martes, abril 01, 2008

AHUYENTAMIENTO SELECTIVO


Lo que sigue no sólo está bien escrito- el autor es un reputado columnista- ofrece la noticia de uno de esos aspectos curiosos de la vida y culmina en una exposición reflexiva que podría ser motivo y ocasión de sacar las conclusiones que sean menester. ¿Hace falta algo más para hoy?





AHUYENTAMIENTO SELECTIVO

Faro de Vigo 1 de abril de 2008

Por Camilo José Cela Conde

El inventor es británico pero le ha puesto a su aparato un nombre español: Mosquito -pronúnciese "mosquitou". Como tal figura ya nada menos que en Wikipedia, el oráculo de Delfos de Internet que decide lo que cuenta y lo que no cuenta en este mundo. El Mosquito -conservemos las mayúsculas para no confundir- sirve para generar un ruido agudo y molesto que sólo oyen los menores de treinta años. Resultado sordo incluso para quienes cuentan con más de veinticinco y un oído no demasiado fino. Como resultado -sigo con la fuente de Wikipedia-, cerca de 3.500 comerciantes del Reino Unido han instalado el aparato en sus tiendas con el propósito evidente de mantener alejados de ellas a los más jóvenes.Resulta curioso que el noventa por ciento de los anuncios de la televisión se dirijan a un público apenas adolescente y, al mismo tiempo, aparezcan inventos destinados a impedir a ese mismo público que se acerque a las tiendas. El misterio desaparece, no obstante, sin más que considerar que lo que se anuncia en las pantallas con gran lujo de acción y colorido es la juventud eterna, el bálsamo de Fierabrás capaz de disimular achaques, oscurecer canas, tensar pieles, maquillar arrugas y prestar una lozanía ya perdida a quienes suspiran por ella. Los jóvenes de veras sobran en ese esquema; el Mosquito se encarga de ahuyentarlos.Las asociaciones de defensa de los derechos constitucionales de la Gran Bretaña han puesto el grito en el cielo de la Justicia a causa de lo que es y, sobre todo, de lo que significa el Mosquito. Pero algo tan benéfico para el Sistema no puede arrinconarse por culpa de un detalle nimio de discriminación. Los defensores del ruido selectivo ya han contraatacado sosteniendo que el aparato no daña la salud -sólo la autoestima, en último término- y por tanto entra en lo que podríamos llamar el criterio de las libertades individuales de los dueños de los establecimientos. Algo así como el cartel ése que dice que se reserva el derecho de admisión.Aunque al artilugio le falta tal vez algo de sutileza. No se trata tanto de deshacerse de los niñatos como de prevenir conflictos: tumultos, borracheras, cuelgues, babeos y, en general, conductas que van contra las sanas normas del comercio. Así que un Mosquito en verdad útil sería aquél capaz de distinguir por lo fino, separando la chusma indigente de aquellos clientes que hacen lo mismo pero pagan por ello. Como los armarios con gafas oscuras y pinganillo en la oreja que dejan pasar o no en función de su aspecto, a las puertas de la discoteca, a los que hacen cola. En realidad es ésa la belleza mayor del instrumento mosquiteril: convierte a su dueño en algo así como un Jehová decidiendo en el Juicio Final quiénes son los buenos y quiénes los malos que deben ser apartados del reino de la felicidad con butaca business y sala de espera VIP.

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