miércoles, marzo 12, 2008

CARTELES Y MELANCOLÍA


Varios días sin dar señales de vida es indeseado acontecer pero nunca desistimiento. Alasalamar continúa. Y continía sí, mas, antes de comparecer a modo de relleno, es preferible reflexionar y permenecer en silencio...


Ayer, además del cumpleaños de la esposa de un amigo de toda la vida, amiga así mismo ella, contamos años desde la triste jornada en la que muchos usuarios de las cercanías de Madrid, trabajadores o no, perecieron a manos de los asesinos musulmanes. Fue la muerte, el llanto y la conmoción. Luego se dió un vuelco electoral confirmado el día nueve ya sin el lastre de lo sucedido aquellos días. Zapatrero gobierna porque lo quieren la mayoría de los Españoles y tiene otros cuatro años para hacerlo mejor. Nada difícil tras una legislatura mayoritariamente nefasta.


Recuerdo feliz a los amigos.


Memoria para que los muertes pesen y no se ceda ante el chantaje de los terroristas pues, de no ser así, conviene cuanto antes ceder y concederles lo que pidan evitando crueles derramamientos de sangre.


Y, una pieza de opinión de Luis del Val que, por otras razones, viene al caso.




CARTELES Y MELANCOLÍA



Por Luis del Val


FARO DE VIGO 11 de marzo de 2008


No hay nada más antiguo que un cartel electoral al día siguiente de haberse celebrado las elecciones, acaso un cartel de toros, después de haberse acabado las fiestas patronales, porque todo lo que eran ilusiones y expectativas parece polvo sobre banderas que yacen abandonadas, recuerdos de una lejana universidad. Esos gallardetes con rostro, esas banderolas agitadas por el viento, esos carteles con lemas amortizados parecen una lección de fugacidad. Acaso en la fotografía del vencedor la sonrisa tenga todavía cierto fundamento, pero las alegres expresiones de los derrotados no sólo parecen asunto de un pasado lejano, sino muestras extemporáneas de un contento incomprensible. La garrulería circundante, la forofada de la que no se libra ni un club de fútbol, ni un partido político, suele ensuciar las imágenes de los contrincantes con añadidos caricaturescos u ofensivos, avisos de que la intransigencia anida en porcentajes tan visibles como evidentes. Pues bien, incluso esa burla incívica aparece como un escarnio tan gratuito como inoportuno, tan inútil como improcedentes.Muy pronto, la eficacia de la máquina publicitaria irá retirando esas muestras del pasado tan inmediato como antiguo, pero en los lugares no convencionales, en ese sitio insólito al que no llega la logística de reparación y limpieza, quedará durante semanas, quién sabe si durante varios meses, un rostro sonriente, que acudió al estudio del fotógrafo lleno de esperanzas, y que se va decolorando, a medida que el sol y la lluvia y el viento dejan su huella diaria, y la sonrisa tiene algo de mueca resignada, de acatamiento del destino. Sic transit gloria mundi. Lo sabemos, pero lo olvidamos, y es en esos carteles donde emana una profunda lección de que la vida fluye, y los triunfos y las derrotas son la antesala de un conjunto de carteles... y algo de melancolía.

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