miércoles, noviembre 14, 2007

EL PADRE DE LOS CINCUENTA HIJOS Y LA SIRENA


Igual que en la tele dan unos sainetes a los que llaman escenas de matrimonios, traigo hoy, perteneciente a un valiosísimo documento, otras circunstancias familiares. Así pues, de Cuentos y leyendas populares de la Argentina Tomo V, por Berta Elena Vidal de Battini...




972. El padre de los cincuenta hijos y la sirena



LA RIOJA




Un viejo que tenía cincuenta hijos, vivía sumamente pobre. Un día se fue a la orilla de una laguna que hoy ha desaparecido, casi tan grande como el mar. Tenía un perro, y un día cuando fue por la orilla de la laguna salió una sirena y le dice que le hacía un trato. Que ya que era tan pobre, para que pase más feliz la vida, que durante la semana llevaría todos los días, de la laguna, bolsas de plata, él y todos sus hijos, siempre que le diera lo primero que vaya a encontrarlo cuando regrese a la casa. El único que salía a encontrarlo era el perro y esta vez salió el hijo veintiséis, el más lindo y simpático de todos los muchachos. Y ya había dado la palabra. Tenía que cumplirla. Cuando llegó a la casa le avisó a la señora y ella encantada cedió. Vinieron a la oración cada uno con una bolsa. Cuando llegaron a la orilla de la laguna estaba un montón de plata. El viejo le dijo al hijo el trato que había hecho. Entonces el hijo le dijo que espere que el día lunes recién lo llevaría a las doce de la noche y que llegue y lo deje y que no lo entregue en la mano de la sirena, que dé la vuelta y que se venga y que no mire para atrás. El viejo así lo hizo.

El muchacho no se dejaba tocar con la sirena. La cansó y no lo pilló. Entonces la sirena le dijo que si iba por allí sería perseguido por ella. El muchacho se perdió. Después de tanto andar, los animales salvajes lo perseguían, hasta que encontró un árbol grande donde pasó las últimas horas de la noche. Esperó —18→ que salga el sol para orientarse, pero no sabía dónde estaba. Había ido a dar sumamente lejos. Lo único que había alcanzado a mirar muy lejos eran dos hombres que venían a pie por una loma, y han sabido ser Manuel y Pedro1, quienes tenían el poder divino. El muchacho les gritaba que lo socorrieran; Manuel le dio una virtú, lo transformó en un halcón, el más poderoso, capaz y inteligente del mundo.

Inmediatamente el muchacho se transformó en halcón y siguió volando hasta que llegó a una ciudá que nunca había visto, maravillosa. Se asentó en la casa de un rico señor que tenía una hija muy linda y cuando ésta vio este lindo pájaro, mandó a unos peones para que lo pillaran. El halcón como estaba cansado no dio mucho trabajo. Entonces lo enjaularon y la muchacha lo cuidaba personalmente con mucho esmero, hasta que un día el halcón se transformó en el muchacho y habló a solas con ella. Pronto los dos se enamoraron. Cada día la niña se preocupaba más del halcón. Al poco tiempo el padre sospechó algo. Tomó un arma para matar al halcón, pero éste inmediatamente se volvió a transformar en persona y le quitó el arma al padre de la niña, diciéndole que estaba resuelto a casarse con ella, y así lo hizo. Al poco tiempo la muchacha lo invitó que fueran a pasar un día a la orilla de la laguna. Después de mucha insistencia, el joven aceptó, y una vez que estuvieron allí aparece la sirena y se lo lleva al fondo de la laguna.
La flamante señora regresó a la casa. Y siempre cuando se acordaba del marido frecuentaba ese lugar con la esperanza de encontrarlo, hasta que un día aparece un muchacho pelado y desnudo a la orilla de la laguna, y le pregunta el motivo por el cual lloraba ella. Le contó todo lo que le pasaba. El pelado le prometió ayuda, diciendolé que entre los dos lo iban a rescatar, que trajera cincuenta husos y él conseguiría el cáñamo para hilar a la orilla de la laguna, y como a la sirena le gustaba tanto el hilo, saldría a comprarlo. La señora así lo hizo y mientras hilaba apareció la sirena a comprarle el hilo. Entonces ella le hizo el trato que le entregue el esposo, pero la sirena no quería porque era esclavo de ella. La señora le dijo que para ver si era cierto que se lo haga ver aunque sea en el centro de la laguna, y apenas lo —19→ sacó a flote el muchacho se transformó en halcón y voló directamente a la casa. La niña tomó los husos y todo, y corrió a unirse con el marido, y vivieron felices y contentos muchos años.



Justo Leiva, 42 años. Pagancillo. General Lavalle. La Rioja, 1950.



Buen narrador.




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