jueves, agosto 31, 2006

NATURALEZA MUERTA



Naturaleza muerta

Por Rubén Darío

He visto ayer por una ventana un tiesto lleno de lilas y de rosas pálidas, sobre un trípode. Por fondo tenía uno de esos cortinajes amarillos y opulentos, que hacen pensar en los mantos de los príncipes orientales. Las lilas recién cortadas resaltaban con su lindo color apacible, junto a los pétalos esponjados de las rosas té.

Junto al tiesto, en una copa de laca ornada con ibis de oro incrustados, incitaban a la gula manzanas frescas, medio coloradas, con la pelusilla de la fruta nueva y la sabrosa carne hinchada que toca el deseo; peras doradas y apetitosas, que daban indicios de ser todas jugo y como esperando el cuchillo de plata que debía rebanar la pulpa almibarada; y un ramillete de uvas negras, hasta con el polvillo ceniciento de los racimos acabados de arrancar de la viña.

Acerquéme, vilo de cerca todo. Las lilas y las rosas eran de cera, las manzanas y las peras de mármol pintado y las uvas de cristal.

¡Naturaleza muerta!

miércoles, agosto 30, 2006

TURBEL, EL VIENTO QUE SE DISFRAZÓ DE BRISA


Turbel, el Viento que se Disfrazó de Brisa

Erase una vez un viento cansado. Tan cansado que no era capaz de levantar los pies para dar un paso. A duras penas podía arrastrarlos.
Y tenía un montón de razones para estar así. Había perdido la cuenta de los otoños que pasó, de aquí para allá, arrancando hojas de los árboles. Venía de participar en cientos de huracanes y tornados.
En su larga lista de quehaceres cumplidos, figuraban también millones de tornillos desatornillados, mástiles de buques desamarrados, campos de trigo y de flores arrasados.
A estas alturas de su vida resultaban ya incontables los marineros que por Turbel –así se llamaba este viento– tuvieron que rifar las velas de sus embarcaciones. Mejor dicho, rasgarlas con un cuchillo, antes de que Turbel las destrozara.
Vivió siempre tan atareado que ni siquiera tuvo un rato para sentirse agotado. Y era un viento viejo. Tenía un pocotón de años encima. Andaba ya por los 2 millones 527 mil 320.
Sí, Turbel era un viento viejo que jamás había tenido tiempo para sentir fatiga.
Iba arrastrando los pies, con la cabeza agachada. Así nadie notaba que estaba ojeroso, sudoroso y maltrecho. Su estado era lamentable, la verdad.
En un momento, y sin saber por qué, levantó la cara –lo hizo con dificultad– y vio una nube que atrapó su mirada y lo dejó boquiabierto.
Era tan blanca, tan cálida, tan tierna... que no resistió las ganas de sentarse en ella.
Y por primera vez en su larga vida, pensó que no importaba el afán, que lo único que quería era descansar. Estirarse, abrir los brazos, dar enormes bostezos; y así lo hizo.
Se desplomó panza arriba y despatarrado, como si fuera un viento comodón.
Se enrollaba para un lado, se enrollaba para el otro formando un ovillo. En verdad estaba tan, pero tan a gusto sobre esa nube que no le importó que los días volaran sin querer hacer nada.
Ni siquiera le hizo caso al pí-pí-pí de su reloj que le anunciaba el comienzo del otoño en Chile y Argentina. Ni se inmutó cuando escuchó la señal enviada por los vientos del norte que necesitaban su ayuda para formar un huracán.
Resultaba tan placentero estar así, acunado en la nube, que terminó desconectando la alarma del reloj para que nada interrumpiera aquel deleite.
No recordó tampoco el SOS de Trombondó. Así se llama un viento que vive en el lejano Chocó, un rincón del mundo donde el mar abraza a la selva y no para de llover.
Trombondó necesitaba auxilio en su tarea interminable de estrellar nubes contra la montaña y convertirlas en lluvias. Estaba un tris desalentado y no quería que por su debilidad Chocó perdiera su fama como uno de los lugares más lluviosos de la tierra.
Pero Turbel prefirió seguir disfrutando de la quietud. Cuando no estaba dormido miraba en el cielo las estrellas que jugaban y las nubes pequeñas y blancas que se acercaban y alejaban al ritmo de la brisa.
Un día un aroma desconocido lo hizo incorporarse. Se asomó a una especie de balcón que tenía su nube y miró hacia abajo, hacia la tierra, pues desde allá subía la peculiar fragancia.
¡Quedó maravillado! No podía creer lo que estaba viendo. Se enderezó, se restregó los ojos y cuando recobró la calma se dedicó a observar.
La tierra era una alfombra con mil verdes distintos, salpicada de rojos, lilas, morados, amarillos, blancos y rosas.
– Debe de ser eso que llaman primavera. ¿Será? –alcanzó a dudar Turbel mientras se rascaba con uno de sus largos dedos la cabeza.
Se arrodilló y acercó su morral de cachivaches, una verdadera caja de herramientas que siempre cargaba.
Allí llevaba muchas cosas: un par de pesas para hacer ejercicios. Con ellos templaba los músculos del pecho y ganaba fuerza para soplar; pastillas para la garganta, pues a veces se le secaba de tanto aullar; hojas de eucaliptus y menta para preparar infusiones y hacer gárgaras; una brújula para no equivocarse jamás en su manera de girar, y miles de secretos más que Turbel guardaba con celo.
Pues bien, del fondo del morral de cachivaches, sacó unos pequeños binóculos y se dedicó a fisgonear la tierra. Vio los árboles cargados con flores de todos los colores. Algunos tenían tantas y tan grandes que sus ramas encorvadas tocaban el suelo.
¡Vio también tal cantidad de pájaros revoloteando...! Parecía que llegaban de un largo viaje. Todos cargaban al hombro un pequeño atadito, con las pertenencias más queridas.
Turbel los espió unos minutos. En los árboles, descargaban su equipaje y se dedicaban a fabricar sus nidos.
Ya no le cabía la menor duda: lo que estaba viendo era eso que llamaban primavera. Nunca le había sobrado un rato, para conocerla. ¡Como siempre viajó sin parar de aquí para allá, de norte a sur, de oriente a occidente para cumplir con puntualidad su apretada agenda!
Siguió examinando la tierra. Estaba realmente embobado. De repente vio algo que no le resultó del todo extraño: un árbol adornado de mil pinceladas lilas. Y se iluminó un recuerdo que tenía refundido en el fondo de su mollera gris: el de su abuela Brisilda.
Cuando Turbel era un viento bebé ella le soplaba cuentos e historias fantásticas. La abuela fue una gran contadora de cuentos. De los lugares más remotos recibía invitaciones para arrullar con sus relatos a los vientos recién nacidos.
Ella atendía con cariño cada llamado. Preparaba su equipaje: un costal pintado con lunas y estrellas, donde acomodaba los cuentos y las velas.
"Los cuentos sólo se dejan contar a la luz de una vela", decía Brisilda. Y ella tenía una vela especial para cada uno.
"Vela y cuento deben ser de igual tamaño, decía, para que se apaguen al mismo tiempo y se refundan juntas en el sueño".
Brisilda cargaba entonces velas cortas para los cuentos cortos, velas más largas para las historias más largas.
Cuando estaba lista se amarraba un pañuelo a la cabeza. Le gustaba que durante el viaje, las brisas jugaran con su cabello y le despejaran la cara. Una cara tan dulce que parecía hecha de algodón de azúcar.
Pues bien, la abuela Brisilda le habló con frecuencia a su nieto de los cerezos en flor: "Un árbol que en primavera se llena de pinceladas lilas y moradas: están suspendidas en el aire, como sostenidas de la nada". Así los describía. Estas pinceladas lograban embrujar a Brisilda.
"Sí, claro", pensó Turbel –mientras buscaba un acomodo que le permitiera curiosear mejor–: "Esos son los cerezos en flor".
Los miró y los miró largo rato. Eran tan frágiles, tan hermosos! Le pasó igual que a la abuela: quedó embelesado. Tuvo que enredarse en la baranda del balcón para no caer al vacío. ¡Estaba tan conmovido!
Y por primera vez en sus 2 millones 527 mil 320 años le dieron ganas de no ser un viento rápido destrozón.
Abrió de nuevo los ojos –los había cerrado de la emoción– y volvió a mirar hacia la tierra. Este viento en verdad estaba hipnotizado.
Y descubrió a una niña de trenzas negras y vestido de flores lilas, rojas y verdes. Se entretenía tratando de adivinar su cara reflejada en un charco de agua de lluvia.
Hasta los oídos de Turbel llegó el rumor de una canción que entonaba la niña. Formó una especie de caracol con las manos para escuchar mejor. Esto cantaba ella:
"Llora el viento en el cantode una nube sentadoy sus lágrimas lluevensobre mi mejilla rodando."
Turbel sintió deseos de ser brisa para hacerle cosquillas en el cuello. Pero claro, como era un viento veloz no podía hacerlo. Y tuvo una idea. disfrazarse de brisa.
– ¿Pero cómo? –se preguntó. Y quedó pensativo.
Tropezó con un problema: no estaba acostumbrado a fabricar pensamientos nuevos. Al fin y al cabo no los había necesitado en una vida en la que jamás se planteó un cambio de rumbo, un desliz.
Fue tanto el esfuerzo que la cabeza le empezó a dar vueltas; le dolía. Al fin se le ocurrió una idea: taponarse la boca con una mota de nube blanca; así no soplaría tan fuerte. Le pidió a la nube que le regalara una mota para realizar su plan.
La nube le dijo inmediatamente que sí. Ella misma se encargó de elegir la más adecuada. Turbel la acomodó, con cuidado, en el bolsillo de su chaqueta: Una chaqueta especial que usan los vientos para aguantar el frío que sienten cuando corretean por el cielo. Así la tendría a mano en el momento de actuar. Organizó su equipaje, el morral de cachivaches y cuando estuvo listo le zampó un besote a la nube y partió en dirección a la tierra.
Pensó que sería mejor hacer una prueba: "No vaya a resultar todo un desastre" –se dijo–. Frenó en seco. Provocó un verdadero alboroto, pues el cielo estaba anubarrado.
Sopló. Pero sopló igual a como lo había hecho durante su ya larga vida. La mota de nube blanca salió despedida, muy lejos, hecha pedazos.
"No soy brisa", se dijo Turbel desconsolado. Pero no se dio por vencido. Regresó a la nube –la quería ya como a una cómplice de travesuras–, y se sentó.
Y de nuevo le llegó el rumor de la canción que repetía y repetía la niña de las trenzas negras:
"Llora el viento en el cantode una nube sentadoy sus lágrimas lluevensobre mi mejilla rodando."
Dos inmensos lagrimones rodaron por las mejillas de este viento que tampoco había tenido nunca tiempo para llorar. Las secó con sus manazas. Frunció el ceño y así, cejijunto, se puso a pensar. Tenía que encontrar la manera de convertirse en brisa.
La nube decidió ayudar a su amigo a encontrar una solución. "¡Ya sé! –gritó cuando se le ocurrió una idea–. Te amarras las piernas; así no podrás correr!".
Las piernas de los vientos son como dos largos velos. Amarrarlas resultó una tarea un poco complicada. Turbel se elevó; se quedó quieto suspendido en el aire con las piernas flotando. La nube se colgó de la punta de una de ellas, se columpió hasta alcanzar la otra pierna y las amarró.
Cuando Turbel intentó caminar no pudo, se enredó, tropezó y ¡plof!, se fue de narices. La nube lo mimó un rato, pues quedó un tanto magullado. Luego, de nuevo, los dos amigos, cejijuntos, se pusieron a pensar.
Fue entonces cuando Turbel recordó que un día, casi un millón de años atrás, su abuela Brisilda le había regalado "El libro de las sorpresas: enciclopedia de palabras fantásticas". Era justo el momento de usarla.
Rebuscó en su morral de cachivaches. Estaba seguro de haberlo dejado en algún rincón. Sí, aún existía. Aunque era realmente añoso –sus páginas estaban amarillentas y sus letras borrosas– todavía se podía leer. Buscó la palabra clave: brisa, y encontró: airecillo.
Se tomó la cabeza con las dos manos y repitió en voz alta: "Airecillo: aire lento...".
Resultó ser más sencillo de lo que imaginaba. Si quería ser brisa simplemente debía cambiar de velocidad al andar. Olvidarse de su velocidad de ráfaga, y aventurarse en el mundo con un nuevo paso.
Se enderezó, echó a la espalda su morral de cachivaches, con un sonoro beso dio gracias a la nube y partió.
Pronto descubrió el secreto: saborear cada paso. Uno, dos; uno dos... fue avanzando lentamente... Y fue tanto lo que alcanzó a sentir con los pies, que lo invadió el placer de liberarse del afán que lo acompañó durante casi 2 millones 527 mil 320 años...
¡Con la pisada recién estrenada Turbel sentía, una a una, las nubes que navegaban, a su lado, por el cielo.
Las pudo hasta contar con los largos dedos de sus manos: una, dos, tres, cuatro...
Incluso se permitió fantasear: imaginó que una nube tenía forma de pájaro, que aquella de más allá era igualita a una cometa. Y cerró los ojos del susto, pues vio a una que parecía un fantasma.
Llegó a la tierra. Justo al sitio donde estaba el cerezo en flor y la niña que se había arrimado a su sombra.
Sopló suave, como lo hacen las brisas. Apenas dos o tres pinceladas lilas suspendidas en el aire, se desprendieron de la nada y cayeron sobre la mejilla de la niña.
Ella sintió una delicada cosquilla sobre su piel: abrió por un instante sus ojos y sonrió.
– ¡Caray! –dijo Turbel sorprendido. Se sentía mareado de tanta felicidad. Y no pudo resistir las ganas de ponerse a dar volteretas hasta que se convirtió en una brisa bailarina.
Levantaba hojas aquí, flores allá, formando pequeños remolinos. La niña se levantó y en medio de sonoras carcajadas, empezó a corretear tras ellos tratando de atraparlos.
Pasaron horas y horas y Turbel y la niña no paraban de jugar y de bailar. A ninguno de los dos les importaba que el tiempo pasara...
¡Eran tan, pero tan felices!

PILAR LOZANO

lunes, agosto 28, 2006

SÓLO NOS QUEDAN LOS PLÁTANOS


No recuerdo los nombres propios, personas que comparecen ante los micrófonos de Radio Nacional de España moderados por Beatriz Pecker, voz principal del programa NO ES UN DÍA CUALQUIERA mientras duran las vacaciones de Pepa Fernández, durante la tertulia del sábado 25 de agosto, pero todos hablan de deporte. Y no los recuerdo porque estaba más atento a los disgustos que me ha producido el desaire sufrido por Plutón, que a la materia radiofónica hecha verbo. Sin embargo, uno de ellos que postuló por la vinculación entre ciencia y deporte, manifiesta algo que resumiré como sigue: La sociedad lúdica, donde el esfuerzo no tiene premio inmediato, está empobreciendo nuestra mente. Se sabe que el cerebro de la población en general mengua desde que se imponen estos modos de vida. Es algo similar a lo que sucede entre los animales enjaulados, en un zoo. Éstos cuentan con un cerebro de menor peso que el de los animales que viven en libertad... La noticia vino a colación del cambio de gustos e interés en países como Japón donde se verifica la aceptación colectiva por deportes considerados de raíz occidental como tenis, fútbol, etc, en detrimento de aquellos otros que exigen un mayor gasto de energía e idéntica dedicación en cuanto a su aprendizaje y ejercicio. Así pues por hedonismo extremo quizás, vamos transformándonos en seres con menos capacidades, en individuos con atrofias y carencias insospechadas. Ocurre que nos aburrimos en cuanto los suministradores de ocio fallan. Sin tele, sin deporte- fútbol en especial- ya menos sin toros, sin grandes superficies comerciales, no somos nada. Un domingo o día de fiesta verdaderamente de descanso para todos, con bares, restaurantes, cines, teatros y comercios cerrados, produciría una ola de estrés de proporciones tales que no se puede ni imaginar: basta pensar lo que dicen que sucede con la sola perspectiva de retornar al trabajo luego de los días de vacaciones que correspondan. El caso es que choca escasamente comprobar que, salvo en lo que respecta a la tecnología, cuyo tirón militar y comercial propicia innovaciones, la excelencia humana deja mucho que desear. No aparecen en el terreno de las artes y las letras nuevos adalides de lo mejor y como personas, los que nutrimos el apelativo de ciudadanos consumidores, crecemos solo en incompetencia y fracaso humano. Los matemáticos que se reúnen desde hace unos días en Madrid para celebrar su congreso “olímpico”- ocurre cada cuatro años- siguen siendo considerados como tipos extraños que despiertan más el asombro que la admiración, y estoy seguro que cada vez serán menos porque, igual que, con respecto a la literatura, en los colegios, institutos y universidades, en España, la mínima atención que se le debe a la lengua respecto de su utilización y conocimiento está totalmente desconsiderada, el trato con las matemáticas, “coco” de niños entre cero y noventa años, producirá los mismos efectos. Entonces, vistas así las cosas, nuestra materia gris va a quedar para manifestarse conforme a la digitalización que corresponda y perfectamente receptora de sensaciones que estimulen lo más simplón de nosotros mismos. El día del apagón, suceso que hemos de temer como los Galos de Axterix recelaban de la caída del cielo sobre sus cráneos, cuando los terminales eléctricos y electrónicos cesen a la vez, definitivamente regresaremos a la rama: no porque no lo merezcamos ya, en el supuesto de que hubiéramos descendido de ella alguna vez, sino porque sin “carrito” que nos lleve y nos traiga ni pluma que nos haga cosquillas en los pies, clausurado el lenguaje y demonizado el pensamiento solo nos quedarán los plátanos.

domingo, agosto 27, 2006

PLUTÓN


Lo que algunos nos estábamos temiendo se ha consumado. Plutón, noveno planeta del sistema solar cual muchos aprendimos que era durante nuestros años de colegio, ha sido degradado. ¿Y todo por qué? Pues porque la disciplina con la que se emplea la comunidad científica ha debido topar con un cierto propósito de marear la perdiz. Se explica al apreciar que, los astrónomos son personas capaces de escrutar los cielos sin descanso hasta descubrir lo ignoto. Algo beneficioso para la humanidad y siempre de agradecer. Pero con el espacio exterior nunca se sabe y dónde éramos nueve ha resultado con el paso del tiempo que somos, en verdad siempre fuimos, bastantes más. Los recién llegados, a pesar ya digo de haber tenido plaza inmemorialmente, exigen sus derechos y, lo que no había sido necesario hasta la fecha, resulta imperioso al parecer. Es cuando intervienen los empecinados en que predomine lo superfluo, ejemplares que también se dan entre los sesudos hombres y mujeres de ciencia. Toca redefinirse para saber quien es quien- como la organización del estado en España- puesto que no lo teníamos del todo claro y, la solución, consiste en hacer dos categorías... No, no naciones y realidades nacionales, sino planetas y planetas enanos. Los primeros, Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, clásicos de siempre, y Ceres- situado entre Marte y Júpiter- el exonerado Plutón y UB313, también llamado Xena, como planetas enanos. Ocurre, sin embargo, que las definiciones correspondientes a cada una de las citadas divisiones entorpece más si cabe la comprensión de la medida que se ha tomado. Según lo establecido, no por unaminidad, durante los actos de deliberación que la Asamblea de la Unión Astronómica Internacional (UAI) desarrolló en la ciudad de Praga, un planeta es “un cuerpo celeste que orbita alrededor del Sol, tiene suficiente masa para que su propia fuerza de gravedad venza a la rigidez del cuerpo y éste adopte una forma de equilibrio hidrostático( forma casi redonda) y, además, haya limpiado otros cuerpos alrededor de su órbita”. Y un planeta enano, “un cuerpo celeste que orbita alrededor del sol, tiene suficiente masa para que su propia fuerza de gravedad venza la rigidez del cuerpo y este adopte una forma de equilibrio hidrostática, que no ha despejado las inmediaciones de su órbita y que no es un satélite”. Al menos esto es lo que se lee en la información ofrecida por el diario El Mundo de veinticinco de agosto... Así pues, la diferencia es una cuestión de limpieza de órbitas, ni tamaño, ni masa ni ninguna otra sustanciosa cosa. Y yo no sé que es eso de limpieza de órbitas, he aquí una muestra más de mi ignorancia, pero me niego a admitir que una cuestión diríamos de higiene- porque si hablamos de aspecto inmaculado tal vez la Tierra también ha de ser degradada- sea motivo suficiente como para suspender los derechos adquiridos por un astro con el que simpatiza más de uno. Y tanta es esa simpatía que, comprobando el desbarajuste propio de la humanidad, quien esto redacta pensaba solicitar asilo político allí, en Plutón, el más alejado de los planetas, menos próximo a las candentes trifulcas que se producen en las inmediaciones de la élite Tierra- Marte, Júpiter- Saturnal, y destino perfecto- al menos hasta ahora- para quienes preferimos la tranquilidad consecuencia del olvido de fanfarrias por ausencia del eco de las mismas. Pero no, ahora, empequeñecido y vilipendiado Plutón no se sabe que ocurrirá. No es exageración temer venganzas divinas, puesto que, el dios romano del inframundo del que toma nombre, debe estar igualmente insatisfecho con este desaire. Así que atentos a desastres volcanes, terremotos y tsunamis. Además, como dicen los futbolistas, los títulos se ganan en el campo, no en los despachos, y Plutón cuenta con siglos y siglos girando sin desmayo lo que le avala como uno de la misma estimación entre los que son como lo que eran. Por lo tanto pudiera generarse un malestar sindical que deje en mantillas la huelga salvaje del personal de tierra a principio de agosto en el aeropuerto de El Prat Es un aviso, no una amenaza... Aún....

sábado, agosto 26, 2006

PIEDRA DE SAL


También para mí es la primera vez en cuanto a este poema... Lo digo por los que no lo hayan leído nunca...
PIEDRA DE SAL

Tu estabas dormida
como el agua que duerme en la alberca ...
y yo llegué a ti
como llega
hasta el agua que duerme
la piedra.
Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste
como en ondas el agua que duerme se quiebra
cuando
llega
a turbar su remanso dormida
la piedra.

Piedra fui para ti, piedra soy
y piedra quiero ser, pero piedra
blanda de sal
que al llegar a ti se disuelva
y en tu cuerpo se quede
y sea
como una levadura de tu carne
y como el hierro de la sangre en tus venas.
Y en tu alma deje una sed infinita
de amarlo todo ... y una sed de belleza
insaciable ...
eterna ...

LEÓN FELIPE

viernes, agosto 25, 2006

CUENTO DE HORROR



Cuento de horror

Por Marco Denevi


La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
- Thaddeus, voy a matarte.
- Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
- ¿Cuándo he bromeado yo?
- Nunca, es verdad.
- ¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
- ¿Y cómo me matarás? - siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.

jueves, agosto 24, 2006

EL PERRO COJO


Lo traigo aquí porque siempre resuena en mis oídos desde que se la escuché recitar a Rafael Amor. Para quienes, quizás por el calor o por lo que sea, se recreen o quieran recrearse esta noche, la de hoy, noche de agosto, y mirando al firmamento en paz...


Manuel Benítez Carrasco Granada, 1922 -- Granada, 1999
EL PERRO COJO
Con una pata colgando,
despojo de una pedrada,
pasó el perro por mi lado,
un perro de pobre casta.
Uno de esos callejeros,
pobres de sangre y estampa.
Nacen en cualquier rincón,
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basuras de plaza en plaza.
Cuando pequeños, qué finos
y ágiles son en la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana,
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan.
Cuando mayores, al tiempo
que ven que se fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas.
Qué tristes ojos que tienen,
que recóndita mirada
como si en ella pusieran
su dolor a media asta.
Y se mueren de tristeza
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.
Yo le llamo: psss, psss, psss.
Todo orejas asustadas,
todo hociquito curioso,
todo sed, hambre y nostalgia,
el perro escucha mi voz,
olfatea mis palabras
como esperando o temiendo
pan, caricias... o pedradas,
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar: psss, psss.
Dócil a medias avanza
moviendo el rabo con miedo
y las orejitas gachas.
Chasco los dedos; le digo:
"ven aquí, no te hago nada,
vamos, vamos, ven aquí".
Y adiós la desconfianza.
Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos habla,
ladra para hablar más fuerte,
salta, gira; gira, salta;
llora, ríe; ríe, llora;
lengua, orejas, ojos, patas
y el rabo es un incansable
abanico de palabras.
Es su alegría tan grande
que más que hablarme, me canta.
"¿Qué piedra te dejó cojo?
Sí, sí, sí, malhaya".
El perro me entiende; sabe
que maldigo la pedrada,
aquella pedrada dura
que le destrozó la pata
y él, con el rabo, me dice
que me agradece la lástima.
"Pero tú no te preocupes,
ya no ha de faltarte nada.
Yo también soy callejero,
aunque de distintas plazas
y a patita coja y triste
voy de jornada en jornada.
Las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma.
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada.
Vamos, pues, perrito mío,
vamos, anda que te anda,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas,
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma
y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa
bajo un letrero: «aquí yace
un amigo de mi infancia».
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque
una muleta de plata.
Compañeros, si los hay,
amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida:
pan pobre, rica compaña.
Era joven y era viejo;
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma.
Y fueron muchas las hambres,
mucho peso en sus tres patas
y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada,
un duro musgo de pelo,
con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro
muerto de las cuatro patas.
Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquillo de escarcha.
Portero y dueño del cielo
San Roque en la puerta estaba:
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de intercambios
con que curar viejas taras.
"Para ti... un rabo de oro;
para ti... un ojo de ámbar;
tú... tus orejas de nieve;
tú... tus colmillos de escarcha.
Y tú, -mi perro reía-,
tú... tu muleta de plata".
Ahora ya sé por qué está
la noche agujereada:
¿Estrellas... luceros...? No,
es mi perro cuando anda...
con la muleta va haciendo
agujeritos de plata.

miércoles, agosto 23, 2006

QUIEN A HIERRO MATA

No abriría la boca por más que notara torrencial su fin garganta arriba. Era orgullo de la casta con que nació y, a pesar de lo poco que iba a permanecer en pie, tragando las candentes riadas de su postrer aliento, quiso ver la muerte del otro. Nadie se ocupaba ya de su suerte, todos los ojos eran ojos para el atravesado. Es lo que puede suceder sobre la arena. Quien se siente dominador, maestro, dueño de los lances que se suceden, jaleado por la muchedumbre que desea los ternos bien empapados de plasma, y artífice de todos los engaños, cita, emplaza, pincha, marea y da cuantas estocadas necesita para licuar en sangre al enemigo. Pero se descuida, nada más teme los derrotes, ese imprevisible giro de cabeza tras la que va todo el cuerpo, que concluye con una acometida y se resuelve con dos puñales que se afilaron durante años a la sombra y al sol en la dehesa... El celebrante se cree a salvo si ha acuchillado tantas veces como se lo propuso y, tal vez algo molesto porque estaba seguro de su éxito con el primer “volapíe”, mientras sus lugartenientes arrastran el paño sobre el albero para que humille quien se empecina en vivir, piensa si ha de acercarse a las tablas y pedir el verduguillo. Es entonces hora de la hora y así ha pasado. Ahí está la prueba: el matador, seguramente ya difunto porque el estoque atravesó su alma, conducido por los compañeros de faena a toda prisa a ver si los galenos pueden resucitarle. Sin embargo, el que será jalado más tarde por un arreo de mulillas, contempla el asombro sobre el graderío, cuando los últimos latidos de su corazón se manifiestan...El mayoral le contó lo que hacían algunos de sus compañeros en la plaza... “Tensa los músculos y escupe de tu lomo el último acero recibido. Irá abandonando tu carne despacio. Pero con el impulso final, si lo escupes bien, si lo haces decidido y vengador, lograrás enviar la espada a dos o tres metros de distancia. Yo he sido de los tuyos y aunque te crío para la muerte, es justo que te ofrezca la venganza”... Como hace un momento.... Se le doblan las rodillas, la vista cesa. Quien a hierro quiso matarle...

martes, agosto 22, 2006

LOS CARACOLES ESCRIBIDORES



Se trata de una simpática narración encontrada luego de unos minutos de tránsito cibernético. Abajo dejo fe de haberla hayado en FICTICIA


LOS CARACOLES ESCRIBIDORES

Por Norberto Luis Romero

Un poco más allá del cantero de los geranios hay una colonia de caracoles. Hace muchos años que viven allí, bajo las calas, al pie de la madreselva, y siempre han tenido por costumbre cartearse con sus amigos y sus parientes de un pueblo vecino que está en el jardín de la casa de enfrente.
Uno de ellos es cartero y tiene por desdicha una pesada carga de correspondencia acumulada en su casa, cuyos destinatarios no ha podido encontrar.
El pueblo de los caracoles tiene calles con nombres, y las casas un número que cada dueño elige al azar, casi cabalísticamente; pero como los caracoles, aunque lentos, son muy andariegos, nunca residen en un mismo sitio más de dos horas seguidas. El resultado de sus hábitos es la confusión.
Los caracoles no se visitan, salvo cuando, casualmente, se encuentran en la calle. Y el cartero entrega las cartas solamente a aquellos con quienes se cruza en el camino. Como sabe de antemano que no encontrará, por ejemplo, la casa número 543, en la tercera manzana de una calle determinada, opta por pasearse por todo el pueblo, con las cartas a cuestas, voceando el nombre de los destinatarios. Resultado: el cansancio y la afonía.
El cartero quiso presentar una queja en el Ministerio de Información, pero fue inútil, ya que dicho Ministerio, por ser un edificio joven, andaba muy velozmente. Después de varias tentativas y persecuciones, optó por presentar la renuncia enviándola por correo. Aún no ha recibido respuesta.
Hace que dejó de trabajar dos o tres meses, no obstante aún le quedan 468 cartas, 57 postales y 18 impresos por repartir. Telegramas no tiene porque los caracoles prefieren no hacer uso de ellos. Dice que cuando logre entregar toda la correspondencia que le queda pedirá la jubilación.
El pueblo manifestó su disconformidad con el servicio de Correos, pero todavía no aciertan a encontrar una solución. Los que se ofrecieron como carteros voluntarios enseguida se fatigaron abandonando el trabajo. Otros prefirieron ir personalmente al correo a llevar y retirar sus cartas, pero no lo hallaron.
Actualmente los caracoles de ambos jardines se encuentran algo incomunicados.

http://www.ficticia.com/cuentos/caracolesescrib.html

lunes, agosto 21, 2006

BESOS PÚBLICOS


También los besos ruedan, que yo los he sentido redondos, pero me refería a los que recibe un niño de su madre, pasajeros del autobús que me acaba de preceder sobre el paso de peatones que cruzo urdiendo lo que sigue palabra por palabra... Esos que digo o los que la chica vecina del conductor, que va conversando al lado de él porque está indudablemente enamorada, al insinuarse promete, y pudieran dar lugar a un accidente de tráfico urbano, sin duda de consecuencias en las que es mejor no pensar. Son besos que si se dan o no se dan, si los inicia ella o él suponen lo mismo: una posibilidad de afecto a la que se da cauce cuando no conviene puesto que también hay besos inoportunos. El más famoso, me parece, aquel que dio Judas por treinta monedas en el Huerto de Getsemaní: “El traidor les había dado esta señal: . Al instante llegó y se le acercó, diciendo: Rabí, y le besó “ (San Marcos 44 y 45)... Mas yo pensaba en multitud de besos. Lugares donde los besos originan un rumor acuoso como de chapoteo no necesariamente veraz. Por ejemplo, bautizos, comuniones, bodas, cumpleaños, comidas de empresa, cenas de Navidad y otros acontecimientos menos familiares, sea cual fuere la forma de familia propiamente dicha. Digo de la entrega de premios literarios dónde presumo- como a mí ni me han concedido ninguno carezco de informaciones directas- los labios son utilizados como cuando se pretende humedecer la estampita de correos que ha de hacer carta a la carta en el sobre: de modo que pegue bien con todo, tenga o no, contenido. Y digo de toda otra manifestación cultural que se celebre, cual ocurre cuando se estrena una obra de teatro o las estrellas pasean sobre la alfombra roja antes de la ceremonia de entrega de los Goya... Son besos que se multiplican y no precisamente por cero, como diría Burt Simpsom. Besos que pertenecen a la mecánica social, que suceden ante las cámaras de televisión cuando se encuentran los estadistas, aparecen los famosos para relatar el tono de color exacto de su cubo de basura, o lanzan como cuchillos amorosos que de las manos del lanzador de circo salieran disparados, los ciudadanos de a pie invitados a esos escaparates catódicos donde exhiben sus bragas y calzoncillos de marca. Besos torrenciales que se solicitan a deportistas, cantantes o hábiles artesanas especialistas en el encaje de bolillos de ponerse de moda tal actividad. Besos por internet, en el hospital, en el aeropuerto, en la casa de masajes, a la hora del botellón, en el teléfono móvil y en el tanatorio. Pero también hay lugares en los que los besos son imposibles, pertenezcan al aluvión de los inconsistentes- muack, muack, muack- o a los que se cuentan sin necesidad de ser contados: lugares donde beso que no se da será por algo... Queden a criterio de los presentes, reflexión o pensamiento, esos sitios, espacios, edades y medidas en los que besar es un “no” porque, como la mujer española, no se besa a cualquiera y en cualquier plaza. Y no vale decir que la guerra sí en el caso de considerar la guerra de Gila como guerra. He dicho.

domingo, agosto 20, 2006

EL AFICIONADO

¿Quien pude relacionar a Fredric Brown con esta imagen? Y, ¿quién es o era Fredric Brown?... Pues fue uno de los más ingeniosos y divertidos escritores de ficción cientéifica, fantasía y misterio de la literartura americana y mundial... El caso es que la paradoja era uno de sus fuertes y, hoy domingo, para esbozar al menos una sonrisa de ironía cómplice, de FREDRIC BROWN:

EL AFICIONADO

-Escuché un rumor -dijo Sangstrom-que dice que usted--... Giró su cabeza y miró alrededor para estar absolutamente seguro de que él y el boticario estaban solos en la pequeña farmacia. El boticario era un hombre pequeño, encorvado y con apariencia de gnomo y podía tener cualquier edad entre los cincuenta y los cien años. Estaban solos, pero en todo caso Sangstrom bajó la voz-... que dice que usted tiene un veneno completamente indetectable.
El farmacéutico asintió. Salió del mostrador y cerró la puerta principal del negocio, luego caminó hacia el vano de la puerta detrás del mostrador. -Iba a tomar una taza de café -dijo. Venga conmigo y tómese una.
Sangstrom lo siguió por detrás del mostrador y pasó la puerta hacia una habitación rodeada por estantes llenos de botellas desde el suelo hasta el techo. El boticario enchufó una cafetera eléctrica, cogió dos tazas y las colocó sobre una mesa que tenía una silla a cada lado. Le indicó a Sangstrom que tomara una de ellas y se sentó en la otra. -Ahora -dijo- cuénteme a quién quiere matar y por qué.
-¿Acaso importa? -preguntó Sangstrom. No es suficiente con que yo pague por...
El farmacéutico lo interrumpió levantando la mano. -Sí, importa. Debo estar convencido de que merece lo que yo le puedo dar. De otro modo-. Se encogió de hombros.
-Está bien -dijo Sangstrom. El quién es mi esposa. El porqué-. Comenzó la larga historia. Antes de que hubiera terminado, la cafetera había acabado su trabajo y el boticario lo interrumpió brevemente para alcanzar el café. Sangstrom concluyó su historia.
El pequeño farmacéutico asintió. -Sí, ocasionalmente preparo un veneno indetectable. Lo hago gratis. No cobro por él si creo que el caso lo merece. He ayudado a muchos asesinos.
-Bueno, -dijo Sangstrom- entonces démelo por favor.
El boticario sonrió. -Ya lo hice. Para cuando estuvo el café había decidido que usted lo merecía. Era, como le dije, gratis. Pero hay un precio por el antídoto.
Sangstrom palideció. Pero ya había anticipado -no esto sino la posibilidad de una traición o alguna especie de chantaje. Sacó una pistola de su bolsillo.
El pequeño farmacéutico dejó escapar una risita. -No se atreva a usar eso. ¿Puede encontrar el antídoto -señaló los estantes- entre esas miles de botellas? ¿O quizás encuentre un veneno más rápido y virulento? O si cree que estoy mintiendo, que en realidad no está envenenado, adelante, dispare. Sabrá la respuesta dentro de tres horas cuando el veneno empiece a hacer efecto.
-¿Cuánto quiere por el antídoto? -gruñó Sangstrom.
-Una suma razonable, mil dólares. Después de todo, uno tiene que vivir de algo; incluso si su afición es impedir asesinatos, no hay razón por la cual no pueda sacar dinero de ello, ¿o sí?
Sangstrom refunfuñó y bajó la pistola, pero la dejó al alcance de la mano y sacó su billetera. Tal vez después de tener el antídoto todavía podría usar esa pistola. Contó mil dólares en billetes de cien y los colocó sobre la mesa.
El boticario no intentó levantarlos inmediatamente. Dijo: -Y otra cosa -por la seguridad de su esposa y la mía. Escribirá una confesión de su intención - intención que ya no tiene, creo- de matar a su esposa. Luego esperará a que yo vaya y la envíe por correo a un amigo mío en el departamento de homicidios. Él la guardará como evidencia en caso de que alguna vez decida matar a su esposa. O a mí, en realidad.
-Cuando la carta esté en el correo, podré regresar con tranquilidad aquí y darle el antídoto. Le alcanzaré lápiz y papel. Ah, otra cosa - aunque en realidad no insisto en ello. Por favor ayude a esparcir el rumor sobre mi veneno indetectable, ¿quiere? Uno nunca sabe, señor Sangstrom. La vida que se salva, si uno tiene algún enemigo, puede ser la propia.

sábado, agosto 19, 2006

NIEBLA


Si alguien hubiera despertado de un coma hoy, en la ciudad donde resido, se hubiera dicho que amaneció a finales de noviembre... Luego el día devino en abrazo de primeros de mayo, pero es a colación de lo dicho en primer lugar que traigo un poema, precisamente, de una poetisa nacida en la provincia...

Julie Sopetrán

Niebla

El aire de la huída sacudía las ramas
Chocaba con la lluvia, con los árboles secos
Las hadas empañaban el cristal de mis ojos
La desnudez del llanto desvestía el silencio
Y en marea de grises cual ritual iniciático
Empañado de sueños, a ritmo vacilante
Mi corazón perplejo latía su flaqueza
Lumbre de sensaciones, dorondon de la tarde
Evolutiva nube deshaciéndome el caos
O ese vapor de ausencias rezumándome el rostro
Alivio de la bruma y tu imagen tan cerca...
¡Ya presiento mis labios por la humedad pintados!

FOG
The cloud lies near my ground
Made of experiences: flowers everywhere
Fragrances, visions, emotions
Or this painful, savage desire for Love
The tiny drops of tears are floating all close together
In the air of my lips: breath… in one go
Yes. Your hands fogging my way
And it is a light red as a pinker rare dream
Involving this gentle mist of our souls
Where is the rose of winter?
Where is the seashell’s music?
Singing my confusion
I await in darkness, wondering
When you will arrive!

viernes, agosto 18, 2006

CUANDO EL SOL SE DUERME


Un año atrás conocía la identidad de quien me iba a inspirar estos versos pero sin saber que así sería... Me despisto y deben recordarme las cosas cuando de fechas que compartimentan el paso del tiempo para lo malo y lo bueno de la vida se trata: soy un caso... Pero gracias, trescientas sesenta y cinco veces gracias: suma y sigue...
CUANDO EL SOL SE DUERME
Un relámpago es un latido,
un impulso de luz
que estalla.
Eso me parece ahora
que es tarde de tormenta
y reverberan los cielos
a punto de llorar
porque no saben
tu nombre.
Pero lo que quiero decirte,
lo supe en otra ocasión...
Pareciera que Vulcano
cabalgara sobre el horizonte
aquel día en el que Eolo se apiadaba
de vez en cuando,
de nosotros.
Era en lo que ya sé
tu isla maldita,
maldita por mi culpa,
no mucho antes de abandonarla.
Te besé
y la habitación del mundo,
caídas las cortinas
de la oportunidad,
se hizo todo resplandor
en tu rostro:
cómo un relámpago,
igual que la vida latente,
la sonrisa se hizo en ti.
Una edición nada distinta
a la de otras tantas veces
quizás.
Pero estalló para aliviarme
ardiendo mi piel
hasta imprimirse la quietud
en ese lugar de la carne mía
que solo túconoces...
Ahora ya se duerme el sol
y caen los besos que te deseo,
caen de mi boca,
al suspirar:
es que te recuerdo.

jueves, agosto 17, 2006

¡ Y YO CON ESTOS PELOS !



No fueron muchos días pero pensé que, de producirse, las fiebres y demás trastornos se originarían de inmediato. Quizás haya que esperar algunos días más pero el ESTRÉS que se produce, según dicen, al concluir un periodo de vacaciones, puedo decirlo claramente, no ha hecho mella en mí. Estoy como siempre, cosa que no es perjuicio ni ventaja, y declararlo así, libremente, supone admitir que vivo en perfecto estado para afrontar las responsabilidades laborales que me son propias. Por lo tanto el SÍNDROME POST VACACIONAL o no existe o topa con una barrera de salud en mí que, sin embargo, pudiera causarme algún que otro contratiempo... ¿Por qué? Pues porque en dos localidades de CASTILLA LA MANCHA, de cuyo nombre no me quiero acordar, Guardia Civil y Policía Local- en un lugar unos y en la otra plaza el cuerpo benemérito- se ausentaron de su noble tarea aquejados de este tipo de padecimientos sicológicos. El origen del mal de todos estos respetables guardias obedecía a causas distintas que las que pudieran relacionarse con el retorno al trabajo tras las vacaciones, pero se trataba de bajas por ESTRÉS. Y si un médico recibe, asiste y diagnostica por tales valores, aunque entre uno de los colectivos cundiera el pánico ante la posibilidad de asumir una comandancia que nadie quería y entre los del otro la carga de trabajo les tuviera al borde del desmayo, nadie podría afirmar que los galenos o facultativos correspondientes hacen trampas o actúan con cierta manga ancha, ¿no?... Pues si alguien piensa lo contrario estará de acuerdo conmigo en que el ESTRÉS, ocurra luego de las vacaciones o antes de ellas, es un mal moderno, de moda, que igual sirve para un roto que para un descosido. Se quejarán los sicólogos y se quejarán los siquiatras y se quejarán los terapeutas y se quejará María Santísima, pero por más que pasen los siglos, la picaresca es algo irrenunciable en lo que respecta a los nacidos en la parte insular y continental de este país que llamamos aún ESPAÑA. Y vale más baja por ESTRÉS y que el que venga detrás arree, que civismo responsable y profesional. ¿Acaso nadie se da cuenta que lo que les pasó a los trabajadores de tierra del aeropuerto barcelonés de EL PRAT era un ESTRÉS traumático que no supieron atender los servicios médicos y personal sanitario, y dio lugar a un comportamiento de huelga salvaje y depredadora que en ningún caso desearon?... Pues bien, como yo no sufro esos síntomas de sudores, tembleques, pesadez, taquicardia y ansiedad, quedo incapacitado para hacer de mi capa un sayo y pedir la baja como todo hijo de vecino que quiere unir puentes, acueductos o días de asuntos propios- que no recuerdo ahora como les llaman- hasta lograr una autopista de absentismo bien pero que muy bien pagada. Una triste gracia, vamos. Un desafuero como pocos. La insoportable levedad del tío bolo que termino por ser... En fin, como diría el Forges, “y yo con estos pelos”...

miércoles, agosto 16, 2006

EL MAR, EL MAR Y TÚ

Son ya varios los días ausente de una redacción enteramente propia, pero es que aguardo a ver si me sucede y veo que no llega. Clamo pues: ¿Do el síndrome post vacacional? ¿Do que no lo hayo?

Quedo a la orilla de agosto con Ocatvio Paz y contigo...


EL MAR, EL MAR Y TÚ...

El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.

El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.

De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,

y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.

martes, agosto 15, 2006

FUNDACIÓN DE UN RECUERDO


Debe ser que todos los meses pueden ser propicios, y, sin embargo, agosto...

FUNDACIÓN DE UN RECUERDO

Mario Benedetti

No es exactamente como fundar una ciudad
sino más bien como fundar una dinastía.

el recuerdo tiene manos nubes estribillos
calles y labios árboles y pasos
no se planifica con paz ni compás
sino con una sarta de esperanzas y delirios

un recuerdo bien fundado
un recuerdo con cimientos de solo
que con todo su asombro busca el amor
y lo encuentra de a ratos o de a lustros
puede durar un rumbo o por lo menos
volver algunas noches a cavar su dulzura

en realidad no es como fundar una dinastía
sino más bien como fundar un estilo

un recuerdo puede tener mejillas
y canciones y bálsamos
ser una fantasía que de pronto
se vuelve vientre o pueblo
quizá una lluvia verde
tras la ventana compartida
o una plaza de sol
con puños en el aire

un recuerdo sólidamente fundado
fatalmente se acaba si no se lo renueva
es decir es tan frágil que dura para siempre
porque al cumplirse el plazo lo rescatan
los viejos reflectores del insomnio

bueno tampoco es como fundar un estilo
sino más bien como fundar una doctrina
un recuerdo amorosamente fundado
nos limpia los pulmones nos aviva la sangre
nos sacude el otoño nos renueva la piel
y a veces convoca lo mejor que tenemos
el trocito de hazaña que nos toca cumplir

y es claro un recuerdo puede ser un escándalo
que a veces nos recorre como un sol de franqueza
como un alud de savia como un poco de magia
como una palma de todos los días
que de repente se transforma en única

pensándolo mejor
quizá no sea como fundar una doctrina
sino más bien como fundar un sueño.

lunes, agosto 14, 2006

MI SUERTE


He estado buscando una foto y no sé si es esta...Sí lo sé, pero no sé si es la que deseaba. Es una instantánea mágica correspondiente a una de las escenas de El Misteri de Elx. Para mí, un regalo y el exponente gráfico de lo que pueden ser unas buenas vacaciones: al margen de creencias, la tranquilidad en la maravilla de la música, las voces humanas, el espacio, el aprecio popular en una FESTA que me estremeció. Casi parada y fonda final de un verano hermoso pasado a la vera del Mediterráneo, visto desde "la calle del mar", frecuentemente en compañía de la artista más floral y encantadora de entre las damas y siempre al lado de un respingón abrazo de luz alegre en persona, mujer a la que nombro sin decirla ahora.

Esta es mi suerte.

viernes, agosto 11, 2006

MAR EN CALMA


Es la cuenta atrás, que el tiempo no se detiene. De las vacaciones un mundo por delante una eternidad ya consumida. Pero son los besos lo que me inspiran y la calma de un mar que está al alcance del bien de sus labios.

miércoles, agosto 09, 2006

CXXIV


Se trata de la isla de Tabarca, frente a Santa Pola en Alicante. Todo un pretexto para describir lo lleno de mar que se queda el cuerpo del observador cuando se otea desde este adelanto, atalaya de tierra que, a pesar de las hogueras que supone el aliento del sol en estos días, es formidable regalo de Neptuno... Ella sugirió que pusiera negro sobre blanco alguna de estas reflexiones mías y he aquí mi respuesta: será la dulzura de tu rostro sonriente tras un beso, pulpa celeste como alegría de mar en aguas poco profundas.

En el poema que sigue, DULCE MARÍA LOYNAZ, habla de su isla, de Cuba y como entre bellezas me muevo, este es un excelente colofón para un hermoso día.


Poema CXXIV

Isla mía, ¡qué bella eres y qué dulce!... Tu cielo es un cielo vivo, todavía con un calor de ángel, con un envés de estrella.
Tu mar es el último refugio de los delfines antiguos y las sirenas desmaradas.
Vértebras de cobre tienen tus serranías, y mágicos crepúsculos se encienden bajo el fanal de tu aire.
Descanso de gaviotas y petreles, avemaría de navegantes, antena de América: hay en ti la ternura de cosas pequeñas y el señorío de las grandes cosas.
Sigues siendo la tierra más hermosa que ojos humanos contemplaron. Sigues siendo la novia de Colón, la benjamina bien amada, el Paraíso Encontrado.
Eres, a un tiempo mismo, sencilla y altiva como Hatuey, ardiente y casta como Guarina.
Eres deleitosa como la fruta de tus árboles, como la palabra de tu Apóstol.
Hueles a pomarrosa y a jazmín, hueles a tierra limpia, a mar, a cielo.
Cuando te pintan en los mapas, a contraluz sobre ese azul intenso de litografía, pareces una fina iguana de oro, un manjuarí dormido a flor de agua...
Pero también pareces un arco entesado que un invisible sagitario blande en la sombra, apunta a nuestro corazón.
Isla grácil. Te visten las auroras y las lluvias; te abanica el terral; te bailan los solsticios de verano.
Como Diana, libre y diosa, no quieres más diadema que la luna, ni más escudo que el sol naciente con tu palma real.
La mala bestia no medró en tus predios, y jamás ha muerto en ti un solo pájaro de frío.
Idílicas abejas pueblan de miel la urdimbre de tus frondas; allí vibra el zunzún desprendido del iris, y destilan música viva los sinsontes.
Escarchada de sal y de luceros, te duermes, Isla niña, en la noche del Trópico. Te reclinas blandamente en la hamaca de tus olas.
Tienes la rosa de los vientos prendida a tu cintura; tus mayos están llenos de cocuyos, tus campos son de menta, y tus playas, de azúcar.
Varas de San José en trance de boda, tórnanse todos los gajos secos clavados en tu tierra taumatúrgica. Rocas de Moisés, todas tus piedras preñadas de surtidores.
Vela un arcángel escondido tras cada zarza tuya, y una escala de Jacob se tiende cada noche para el hombre que duerma en paz sobre tu suelo.
Otra escala sutil es para él, el humo rosa del tabaco que le alegra las siestas y le aroma de sueños el camino.
Para el hombre hay en ti, Isla clarísima, un regocijo de ser hombre, una razón, una íntima dignidad de serlo.
Tú eres por excelencia la muy cordial, la muy gentil. Tú te ofreces a todos aromática y graciosa como una taza de café; pero no te vendes a nadie.
Te desangras a veces como los pelícanos eucarísticos, pero nunca, como las sordas criaturas de las tinieblas, sorbiste sangre de otras criaturas.
Isla esbelta y juncal, yo te amaría aunque hubiera sido otra tierra mi tierra, pues también te aman los que bajaron del Septentrión brumoso, o del vergel mediterráneo, o del lejano país del loto.
Isla mía, Isla fragante, flor de islas: tenme siempre, náceme siempre, deshoja una por una todas mis fugas.
Y guárdame la última, bajo un poco de arena soleada...¡A la orilla del golfo donde todos los años hacen su misterioso nido los ciclones!

lunes, agosto 07, 2006

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

A veces el oleaje puede ser inquietante, cosa que tampoco es de temer en este lunes, segundo de agosto, que arde con menos fuego hacia septiembre. De todas maneras sigo rogando a los "dioses" por el baño mío- nuestro en la medida de lo posible- de cada día...

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza...-¿Dónde está tu padre? – preguntó .- Está en el cielo - susurró él.-¿Cómo? ¿Ha muerto? - preguntó asombrado el capitán.- No - dijo el niño -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros.
El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.
JOSÉ LEANDRO URBINA

sábado, agosto 05, 2006

CANCIÓN DE MARCELO CIELOMAR



Me he ausentado de la tumbona para visitar el sitio y corresponder con quienes no están de vacaciones. Se trata de las aguas del Mediterráneo en Guaradamar del Segura y lo que sigue es un "beneficio" de mar que merece la bella ilicitana a la que acompaño y que me acompaña: no sale en la foto pero se sustancia en espíritu.
Hasta pronto...
Canción de Marcelo Cielomar.

Mar cielo
Mar y cielo
Cielo y mar
El mar y el cielo
El cielo y el mar
El mar y su cielo
El cielo y su mar
El cielo y su madre
El mar y la madre
El mar y su padre
Mar y cielo y luna
Cielo de luna en el mar de cielo
Luna de mar en el cielo de luna
Mar de cielo en la luna de mar
El padre del mar en la madre del cielo de la luna
Mar y cielo y luna y noche
La noche de la luna bajo el cielo de mar
El mar de la noche sobre el cielo de la luna
La luna de cielo con la noche de mar
El cielo del mar con la noche de la luna
El padre de la luna de mar en la noche de la madre del cielo
El mar el cielo la luna la noche el viento
El viento
El mar al viento
El cielo al viento
La luna al viento
La noche al viento
El viento al mar
El viento de la luna
El cielo del viento
La noche del viento
El mar en el cielo sobre la noche de la luna en el viento
El viento del cielo
El viento del cielo en la luna
El viento del cielo sobre el mar del viento
El viento del viento delante el viento
La noche de la luna al viento
El mar de la noche
El cielo de la luna
La noche de la luna en el mar del cielo al viento
La luna
El viento
El mar
El cielo
La noche
La luna de la luna llena
El viento del viento norte
El mar del altamar
El cielo del séptimo cielo
La noche de la noche eterna.

Vicente Huidobro