miércoles, marzo 26, 2008

AZCONA


Estar ausente sin justificación da lugar a preguntas. Desaparecer es el origen de cuánto alivio, inquietud, esperanza o llanto. Mas, ser sujeto de incomparecencia, desaparecer temporalmente, faltar a la cita que se mantiene con cierta frecuencia, tal vez constituya nada más un episodio de indolencia si la causa de tan adverso proceder figura entre las merecedoras de excusa por pertenecer a lo venial. Quizás hayan sucedido acontecimientos de sobra como para entender la carencia de orden a la que me refiero, pero sólo cuando se ofrece la información que corresponde existen oportunidades de obtener de nuevo el respeto y la confianza a punto de perderse… Alasalamar y Mariángeles han recibido a María José, ciudadana peluquera, reputada retratista- en lo que a fotografía se refiere- feliz viajera y, durante las fechas de Semana Santa ociosa visitante de este burgo que enseña con orgullo su doble Patrimonio de la Humanidad: ¿serán algún día triple si las autoridades competentes incluyen en tal catalogación a la Vieja Dama todavía residente en la Capital del Reino?... El caso es que fueron unos días bonitos de amistad, mar, luna, más restauración que gastronomía, licores y pipas. Con tiempo para el camino sin prisas, el advenimiento de la lluvia que se jura aquí como propia de las fechas litúrgicas de la Pasión, la llegada de Eolo manifestándose en riguroso Leveche y un inacabable ir i venir de voces que nos han divertido, explicado, expuesto y sacudido para bien porque, incluso lo que puede sonar a reproche, cuando se trata de amigos, al menos para el coleto de cada uno, se lee, se escucha como aserto que pretende lo mejor para quien lo recibe. Además “la seño”, my teacher para muchas de las cosas que valen la pena en la vida y en las que soy su alumno, como yo consideré sin ningún género de dudas, trabó simpáticos lazos de entendimiento y complicidad con la muy noble “rebanadora de cráneos” y antiquísima amiga. Por lo tanto, mi latido ilicitano contenta, contenta “la hermana mía” que regresó a ese lugar de España que muchas veces no se explica sin nombrar su cercanía a Madrid y muy contento yo … Contento que me falta porque no sé, sin embargo, no sé como continuar hoy. A la citada y fraternal nativa de Mazarete (Molina de Aragón- Guadalajara) hospedada por nosotros como se ha dicho- y ya se sabe que nunca “exnovia” según ella, puesto que jamás proclamó que lo fuéramos oficialmente- y cinéfila confesa, le faltarán palabras también. Palabras que sirvieran para expresar lo que supone la ausencia definitiva de un hombre de cine. O, mejor, del cine encarnado en un hombre que ha fallecido. El cine y la comedia. Y el retrato social. Y el humor. Un hombre sin el que el cine es menos cine privado éste- el cine- de las palabras, sus palabras, indispensables para urdir un buen guión. Un hombre al que recordaremos en el celuloide dérmico de prestigiosos directores como Berlanga, Ferreri, Estelrich, Trueba, Saura, Antonio Jiménez-Rico o José Luís Cuerda y cuya colaboración con todos ellos ofreció algunas de las ocasiones artísticas y de entretenimiento más importantes del Cine Español. Pero un hombre del que puedo decir bien poco a pesar de la admiración y reconocimiento que siempre he sentido por él. No he reflexionado de manera exhaustiva y académica sobre su cine, no lo traté y salvo lo dicho por otros es escaso lo que puedo aportar. Duelo sí tengo porque el fin de una inteligencia excepcional, el cese de un surtidor de sensibilidad y arte ha de dejar consternación en quienes son beneficiarios de todo ese talento, en ese sentido, creo, soy cabal. Y me gustaría tener un verbo propio siquiera para dejar aquí un adiós que mereciera la pena. Como quiera que se nota que no estoy en disposición de ello, de momento, concluyo con la columna de ERASMO publicada hoy en el diario EL MUNDO:




AZCONA



“Hoy ochenta años los cumple cualquiera”. Decía. Tal Rafael (81), se fue en las estribaciones de su grande ocurrencia. Tras el semblante de logroñés risueño y tan lozano quedaba la bergsoniana verificación. “No hay nada cómico fuera de lo puramente humano”. “El pisito”, “El verdugo”, “La escopeta nacional”, etecé inmenso. Y tal rastro de risas, sonrisas, pues: escribía “cosas divertidas sobre cosas tristes”.


(The End)


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