miércoles, mayo 28, 2008

LA LLAMADA "AGUA DE BOCA"


LA LLAMADA "AGUA DE BOCA"




LA OPINIÓN A CORUÑA 28 DE MAYO DE 2008



JOSÉ MANUEL PONTE



Al extenso repertorio de frases hechas que utilizamos hasta hacerlas aborrecibles -"joya de la corona", "buque insignia", "poner sobre la mesa", "la verdad es que", etc., etc.- acabamos de añadir "agua de boca", expresión que quiere aludir al agua potable, es decir, al agua que se puede beber, al agua apta para el consumo humano. Esta vez la han puesto en circulación los políticos, gente experta en circunloquios, perífrasis, rodeos semánticos y cortinas de humo para ocultar la realidad de las cosas. Un concepto claro y luminoso se topa con un político, se deja llevar por él de la mano, y acaba perdiéndose en una niebla espesa, de la que habrá de emerger trasmutado en un ente fantasmal y casi irreconocible. Véase sino en virtud de qué extraño sortilegio los bruscos frenazos del crecimiento económico se han convertido en momentáneas "desaceleraciones", y las guerras más crueles en "misiones humanitarias". Los políticos españoles estaban preocupados por los efectos de la sequía invernal en un país semidesértico como el nuestro y a la hora de justificar las inevitables restricciones en el suministro de agua comenzaron a distinguir entre la destinada al consumo humano y la que se dedica al regadío agrícola, a la industria, o a usos suntuarios como campos de golf y piscinas. Y fue en ese momento que se puso de moda la expresión "agua de boca", que oímos repetir una y otra vez a cualquiera que se ponga a disertar sobre el problema del abastecimiento. En sentido estricto, "agua de boca" sería solamente la que se puede beber, pero los servicios municipales de distribución de ese líquido imprescindible no distinguen entre las que se puedan utilizar para refrescar una u otra parte del cuerpo humano. Con la misma propiedad que hablamos del "agua de boca" podríamos hablar también del "agua de manos", del "agua de cara", del "agua de culo", o del "agua de pies". Por no aludir al agua de la lavadora, al agua del lavaplatos, al agua del cubo de la fregona, al agua de regar las plantas y hasta al agua del canario. El suministro de agua corriente a los domicilios es uno de los grandes avances de la civilización y uno de los baremos más utilizados para medir el grado de confortabilidad y desarrollo de un grupo humano. No obstante, consumimos -y derrochamos- una cantidad excesiva de agua. Según datos de Greenpeace, España es el tercer país del mundo que más agua consume por habitante y día (entre 250 y 300 litros), aunque la parte del león se la lleva la agricultura y los regadíos intensivos con un 75% del total. Por lo que respecta al consumo doméstico, la organización ecologista detalla que el 70% corresponde al cuarto de baño, aunque la mayor parte se va por la cisterna. Ello viene a significar que el porcentaje de "agua de culo" que utilizamos es muy superior al "agua de boca" de la que nos vienen hablando los expertos. Es natural, el culo y sus alrededores siempre necesitarán más agua para limpiarse que la boca para beber. Y si dieran en sorberla por litros, como quiso demostrar el fallecido escritor Camilo José Cela arrimando un barreño a su más que respetable trasero, entonces no habría agua en el mundo para cubrir esa necesidad.

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