lunes, abril 14, 2008

POLÍTICA, SIEMPORE POLÍTICA, PERO, ¿POLÍTICA EN PAZ?

Sostienen quienes dicen pertenecer a la tropa de los apolíticos, las verdades, sus verdades, del barquero: “Nos luce el pelo igual antes que después de una convocatoria electoral”. Pues sí, tal vez, sobre todo en el caso de ser cierto que existan seres verdaderamente desinteresados por las actividades de las personas en las que delegamos la administración de los asuntos públicos. Mas, nunca llueve a gusto de todos y no vale decir que este cura no es el padre de uno, pues, como cantaba en Pedro Navajas RUBÉN BLADES, la vida te da sorpresas. O, dicho de otra forma: al final, tanto los gobiernos como el resto de autoridades actúan más allá de lo que cabe en una mosca cojonera y resuelven tocarnos los testículos: a ellas, los ovarios. Con preocupaciones o no derivadas de todo aquello a lo que se puede llamar POLÍTICA… El caso es que el reciente triunfador de las elecciones generales de nueve de marzo, José Luís Rodríguez “cejatero”- recuerden el gesto de la “c” hecha con los dedos a imagen y semejanza de la gestualidad que es propia en el lenguaje de los sordos y resultó uno de los iconos más celebrados de la pasada campaña- obtuvo el respaldo de la mayoría simple del Parlamento para repetir como jefe del gobierno, prometió su cargo y ha notificado los nombres propios de ministros y ministras que lo serán en su próximo gabinete. Y, pues todo empieza por enésima vez- nunca serán demasiadas- cabría hacerse eco de algo indeseado pero, me temo, aún vigente. Lo digo porque quien fue presidente del Tribunal Constitucional, don Manuel Jiménez de Parga ha escrito sus memorias- VIVIR ES ARRIESGARSE- y de la publicación de las mismas se hacía eco el diario ABC en su separata dominical de fecha seis de abril de dos mil ocho. Concretamente ofrecieron la reproducción de un capítulo en el que se hacía referencia a los inicios del magistrado en el Ejecutivo de 1977, gobierno presidido por Adolfo Suárez. Pues bien, durante el relato de lo que fueron negociaciones con el “viejo profesor”, don Enrique Tierno Galván, para lograr apoyos a favor de la candidatura de Álvarez de Miranda como presidente del Congreso de los Diputados, Jiménez de Parga afirma: “A primera hora del día señalado tuvo lugar un breve consejo de ministros. Al terminar la reunión el presidente Suárez nos dijo: En Ese momento no calculé el alcance de la recomendación presidencial. Años más tarde tuve la oportunidad de comprobar, en unos estudios de TVE, que don José María Gil Robles y don Santiago Carrillo no se habían saludado nunca en los cinco años de la Segunda República, a pesar de tratarse de políticos destacados en aquel régimen. Jamás se estrecharon las manos los de Derecha y los de izquierda en el Parlamento Republicano. Las excepciones a esta regla fueron mínimas. ¿Cómo hemos de resignarnos a que algunos se atrevan a presentar la época republicana como modélica?”. Calcadito de la actualidad. Una estampa política donde los políticos se comportan como mamelucos. Y, luego, el libro continúa. Sin embargo el tiempo parece no hacerlo. Diríase que permanece detenido. Los políticos de derechas, en su gran mayoría, desprecian a los de izquierdas y viceversa. Es algo que se aprecia en el trato del que nos informan, en los comportamientos de sus señorías, en como recurren al ataque personal en vez de profundizar en los “pros” y los “contras” del mundo de las ideas. Y si se dan la mano ante los fotógrafos es para escenificar una parte de la mentira. Esa que viene a suponer, “miren, yo soy el bueno he aquí un gesto de buena voluntad por mi parte”… Más tarde, ya a solas, o dirigiéndose a sus respectivos públicos si están en compañía, se niegan el pan y la sal y obran como si en cada puja solo la obtención del corazón ajeno fuera a satisfacer la ira hasta ese momento oculta. Si durante la Segunda República, las personas y personajes que protagonizaron sus hechos quedaron a la altura de lo extremista, de lo cavernario, del ejemplo menos ejemplificante, desde Suárez, a pesar de todo, hasta aquí, todos los de derechas han sido Gil Robles y todos los de izquierdas han sido Santiago carrillo, seres incapaces de ver no otra cosa que un adversario de las ideas dentro de un juego social que ha de servir para servirnos a todos. Ellos no hacen la paz, no la buenista pazzzzz de “cejatero”, no la paz solo tanque de Mariano y su niñita, y los ciudadanos tenemos un ejemplo del que vale la pena avergonzarse. ¿Será esta, de verdad, la legislatura en la que la reconciliación, el respeto, la tolerancia y la observación de los justos deberes y derechos que nos asisten a todos alumbre una modernidad solo datada en lo que a cuenta tecnológica parece? .




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