Cuando uno adquiere compromisos y defrauda las expectativas generadas, ha de admitir como consecuencia de sus actos improperios y denuestos. Y, antes de que estos se produzcan, muchas veces, buscamos la disculpa, la excusa, el argumento que explique lo sucedido mediante el cual podamos solicitar indulgencia. Pero no es el caso, que no llegue la sangre al río, compañeros. Esta publicación se abrió porque el emprendedor a su cargo quería tener un cuaderno sin candados, un expositor de ideas, reflexiones, preocupaciones y fábulas también al servicio de los demás, de cualquiera. Como hacemos tantos en este proceloso mundo. Y, bueno, lo que cuenta es decir algo que a uno le importa decir, en la medida de lo posible con una relevancia digna de mención y atractiva en cuanto a contenidos y forma. Sea como fuere, con cierta continuidad porque, igual que hasta ahora lo que no salía en televisión resultaba inexistente- de hecho internet es intangible pero real porque, de vez en cuando o muy a menudo, sale en la tele- si uno no se mueve en la red seguro que ha caducado. Todo en contra de lo que resulta del tráfico registrado en este cuaderno durante las últimas semanas. En contra, sí, aunque sin certeza de defunción. El cuaderno puede revisarse mientras se redacta una nueva intervención cual- momento pedante de la nota- se revisan los clásicos. Releer piezas antiguas o leer lo que no pudo revisarse en su día... En fin que, proseguimos. Mientras no se de aviso el propósito inicial no ha dejado de ser el que fue.
Gracias.
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