viernes, enero 07, 2011

UNA TREGUA ENTRE JUERGA Y CALVARIO


¡Qué calma!, ¿verdad? Cada oveja con su pareja al fin, cada mochuelo a su olivo, y aquí paz y después gloria. Los compromisos adquiridos han sido satisfechos luego de haber participado en las ceremonias y festejos propios de este periodo entre dos años al que se denomina NAVIDADES. Y cabe que así sea salvo trastorno o desvarío: ¿quién querría para sí el acoso y la denuncia? Más vale ceder y fingir una buena sonrisa cual el modelo general enseña para permanecer en los márgenes de lo políticamente correcto. Para algo se exige uniformidad y comunión. Alegría demostrable y cierta medida de hipócrita condescendencia. Y quien no lo asume se gana la etiqueta de raro, cenizo, soso, antipático, estirado, gruñón, aguafiestas o cafre… Por lo tanto, ya está. Regresamos a la función diaria de nuestras ocupaciones cotidianas y a lo que de verdad importa: caído el mundo de la ilusión forzada, de la juerga sin otro predicado que el de la juerga misma, podemos centrarnos en vivir. En vivir o sobrevivir, dadas las circunstancias. Porque, puede que exagere, pero la medida de aquello a lo que apunto se resume con hacer caso al maestro Mingote, genial siempre, cuando, en una de sus últimas viñetas- una pareja que conversa dentro de una cafetería- pone en boca del personaje masculino quien enseña su calzado al personaje femenino:

- He dejado los zapatos en el balcón, como todos los años, y los Reyes Magos les han puesto medias suelas.

Pues bien, a lo que íbamos. Oculta la realidad tras toda esta monserga de fraternidad, familia, reconciliación, caridad de juguetes usados porque para qué va a privarse su hijo de alguno de los bastantes que recibirá y que sea la solidaridad originada por el buen ánimo y no por deshacerse de los que sobran y no utiliza desde hace varios eneros…

- Hombre, se olvida usted del reciclaje y olvida que, si esos niños dependieran de un juguete nuevo para tener un obsequio durante estos días, se quedarían a dos velas. De modo que, súmese a lo que sería, en todo caso, un mal menor, ¿no cree?

… entusiasmo público, todos pertrechados como guerreros Ninja para asistir a las cabalgatas no sea que cualquiera de la parroquia le birle el preciadísimo caramelo al que aspiran como si nunca hubieran podido degustar tal delicatesen. Ansiosos y tranquilos, eso sí: los organizadores del espectáculo operan disponiendo servicios de asistencia sanitaria inmediata a fin de solucionar las lesiones de todo tipo que se produzcan, incluso las oculares, que los paraguas que se esgrimen de modo inverso al lógico uso para el que fueron concebidos, para acumular “pedradas” de dulce, pinchan ojos como aceitunas los mondadientes.

- Es que a usted le molesta todo.

En fin, concluida esta obligatoria necedad…

- ¿Obligatoria?

… necedad obligatoria porque es una idiotez fraudulenta de celebración y obligatoria porque es como el humo de los fumadores para los que no fuman: contamina. Pudre y enferma sin que exista una ley que reduzca estas manifestaciones al ámbito de lo privado…

- Ah, ya le veo venir, lo dice por el negocio

Negocio hecho que no será tanto negocio. Dirán que fue peor que otros años y las pérdidas que se manifestarán con números cuerpo noventa y en negrita, clamarán durante semanas. Como los cocodrilos cuando lloran… Pero, cuidado, que vienen las rebajas y la cuesta de enero. Más tópicos con los que disfrazar lo que de verdad toca. Porque, vivir, ciertamente vivir, ¿para cuando?

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