualquier embarcación a punto de zarpar. Pues bien, ella se entretuvo con el vuelo de unas gaviotas, convencida de mi recreo admirando la estampa marítima, sin sospechar que iba a acontecer una de esas manifestaciones del poder de lo real verdaderamente asombrosas… Si lo que voy a narrar apareciera con la vitola de ficción escrita, diríase que hace falta mucha imaginación para ofrecer algo así o gusto extremo por algún título de José Saramago. No obstante, la isla se hizo a la mar. Se fue moviendo poco a poco y aquella vela flameó recogiendo la brisa hasta perderse el cayo, desgajado del todo de la plataforma continental, rumbo a quién sabe donde. Yo callé. ¿Qué iba a decir? ¿Quién iba a creerme? Ni siquiera por amor… Por cierto que, hablando de amor y romanticismo, dan en la tele una película que ya habíamos visto. Con Cary Grant e Ingrid Bermang. Una comedia entretenida, simpática y feliz que se llama INDISCRETA. Reparo en los diálogos, una delicia exquisita y aseguro que tal riqueza de lenguaje ya no se da. Enseguida ofrezco mi propia réplica para constatar que tampoco debe haber personajes como los retratados entre la mundanal compaña nuestra de cada día... ¡Pero si a ti no te gusta el romanticismo!, oigo que ella me comenta al entusiasmarme con la elegancia, el lujo, las maneras, el entorno, la gala… Y, claro- otra vez entre la espada y la pared- he de aceptar que, siendo rico, prescindir de todo ese oropel para el cortejo es descabellado. Igual la conquista amorosa es para bien nacidos y acaudalados solamente… Caballeros y damas que se besan mientras la pantalla se funde en negro y, como ya propuso W. Allen en LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO, abandonan el filme dispuestos a gobernar como navegantes la singladura de una isla a vela, espiando los azares de la luna mediterránea. ¿Habré sufrido una insolación o la cantidad de algas que he tragado durante el baño de esta tarde serán, por indigestión, las responsables de todo este aturdimiento mental?

sábado, agosto 15, 2009

TARDE DE MAR EN VERANO


Desde luego, el mar sabe lo que se trae o se lleva entre aguas, sí. Lo he visto… No era una botella con mensaje, el plástico casa mal con el protocolo romántico de la comunicación a ciegas. No, se trataba de un recipiente demasiado grande, de los que los fabricantes ofrecen como medida familiar. Por la etiqueta supe que contuvo un refresco y, puesto que nadie lo reclamaba, se había convertido en un objeto de deshecho abandonado por quienes consumieran su contenido. Por ellos o por quien quiera que fuera su dueño en ese momento. El caso es que, “abducido” en primera instancia por las lenguas de agua que surgen del declive de lo que fue orgullo ondulado, el envase progresó alejándose de la orilla, de, como dice Silvio Rodríguez, la arena: “roca que luego es multitud del agua buena”… Sin embargo, mientras pensaba, tras mi baño, en el imperdonable descuido que culmina en basura, propio de tantos entusiastas del sol por mor de la metamorfosis epidérmica al tueste, la botella acabó varada sobre las ruinas de una fortaleza de ilusión según la arquitectura infantil de toda la vida. La mar desautorizaba ese daño igual que se mostró inflexible con los dos bañistas que perecieron, irrespetuosos y temerarios- dos días antes- al desafiar la ley de la costa y el sentido común: juegan con su vida y violentan la vida ajena quienes ponen en riesgo su existencia al sumergirse en las aguas de un mar embravecido. Con bandera roja no se hace. Aunque incluso hay padres que en tales circunstancias admiten la ruleta rusa de la marejada también para sus hijos… Una pena. Niños que se ven conducidos sin rechistar a, digamos, ritos de iniciación, en el agua, mediante la pólvora, con los toros, sin dejar de ser niños, no adolescentes, sólo niños. Pero era la mar lo que importaba. Su misterio, su belleza, su sonido, su olor, su temperatura, sus tonos y colores. Y ella tomaba el sol, sentada, hermosa como siempre, risueña, desvestida de alegre oportunidad, de encarnable bien y lozanía húmeda. La sal y la luz cifraron, podría decir, el número de su eterna juventud. Así que, estuve tranquilo, contento de estar allí y más feliz que en otras ocasiones por cualquiera de sus besos. Fue como cuento. Es lo que sucede cuando todo lo que podemos advertir se recibe sin reservas y queda con nosotros como el rastro imborrable del amor por la vida.

viernes, agosto 14, 2009

Y SI NO SOY VIEJO, LO SERÉ


Es inevitable. Vivimos, si todo va bien, hasta el cenit de la existencia, físicamente hablando, y luego, luego el declive. Un deterioro que, si todo fuera bien, supondría merma de ese esplendor dicho y oportunidad de sabiduría por edad y experiencia, por acervo, por inteligencia y por sensibilidad bien advertida. Mas, en una sociedad donde prima la fachada, donde carece de interés ser y trasmitir, cuando lo que mola es triunfar a la mayor velocidad posible, desalojar al que ocupó la cima sin piedad y permanecer- quítate tu para ponerme yo- darle tiempo al tiempo y conseguir aprecio y prestigio conforme vamos ahormándonos a la vida, es caso pasado de moda. Ni siquiera es una cuestión de justicia, de merecimientos, sino de apropiación, como cuando niños: “ahora me toca a mí la bici”. Eso sí, confiscar de la manera más cruenta posible al servicio de los objetivos de poder que describía… De modo que se produce una constante negación de lo antiguo y los valores del pasado quedan trasformados en mera sala de exposiciones donde se pueden visitar las reliquias de un tiempo a punto de extinguirse, formas y argumentos, principios e ideas que conviene enterrar del mismo modo que a los viejos les espera la tumba. Claro que, todos estos modernitos babearían de rabia si alguien osara enviar a un instituto de guardia y tenencia para personas mayores- asilo- a Mike Jagger, por ejemplo: a los ídolos y a los dioses, por “matusalénicos” que sean, no tocarlos. Y nombro al líder de los Stones como podría haberlo hecho pensando en cualquier otra disciplina del arte o el entretenimiento, y las personas que por oficio, trayectoria y edad son ancianos respetados y triunfadores. Por lo tanto, como los viejos son solo una parte residual del negocio estorban. Y estorban las manifestaciones de la vejez en el propio cuerpo. Una lástima, todo un rosario de ingratitudes e incongruencias existenciales. ¿Merece la pena, dado que esto es lo que impera, darse al gusto de las multitudes y coincidir en el rechazo a hacerse mayor? No, no y mil veces no, que les den a todos. Por lo menos a todos los que estiman procedente una filosofía como la expuesta. Yo sigo confiando en mis arrugas, en que los rastros que el paso del tiempo, naturalmente, dejan en mi piel, sean ejemplo, faro de una realidad interior rica y merecedora de un futuro sosegado. Vendrán las enfermedades y el dolor último, ya lo sé. Y con todo ello, dignidad aparejada e imprescindible, un universo de otra manera manifestado, un latido que, prescindiendo de unos ritmos, se hace espléndido en aquellos que corresponden ya que se ha llegado a un avanzado estado de la vida. No obstante, si no soy viejo lo seré y no haré nada para que se aprecie lo contrario. Ni siquiera tengo miedo a la muerte. He dicho.

jueves, agosto 13, 2009

MÁS MADERA, ES LA GUERRA


Bueno, vamos a ver… Nunca había experimentado algo así. Pero resulta que, en el caso de haber mantenido reservas en alguna ocasión acerca del gusto que tienen los levantinos por el ruido y la pólvora, ya no me cabe la menor duda. Como dijo Obélix: “están locos estos mediterráneos”. Es como si se hubieran juntado los intérpretes a la batería de las principales bandas de rock duro del mundo y además de reventar los pellejos muy profesionales ellos, admitieran el auxilio de una brigada de artillería que disparara salvas cual se haría en un concurso para dilucidar la pieza que dispara a mayor velocidad. Me dice incluso una nativa, que debe de estar en pleno orgasmo vivido con otros vecinos apostados por las terrazas de los edificios, que es muy, muy, muy bonito. Están, al parecer, abuelos, matrimonios, prole infantil y adolescente, todos echando leña al fuego o deleitándose con los decibelios y la humareda. Claro, luego les pones un aeropuerto cerca y los aviones pasando cada minuto y medio y protestan indignados: “Los aviones hacen un ruido insoportable”, afirman… Pero, se me invita, además, a ver algo que dicen es precioso, espectacular y conmovedor. Se llama la Palmera de la Virgen y, por lo que he visto en fotografías es un disparo de cohetes por millares o centenas de millar, que para el refocile y la explosión no hay crisis que valga, cuyas consecuencias son una lluvia incandescente semejante a las formas del árbol típico de la zona- yo lo veo como un sauce llorón- magnífica, emocionante y sentida. Para los de aquí puede que sea como un lindo desprendimiento de Perseidas con regusto a tueste. No obstante, con cachondeo y todo, parte de este acontecer que dicen festivo supone una dosis de perplejidad y preocupación considerable. Resulta asombroso que, en el ejerció de sus manías, gustos o celebraciones sagradas, la tenencia de material peligroso, pólvora, artefactos que explotan y proyectiles, esté generalizada. Incluso los críos intervienen en esta catarsis de combate. Pareciera que lo indicado es que este tipo de manifestaciones entre salvajes y trasnochadas sucedan con control y acotadas a una zona específica donde pueda disfrutarse por los que gustan de ellas hasta saciarse o morir. Porque, al igual que los toreros en la plaza, ¿qué mejor cosa, que logro y honor más grande que el perecer asaeteado por varas de junco recién empleadas para iluminar algo que debiera estar precisamente en penumbra a fin de ver las estrellas? Y lo que me preocupa también, es ese afán del aficionado a estas o a otras cosas, parece ser que placenteras de la vida, empeñados en que pruebes lo que no deseas, que aprecies bondad donde, en el mejor de los casos tu hayas solo indiferencia, y evites, en el caso de negar la gala o asistir a la misma para después criticarla, todo comentario adverso. Si te atreves a tal cosa eres un ignorante e insensible cabezón y torpe… De modo que, tecleo estas últimas letras, tengo las persianas de la casa bajadas para que entre el aire solo y si sobrevivo a este bombardeo ya me encargaré de comunicarlo. He dicho.

miércoles, agosto 12, 2009

¿Y QUÉ SERÁ DE MÍ?


En una de sus magníficas composiciones, Silvio Rodríguez afirma que, “… el problema señor/ sigue siendo sembrar amor”. Un precioso mensaje. Belleza que se quiebra, no obstante, cuando el acontecer diario muestra hasta que punto puede ser de refractario el mundo e inconsecuente con sus propias necesidades. Por eso es amarga la contrariedad, advertir que, lo que uno no sabe medir es el escaso trecho que existe entre ese procurar semilla para el bien y encontrarse en la encrucijada del rechazo precisamente por obrar a favor de lo que se entiende como bien común. Porque, cuando hay que dar por estimable que la contribución de un ser humilde, el esfuerzo que ha de hacer para contagiar bienestar, justicia y dignidad al planeta y a sus iguales, tiene que ver con lo más próximo, es ahí donde pone, en esa periferia de la vida, vuelca lo mejor de sus dones y, simplemente, quiere. Y sería un empeño fascinante pero no, no es tan sencillo como parece. Cerca, siempre hay alguien que te besará como Judas. Incluso, sin necesidad de patrulla romana que venga a detenerte, profiriendo insidias a tus espaldas, mencionándote para mal, atento a acuchillarte pero para que mueras lentamente. Y para que mueras mientras te besan…

Y aquí es donde puedes acusar a los otros, administrar tu bilis y clamar contra todas las ofensas recibidas, recitar las veces en las que ha sido engañado y, cuando menos, exigir respeto…

Pero es igual, batalla perdida, demasiado tarde.

La culpa es de uno por olvidar que es un desperdicio brindar margaritas a los cerdos.

Así que, aprendida la lección, convendría romper las canciones de Silvio y, ya en el fango, actuar con la misma doblez de tus mentores- allí donde fueres haz lo que vieres, se dice también- repartiendo sonrisas falsas como quien regala cromos.

Sin embargo, como aquel Carabel de Wenceslao Fernández Florez, incapaz de actuar como malvado por más empecinado que fue, yo tampoco sé acudir y relamerme debajo de la máscara. No sé, no puedo…

¿Qué va a ser de mí?