Es difícil entender parte de la actual crisis económica prescindiendo de la evidencia: la construcción ha supuesto durante los últimos años el motor único del sistema y a su desenfrenada pulsión se debe la alegría financiera hasta escasas fechas disfrutada. Ahora, las vacas flacas aparecen en las cuatro esquinas del centro de las urbes- que ya pululan por sí mismas y sin invitación por otros circuitos- síntoma de una sucesión indeseada de acontecimientos cuyo rechazo exigen toma de conciencia y acción urgentes: tal vez sea el momento de ir aplicando el ingenio si lo que deseamos es evitar los efectos de un periodo aciago conforme al diagnóstico de los expertos, obrar sin descanso para eludir los riesgos de quiebra que trae aparejada una oportunidad así. Precisamente en el sector servicios, mientras no se arbitren soluciones industriales y de investigación, se dan las condiciones objetivas a fin de propiciar la anhelada satisfacción del equilibrio entre ingresos y gastos. Estimo pues, que, vale la propia iniciativa, o el reciclaje, en ese campo de lo laboral donde se ofertan tareas que debieran ser parte de las que pertenecen a terceros o sirven para elevar la calidad de vida del individuo, como instrumento novedoso gracias al cual salir adelante. Yo diría, incluso, que, en el recién creado Ministerio de Innovación, se preocupan ya de disponer lo que proceda pensando en alentar y proteger todos estos ilusionantes bríos. Y lo digo así porque las he visto… No a las ministras que son multitud como antes fueron multitud los ministros, no. Hablo de ellas, jovencísimas muchachas, estudiantes en edad adolescente capaces de compatibilizar sus estudios con la dedicación profesional al mundo de la judicatura… Sí, han leído bien. Se las distingue enseguida y nada la Administración puede respaldar sus actividades. Permanecen tranquilas, sentadas sobre los bancos que forman parte del mobiliario habilitado para esperar a los autobuses urbanos y sin otra componenda que no sea la de corresponder fielmente a la encomienda aceptada: valoran el atractivo de muchachos, hombres hechos y varones maduros, en ese momento transitando por las calles. Deciden, con arreglo a unas tablas cuyos índices de apreciación tienen su origen en el mundo de las pasarelas, quienes son acreedores del laurel y la gloria como especimenes vivos y ciudadanos cabales incontestablemente hermosos. Los datos que reúnen forman parte de una base de datos recabada a través del teléfono móvil y sirven para confeccionar la lista de los tipos más agraciados en lo que se refiere a la exposición de sus propias carnes y al beneficio social que entraña su sola presencia de entre los que luego nutrirán los locales de ocio, en especial bares de copas y discotecas, de las ciudades. Así, todo el mundo conocerá quien es y como el orden de los más guapos y sabrá a qué atenerse a la hora de entablar cualquier relación. Se fomenta un principio de jerarquía en lo tocante al dominio común de los mortales, ese ingente número de personas que forma parte de lo que queda al margen de la fama o el estrellato, para que se amortigüen las diferencias aún hoy existentes cuando llega la hora del ocio afectivo sexual. Es el principio de cada oveja con su pareja, cada mochuelo a su olivo y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Ya no habrá altercados resueltos a punta de navaja porque dos discutan por la misma mujer en cuanto la buena y graciosa moza de turno se ponga a tiro. Ellas se verán cortejadas por quien mereció el puesto que en ese momento detenten, siempre según se vayan descartando los “inmarcesiblemente apolíneos” del fin de semana. Es decir, las posiciones no son vitalicias y cuenta mucho la disposición y el cuidado que tenga uno durante las actividades de entre semana para lograr el trono de la belleza popular. Y que nadie se escandalice. Es lógico que pasos como este se den en sociedades modernas y en las que cundió triunfalmente el axioma, tanto tienes y así pareces, tanto vales. Seguro que, muy pronto, otras prácticas de cariz parecido se ponen en marcha al servicio del ciudadano medio. Y si no, allá películas.
domingo, mayo 04, 2008
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