lunes, agosto 28, 2006

SÓLO NOS QUEDAN LOS PLÁTANOS


No recuerdo los nombres propios, personas que comparecen ante los micrófonos de Radio Nacional de España moderados por Beatriz Pecker, voz principal del programa NO ES UN DÍA CUALQUIERA mientras duran las vacaciones de Pepa Fernández, durante la tertulia del sábado 25 de agosto, pero todos hablan de deporte. Y no los recuerdo porque estaba más atento a los disgustos que me ha producido el desaire sufrido por Plutón, que a la materia radiofónica hecha verbo. Sin embargo, uno de ellos que postuló por la vinculación entre ciencia y deporte, manifiesta algo que resumiré como sigue: La sociedad lúdica, donde el esfuerzo no tiene premio inmediato, está empobreciendo nuestra mente. Se sabe que el cerebro de la población en general mengua desde que se imponen estos modos de vida. Es algo similar a lo que sucede entre los animales enjaulados, en un zoo. Éstos cuentan con un cerebro de menor peso que el de los animales que viven en libertad... La noticia vino a colación del cambio de gustos e interés en países como Japón donde se verifica la aceptación colectiva por deportes considerados de raíz occidental como tenis, fútbol, etc, en detrimento de aquellos otros que exigen un mayor gasto de energía e idéntica dedicación en cuanto a su aprendizaje y ejercicio. Así pues por hedonismo extremo quizás, vamos transformándonos en seres con menos capacidades, en individuos con atrofias y carencias insospechadas. Ocurre que nos aburrimos en cuanto los suministradores de ocio fallan. Sin tele, sin deporte- fútbol en especial- ya menos sin toros, sin grandes superficies comerciales, no somos nada. Un domingo o día de fiesta verdaderamente de descanso para todos, con bares, restaurantes, cines, teatros y comercios cerrados, produciría una ola de estrés de proporciones tales que no se puede ni imaginar: basta pensar lo que dicen que sucede con la sola perspectiva de retornar al trabajo luego de los días de vacaciones que correspondan. El caso es que choca escasamente comprobar que, salvo en lo que respecta a la tecnología, cuyo tirón militar y comercial propicia innovaciones, la excelencia humana deja mucho que desear. No aparecen en el terreno de las artes y las letras nuevos adalides de lo mejor y como personas, los que nutrimos el apelativo de ciudadanos consumidores, crecemos solo en incompetencia y fracaso humano. Los matemáticos que se reúnen desde hace unos días en Madrid para celebrar su congreso “olímpico”- ocurre cada cuatro años- siguen siendo considerados como tipos extraños que despiertan más el asombro que la admiración, y estoy seguro que cada vez serán menos porque, igual que, con respecto a la literatura, en los colegios, institutos y universidades, en España, la mínima atención que se le debe a la lengua respecto de su utilización y conocimiento está totalmente desconsiderada, el trato con las matemáticas, “coco” de niños entre cero y noventa años, producirá los mismos efectos. Entonces, vistas así las cosas, nuestra materia gris va a quedar para manifestarse conforme a la digitalización que corresponda y perfectamente receptora de sensaciones que estimulen lo más simplón de nosotros mismos. El día del apagón, suceso que hemos de temer como los Galos de Axterix recelaban de la caída del cielo sobre sus cráneos, cuando los terminales eléctricos y electrónicos cesen a la vez, definitivamente regresaremos a la rama: no porque no lo merezcamos ya, en el supuesto de que hubiéramos descendido de ella alguna vez, sino porque sin “carrito” que nos lleve y nos traiga ni pluma que nos haga cosquillas en los pies, clausurado el lenguaje y demonizado el pensamiento solo nos quedarán los plátanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esperemos que el futuro no sea tan negro, siempre hay gente trabajando para mejorar las cosas. Como un matemático y periodista argentino, Adrián Paenza. Dejo aquí algo interesante de él. También ideó y condujo un programa televisivo llamado "Científicos en acción".

http://mate.dm.uba.ar/~cepaenza/libro/matemati4.pdf