viernes, diciembre 03, 2010

EL AFORTUNADO


Debe ser que todos somos magníficos cuando ha lugar y nos encomendamos a la conquista. Queremos ser aceptados y ofrecemos al otro la versión propia que fascina, el hábito de quien pretende seducir… Luego hay quienes se sirven de tales galas para ejercer una dominación no solicitada, de la misma manera que existen los interesados, nada más, en compartir los detalles de la excelencia que se sabe a ellos atribuibles con las personas a las que se atiende con tanto derroche. Y debe ser que, una vez admitidos indefinidamente- cuando queremos a alguien siempre decimos que es hasta el final que se produce cuando la parca viene a proponernos un viaje no querido pero del todo natural- aprovechamos para relajarnos y vestir en pijama. Claro que no dejamos de ser quienes somos, no desaparecen nuestras virtudes por ese mismo hecho, aunque las taras o defectos afloran cual se aprecia la basura debajo de la alfombra estupenda. Pero, sea que un día nos levantamos ocurrentes para festejar la vida, desempolvando del armario de nuestra conducta el deslumbrante terno con el que logramos persuadir a quien soporta de nuestra parte pereza, egoísmo, orgullo e incuria por ejemplo- porque no sentimos bien, como entonces, como ayer, y repetimos aquellas ganas en honor a lo que fue y merece seguir siendo- o a causa de la toma de conciencia que supone admitir lo mucho que se nos tolera a cambio de bien poco, repetimos el cenit de la magnificencia una vez alcanzada, y conquistamos, seducimos, y logramos que los compromisos, las complicidades, el tiempo, las emociones, el empeño por ser y tener juntos, retorne a experimentarse. Acaso por ir en traje de dormir jornada tras jornada, trasmitimos rendición, decadencia o acomodaticio imperio y oficiar una llamada de atención como tal vez se nos demande o nos apetezca obliga a tales conformidades… Lo digo porque te quiero. No sé si te das cuenta pero es algo que, si silencio cada media hora, es porque a mi mismo me resultaría cargante. Seguro que a ti no, ya lo sé. Vosotras sois distintas- algunas- y tenéis otras necesidades… Pero te quiero y cuando descubro en ti esas cosas que haces, me refiero a esas danzas de adorable payasa- por mencionar algo mínimo y a la vez gigante- lloro interiormente de felicidad. Me encanta ser un tipo con suerte y contar con tu inacabable paciencia… Ya sabes, a pesar de lo que digan mis “ex novias” el afortunado soy yo.

No hay comentarios: