viernes, abril 04, 2008

TELEFONITA


TELEFONITA

En calidad de justiciero urbano especialista, fue extraordinariamente apreciado por parte de profesionales médicos en las unidades de quemados de los hospitales, dermatólogos, sicólogos y psiquiatras. Todo el mundo quiere hacer bien su trabajo y celebran las ocasiones en las que la vida discurre proporcionando abundancia del mismo, por lo menos hasta el punto de multiplicar sus ingresos a costa del menor esfuerzo posible, y los muchos ciudadanos sorprendidos por él al volante de sus automóviles, conduciendo, y al habla mediante el teléfono móvil, ardían en tanto la intensidad de su mirada obraba cual rayo incandescente capaz de prender en las ropas y carnes de los infractores: una verdadera generación de nuevos “clientes” dispuestos a satisfacer el precio de los servicios que, sin duda, habrían de necesitar.

Mas, ¿a causa de qué todo esto?

La ley castigaba el uso de la citada tecnología circulando por ciudad o por carretera, pero los agentes necesarios para vigilar tan peligroso comportamiento brillaban por su ausencia. Un defecto del Sistema y de los gobiernos: siempre comprometiéndose con ambiciosas leyes a las que no dota de dinero ni personal… Así pues, advirtiendo un día que, su ira, debidamente canalizada, suponía una pulsión paranormal de efectos devastadores, hizo lo necesario para contribuir al bien común limpiando las calles de facinerosos como los ya dichos. Algo posible al coincidir con un periodo excelente de ociosidad. Cierta e importante suma de dinero obtenida tras apostar en el hipódromo, resultó ser el respaldo financiero propicio para hacer de las vacaciones disfrutadas durante esa época tiempo libre que dedicar a las patrullas callejeras. Paseos de centinela siempre atento a la comisión de crímenes y delitos cuales los que podían dar lugar a accidentes mortales. Terribles errores, equivocaciones que llevaban aparejadas, en la mayoría de los casos, daño y duelo para terceros.

Sin embargo la prometedora carrera que le esperaba, aquellos sueños donde era reconocido por las autoridades y aclamado por el pueblo llano, se truncó al poco tiempo. Un repentino acceso de conjuntivitis destapó el mal que venía larvándose precisamente en el mismo centro de sus poderosas antorchas faciales: jubilado por enfermedad profesional. Los médicos no albergaban dudas. Las retinas de sus ojos venían padeciendo un recalentamiento anormal lo que supuso su rápido deterioro e irrecuperable fin.

De haber sido un personaje y no una persona, por muy “súper” que se creyera, socorrido por unos guionistas de fuste, habría superado los inconvenientes de su derrota cual, por ejemplo, lo viene haciendo el hombre venido de Krypton desde hace casi setenta años.

El caso es que casi no sale de casa. La gente pasea, conduce, compra, sirve cervezas, rellena expedientes, y juega al dominó a la vez que telefonea y la proliferación de conversaciones mediante “celulares” obra en él como en Supermán las radiaciones de la piedra verde originaria del planeta donde nació.

1 comentario:

mano dijo...

te invito a que hagas de "MIS CUENTOS" nuestros cuentos, los de todos.

veni hasta Buenos Aires a traves
de
escribiendocomun.blogspot.com

un saludo
Mano