sábado, marzo 27, 2010

DE PRIMAS Y FUMEQUE

La primavera llegó, según dicen los meteorólogos, ya hace unos días. Me refiero al momento preciso, no hubo campanadas como durante el fin y el principio de año, no hubo disparo de cohetería, ni salvas militares, pero los especialistas dicen, a tal hora llega tal día, y ya está. No hay comité de bienvenida en los aeropuertos ni se sabe que haya descendido de ningún tren o barco, pero que está, está. Me figuro que deambula por ahí, eligiendo oficina, vestida de gabán y con paraguas dispuesta a administrar algo más de sol y que los jardines se manifiesten como propuesta contra asfáltica de un vergel… Aunque en las ciudades, entre la polución y el escaso espacio que les dejan a las flores no hay demasiado de lo que ocuparse. Sin embargo, los Fenicios, que, porque lo son, se dan mucha maña para obtener su botín, han debido hallarla y resolver diligentemente un asuntillo. Salvo los invidentes o los tan enfrascados en el meollo existencial de sus vidas como para permanecer impasibles- porque no se enteran- ante el mismísimo Godzilla que se presentase de pronto, en un ratito de asueto y benéfico paseo por las avenidas de notables burgos cuales aquellos en los que cada cual resida, se aprecia un fenómeno que delata la presencia de esa prima floreciente a la que añoramos muchísimo cuando el invierno nos aprieta las tuercas: sobre las aceras hay un brote de artefactos familiares cuyo núcleo principal es un tablero con cuatro patas. A su alrededor no menos de cuatro asientos y, pera completar el cuadro, en algunos casos, un farola de gas o estufa con alta peana… Así que, se va el frio rigores a cuestas, enseguida terminan de ponernos las macetas para que los alérgicos desistan del romanticismo de una rosa y las terrazas hurtan espacio a los viandantes. Es lo que tenemos. Por eso somos un país de sol y abierto a la calle. Y no sé si la ley permite fumar en esos reductos hosteleros sitos en la vía pública, pero, átense los machos, en algunos países ya se escuchan voces que aconsejan se prohíba fumar incluso en la propia casa. ¿Lo adoptará para nosotros durante esta encantadora primavera algún ministro o ministra de los de este gobierno experto en brotes verdes? No lo sé pero yo, que no fumo, me apresuro a encender un pitillito no sea que para cuando se consuma todo, además de ser verano, me aficione al tabaco y ya no pueda ahumar mi vida.

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