jueves, diciembre 07, 2006

LA ALMORRANA NACIONAL o SARNA CON GUSTO NO PICA


Estoy seguro pero puedo equivocarme. Obrar con tanta abnegación, salvo en el caso de lo a uno afecto, es raro por no decir improbable. Y sálvese quien pueda, pero me refiero al empleo de la inteligencia, conocimientos y habilidades adquiridas para realizar aquellas tareas propias de la actividad laboral mediante las cuales conseguimos- o lo intentamos- llegar a fin de mes. Por cierto, empresa titánica a la que, paradójicamente, se enfrenta también la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre… Pues bien, bobadas emitidas desde una de las “poltronas” relevantes de la administración aparte, apuesto a que son pocos y pocas los que se obstinan en hacer bien lo que saben hacer bien, suceso digno de ser noticia si llegara a acontecer de manera general. Antes y después mal, por vocación o por imposibilidades ajenas al trabajador, muchos se reservan, regulan su proceder o utilizan los resortes que la ley permite para juntar lo indispensable a fin de evitar el colapso social si no es que se ausentan. No vayamos a trabajar mucho y demasiados días, igual el vecino se beneficia de lo por cada uno de nosotros hecho cuando se debía y conforme a la calidad pertinente. Porque, de solidarios nada. Más bien somos partidarios de ese dicho tan viejo, “el que venga detrás, que arree”… El barrendero que lucha como un coloso contra la muchedumbre en tromba- ciudadanos que no piden paso, atropellan- por una de las calles "desventradas" de Madrid- a mayor gloria de don Alberto Ruiz Gallardón- y se enfrenta a la marea empecinado en apartar de la vía unos papeles adheridos al asfalto por la grasa, el caucho, los combustibles y demás porquerías producto de la actividad humana, éste que digo, es menos héroe de lo apreciable. Resulta uno de tantos a destiempo enfebrecidos por recurrir al estricto cumplimiento de lo que les compete. Alguien que estorba, como los motoristas demandantes de una seguridad que han necesitado siempre en las carreteras y hacen su protesta un día de tráfico caótico. Otros, claro, no estorban, otros no están porque hacen huelga, o se desentienden cuando es el momento, y los papeles, las hojas de los árboles, las bolsas de papel y todas las guarrerías que arrojamos al suelo- “solidaria e higiénicamente”- pueden ser recogidas. Por lo tanto es asunto de los que administran, organizan, mandan y ejecutamos, que esto que se llama sociedad funcione. Lo milagroso es que, con tanto pícaro, "a fuer" de desentenderse y desentenderse, “plácemes” con el esperpento de los “puentes”- qué sería de los hosteleros y el turismo sin los “puentes”- cuando el trabajo de dos lo hace solo uno “y ya se apañará” o no lo hace nadie- “que tampoco pasa nada porque dos, tres, cuatro, siete días, deje de hacerse lo que a todas luces es imprescindible de lunes a viernes, por lo menos, cuatro semanas por mes”- lo milagroso, digo, es que funcione o parezca funcionar esto de la vida. Será que la chapuza todo lo puede. La chapuza o que nos da igual, supuesto más a mi parecer correcto: “dé por culo, pero si es a turnos no pasa nada, la almorrana nacional no se resiente o, si lo hace, a todos pica”. He dicho.

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