martes, marzo 08, 2011

CINCO A PARES


En el libro EL MUS DE LOS VASCOS, de Jaime Torner, aparece una sucesión de principios o sentencias relacionadas con el antiquísimo juego de naipes, cuyo conjunto recibe el nombre de POEMA DEL MUS. El primero de esos refranes dice: “Con bunas cartas, Facundo, serás campeón del mundo”. Y, a fe mía, que con eso debieron contar, con la suerte de Facundo, Miguel Gismero y Félix Sánchez, según informa el portal de noticias Guadaqué, al fin campeones del torneo MUS CARNAVAL CIUDAD DE GUADALAJARA. Doble triunfo, además, porque consiguen también el derecho a intervenir como participantes del II MASTER NACIONAL DE MUS, que se celebrará a finales de este año en Valencia. Como quiera que cada jugador de mus o mussolari se tiene a sí mismo como la cúspide de la especialidad en activo, dirán los ganadores que, de suerte nada: pericia y arte, en todo caso. Argumentarán más, no importa quien se dirija a ellos, haciendo valer el punto 23 del citado POEMA DEL MUS: “No toleres a mirones que te quieran dar lecciones”… Por lo tanto felicidades. Felicidades porque toca y porque aún es fiesta. La fiesta de las mujeres, trabajadoras o no. Mujeres con temperamento como las que juegan al mus, pero, ni, ayer, ni hoy ni nunca, absolutamente magníficas como se pretende cada ocho de marzo. Hay, como entre todo lo humano, variedad y convendría sustituir estas jornadas de linda palabrita sin continente- ganas de hablar y perder la fuerza por la boca- por un constante esfuerzo de humanidad que ciertamente supusiera justicia. Nadie ha de erigirse sobre nadie y si los varones hemos monopolizado el mundo hasta la actualidad, arbítrense normas que desmonten cuento abuso se produzca. Apuéstese por la cordura envidando a pares en educación, con el único objetivo de aunar esfuerzos y proporcionar los recursos que correspondan para obtener la excelencia y el progreso a disposición de todos. Pero, sin ese ánimo moderno que tiraniza al ciudadano. Que nos obliga, en vez de enseñarnos y persuadirnos para que hagamos bien lo que hay que hacer bien. Dígannos, y continúo con el mus, cuales son las reglas del juego, mas eviten exigirnos tal o cual postura a la hora de sostener las cartas. De modo que, mujeres sí, hombres sí. Siempre. Incluso los que juegan al mus. Ellas, insisto, también. Porque tengo buenos recuerdos de aquellos días en los que acudí al Hospital Universitario de Guadalajara, donde permaneció ingresada una amiga a quien visité interesado por su salud y para acompañarle. La tal moza, nacida en tierras cercanas a Siguenza- Juana ahora no me acuerdo del nombre de tu pueblo, perdón- es de las de órdago a la grande y practica la “treinta y una” sin piedad. Rival de fuste a la que solía someter, sin embargo, con gran regocijo por mi parte, no lo puedo ocultar. No tanto por superar a una avezada competidora, sino maravillado por mi suerte. Mi padre, laureado jugador, nunca sacó partido de mí en esa especialidad. A pesar de su ciencia nunca desarrollé la destreza necesaria, ni la picardía o el aplomo para jugar y formar parte de un dúo temible en esas lides, ahora también mediatizadas por el orden y rigor de obligado cumplimiento- todos sanos por cojones- que obsesiona al gobierno de España: los crucificados, expuestos a las entradas de los bares, exhalando un humo ahora imposible para hacer la paz con pipa, son el escarmiento con el que la cuadrilla de ZP manifiesta lo que les espera a los fumadores que perseveren en su vicio. Y, claro, mus sin tabaco no es mus. Mi padre fuma, pero lo hace en su domicilio y, de momento ahí la ley no llega. Fracasó en lo del mus, tal vez porque sólo imité a Bogart en los escenarios de mi juventud, o porque soy un negado para ello. Pero me enseñó a jugar al tute, a la brisca y al chinchón, modalidad que domino como demuestran las veces que me he enfrentado a los mejores campeones- sobre todo campeonas ilicitanas- siempre con resultados a mi favor… Así pues, baraja en ristre, dicho todo lo que tenía que decir por la presente, concluyo con otra perla del POEMA DEL MUS: “Cuatro, cinco, seis y siete, Dios te ampare, tío Perete.

No hay comentarios: