martes, octubre 06, 2009

EL POSTRE


Sí, es verdad. Aquella tarde hice todo lo posible, incluso derramé mi copa sobre tu blusa por ver si, gracias a la confusión que se produce tras un accidente tan propio, lograba advertir sobre la parte desnuda de tus pechos el famoso lunar color canela del que tanto me hablaban los amigos. Juraba en especial uno de ellos, que dijo te había visto desnuda duchándote después de un partido de badgminton, que era como una luna en órbita. Pensé en las areolas tuyas como en el disco planetario más hermoso o, por lo menos, deseable como ninguno… Sin embargo, solo después de acostarme contigo salí de mi error: era un sistema de doble estrella sobre el volumen universal de tus senos y el astro, con relieve, con dureza de alfanje, casi con sentido propio, era a su vez centro de la galaxia de una voluptuosidad indiscutible: doble centro, doble espada, doble prominencia de chocolate.

¿Me puedo pedir el postre ya?

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