viernes, octubre 23, 2009

CRIATURAS ESPECIALES


La observo sentada sobre la acera, al borde de la calzada, ocupando espacio con los pies sobre el carril bus. Va de negro, lleva un bolso de saco y guarda silencio. Espera a alguien, lo sé, aunque desprecia el paso de las horas. Parece un muñeco, una marioneta sin manipulador, una promesa desventrada y, sin embargo, asemejarse a algo o a alguien no supone condición adquirida obligatoriamente… Todos los autos que circulan por allí, turismos y transportes públicos, sortean su presencia. Y, si evitan el uso de la bocina, es porque, en realidad, no la ven. Se asombran más tarde porque no hay obstáculo ante sus ojos y, a pesar de ello, modificaron la trayectoria habitualmente seguida por los que transitan en esa dirección. Además, cómo iban a saber que ella, a quien le da igual la vida también, permanece de esa temeraria guisa porque sabrá encarnarse cuando convenga y espantar vengativamente al tipo con quien tuvo tantos horrores, y aún ausente… Corre el riesgo porque está muerta, es un fantasma urbano. Yo lo sé… Sí, yo lo sé porque todos los difuntos deambulan con o sin asuntos irresueltos durante las fechas que separan a octubre de noviembre. Es cuando se representa el Tenorio y los anglófilos hacen ruido con sus calabazas incandescentes. Ella es un ánima más, les digo, y yo soy otro cadáver. Perecido pero en trámites de absoluta y definitiva mortandad.

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