sábado, abril 03, 2010

EN PRIMAVERA USEMOS LA PIPILERA


Concluyen los días de LA PASIÓN. Las cofradías se retiran a sus lugares y la cuenta atrás en espera de la próxima Semana Santa, comienza. Entonces, como están acabando de hacerlo ahora, saldrán a PROCESIONAR, actividad que, sin embargo, no existe, al igual que no existe tal palabra. Es como uno de esos ríos cuyo lugar de nacimiento, el de toda la vida, está seco. Pues no es tal río. De modo que, si los del capirote y los costales, los penitentes y los que se someten a disciplina, perseveran en la necedad dicha, se condenan. Se condenan por ignorantes e insustanciales, por zoquetes. Pero no solo ellos, esa tontería de querer imponer términos a base de repetirlos- de incurrir por tanto en abominable desafuero- es propia de informadores, probablemente universitarios como los que están autorizados a hacer trampa en los exámenes- Sevilla por ejemplo- y prosiguen sin despeinarse contentos con el poco valor de su carrera y manifiestamente incapacitados para un oficio en el que el dominio y el uso correcto del idioma es esencial… Como todo esto lo veo en televisión deduzco que la infección debe ser pandemia a estas horas y agente que provocará la mutación de tantos. Porque es fácil decir que se va de procesión, que la procesión recorre las calles, pero mucho menos moderno. Menos glamuroso incluso. Vale más la impostura que jugársela a carta cabal. Quizás por eso, estos mismos días, al contemplar el paso de algunos participantes, a medio deshacerse de su indumentaria, me parece advertir en ellos, todo lo más, las ganas del figurante. El ansia por llegar, por ser reconocido y reclamar los minutos de gloria que un teléfono móvil o una cámara de video en poder de familiares, amigos o conocidos les hayan podido proporcionar. Desde luego ni rastro de misticismo, de emoción, de impresión alguna que no fuera dominada por el cansancio, tratándose como se trata de una experiencia religiosa que, es verdad, como dicen todos, “conocer lo que supone exige vivirlo”, y, conforme a la ilusión y el fervor como la esperan quienes en esas están debiera ser algo perfectamente manifestado siquiera en los ojos de los aludidos… Pero no, vale más el gusto de ser objeto e icono de espectáculo, parte de lo que ha de suceder para que los que colapsan las calles persuadidos de la importancia de lo que vendrá hasta el punto de traerse sus sillas y aprovisionarse de pipas para entretener las horas, aguanten carros y carretas para poder lucirse durante los días siguientes proclamando, sí, yo estuve allí… Por cierto, parece ser que son jornadas durante las cuales los productores de girasol compiten con los de maíz, repartidos los feligreses entre las salas de cine y el desfile de una imaginería y tesoro que se pretende dotado de animación. Al menos, y se hace en ciudades como Zamora, las autoridades reparten una bolsa llamada PIPILERA, de papel, con dios compartimentos: uno para la “carne” de la semilla y otra para el “pericarpo”, las cáscaras o pieles que se descartan. De esta forma las brigadas de limpieza han de cargar con menos trabajo y las calles se ven, luego del alejarse la marabunta, mucho más decorosas. En todo caso, démonos prisa. Con pipas o sin pipas, “procesionando” o a salvo de saetas, bandas de cornetas y tambores, guiones, nazarenos y madonas, falta poco para que acabe la jornada y no llegamos: resulta que acaban de anunciar en el telediario que hoy es el día internacional de la guerra o pelea de almohadas, World Pillow Fight Day en inglés… Sí, aunque les parezca que no, sí, sí y sí…



2 comentarios:

Anónimo dijo...

buuuuu

blando...

modero mis comentarios

¿sólo querés palmaditas en el hombro?

Anónimo dijo...

questo no sono ensayo, mais kexa ké reflecion