jueves, noviembre 26, 2009

EL VALS DEL ADIOS


Concluía la música pero no el asombro. El sonsonete musical de los aeropuertos rara vez se interrumpe y la emisión de un vals para celebrar tu marcha- que te vas y lo haces contenta, que no será para siempre y que si lo es, incluso obligados a regresar al pergamino, al vuelo de las palomas o al mensaje a salvo de las sales marinas dentro de una botella, encontraremos el modo y manera de saludarnos tan fraternalmente alegres como ahora- que suene un vals, digo, para escenificar una cariñosa despedida, debe ser cosa de indudables influencias por tu parte o de ingenio sin límites. Apuesto por lo segundo y, además, te pido disculpas. Tu partida y la noticia de la misma han sido oportunidad que me ha pillado por sorpresa- Morfeo te propone audacias porque sabe que no te resistirás- y, entre faltar a esta cita y acudir en pijama a la misma, invoqué tus indulgencias y la comprensión de los amigos que están aquí contigo. Al fin y al cabo tú duermes y yo dormía. Estoy despierto en tu sueño y nos hemos abrazado tras ser apadrinados por Chopin. Gracias por el brindis onírico amiga mía.

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