viernes, noviembre 30, 2007

CARONTE


Igual porque daban la enésima versión del clásico LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES- en la tele- toca hoy esta magnífica fantasía de Lord Dunsany





CARONTE (CHARON)



LORD DUNSANY


Caronte se inclinó hacia delante y remó. Todas las cosas eran una con su cansancio.
Para él no era una cosa de años o de siglos, sino de ilimitados flujos de tiempo, y una antigua pesadez y un dolor en los brazos que se habían convertido en parte de un esquema creado por los dioses y en un pedazo de Eternidad.


Si los dioses le hubieran mandado siquiera un viento contrario esto habría dividido todo el tiempo en su memoria en dos fragmentos iguales.


Tan grises resultaban siempre las cosas donde él estaba que si alguna luminosidad se demoraba entre los muertos, en el rostro de alguna reina como Cleopatra, sus ojos no podrían percibirla.
Era extraño que actualmente los muertos estuvieran llegando en tales cantidades. Llegaban de a miles cuando acostumbraban a llegar de a cincuenta. No era la obligación ni el deseo de Caronte considerar el porqué de estas cosas en su alma gris. Caronte se inclinaba hacia adelante y remaba.


Entonces nadie vino por un tiempo. No era usual que los dioses no mandaran a nadie desde la Tierra por aquel espacio de tiempo. Mas los Dioses saben.


Entonces un hombre llegó solo. Y una pequeña sombra se sentó estremeciéndose en una playa solitaria y el gran bote zarpó. Sólo un pasajero; los dioses saben. Y un Caronte grande y cansado remó y remó junto al pequeño, silencioso y tembloroso espíritu.


Y el sonido del río era como un poderoso suspiro lanzado por Aflicción, en el comienzo, entre sus hermanas, y que no pudo morir como los ecos del dolor humano que se apagan en las colinas terrestres, sino que era tan antiguo como el tiempo y el dolor en los brazos de Caronte.


Entonces, desde el gris y tranquilo río, el bote se materializó en la costa de Dis y la pequeña sombra, aún estremeciéndose, puso pie en tierra, y Caronte volteó el bote para dirigirse fatigosamente al mundo. Entonces la pequeña sombra habló, había sido un hombre.


"Soy el último", dijo.


Nunca nadie antes había hecho sonreír a Caronte, nunca nadie antes lo había hecho llorar.

jueves, noviembre 29, 2007

JUAN GELMAN, CERVANTES 2007


Juan Gelman, laureado poeta argentino, recibirá el Cervantes 2007...


Este poeta excepcional nació en Buenos Aires —en el histórico barrio de Villa Crespo— en 1930. Su primera obra publicada, Violín y otras cuestiones, prologada entusiastamente por otro grande de la poesía, Raúl González Tuñon, recibió inmediatamente el elogio de la crítica. Considerado por muchos como uno de los más grandes poetas contemporáneos, su obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente, ya sea a través del "realismo crítico" y el intimismo, primeramente, y luego con la apertura hacia otras modalidades, la singularidad de un estilo, de una manera de ver el mundo, la conjugación de una aventura verbal que no descarta el compromiso social y político, como una forma de templar la poesía con las grandes cuestiones de nuestro tiempo.Fue obligado a un exilio de doce años por la violencia política estatal, que además le arrancó un hijo y a su nuera, embarazada, quienes pasaron a formar parte de la dolorosa multitud de "desaparecidos". En 1997 recibió el Premio Nacional de Poesía. Su obra ha sido traducida a diez idiomas.Reside actualmente en México, aunque "Volver, vuelvo todos los años, pero no para quedarme. La pregunta para mí no es por qué no vivo en la Argentina sino por qué vivo en México. Y la respuesta es muy simple: Porque estoy enamorado de mi mujer, eso es todo". Perdonando tamaño romanticismo, la ciudad de Buenos Aires lo honró recientemente con el título de ciudadano ilustre. fuente: "Juan Gelman, Obra Poética" de Ediciones Corregidor, 1975










Oración de un desocupado





Padre,

desde los cielos bájate, he olvidado

las oraciones que me enseñó la abuela,

pobrecita, ella reposa ahora,

no tiene que lavar, limpiar, no tiene

que preocuparse andando el día por la ropa,

no tiene que velar la noche, pena y pena, rezar,

pedirte cosas, rezongarte dulcemente.


Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,

que me muero de hambre en esta esquina,

que no sé de qué sirve haber nacido,

que me miro las manos rechazadas,

que no hay trabajo, no hay,

bájate un poco, contempla

esto que soy, este zapato roto,

esta angustia, este estómago vacío,

esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre

cavándome la carne,

este dormir así,

bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido

te digo que no entiendo, Padre, bájate,

tócame el alma, mírame

el corazón,

yo no robé, no asesiné, fui niño

y en cambio me golpean y golpean,

te digo que no entiendo, Padre, bájate,

si estás, que busco

resignación en mí y no tengo y voy

a agarrarme la rabia y a afilarla

para pegar y voy

a gritar a sangre en cuello.




de "Violín y otras cuestiones" por Juan Gelman



miércoles, noviembre 28, 2007

DINEROS SON CALIDAD


Hoy, una letrilla de don LUÍS DE GÓNGORA Y ARGOTE...





DINEROS SON CALIDAD




Dineros son calidad,
¡verdad!
Más ama quien más suspira,
¡mentira!



Cruzados hacen cruzados,
escudos pintan escudos,
y tahures, muy desnudos,
condados ganan Condados;
ducados dejan Ducados,
y coronas Majestad:
¡verdad!



Pensar que uno solo es dueño
de puerta de muchas llaves,
y afirmar que penas graves
las paga un mirar risueño,
y entender que no son sueño
las promesas de Marfira:
¡mentira!



Todo se vende este día,
todo el dinero lo iguala:
la Corte vende su gala,
la guerra su valentía;
hasta la sabiduría
vende la Universidad:
¡verdad!



En Valencia muy preñada
y muy doncella en Madrid,
cebolla en Valladolid
y en Toledo mermelada,
Puerta de Elvira en Granada
y en Sevilla doña Elvira:
¡mentira!



No hay persona que hablar deje
al necesitado en plaza;
todo el mundo le es mordaza
aunque él por señas se queje;
que tiene cara de hereje,
y aun fe la necesidad:
¡verdad!



Siendo como un algodón,
nos jura que es como un hueso,
y quiere probarnos eso
con que es su cuello almidón,
goma su copete, y son
sus bigotes alquitira:
¡mentira!



Cualquiera que pleitos trata,
aunque sean sin razón,
deje el río Marañón,
y entre el río de la Plata,
que hallará corriente grata
y puerto de claridad:
¡verdad!



Siembra en una artesa berros
la madre, y sus hijas todas
son perras de muchas bodas
y bodas de muchos perros;
y sus yernos rompen hierros
en la toma de Algecira;
¡mentira!




martes, noviembre 27, 2007

TRASCENDENTE INFORTUNIO


El Dalai Lama anuncia un referéndum
antes de su muerte para elegir sucesor

Titular de ABC: 27 de noviembre de 2007


Podemos afirmarlo con toda rotundidad: el Dalai Lama se equivocó a principios del siglo XXI. Eligió la peor fecha posible- el día de difuntos, dos de noviembre de dios mil siete- a fin de comunicar al mundo sus deseos democráticos en materia sucesoria. Y fue así porque los disparos causantes de su deceso- tiroteo mortal aún sin esclarecer- evitaron la convocatoria de un referéndum en el Tibet para nombrar a su sucesor. Tal llamada al voto de los ciudadanos de esa parte de China se habría efectuado desde el mismo instante en el que se certificara el natural deterioro de su mente y consiguiente pérdida de facultades. Tal vez enrabietado durante su agonía, convencido de la posibilidad de regresar según los principios de la Metempsicosis, de la trasmigración, reencarnación y renacimiento, forzó las entretelas del buen orden budista y quiso ser reconocido de inmediato, por el Pachen Lama en el niño más cercano de entre los que asistieran a sus exequias. Pero todo fue en vano porque los rasgos de venganza y empecinamiento que caracterizaban tan anormal propósito hicieron de su camino el de la Palingenesia y la Metensomatosis: vino de nuevo al mundo, sin alma, dentro del cuerpo todavía incorrupto de un niño que había sido enterrado recientemente. Por lo tanto, a pesar de “azafranarse” incluso la piel, y dar muestras obvias de conocer de sí mismo lo que nadie sabía, su condición de Zombie hizo imposible la difusión del mensaje que pretendía hacer llegar al mundo: ¿quién iba a conceder crédito a alguien que tras morir regresa como esclavo de sí mismo y al cabo, postulándose cual Océano de Sabiduría que decía ser?

lunes, noviembre 26, 2007

CATÁSTROFE EN LA COCINA


Tengo fama de "buchón" y mi aspecto no hace sino confirmar esas espectativas. Y como esta tarde fui acusado, injustamente, de saltarme todas las reglas del comedimiento "despachándome" una ensaimada como poco, busco en la lírica amparo y sin querer dar respuesta con lo que sigue, cumplo con la determinación de alternar prosa y poesía en este blog. De lo de mis apetitos, solución otro día.




Catástrofe en la cocina




de Luz Méndez De La Vega




El silbato de las hirvientes jarrillas

rompe el silencio oloroso a cebolla

en las limpias y pacíficas cocinas

que se llenan de su música arcaica

de viejo ferrocarril en miniatura.

Las jarrillas de silbato

han sido hechas para aquellos

que olvidan siempre

apagar la hornilla, como yo,

para preocupación tuya.

Hoy, estrené la jarrilla

esmaltada de rojo y asa negra

que confiados compramos ayer

para evitar catástrofes frecuentes

por mis constantes olvidos.

Al principio fue sólo su "gor-gor'

suave como ronronear de gato

el que cautivó embelesada.

Luego, fue su agudo silbato

-imperioso y mágico-

el que hizo irrumpir en mi cocina

sobre los rieles del ensueño,

oloroso a caña y cintronela,

el verde campo de la costa

con sus sembrados de milpa y banano.

El paisaje parpadeó veloz

por las ventanillas

del ruidoso tren

de negra y humeante locomotora

que me llevó

-adolescente en vacaciones-

entre campanas, banderazos

y olor a petróleo

hasta la vieja estación

del pueblo de mi abuela.

Y así, sobre la locomotora

roja y negra de mis sueños

alucinada por el silbato

de mi nueva jarrilla

me olvidé, otra vez,

-para desesperación tuya-

de apagar la hornilla.

http://www.poema-de-amor.com.ar/mostrar-poema.php?poema=6672

domingo, noviembre 25, 2007

DE ALGUNAS TREGUAS Y SU VENENO


No tendría inconveniente en decir lo cierto si fuera algo distinto de lo que he de afirmar así se conozcan los motivos de la “parrafada” que sigue, pero la verdad es la que es. Coincide que hoy, día 25 de noviembre se celebra, si así pude decirse, el Día Internacional Contra la Violencia Sobre las Mujeres y me pongo a escribir cuando el impulso para expresar lo que sigue surgió durante la semana pasada tras la visión de un programa televisivo en el que se mostraba la realidad de unas cuantas mujeres víctimas desde la tortura a la muerte en una escala de amenazas y ejecuciones atribuibles solo a los que en su día dijeron amarlas. Porque, luego de lo visto, me espantó y me espanta, no ya la muerte, no ya las atrocidades que se suman al horror, sino la supuesta calma originada tras la encarcelación de uno de esos marranos capaces de ensuciar a la humanidad en su mismo nombre mediante la crueldad de sus muy reprobables actos. Contemplar a la justicia en su imperio dando satisfacción a lo requerido siempre según las leyes actuales, supone, en el mejor de los casos una larga tregua. Es lo que ocurre cuando, tras anunciarse la condena que corresponda, a pesar de las órdenes de alejamiento y los destierros, el violento hace todo lo posible para vengarse como si cada una de las horas que vivió como penado hubiera sido tiempo para alimentar una sola esperanza: salir y acabar lo que se aplazó por culpa de la ley. Para muchas de esas personas, de esas mujeres que tuvieron la suerte de advertir la gravedad de lo que conlleva ceder o apiadarse del sujeto maltratador y, en consecuencia, denunciaron su caso, incluso para las que vieron como los medios que el estado ha puesto para reducir la incidencia brutal de lo que se llama violencia machista o violencia de género llegan a funcionar, la perspectiva de hallarse en el centro, en el ojo de un huracán en su día desatado y que estallará de nuevo turbulento coincidiendo con la fecha de liberación del penado, es algo que a mí acabaría por anularme como ser libre y cabal. Saber que la pesadilla retornará a plazo fijo es una noticia terrible para la cual ni el legislador, ni el juez, ni la cárcel ni la ciencia, han ofrecido mejor respuesta hasta ahora. Ellas, sin embargo, aguantan y no mueren de verdad hasta que las matan. Un itinerario realizado en compañía del miedo, del dolor, de la vergüenza, un camino cuyos resultados deberían soliviantarnos hasta el punto de exigir algo más a aquellos a quienes hemos cedido los derechos de nuestra administración. Porque, desde mi punto de vista, hasta que todos los estamentos mencionados anteriormente, sean capaces de inventar y corregir en la medida que convenga evitando los días y las noches sin descanso a cada una de las afectadas por la degradación más repugnante que pueda consignarse atendiendo a su procedencia, creo que no cabe cosa mejor que establecer la cadena perpetua. Se dice que nuestro sistema es notablemente “garantista” y en verdad lo es, pero exponer sicológica y físicamente durante segundas partes a quienes ya pasaron por una fase dolor y sangre injusta entre las injustas, es permitir un nuevo martirio o “arriesgarse con todo éxito” a reeditar la locura de creer que el día que amanezca será aquel en el que lo que se creyó desterrado para siempre regresa imparablemente. Estos delitos, todos aquellos que conllevan agresiones sexuales y los que se consideran crimen por muerte humana, deberían tener como respuesta social el encarcelamiento del culpable hasta el fin de sus días. Al menos claro, que se persuada a la ciudadanía mediante la educación sobre todo, de lo intolerable que es admitir todo derramamiento de sangre sin hacer nada que prevenga unos números estadísticos crecientemente adversos. Me gustaría saber que eso figura en el programa electoral de algunas de las fuerzas que concurrirán dentro de unos meses a las urnas con el verdadero propósito de que se lleve a cabo. Quizás entonces esta vez sí. Esta vez alguien recibiría mi voto.

sábado, noviembre 24, 2007

CÓMO EMPECÉ A ESCRIBIR


Ayer se conoció y es una muy grata noticia. Ana María Matute, escritora y académica catalana de ochenta y dos años, acaba de recibir el premio Nacional de las Letras Españolas. Algo por lo que felicitarse ya que es un merecido galardón. Por lo tanto, quede con todos un texto de la autora y sea el tiempo de lectura que le dediquemos homenaje a su personalidad creadora.




CÓMO EMPECÉ A ESCRIBIR



ANA MARÍA MATUTE






Al decir “cómo empecé a escribir”, no me refiero a un sistema a seguir para ser escritor -si es que existe, que lo dudo- sino más bien a la búsqueda de algunas motivaciones, motivaciones que siempre resultarán bastante vagas, al cómo una persona como yo puede entregar su vida, desde tan temprana edad, a eso que suele llamarse comúnmente literatura, y que, a su vez, es también tan indefinible como opinable. Huyo sistemáticamente de toda definición en este sentido, porque a lo largo de mis años he comprendido que la más afortunada entre ellas no es sino una invención más, debida con más frecuencia a quienes no son escritores, que a quienes lo son. Y cuando digo escritor, me refiero, en este caso concreto, al creador literario. Supongo que las razones o motivos de un escritor como tal, obedecen a causas tan distintas entre sí, como distintos entre sí son todos los hombres; pero sin olvidar que a todos en general acostumbra unirnos un nexo común: el malestar en el mundo.Reduciendo esto a mi caso particular, si para explicar o explicarme esas razones acudo a la infancia, es porque creo que tanto en la literatura como en la vida, la “infancia” está siempre aquí. Muchas veces he dicho que si yo escribo es porque no sé hablar. Y añado ahora, que si todavía no sé hablar, acaso tenga parte en ello el hecho de que fui una niña tartamuda. Pero muy tartamuda: como acostumbran a presentarse en los chistes o en las películas cómicas. Como no podía expresarme igual a las otras niñas, como me sentía aislada del mundo que me rodeaba, y por circunstancias implícitas a la época en que me tocó nacer, a la familia y clase social a que pertenecía, mi infancia transcurrió, en su mayor parte, sumida en el desamor y en la soledad. Para los niños como nosotros, los padres resultaban seres casi míticos, totalmente alejados de nuestra confianza. Por lo común, los niños de mi tiempo debíamos refugiarnos en alguna amistad de colegio, o en algún cariño capaz de llenar tanto vacío afectivo, como el que podía ser el de alguna niñera o cocinera. Hasta que llegara un día en que súbitamente y, aun en la ignorancia de la cara más cínica del mundo, nos arrojasen hacia la vida, nos enfrentasen a ella brusca y dolorosamente. de un empujón, como quien lanza a la piscina una criatura que nunca aprenderá a nadar. Lo que acabo de referir puede dar una idea aproximada de la soledad de una niña cuyas palabras siempre hacen reír a sus compañeros en clase. Incluso a sus profesoras, y hasta a sus propios hermanos. Risas y burlas, que los años disculpan, pero que no pueden olvidarse. A mí me gustaba estudiar, y lo hacía, pero no podía recitar mis lecciones o responder a las preguntas en mi clase. Y acabé siendo la última, con las represiones y amenazas que se suponen, y acabaron por arrinconarme y aislarme definitivamente. Pasé a ser la eterna “distraída” cuando en verdad ahora pienso era más exactamente la “retraída”. Así pues, ya que la vida o el mundo me resultaban ajenos, me rechazaban, por así decirlo, hube de inventarme el mundo, y la vida. Nunca entré en lo que suele llamarse “los secretos de las niñas”, porque las niñas no me querían. Era desmañada y demasiado inocente. Sigo siendo desmañada, aunque lamentablemente, algo menos inocente. No sé en qué lenguaje (porque existe el lenguaje de la infancia, un lenguaje universal aunque siempre perdido u olvidado) me diría: ¿Quién ha inventado mi vida? ¿Quién soy yo? No creía pertenecer ni a aquella familia ni a aquel ambiente, ni a aquella época ni a aquella sociedad. Intuitivamente me decía: ¿Es que yo no soy de éstos, o es que todavía no he llegado a alguien? Después de preguntarme: ¿Quién inventó mi vida?, decidí inventarla yo; y enseguida comencé a escribir. Y a descubrir que la soledad podía ser verdaderamente algo hermoso, aunque ignorado. Y de pronto, la soledad cambió su figura, se convirtió en otra cosa. Creció como la sombra de un pájaro crece en la pared, emprende el vuelo y se convierte en algo fascinante: algo parecido a la revelación de la otra cara de esa vida que nos rechaza. Así aprendí a ver el fulgor de oscuridad. Yo quería (al revés de los otros niños) ser castigada en el cuarto oscuro, para ver ese resplandor de la nada aparente. Y recuerdo que un día, al partir entre mis dedos un terrón de azúcar, brotó en la oscuridad una chispita azul. No podría explicar hasta dónde me llevó esa chispita azul. Pero creo que todavía hoy puedo, a veces, ver luz en la oscuridad, o mejor dicho, la luz de la oscuridad. Eso es lo que hago cuando escribo. En medio de estos pequeños desastres de mi vida, que a lo largo de los años pienso no lo fueron tanto, estalló la Guerra Civil. Entonces, la imagen más brutal y menos agradable de la vida rompió y penetró en ese círculo mío, en esa especie de isla privada y solitaria. Aprendí a mirar las cosas y los seres con otros ojos, a oír con otros oídos, y a comprender, al fin, que no importaba demasiado de dónde venía yo o a dónde iba. Supe que estaba allí. Y que debía avanzar, tanto si me gustaba como si no. Así estoy aún. Sólo puedo añadir, ya que no sé hablar, que probablemente tengo aún mucho que escribir. Pero nada más que decir.


Ana María Matute


(Publicado en Revista de Bellas Artes, núm. 3. México, julio de 1982)




jueves, noviembre 22, 2007

POR DON FERNANDO FERNÁN GÓMEZ UN DÍA DESPUÉS DE SU MUERTE


Desde el mismo instante en el que una persona admirada se va, muere, o al día siguiente, cuando los medios de comunicación hacen algo más que ofrecer la noticia puntual de tal deceso, los partidarios, amigos, familiares, conocidos y adversarios o detractores del mismo, comparecen en el ágora para ser portavoces de un sentir laudatorio predominantemente. Casi es costumbre, oficio social, parte de la corrección política que como sinónimo de lo bien visto se invoca de un tiempo a esta parte tan a menudo. Por eso muchos claman y desestiman lo sin aplaudir cuando en vida corresponde y los responsos de antes del entierro declamado. Algo que, por desgracia, ocurre con demasiada frecuencia. Pero, no es este el caso. Muere Fernando Fernán Gómez tras ochenta y seis años de vida y todo testimonio, para bien o para mal, de los que se van produciendo, al paso, sin prisa, como la lluvia que apacigua, como la voz de la que fue su mujer Maria Dolores Pradera, otra magnífica veterana que conversó a primera hora del día con Carlos Herrera en la radio- como será el dolor de la que era su actual compañera Emma Cohen- se suceden y pintan el día como el sosegado chubasco la calle. Son palabras que recuerdan, que ensalzan, que pormenorizan, y subrayan lo bueno entre aciertos y triunfos propios de una vida de artista. Abunda la anécdota hoy- a los estudios acerca de su obra existentes se sumarán muchos otros elaborados en un futuro no lejano- que es día de rebuscar en la humanidad, en aquello que suponga detalle de encarnación puesto que de vísceras y huesos es todo tipo, hombre o mujer, señalado como digno de aposentarse sobre los altares. Sin embargo no seré yo quien cuente los hechos y vicisitudes de un hombre que mereció el Olimpo de la escena universal. Lugar y plaza para la que reuniría crédito durante toda su vida aunque, quizás, fuera de España, ya como actor, director, dramaturgo o escritor, la resonancia que hubiera sido fiel a la par de lo legado, llegara todo lo más a concierto con sordina. No me extenderé en valoraciones que los que si estuvieron cerca hacen y nos brindan desde hace horas mediante pregoneros de los que escriben o de los que vocean. Le recuerdo en Balarrasa, le recuerdo en muchísimo cine del buen cine español, en Las Bicicletas Son Para El Verano, en El Pícaro para la tele, le recuerdo en La Ciudad Sin Límites, en El Lenguaje de Las Mariposas, en El Abuelo y le recuerdo por escrito, por sus libros o por los artículos que firmó, por ejemplo, durante el periodo en el que colaboró con El País. Sé que de él, en todas las televisiones, triunfará una imagen hosca, elaborada a partir de un lamentable incidente, igual que pareciera santo y seña de Umbral y todo lo que fue aquel encontronazo con la periodista Mercedes Milá un buen día de hace tanto tiempo ya. Le recuerdo incluso con emoción, porque nunca le olvidé, y me atrevo a llamarle maestro, a pesar de no ser yo nunca alumno suyo: tal distinción se ha de conceder a quienes con todos los defectos que por humanidad y consiguiente imperfección cargan, dejan en aquello que públicamente comparten, de lo que son o de lo que hacen, para bien y progreso. Así pues sea bienvenido a la vida, ahora que se muere más que nunca, porque su nombre, don Fernando, genera entretenimiento, sabiduría e historia.

martes, noviembre 20, 2007

ETÉREA CORTESÍA


Etérea cortesía

Por Roberto Bañuelos

Llegué al baile una hora tarde y más allá de la mitad de un vals vienés. Entre las resignadas que sonreían al aire en espera de ser invitadas a bailar, descubrí a una que me pareció hermosa a pesar del excesivo maquillaje. Cuando llegué ante ella, se levantó y propició el convencional abrazo al mismo tiempo que el vals daba vuelta a un frenético foxtrot.

“Perdóneme", dijo entre apenada y sonriente, "pero yo no estoy acostumbrada a estos ritmos modernos". “Hoy me dieron permiso de visitar el mundo de los vivos: soy el fantasma de una puta del siglo pasado. Buenas noches”.

lunes, noviembre 19, 2007

BOTELLA AL MAR


He sabido, leyendo en las páginas de la Biblioteca Virtual Cervantes, que Benedetti envió una botella al mar y amplió, más tarde, esa misma pieza... He aquí la versión corta, la de 1979:



BOTELLA AL MAR



"El mar es un azar"


Vicente Huidobro




Por Mario Benedetti



Pongo estos seis versos en mi botella al mar

con el secreto designio de que algún día

llegue a una playa casi desierta

y un niño la encuentre y la destape

y en lugar de versos extraiga piedritas

y socorros y alertas y caracoles.

domingo, noviembre 18, 2007

LA FÁBULA DE LOS CIEGOS


La fábula de los ciegos.




Por Hermann Hesse





Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dio el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña.
Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esta manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible para unos ciegos.


Por desgracia sucedió entonces que uno de sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca del sentido de la vista. Pronunció discursos, agitó cuanto pudo, ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del gremio de los ciegos.
Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores, y desde entonces todo empezó a salir mal. Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo restringido de consejeros, mediante lo cual se adueñó de todas las limosnas.


A partir de entonces nadie pudo oponérsele, y sentenció que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque ninguno de ellos las llevaba de tal color. De modo que el mundo se burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador.


Éste los recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, de libertinos y de rebeldes que adoptaban las necias opiniones de las gentes que tenían vista. Eran rebeldes porque, caso inaudito, se atrevían a dudar de la infalibilidad de su jefe.


Esta cuestión suscitó la aparición de dos partidos. Para sosegar los ánimos, el sumo príncipe de los ciegos lanzó un nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de los ciegos era roja. Pero esto tampoco resultó cierto; ningún ciego llevaba prendas de color rojo.


Las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera, y los demás también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio acerca de los colores.
Un sordo que leyó este cuento admitió que el error de los ciegos había consistido en atreverse a opinar sobre colores. Por su parte, sin embargo, siguió firmemente convencido de que los sordos eran las únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.


http://www.bolinfodecarlos.com.ar/fabula_ciegos.htm

sábado, noviembre 17, 2007

BAGDAD


Eran las primeras horas del día cuando, al hojear el periódico me propuse viajar. Destinos en Alemania y Francia con motivo de las fotografías que ilustraban dos muy distintas noticias. Mas, como Tartarín de Tarascón, no pensaba salir de casa. Fabularía... Y, he aquí que la noche es la noche y me voy a Bagdad. La propuesta es de don Antonio Gala de modo que, todo un lujo...



BAGDAD



Por Antonio Gala



Tenía tanta necesidad de que me amaras,

que nada más llegar te declaré mi amor.

Te quité luces, puentes y autopistas,

ropas artificiales.

Y te dejé desnuda, inexistente casi,

bajo la luna y mía.

A las princesas sumerias,

cuando fueron quemadas con joyas rutilantes,

les brillaban aún sus dientes jóvenes;

se quebraron sus cráneos antes que sus collares;

se fundieron sus ojos antes que sus preseas....

Bajo la luna aún brillaban sus dientes,

mientras te poseí desnuda y mía.



viernes, noviembre 16, 2007

TRES CUENTOS BREVÍSIMOS


Lo breve es a veces abundancia. Sí, sobre todo cuando es trato que un gran autor propone. Este trato es el de la lectura y José María Merino el artífice...


PIE


De soltero ha pasado a solterón y está bien acostumbrado a dormir solo. Una noche lo despierta la sensación de un contacto insólito, uno de sus pies ha tropezado con la piel cálida y suave de un pie que no es suyo. Mantiene su pie pegado al otro y extiende su brazo con cuidado para buscar el cuerpo que debe de yacer al lado, pero no lo encuentra. Enciende la luz, separa las ropas de la cama, allí dentro no hay nada. Imagina que ha soñado, pero pocos días después vuelve a despertarse al sentir de nuevo aquel tacto de suavidad y calor ajeno, y hasta la forma de una planta que se apoya en su empeine. Esta vez permanece quieto, aceptando el contacto como una caricia, antes de volver a quedarse dormido. A partir de entonces, el pequeño pie viene a buscar el suyo noche tras noche. Durante el día, los compañeros, los amigos, lo encuentran más animoso, jovial, cambiado. Él espera la llegada de la noche para encontrar en la oscuridad el tacto de aquel pie en el suyo, con la impaciencia de un joven enamorado antes de su cita.


VIAJERO APARENTE


El itinerario del aperitivo no fue como todos los días. Al encontrarse con él, muchos mostraban gran regocijo, le felicitaban por su regreso, se alegraban de volver a tenerlo entre ellos. Bienvenido, Ramiro, ya era hora de que volvieses, bienvenido, te habías ido demasiado lejos, le invitaban, un bar después de otro, Ramiro ha vuelto, decían, esto hay que celebrarlo. Bebió de más, y cuando después de despedirse se fue a su casa para almorzar, con bastante retraso, caminaba inseguro y tenía mucha confusión en la cabeza, pero no tanta como para no saber que nunca había salido de aquella ciudad y que no se llamaba Ramiro.


LA CUARTA SALIDA


El profesor Souto, gracias a ciertos documentos procedentes del alcaná de Toledo, acaba de descubrir que el último capítulo de la Segunda Parte de El Quijote – “De cómo Don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo y su muerte”- es una interpolación con la que un clérigo, por darle ejemplaridad a la novela, sustituyó buena parte del texto primitivo y su verdadero final. Pues hubo una cuarta salida del ingenioso hidalgo y caballero, en ella encontró al mago que enredaba sus asuntos, un antiguo soldado manco al que ayudaba un morisco instruido, y consiguió derrotarlos. Así, los molinos volvieron a ser gigantes, las ventas castillos y los rebaños ejércitos, y él, tras incontables hazañas, casó con doña Dulcinea del Toboso y fundó un linaje de caballeros andantes que hasta la fecha han ayudado a salvar al mundo de los embaidores, follones, malandrines e hipedutas que siguen pretendiendo imponernos su ominoso despotismo.



jueves, noviembre 15, 2007

SACUDIR CENIZA


Sacudir ceniza



Por Iván Humanes Bespín




Construir el cuadro a partir del color

Ser un verdadero Paul Klee, romper

Las orillas prietas que encierran

Caminos y mares.

Desbordarse incontrolado el Universo

Olvidar la medida de las cosas

Los ríos de tinta fluyen sobre tela

Para ser leídos.

Valerse de la mano viva en el trazo

Desunir el mundo, los términos

Mezclar pincel y borrar identidades

Sacudir ceniza.


El perfume del barniz tiene que fijar

Otro lugar.




miércoles, noviembre 14, 2007

EL PADRE DE LOS CINCUENTA HIJOS Y LA SIRENA


Igual que en la tele dan unos sainetes a los que llaman escenas de matrimonios, traigo hoy, perteneciente a un valiosísimo documento, otras circunstancias familiares. Así pues, de Cuentos y leyendas populares de la Argentina Tomo V, por Berta Elena Vidal de Battini...




972. El padre de los cincuenta hijos y la sirena



LA RIOJA




Un viejo que tenía cincuenta hijos, vivía sumamente pobre. Un día se fue a la orilla de una laguna que hoy ha desaparecido, casi tan grande como el mar. Tenía un perro, y un día cuando fue por la orilla de la laguna salió una sirena y le dice que le hacía un trato. Que ya que era tan pobre, para que pase más feliz la vida, que durante la semana llevaría todos los días, de la laguna, bolsas de plata, él y todos sus hijos, siempre que le diera lo primero que vaya a encontrarlo cuando regrese a la casa. El único que salía a encontrarlo era el perro y esta vez salió el hijo veintiséis, el más lindo y simpático de todos los muchachos. Y ya había dado la palabra. Tenía que cumplirla. Cuando llegó a la casa le avisó a la señora y ella encantada cedió. Vinieron a la oración cada uno con una bolsa. Cuando llegaron a la orilla de la laguna estaba un montón de plata. El viejo le dijo al hijo el trato que había hecho. Entonces el hijo le dijo que espere que el día lunes recién lo llevaría a las doce de la noche y que llegue y lo deje y que no lo entregue en la mano de la sirena, que dé la vuelta y que se venga y que no mire para atrás. El viejo así lo hizo.

El muchacho no se dejaba tocar con la sirena. La cansó y no lo pilló. Entonces la sirena le dijo que si iba por allí sería perseguido por ella. El muchacho se perdió. Después de tanto andar, los animales salvajes lo perseguían, hasta que encontró un árbol grande donde pasó las últimas horas de la noche. Esperó —18→ que salga el sol para orientarse, pero no sabía dónde estaba. Había ido a dar sumamente lejos. Lo único que había alcanzado a mirar muy lejos eran dos hombres que venían a pie por una loma, y han sabido ser Manuel y Pedro1, quienes tenían el poder divino. El muchacho les gritaba que lo socorrieran; Manuel le dio una virtú, lo transformó en un halcón, el más poderoso, capaz y inteligente del mundo.

Inmediatamente el muchacho se transformó en halcón y siguió volando hasta que llegó a una ciudá que nunca había visto, maravillosa. Se asentó en la casa de un rico señor que tenía una hija muy linda y cuando ésta vio este lindo pájaro, mandó a unos peones para que lo pillaran. El halcón como estaba cansado no dio mucho trabajo. Entonces lo enjaularon y la muchacha lo cuidaba personalmente con mucho esmero, hasta que un día el halcón se transformó en el muchacho y habló a solas con ella. Pronto los dos se enamoraron. Cada día la niña se preocupaba más del halcón. Al poco tiempo el padre sospechó algo. Tomó un arma para matar al halcón, pero éste inmediatamente se volvió a transformar en persona y le quitó el arma al padre de la niña, diciéndole que estaba resuelto a casarse con ella, y así lo hizo. Al poco tiempo la muchacha lo invitó que fueran a pasar un día a la orilla de la laguna. Después de mucha insistencia, el joven aceptó, y una vez que estuvieron allí aparece la sirena y se lo lleva al fondo de la laguna.
La flamante señora regresó a la casa. Y siempre cuando se acordaba del marido frecuentaba ese lugar con la esperanza de encontrarlo, hasta que un día aparece un muchacho pelado y desnudo a la orilla de la laguna, y le pregunta el motivo por el cual lloraba ella. Le contó todo lo que le pasaba. El pelado le prometió ayuda, diciendolé que entre los dos lo iban a rescatar, que trajera cincuenta husos y él conseguiría el cáñamo para hilar a la orilla de la laguna, y como a la sirena le gustaba tanto el hilo, saldría a comprarlo. La señora así lo hizo y mientras hilaba apareció la sirena a comprarle el hilo. Entonces ella le hizo el trato que le entregue el esposo, pero la sirena no quería porque era esclavo de ella. La señora le dijo que para ver si era cierto que se lo haga ver aunque sea en el centro de la laguna, y apenas lo —19→ sacó a flote el muchacho se transformó en halcón y voló directamente a la casa. La niña tomó los husos y todo, y corrió a unirse con el marido, y vivieron felices y contentos muchos años.



Justo Leiva, 42 años. Pagancillo. General Lavalle. La Rioja, 1950.



Buen narrador.




martes, noviembre 13, 2007

HOJA SECA


HOJA SECA




Juan Nicasio Gallego


(Zamora 1777--Madrid 1853)





Hoja seca solitaria

que te vi tan lozana ayer

¿Dónde de polvo cubierta

vas a parar? -No lo sé;

lejos del nativo ramo

me arrastra el cierzo crüel,

desde el valle a la colina,

del arenal al vergel.

Voy por donde el viento me lleva,

resignada por saber

que ni suspiros ni ruegos

han de templar su altivez.

Hija de un pobre lentisco,

voy adonde van también

la presunción de la rosa,

la soberbia del laurel.



lunes, noviembre 12, 2007

MUEBLES EL CANARIO


MUEBLES 'EL CANARIO'



por Felisberto Hernández




La propaganda de estos muebles me tomó desprevenido. Yo había ido a pasar un mes de vacaciones a un lugar cercano y no había querido enterarme de lo que ocurriera en la ciudad. Cuando llegué de vuelta hacía mucho calor y esa misma noche fui a una playa. Volvía a mi pieza más bien temprano y un poco malhumorado por lo que me había ocurrido en el tranvía. Lo tomé en la playa y me tocó sentarme en un lugar que daba al pasillo. Como todavía hacia mucho calor, había puesto mi saco en las rodillas y traía los brazos al aire, pues mi camisa era de manga corta. Entre las personas que andaban por el pasillo hubo una que de pronto me dijo:

-Con su permiso, por favor...


Y yo respondí con rapidez: ¿Es de usted?


Pero no sólo no comprendí lo que pasaba sino que me asusté. En ese instante ocurrieron muchas cosas. La primera fue que aun cuando ese señor no había terminado de pedirme permiso, y mientras yo le contestaba, él ya me frotaba el brazo desnudo con algo frío que no sé por qué creí que fuera saliva. Y cuando yo había terminado de decir ?es de usted? ya sentí un pinchazo y vi una jeringa grande con letras. Al mismo tiempo una gorda que iba en otro asiento decía:


-Después a mí.


Yo debo haber hecho un movimiento brusco con el brazo porque el hombre de la jeringa dijo:


-¡Ah!, lo voy a lastimar... quieto un...


Pronto sacó la jeringa en medio de la sonrisa de otros pasajeros que habían visto mi cara. Después empezó a frotar el brazo de la gorda y ella miraba operar muy complacida. A pesar de que la jeringa era grande, sólo echaba un pequeño chorro con un golpe de resorte. Entonces leí las letras amarillas que había a lo largo del tubo: Muebles "El Canario". Después me dio vergüenza preguntar de qué se trataba y decidí enterarme al otro día por los diarios. Pero apenas bajé del tranvía pensé: "No podrá ser un fortificante; tendrá que ser algo que deje consecuencias visibles si realmente se trata de una propaganda." Sin embargo, yo no sabía bien de qué se trataba; pero estaba muy cansado y me empeciné en no hacer caso. De cualquier manera estaba seguro de que no se permitiría dopar al público con ninguna droga. Antes de dormirme pensé que a lo mejor habrían querido producir algún estado físico de placer o bienestar. Todavía no había pasado al sueño cuando oí en mí el canto de un pajarito. No tenía la calidad de algo recordado ni del sonido que nos llega de afuera. Era anormal como una enfermedad nueva; pero también había un matiz irónico; como si la enfermedad se sintiera contenta y se hubiera puesto a cantar. Estas sensaciones pasaron rápidamente y en seguida apareció algo más concreto: oí sonar en mi cabeza una voz que decía:


-Hola, hola; transmite difusora "El Canario"... hola, hola, audición especial. Las personas sensibilizadas para estas transmisiones.. . etc., etc.


Todo esto lo oía de pie, descalzo, al costado de la cama y sin animarme a encender la luz; había dado un salto y me había quedado duro en ese lugar; parecía imposible que aquello sonara dentro de mi cabeza. Me volví a tirar en la cama y por último me decidí a esperar. Ahora estaban pasando indicaciones a propósito de los pagos en cuotas de los muebles "El Canario". Y de pronto dijeron:


-Como primer número se transmitirá el tango...


Desesperado, me metí debajo de una cobija gruesa; entonces oí todo con más claridad, pues la cobija atenuaba los ruidos de la calle y yo sentía mejor lo que ocurría dentro de mi cabeza. En seguida me saqué la cobija y empecé a caminar por la habitación; esto me aliviaba un poco pero yo tenía como un secreto empecinamiento en oír y en quejarme de mi desgracia. Me acosté de nuevo y al agarrarme de los barrotes de la cama volví a oír el tango con más nitidez. Al rato me encontraba en la calle: buscaba otros ruidos que atenuaran el que sentía en la cabeza. Pensé comprar un diario, informarme de la dirección de la radio y preguntar qué habría que hacer para anular el efecto de la inyección. Pero vino un tranvía y lo tomé. A los pocos instantes el tranvía pasó por un lugar donde las vías se hallaban en mal estado y el gran ruido me alivió de otro tango que tocaban ahora; pero de pronto miré para dentro del tranvía y vi otro hombre con otra jeringa; le estaba dando inyecciones a unos niños que iban sentados en asientos transversales. Fui hasta allí y le pregunté qué había que hacer para anular el efecto de una inyección que me habían dado hacía una hora. Él me miró asombrado y dijo:


-¿No le agrada la transmisión?


-Absolutamente.


-Espere unos momentos y empezará una novela en episodios.


-Horrible- le dije.


Él siguió con las inyecciones y sacudía la cabeza haciendo una sonrisa. Yo no oía más el tango. Ahora volvían a hablar de los muebles. Por fin el hombre de la inyección me dijo:


-Señor, en todos los diarios ha salido el aviso de las tabletas "El Canario". Si a usted no le gusta la transmisión se toma una de ellas y pronto.


-¡Pero ahora todas las farmacias están cerradas y yo voy a volverme loco!


En ese instante oí anunciar:


-Y ahora transmitiremos una poesía titulada "Mi sillón querido" soneto compuesto especialmente para los muebles "El Canario".


Después el hombre de la inyección se acercó a mí para hablarme en secreto y me dijo:


-Yo voy a arreglar su asunto de otra manera. Le cobraré un peso porque le veo cara honrada. Si usted me descubre pierdo el empleo, pues a la compañía le conviene más que se vendan las tabletas.


Yo le apuré para que me dijera el secreto. Entonces él abrió la mano y dijo:


-Venga el peso.


Y después que se lo di agregó:


-Dése un baño de pies bien caliente.

domingo, noviembre 11, 2007

POR UNA SENDA VAN LOS HORTELANOS


Porque en la voz del poeta queda registrado lo que fue, sino no latiría la emoción ni la realidad se haría historia...







Por una senda van los hortelanos,

que es la sagrada hora del regreso,

con la sangre injuriada por el peso

de inviernos, primaveras y veranos.


Vienen de los esfuerzos sobrehumanos

y van a la canción, y van al beso,

y van dejando por el aire impreso

un olor de herramientas y de manos.


Por otra senda yo, por otra senda

que no conduce al beso aunque es la hora,

sino que merodea sin destino.


Bajo su frente trágica y tremenda,

un toro solo en la ribera llora

olvidando que es toro y masculino.



MIGUEL HERNÁNDEZ (España-1910) De "El rayo que no cesa"

sábado, noviembre 10, 2007

NASRUDIN Y LOS DULCES


Un día para saludar a los virus, otro para verificar que se quean y otro para padecer de humedad nasal, congestión, dificultades respiratorias y demás síntomas del catarrro: Alasalamar estuvo casi en camita. Perdón. Pero continuamos con un clásico...




Nasrudin y los dulces.



La fiesta reunió a todos los discípulos de Nasrudín. Durante muchas horas comieron y bebieron, y conversaron sobre el origen de las estrellas. Cuando era ya casi de madrugada, todos se prepararon para volver a sus casas.Quedaba un apetecible plato de dulces sobre la mesa. Nasrudín obligó a sus discípulos a comérselos. Uno de ellos, no obstante, se negó.


-El maestro nos está poniendo a prueba -dijo-, quiere ver si conseguimos controlar nuestros deseos.


-Estás equivocado -respondió Nasrudin-, la mejor manera de dominar un deseo es verlo satisfecho. Prefiero que os quedéis con el dulce en el estómago, que es su verdadero lugar, que en el pensamiento, que debe ser usado para cosas más nobles.



martes, noviembre 06, 2007

NO QUIERO


NO QUIERO


Por Ángela FIGUERA AYMERICH



No quiero
que los besos se paguen

ni la sangre se venda

ni se compre la brisa

ni se alquile el aliento.

No quiero

que el trigo se queme y el pan se estime.

No quiero

que haya frío en las casas,

que haya miedo en las calles,

que haya rabia en los ojos.

No quiero

que en los labios se encierren mentiras,

que en las arcas se encierren millones,

que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero

que el labriego trabaje sin agua,

que el marino navegue sin brújula,

que en la fábrica no haya azucenas,

que en la mina no vean la aurora,

que en la escuela no ría el maestro.

No quiero

que las madres no tengan perfumes,

que las mozas no tengan amores,

que los padres no tengan tabaco,

que a los niños le pongan los Reyes

camisetas de punto y cuadernos.

No quiero

que la tierra se parta en porciones,

que en el mar se establezcan dominios,

que en el aire se agiten banderas,

que en los trajes se pongan señales.

No quiero

que mi hijo desfile,

que los hijos de madre desfilen

con fusil y con muerte en el hombro.

Que jamás se disparen fusiles,

que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero

que me manden Fulano y Mengano,

que me fisgue el vecino de enfrente,

que me pongan carteles y sellos,

que dicten lo que es poesía.

No quiero

amar en secreto,

llorar en secreto,

cantar en secreto.

No quieroque me tapen la boca

cuando digo "no quiero".



lunes, noviembre 05, 2007

EROS PROHIBIDO


Eros prohibido




Por María Luisa Cano




Eugenia se sentó y sacó de la gaveta otra hoja. El montón estaba disminuyendo rápidamente. Pronto tendría que elaborar más papel. A la próxima mezcla le añadiría un poco de agua de rosas y algunas gotas de ámbar. Siempre la estimulaba este aroma. Tomó la pluma y subiéndose la larga falda hasta los muslos, se dispuso a escribir con el corazón y las entrañas.



"Querido Antonio:


La última vez te conté algunos problemas que me atormentaban. No quisiera que me tuvieras así en tu mente. Por eso te voy a limpiar los malos recuerdos, contándote esas cosas lindas que tanto te entusiasman. Hace mucho calor. El cuerpo no se rebela, se entrega a esta humedad sublime que sale de adentro. He llenado la bañera con agua fresca y algunos perfumes. Corté rosas del jardín y las he deshojado. Los pétalos flotan invitándome. ¿Te acuerdas?


La tarde es serena. Los pájaros han callado para dejar que el sopor lo abarque todo. Por la ventana entran los rayos últimos del sol, y se atreven a resbalar por mis piernas. Acaricia la luz y nutre el sudor. Baja el sol y ellos van subiendo hasta el pudor. Resbalan queriendo, amando. El calor allí es insoportable. ¿Recuerdas?


Tú corazón latía. El mío, desaforado, no se quedaba atrás. ¡Tantos éxtasis! Ahora sólo está la luz. Pero es bienhechora, es caliente y me entrego a su ardor".



Sonaron las campanadas de las seis. Era la hora de la entrega.


Había que entregar el día al Señor, dejar que la luz y el calor se fueran, permitiendo que la roca del convento recogiera el fresco nocturno.


Sor Eugenia dobló el papel con delicadeza y resignación, para guardarlo entre los otros muchos que ella misma había elaborado, escrito y aromatizado durante diez años de clausura. El viejo baúl de roble guardaba con dignidad estos secretos prohibidos, estos testigos del amor y del polvo acumulado.


Salió lentamente del claustro para unirse a sus compañeras en los últimos rezos de este día caliente.




domingo, noviembre 04, 2007

LOS LUGARES COMUNES


LOS LUGARES COMUNES


Por Elena Feliú Arquiola


La ciudad se conserva en el recuerdo,
doblada y disponible,
como un mapa afectivo
en el que la memoria ha señalado
con una cruz la calle
y el bar y la terraza
y la cafetería
y el trocito de acera
donde se adivinó por un instante
una felicidad esquiva

sábado, noviembre 03, 2007

TRANVÍA


TRANVIA



Por Andrea Bocconi



Por fin. La desconocida subía siempre en aquella parada. “Amplia sonrisa, caderas anchas… una madre excelente para mis hijos”, pensó. La saludó; ella respondió y retomó la lectura: culta moderna.

Él se puso de mal humor: era muy conservador. ¿Por qué respondía a su saludo?. Ni siquiera lo conocía.

Dudó. Ella bajó.

Se sintió divorciado: “¿Y los niños, con quien vana quedarse?”


http://soydondenopienso.wordpress.com/category/cuentos-e-historias/

viernes, noviembre 02, 2007

EPITAFIO QUE LABRO CON ORGULLO


Dos veces me han pedido lo mismo y sólo una pude responder a tiempo. Y la persona que solicitó de mí lo que todavía callo, hubiera merecido, como su tía y como su madre, un ramillete de palabras sobre el mármol de sus tumbas. Sé que la noble seductora a la que conocí durante sus últimos destellos, gracias a su sobrina, recibió los honores a los que me refiero, precisamente con la impronta de mi propia voz por escrito. Y ella, que también lo quiso para su madre, y lo tuvo aunque sin mi concurso, tiene de mi parte ahora y cada día esa orla de postrer afecto a la que llamamos epitafio. Circunstancias que no vienen al caso en estos precisos instantes impidieron en su día distinto trato pero, al igual que las personas a las que mucho quise en vida y ya no están, porque se recuerda, al menos un día al año, a los que dejaron un rastro de bien en nuestras vidas, ofrezco mis respetos y proclamo mi cariño inacabable. No necesito probarlo porque a mí no me engañaré pero, puesto que durante esta acometida que ha supuesto pasar de octubre a noviembre costumbrista en cada paso, ora galante como Don Juan, ora burlón como los fantasmas y las ánimas resucitadas con el propósito de deparar mil y un sustos, también ha lugar para detenerse con más fervor e invocar a los que siempre serán en uno… Gracias a ellos, a ellas y sin circos, sin peregrinaje de flores al por mayor u otras alharacas, a fecha de hoy, a día de todos los días que vengan, no hay cariño más grande que mi cariño ni recuerdo imperecedero como lo es en mí su latido en las alegrías y en las penas…

Sin nombres, que sólo a mí importan.

jueves, noviembre 01, 2007

FOBIAS


Según el diccionario de la Real Academia, DRAE, fobia es una palabra que procede de un término griego que significa temor. Y en español es: 1.- aversión obsesiva a alguien o a algo; o, 2.- Temor irracional compulsivo… Así pues temor, fobia, miedo, espanto, parte de lo que podemos experimentar en noches como las de estos días. Días de muertos, noches de fantasmas. Cuidado porque pueden reventar las calzadas si aconteció un accidente sangriento sobre ese suelo de asfalto. Las camas de los hospitales que soportaron el peso de enfermos al fin muertos, quedarán desgobernadas y impregnadas de un pestilente olor. Los tanatorios rezumarán sangre espesa, torrencial al cabo, flujo luego rebosante de las alcantarillas. Todos los campanarios llamarán a misas negras y en los cementerios el marmol se quebrará como si fuera de cartón. Cada sombra supondrá una oportunidad de horror. Cada ruido un avance de la más espeluznante banda sonora original. proliferarán los gusanos. Los intestinos de la ciudad se desalojarán y el camino será imposible sin sortear una marea de ratas hambrientas. La ciénaga más sucia será cristalino paraje pensando en lo que fluirá por fuentes públicas y privadas. Y, además de todo esto, por si fuera escaso bagaje haber conocido los hábitos del prójimo, irreverente ante lo que significa la llegada de la enloquecida pesadilla, lo que sigue, lo que viene a continuación, por ejemplo con la eme de miedo, es una lista alfabética de rechazos por irremediable pavura...


Macrofobia: Miedo a las esperas largas.
Mageirocofobia: Miedo a cocinar.
Maieusiofobia: Miedo al embarazo.
Maniafobia: Miedo a la locura.
Mastigofobia: Miedo a golpear.
Mecanofobia: Miedo a las máquinas, a las maquinarias.
Medomalacufobia: Miedo a perder una erección.
Medortofobia: Miedo a un pene erguido.
Megalofobia: Miedo a cosas grandes.
Melanofobia: Miedo al color negro.
Melisofobia: Miedo a las abejas.
Melofobia, musicofobia: Miedo a la música.
Meningitofobia: Miedo a la meningitis.
Menofobia: Miedo a la menstruación.
Merintofobia: Miedo a la limitación.
Metalofobia: Miedo a los metales.
Metatesiofobia: Miedo a los cambios.
Metifobia: Miedo al alcohol.
Metrofobia: Miedo u odio a la poesía.
Microbiofobia: Miedo a los microbios.
Microfobia: Miedo a los gérmenes, a las cosas pequeñas.
Mirmecofobia: Miedo a las hormigas.
Misofobia: Miedo a la contaminación con la suciedad y gérmenes.
Monofobia: Miedo a una sola cosa en particular.
Miedo a la soledad, a estar solo.
Musicofobia, melofobia: Miedo a la música.
Musofobia: Miedo a los ratones.
Misofobia: Miedo al polvo o a la contaminación.




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