viernes, marzo 11, 2011

SECRETOS



Hace unos días un avezado “monologuista” ponía a mi disposición los secretos de su “arte”. Acto seguido me hizo prometer que callaría incluso más allá de la tumba, so pena de protagonizar uno de esos hechos lamentables que ofrecen en los telediarios de TELE 5: “Parecerá un accidente”, me dijo, y luego observé en él un rictus a lo Marlon Brando en el Padrino que me terminó de convencer. Pensé:”sí, va en serio, no cabe la menor duda... o es el mismo Marlon que se me aparece utilizando el rostro de este capullo para persuadirme”… Porque hay tipos que se sirven de estratagemas así para convencernos. Se llama actuar y lo vemos todos los días en el Parlamento. Todos los días que las posaderas de nuestros representantes y representantas- tantas para unos y tan pocas para otros- son culos, al fin, ocupando su lugar sobre los escaños. Nadie desconoce lo que es un escaño, por cierto, así que los días que trabajan, los parlamentarios, actúan con el culo. Leen la prensa y hacen monólogos, concretamente monóculos. Y cuando les preguntas por el secreto de su actuación te remiten al retrete o a los programas de los partidos que vienen a ser lo mismo. Y si te resistes te prohíben fumar, te exigen que vayas más despacio conduciendo, o hacen llegar a tu domicilio documentos donde se detalla el gasto farmacéutico que haces… “usted gasta un cien por cien más que lo que gasta en botica un tipo de su edad”… Sí, te lo dicen de esa manera, como si no tuviera importancia. Aunque tengas una enfermedad crónica y los doctores que te atienden firmen las recetas de lo que consumes, sí. Tu puedes decirles: “les cambio mi Párkinson por un catarro”. Pero es igual: aspirina para el estornudo, aunque se te caiga la nariz a pedazos por culpa de cualquier alergia. “Si caes ya nos ocuparemos de que parezca un accidente y salgas en Tele 5”… En Tele5 o en La Sexta, sede actual de monólogos y monologuistas. Cosa que no ha de extrañar. Al fin y al cabo, los monólogos verdaderos, sirven para sacar a la luz todas aquellas cosas que ocupan sitio dentro. Demasiado sitio. Y ¿qué mejor escaparate para hacer un subasta de viejos trastos que el de la tele?... A ver, en los monólogos se habla de hombres y mujeres, de falos y gineceos… vale, de pollas y coños, de coches y ropa, de amigos, de niños, de adolescentes, de novios, de viejos… Un modo como otro cualquiera de rebuscar entre la borra del ombligo y repetir cosas que ya se saben. Total, con enlazar una docena de chistes rancios y administrarlos para que vayan apareciendo durante el correspondiente relato del asunto, éxito seguro… O Segura, Santiago, la cara y la cruz, Torrente y los Productores. Y con esto llego a la madre del cordero, a la oveja, al origen del ovillo de lana, a los que tienen y ponen el dinero, a la familia. Porque un monólogo que no tiene éxito, carece de interés comercial, no vende. Y si no vende, quien te contrató para que hicieras el mono, el logo, quien sabe, el especialista, te invita a regresar a tu barrio si no quieres acabar tus días de un modo accidental. Porque la familia, bien lo sabía Don Corleone, o Marlon Brando, o el avezado monologuista que me confesó sus secretos, siempre logran persuadirte de una cosa: es mejor callar; en boca cerrada ni se adentran los dípteros ni resuenan lamentos por unas piernas rotas. Por eso no puedo decirles cual es el resorte para obtener el éxito y el aplauso inmediato. Por eso y porque eso sólo lo saben Les Luthiers.

martes, marzo 08, 2011

CINCO A PARES


En el libro EL MUS DE LOS VASCOS, de Jaime Torner, aparece una sucesión de principios o sentencias relacionadas con el antiquísimo juego de naipes, cuyo conjunto recibe el nombre de POEMA DEL MUS. El primero de esos refranes dice: “Con bunas cartas, Facundo, serás campeón del mundo”. Y, a fe mía, que con eso debieron contar, con la suerte de Facundo, Miguel Gismero y Félix Sánchez, según informa el portal de noticias Guadaqué, al fin campeones del torneo MUS CARNAVAL CIUDAD DE GUADALAJARA. Doble triunfo, además, porque consiguen también el derecho a intervenir como participantes del II MASTER NACIONAL DE MUS, que se celebrará a finales de este año en Valencia. Como quiera que cada jugador de mus o mussolari se tiene a sí mismo como la cúspide de la especialidad en activo, dirán los ganadores que, de suerte nada: pericia y arte, en todo caso. Argumentarán más, no importa quien se dirija a ellos, haciendo valer el punto 23 del citado POEMA DEL MUS: “No toleres a mirones que te quieran dar lecciones”… Por lo tanto felicidades. Felicidades porque toca y porque aún es fiesta. La fiesta de las mujeres, trabajadoras o no. Mujeres con temperamento como las que juegan al mus, pero, ni, ayer, ni hoy ni nunca, absolutamente magníficas como se pretende cada ocho de marzo. Hay, como entre todo lo humano, variedad y convendría sustituir estas jornadas de linda palabrita sin continente- ganas de hablar y perder la fuerza por la boca- por un constante esfuerzo de humanidad que ciertamente supusiera justicia. Nadie ha de erigirse sobre nadie y si los varones hemos monopolizado el mundo hasta la actualidad, arbítrense normas que desmonten cuento abuso se produzca. Apuéstese por la cordura envidando a pares en educación, con el único objetivo de aunar esfuerzos y proporcionar los recursos que correspondan para obtener la excelencia y el progreso a disposición de todos. Pero, sin ese ánimo moderno que tiraniza al ciudadano. Que nos obliga, en vez de enseñarnos y persuadirnos para que hagamos bien lo que hay que hacer bien. Dígannos, y continúo con el mus, cuales son las reglas del juego, mas eviten exigirnos tal o cual postura a la hora de sostener las cartas. De modo que, mujeres sí, hombres sí. Siempre. Incluso los que juegan al mus. Ellas, insisto, también. Porque tengo buenos recuerdos de aquellos días en los que acudí al Hospital Universitario de Guadalajara, donde permaneció ingresada una amiga a quien visité interesado por su salud y para acompañarle. La tal moza, nacida en tierras cercanas a Siguenza- Juana ahora no me acuerdo del nombre de tu pueblo, perdón- es de las de órdago a la grande y practica la “treinta y una” sin piedad. Rival de fuste a la que solía someter, sin embargo, con gran regocijo por mi parte, no lo puedo ocultar. No tanto por superar a una avezada competidora, sino maravillado por mi suerte. Mi padre, laureado jugador, nunca sacó partido de mí en esa especialidad. A pesar de su ciencia nunca desarrollé la destreza necesaria, ni la picardía o el aplomo para jugar y formar parte de un dúo temible en esas lides, ahora también mediatizadas por el orden y rigor de obligado cumplimiento- todos sanos por cojones- que obsesiona al gobierno de España: los crucificados, expuestos a las entradas de los bares, exhalando un humo ahora imposible para hacer la paz con pipa, son el escarmiento con el que la cuadrilla de ZP manifiesta lo que les espera a los fumadores que perseveren en su vicio. Y, claro, mus sin tabaco no es mus. Mi padre fuma, pero lo hace en su domicilio y, de momento ahí la ley no llega. Fracasó en lo del mus, tal vez porque sólo imité a Bogart en los escenarios de mi juventud, o porque soy un negado para ello. Pero me enseñó a jugar al tute, a la brisca y al chinchón, modalidad que domino como demuestran las veces que me he enfrentado a los mejores campeones- sobre todo campeonas ilicitanas- siempre con resultados a mi favor… Así pues, baraja en ristre, dicho todo lo que tenía que decir por la presente, concluyo con otra perla del POEMA DEL MUS: “Cuatro, cinco, seis y siete, Dios te ampare, tío Perete.

miércoles, marzo 02, 2011

ALEGRÍA


Alegría es la palabra. El término elegido para titular este registro de signos escritos que se lee por estar a disposición de cualquiera que disponga de tiempo para hacerlo así. El nombre del primer espectáculo al que asistí, en Madrid, de los que se pueden ver por todo el mundo bajo el Grand Chapiteau blanco del Circo del Sol. Una maravilla recomendable como lo será- lo confirmaré en verano- Corteo, la gala que en este 2011 verán personas que residan o visiten las ciudades de Madrid, Alicante, Valencia y Sevilla. Alegría de compartir el inesperado momento de una despedida que resulta ser un bombón. Un dulce ofrecido por quien se marcha y que comparte con los que se quedan sea cual sea el trato que tuvo con ellos. Una celebración amistosa que distingue por igual, en ese gesto- para los ciertamente próximos, habrase prolongado- a los que cruzaron palabra con quien se ausenta y a los que no. Un acto casi mágico, lleno de generosidad que deja los rastros de la insatisfacción más razonable: la apetencia de saber, apreciar, manifestar y recibir otro tanto… Alegría de recordar a una criatura tierna y simpática, hija de un matrimonio amigo, hermana de un muchacho noble y una mujercita inteligente- estudiante, actriz novel que emprenderá un viaje para ofrecer a los rusos el arte del que es capaz junto con sus compañeros- jovencita, digo, reciente subcampeona de Castilla La Mancha de bádminton en su categoría- tiene once años- cuyas carcajadas resonaron de contento al advertir que era una broma lo escuchado por teléfono, cuando alguien que debe ser clon del autor de esta pieza, se puso en contacto con ella para felicitarle. Repitió el nombre del guasón, alborozada por el resultado, y feliz de que fuera él quien obrara de ese modo… O, al menos, así fue percibida su risa… Alegría por la suerte, por la “potra” que tiene mi sobrina. Una señorita alegre a su vez, inteligente, perspicaz, guapa y respaldada por la fortuna. Que se ofreció para vender unos talones de sorteo, rifa con sustancioso premio para el ganador, y lo hizo sin éxito: las papeletas quedaron en su poder, casi íntegramente, porque fue perezosa a la hora de vender. Y que dispone de un nuevo saldo en su cuenta de ahorro, consecuencia del azar que la ha elegido como triunfante poseedora del billete agraciado… En fin, alegría porque toca alegría. Alegría porque conviene estar alegres cuando la alegría se manifiesta y hace las veces de combustible, de gasolina para continuar, aunque sea a menos de 110 kilómetros por hora que es lo que exige el gobierno, decidido a que ahorremos gastándose el ahorro posible en proclamarlo y en sustituir las señales indicadoras de la velocidad a la que nos es permitido avanzar por las carreteras y autopistas. Alegría porque hay mucho “marrón” diario. Alegría porque, como dijo el poeta, hay que “defender la alegría”, incluso de ella misma.