viernes, diciembre 01, 2006

DE MI CATARRO, MI TÍO POLO, ZP Y JB


DE MI CATARRO, MI TÍO POLO, ZP Y JB

Era campechano, amable, cariñoso, atento, por lo menos en lo que se refiere a la relación que tuvo conmigo, no demasiada por cierto. Pero ya falleció mi tío Polo. Sin embargo estoy preocupado... Seguramente cualquier lector de prensa- o lectora para no irritar a la feminista de turno- persona atenta a la actualidad a través de los periódicos, internet, televisión o radio, conocerá la muerte, el pasado jueves día veintitrés, de un ex espía ruso llamado Alexander Litvinenko. Falleció envenenado por un isótopo radiactivo cuyo nombre es “polonio 210”. Inmediatamente se tuvo noticia de unos documentos o testamento político del fallecido, en los que se acusaba al presidente de Rusia, señor Putin, de ser el responsable de tan luctuoso y criminal desenlace. Luego, el jueves día treinta, la compañía de aviación British Airways, informó del hallazgo de rastros radiactivos en aviones con destino a Madrid y Barcelona. Bien. Pues ocurre que, aunque no he utilizado ningún servicio de la mencionada línea aérea, ni de ninguna otra, y, por lo tanto, las afecciones propias de una exposición dañina no se darán en mí por esas circunstancias- me he enterado de los efectos y una dosis de polonio 210, incluso en cantidades ínfimas, es pasaporte suficiente para acudir al otro barrio de ingerirse, respirarse o entrar en contacto con la sustancia a través de una herida- es imposible que un servidor remonte el vuelo, nunca mejor dicho, de su salud. Las pociones que corresponde utilizar en estos casos y los protocolos de sanación que se conocen, están dando resultado negativo. Y tanto es así, que sospecho de mi buen tío... Resulta que Apolonio, “A- POLONIO”, quien no vivió hasta los doscientos diez años pero tuvo veintiuno, debió desarrollar defensas contra este mal. Lo padecería, sí, como su mismo patronímico indica, y solo como portador. De ahí que, pues era cariñoso como dije, quizás con las babitas intercambiadas en un beso, esas que uno se relame sin darse cuenta, incapaz él de contener los efectos del veneno desde su organismo, bastara para producir algún tipo de contagio: el causante del ahora muy difícil restablecimiento al que me veo abocado. Cuando los de Wolswagen sacaron el modelo Polo nada me hizo pensar que la calidad de los transportes que desde ese momento utilizara fuera a ser cual el antojo de mí tío, es cierto. Mas, en esta ocasión, ya que el polonio es soluble y el Polo, me refiero al coche, no al helado ni a mi familiar, si se disuelve pierde toda utilidad, se comprenderán mis inquietudes... En fin, dicho esto, urge evitar la venta de otras partículas radioactivas en droguerías y demás establecimientos del ramo, como se expende el mata ratas. Y para lograr el éxito y el aplauso inmediato, nada mejor que la intervención profesional de 007, todavía jugándose los euros en un casino de la cadena ROYAL. Precisamente en estas lides se verá la auténtica dimensión diplomática de ZP, amiguísimo como es de Tony Blair. Tal vez, gracias a los oficios del “premier británico”, en contacto con “M” o con “Monypenny”, conseguir los servicios de JB cueste menos de lo que parece. Eso sí, como unos intrépidos cómicos y faranduleros que se llamaron COMANDO TEATRAL decían, JB ON THE ROCKS: porque unos traguitos tal y como está el mundo, diga lo que diga la ministra de sanidad, en zonas reservadas para el botellón o en locales de consumo de toda la vida, nunca vienen mal.

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