sábado, abril 24, 2010

CRÓNICA DE DOS AMORES EN UNO



No me importa, es necesario que lo diga así y me pertenezco: en ausencia de objetividad, con el único ánimo de compartir lo experimentado, puedo decir…

Joan Manuel Serrat- anoche lo decíamos mi niña- es un artista honesto que, además, por ser humano y falible- allá con sus mezquindades, cual desafecto implícito en los cotidianos actos de cualquiera, y acá con su gloria, perfil sabio del que muchos hemos hecho sintonía propia- es recolector de cariño verdadero. No se le endiosa- aunque hay para todo- se le sienta a la mesa y se le trata de amigo: ¿de qué otro modo?

Y, Miguel Hernández, es mí poeta o, mejor, yo soy, en todo lo de telúrica ambición, emoción, vibración y colosal “contaminante” de un horizonte válido en cuanto a que se persigan las más altas cotas de humanidad y admisible a todas luces si esas cotas, al fin, porque no siempre se puede todo en este mundo- ni el amor lo puede- son satisfactoriamente modestas, digo, yo soy, el constante cabo de vela que se prende para lo mejor de la vida usando la mecha de su palabra.

Dicho lo que se acaba de leer, asistir ayer, 23 de abril de 2010, un mes después de lo previamente acordado- el juglar hubo de resolver antes un asunto de salud que no admitía espera- no en vano su voz con la palabra del poeta (“Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos”) nos lo viene recordando desde 1972- fue una de esas ocasiones de vida que, si se pierden y conocen en su justa dimensión, hacen incompleto el árbol curricular de uno.

En una entrevista que publicó el diario EL PAÍS, días antes, Serrat desgranaba la sustancia de cada una de las canciones de este retorno a Hernández- porque aunque nunca lo dejó hasta ahora no ha habido ocasión de dar preferencia a todos los resortes cuales fueron los de la vida del poeta a través de su palabra- y, acabado el recital, efectivamente: lo prometido fue deuda saldada.
No importa que algunos fueran a la fiesta, precisamente, de romería. Hay que saber a qué se va cuando uno es convocado y lo de ayer no era una cita con el Nano simplemente- que no es poco- sino un cara a cara con Miguel Hernández que, sin necesidad de espiritismos ni otro ritual que el de la música- magníficamente ejecutada por los intérpretes al servicio del bien de la partida en escena- el de la luz y la palabra, quiso proponernos Serrat.

Mas, ahora le toca al lector, hacer un ejercicio de buena voluntad y admitir de este cronista las salvedades técnicas que conectan con lo afirmado en un principio. En vez de narrar lo sucedido a partir del momento en el que los músicos irrumpieron en el escenario y se escuchara a Joan Manuel, primero con “Me llamo barro, aunque Miguel me llame…” para interpretar a continuación, a capella LLEGO CON TRES HERIDAS, obro en conciencia y propongo otras impresiones. Espero eso sí que, no por propias supongan cierto desdoro…

Lo sublime en materia de belleza, sea cuando atañe a los inherentes bienes de la naturaleza o en el caso de ser aludido el artificio humano, toda vez que sea arte limpio sin otro pretérito ni futuro cierto que el de lograr un eco de verdad en quien lo recibe, me embriaga, me produce un dolor que, lejos de asemejarse a ese otro del que gustan los masoquistas, es satisfacción tan empeñada en ocuparme que termina por quebrar algo dentro de mí y cuyo resultado son unos ojos inmediatamente humedecidos. No hablo de ningún éxtasis ni de otras manifestaciones entre lo carnal y lo místico. Es algo puro, personal y duradero, gracias a lo cual armo vivencias cuya provecho es parte de lo bueno que pueda ser y se reconocen en mí por siempre. Sé que no es fácil de comprender pero, por suerte, sobre todo, tengo a quien convive conmigo y con su solo respeto, primero, y disposición postrera al intercambio de emociones, hace que queden desterrados de mí todos los visos de “rara avis” que yo mismo pudiera atribuirme.

Por lo tanto, reunida la belleza, con talento presentada sobre un escenario enseguida, seguro de estar asistiendo a la alternancia entre el poeta mismo y el juglar- intermediario autorizado del poeta- me estremecí con los acentos y las melodías me recorrieron. Fui caja de resonancia de cada una de las palabras, fotógrafo necesario de todos los gestos, residente de los dolores, de los desafíos, de la ternura, de la pasión, de la desolación, del clamor que señala las sendas, los recovecos de lo que conviene tener siempre presente, de los peligros, de los lugares, de las fragancias y del amor. Fui masa conmovida, sombra de la palmera, huella de las abarcas, beso, padre y madre, soldado y me consagré a todo lo que sucedió.

En definitiva lloré en silencio y arrebatadoramente en paz.

Luego… “Es una historia conocida amigos…”- como ya cantó Serrát proponiéndonos una cita con José Agustín Goytisolo quien hizo lirica de quien fue hermoso por su lírica, Hernández- y cantando otra vez, como de nuevo, nos propuso un adiós con TODAS LAS BANDERAS.
Saludó, dio las gracias a quienes debía y sé, porque me lo dice quien se ha enterado y tiene crédito para mí que, los días que ha estado alojado en un hotel de la ciudad de la Dama y del Mistery el artista ha sido varón y ciudadano normal. Por eso se le quiere.

Hasta pronto Hijo de la Luz y de la Sombra.



lunes, abril 12, 2010

COSAS DE ANACLETO


Gracias al buen consejo de quien es responsable del orden y contenido de un cuaderno o espacio gráfico y de escritura- lo que se denomina bitácora o blog en INTERNET- conseguí un dispositivo electrónico que, instalado en el teléfono móvil que poseo, obra de igual manera que los artefactos propios y destinados a las actividades profesionales del famoso agente 007, cuya versión cañí, aquel Anacleto que creara para las páginas de las publicaciones de la editorial Bruguera el genial dibujante madrileño Manuel Vázquez Gallego, pervive en la memoria de los que hemos gustado de los tebeos de toda la vida… Pues bien, no sólo es capaz de detectar conversaciones desarrolladas a muy bajo volumen, sino que logra se escuchen sonidos guturales, jadeos y otros ruidos en el entorno colindante a una vivienda. Es decir: acoplado contra la pared de la casa en ese momento ocupada por quien desee enterarse de lo que corresponda, capta las presencias antes dichas siempre y cuando el radio de emisión no exceda los diez metros de distancia del lugar de escucha. Lo sé porque lo he probado esta tarde y funciona. Es una maravilla. Por ejemplo, gracias al invento del que les hablo, conozco lo mucho que imponen mis arrebatos de tos. Es uno de los síntomas característicos de la faringitis que sufro, virulenta como pocas y resistente, manifestado con el rigor apocalíptico de una mascletá valenciana. Al fin, tan de olímpica marca como para que, los canes alojados como mascotas de los propietarios que residen en el piso superior, pensando que ese trance expectorante antes narrado suponía en realidad clamor y protesta, ya que a la hora del paseo para los perros antes aludidos- de desigual raza, apariencia y tamaño- el estruendo de salto y carreras eufóricas consiguiente es como si la consistencia de lo inamovible fuera golpeada por las fuerzas de lo que no se puede detener, se llamen la atención mutuamente a los efectos de lograr un tránsito menos estruendoso… Satisfactorio, ¿verdad? No es que necesite utilizar un capricho tecnológico tan sofisticado porque, cuando en las alturas de aquí esta finca, hay traslado súbito de muebles a las doce de la noche, se escucha; cuando, a las siete de la mañana se da la salida a la maratón de los tacones escandalosos, se escucha. Se escucha, el televisor ajeno y el equipo de sonido y la hora de ejercicios tonificantes a la carta mediante archivo visible por alta definición, a horas en las que, si los gamberros no alcanzan, existen todas esas actividades y se realizan para que la rutina de lo desquiciante no se detenga. Por lo tanto, sentí curiosidad y cedí a sus influjos. Sé que somos unos maleducados irredentos capaces de rasgarnos las vestiduras al saber que hordas de eslavos y anglosajones vienen, previo pago, dispuestos a emplearse concienzudamente en aquello mismo a lo que les tenemos acostumbrados: jaranas de alcohol vocingleras y desconsideradas, sucias e impertinentes. Campeones de lo incívico, abundantes en lo que decimos nos repugna y bien pagados de nosotros mismos por todo ello. Lo sé, lo sé y es una de las cosas que, por lo visto, nos da de comer: a imagen y semejanza de nuestro ocio se labra nuestra fortuna turística. Así que, no nos llamemos a engaño: somos una comunidad que, pudiendo hacer gala del jamón y sus delicias elige peregrinar a las cochiqueras para darse un buen baño de mierda y eso es lo que hay.

















sábado, abril 03, 2010

EN PRIMAVERA USEMOS LA PIPILERA


Concluyen los días de LA PASIÓN. Las cofradías se retiran a sus lugares y la cuenta atrás en espera de la próxima Semana Santa, comienza. Entonces, como están acabando de hacerlo ahora, saldrán a PROCESIONAR, actividad que, sin embargo, no existe, al igual que no existe tal palabra. Es como uno de esos ríos cuyo lugar de nacimiento, el de toda la vida, está seco. Pues no es tal río. De modo que, si los del capirote y los costales, los penitentes y los que se someten a disciplina, perseveran en la necedad dicha, se condenan. Se condenan por ignorantes e insustanciales, por zoquetes. Pero no solo ellos, esa tontería de querer imponer términos a base de repetirlos- de incurrir por tanto en abominable desafuero- es propia de informadores, probablemente universitarios como los que están autorizados a hacer trampa en los exámenes- Sevilla por ejemplo- y prosiguen sin despeinarse contentos con el poco valor de su carrera y manifiestamente incapacitados para un oficio en el que el dominio y el uso correcto del idioma es esencial… Como todo esto lo veo en televisión deduzco que la infección debe ser pandemia a estas horas y agente que provocará la mutación de tantos. Porque es fácil decir que se va de procesión, que la procesión recorre las calles, pero mucho menos moderno. Menos glamuroso incluso. Vale más la impostura que jugársela a carta cabal. Quizás por eso, estos mismos días, al contemplar el paso de algunos participantes, a medio deshacerse de su indumentaria, me parece advertir en ellos, todo lo más, las ganas del figurante. El ansia por llegar, por ser reconocido y reclamar los minutos de gloria que un teléfono móvil o una cámara de video en poder de familiares, amigos o conocidos les hayan podido proporcionar. Desde luego ni rastro de misticismo, de emoción, de impresión alguna que no fuera dominada por el cansancio, tratándose como se trata de una experiencia religiosa que, es verdad, como dicen todos, “conocer lo que supone exige vivirlo”, y, conforme a la ilusión y el fervor como la esperan quienes en esas están debiera ser algo perfectamente manifestado siquiera en los ojos de los aludidos… Pero no, vale más el gusto de ser objeto e icono de espectáculo, parte de lo que ha de suceder para que los que colapsan las calles persuadidos de la importancia de lo que vendrá hasta el punto de traerse sus sillas y aprovisionarse de pipas para entretener las horas, aguanten carros y carretas para poder lucirse durante los días siguientes proclamando, sí, yo estuve allí… Por cierto, parece ser que son jornadas durante las cuales los productores de girasol compiten con los de maíz, repartidos los feligreses entre las salas de cine y el desfile de una imaginería y tesoro que se pretende dotado de animación. Al menos, y se hace en ciudades como Zamora, las autoridades reparten una bolsa llamada PIPILERA, de papel, con dios compartimentos: uno para la “carne” de la semilla y otra para el “pericarpo”, las cáscaras o pieles que se descartan. De esta forma las brigadas de limpieza han de cargar con menos trabajo y las calles se ven, luego del alejarse la marabunta, mucho más decorosas. En todo caso, démonos prisa. Con pipas o sin pipas, “procesionando” o a salvo de saetas, bandas de cornetas y tambores, guiones, nazarenos y madonas, falta poco para que acabe la jornada y no llegamos: resulta que acaban de anunciar en el telediario que hoy es el día internacional de la guerra o pelea de almohadas, World Pillow Fight Day en inglés… Sí, aunque les parezca que no, sí, sí y sí…