miércoles, diciembre 26, 2007

BELÉN, LUMBRE Y VIDA


Tras la muerte de Franciso Umbral, el lugar que su columna ocupaba en la contraportada del diario El Mundo, tuvo cada día titularidad nueva hasta llegar a cien. Ahora, luego de ese centenar de voces, precisamente una de las primeras, la de Raúl del Pozo, se manifiesta dando final descanso a LOS PLACERES Y LOS DÍAS. Por eso, es oportuno celebrar al gran escritor que es Del Pozo y felicitarle porque estrena atalaya: EL RUIDO DE LA CALLE...



BELÉN, LUMBRE Y VIDA

Por Raúl del Pozo

El Mundo 26 de diciembre de 2007
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El ruido que suena en este recodo de papel, que nunca será el rincón de Ordóñez, es el de la zambomba. Si escuchan unas notas lejanas, solo dos, son las del Shofar, el cuerno de carnero de los hebreos. Si se quedan con la copla, les llegarán las melodías de la sonaja de los incas; los panderos son de los gitanos y las maracas de Machín, de los negros y los caribeños. He montado el Belén en esta última página con el pesebre global: el niño ucraniano, el pastor rumano, la virgen del Machupichu. Dejo pasar a los reyes constitucionales porque ya no matan a los recién nacidos.
Pido que lleguen las manos de los dioses a sus correspondientes adoradores o creyentes y la esperanza, hermana del sueño, a los racionalistas. Aderecemos una garbanzada con alubias y azafrán de pelo de los gitanos, una carne con pita para los árabes, nubes de caviar para los rusos. Pidamos merced para los 70.000 presos, de los cuales la tercera parte son extranjeros, tres veces más penados. Sólo tienen una ventaja, nadie les trae amor a los locutorios, pero tampoco les contagia la neurosis de estas noches melancólicas y apesadumbradas. Muchos de ellos no ven el mar, ni siquiera gaviotas carroñeras; cuando miran a la luna siempre hay una tapa por medio. No hay ojos más apesarados que los de los presos y los emigrantes en la noche de Navidad.
Cuentan las autoridades que en la cárcel de Acebuche les van a dar a los placados fiambre de pavo si son musulmanes, lechón a los de Botafuegos; en la de Córdoba, van a tocar 14 langostinos por chapado. Que Dios se lo pague.
El mamoncete que da patadas al vientre del tiempo entre la paja es el Mesías del éxodo y del viento. Los ateos dicen que lo del pesebre es un cuento oriental y que aquel rabí, mago, judío converso y nacionalista, que hablaba el rudo dialecto nazareno, sin querer fundó una multinacional con diseño de Miguel Ángel que vive su decadencia, pero llevan diciendo lo mismo 2.000 años.
El ciego de la Recoleta nos cuenta que el chico prefirió ser judío. No quiso ser francés, ni siquiera porteño. Desconocemos la fecha de su nacimiento. Vino al mundo los días en que la Estrella del Este (tal vez el Cometa Halley) fue vista en algunas provincias orientales del Imperio Romano. Nació antes de Cristo porque un papa encargó a un astrónomo escita que estableciera el primer año de la era cristiana. Se equivocó en seis años.
Este pesebre sigue las normas de San Francisco, que según el breviario Florecillas, cuando quería nombrar a Jesús, le llamaba Niño de Belén e, inflado de amor, imitaba al pronunciar la palabra Bethleem el balido de la oveja.
Demos balidos de cordero para felicitar a los amigos e incluso a los enemigos, que son villanos, pero no dan la lata.

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