martes, enero 13, 2009

LEYENDA URBANA 4


Proliferan, bien se sabe, las carreras a pie que se disputan al declinar el año. Se trata de competiciones urbanas cuyo nombre responde al más importante, de los que le son propios en el santoral, al día treinta y uno de diciembre. Se denominan SAN SILVESTRES, por lo tanto, y están de moda. Cómo será, que no hay concejalía de festejos ni administración municipal en sí ausente de tales boatos. Todos y casi sin falta, pretenden la contratación de la, más o menos refulgente, estrella del momento y reclamo principal de cualquiera de las convocatorias dichas, propuestas como acto de campanillas de entre los que figuran en los programas de celebración navideña. Además el número de participantes es notoriamente superior al registrado en otras épocas y no solo porque el número de aficionados a hoyar el asfalto con cierta prisa y modos atléticos sea creciente. De hecho, la mayoría de los inscritos en cada una de las pruebas son directores de bancos y cajas de ahorros, hombres y mujeres. ¿Por qué? Es obvio: A mediados de noviembre, comienzan una disciplinada preparación y se ponen a punto físicamente. Pretenden manifestarse plenos, sobresalientemente atléticos- veloces y a la vez resistentes- durante la jornada de la fecha del sorteo del gordo de la lotería nacional, el veintidós de diciembre. Es una ocasión en la que se deben a sus obligaciones profesionales más que nunca y, dispuestos a recorrer la distancia que sea tras los nuevos ricos, millonarios distinguidos por el canto de los Niños de San Ildefonso, realizar un “trabajo de campo” consistente en convencer a los agraciados- secos o empapados de cava, sobrios o no- para que depositen sus recién estrenadas fortunas en las entidades correspondientes. Luego, aún musculosos y a pleno pulmón, fuertes y capaces todavía, cambian la cartera por el dorsal y emulan a ZATOPEC. A sí es la vida. 

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