lunes, mayo 08, 2006

GENERAR ESPERANZAS

Creo que no es la primera vez, mas, a mis ojos, la fotografía que se repite en cuantos diarios he visto es todo un tratado de la infamia social: una persona de las que desde África viajan por mar a fin de alcanzar el “paraíso de occidente”, yace agotado sobre la arena a pocos metros de unos bañistas perfectamente dedicados a tomar el sol como si nada ocurriera. Puede decirse que se trata de un hecho puntual, la actitud absolutamente reprobable de un reducido grupo que obra en contra de cualquier principio humano pero inconveniente minoritario al fin. Sin embargo cualquier observador imparcial afirmará sin lugar a dudas que no es el proceder habitual agente definitorio de vocaciones solidarias entre las gentes... Nunca olvido, cuando reflexiono sobre aquello que tiene que ver con el acervo de fraternidad que debería ser patrimonio de todos, la ocasión, hace bastante tiempo- que uno tiene una edad- acompañando a la chica que fue mi primera novia e intentando auxiliarla durante uno de esos intensos espasmos que algunas mujeres sufren en pleno proceso de menstruación. Ella tuvo que detenerse y encorvarse hasta casi caer en el intento de contener el dolor, gesto que duró unos instantes, y nadie, nadie, se acercó siquiera a preguntar si necesitaba ayuda. Distinto a lo que sucedió hace un par de días, pero parecido: reunidos a comer en el mismo lugar donde se desarrollaba su Muestra, los artesanos participantes- gentes que por las vinculaciones con un mundo natural y opuesto a la salvaje competitividad de nuestros días se esperan más amistosas y cooperantes- superado el último bocado a los postres, abandonaron la “mesa” alígeros como gacelas, dejando al compañero coordinador del evento, al fin socorrido por una rezagada de la “tribu”, como único garante de la restauración del sitio que es un parque al que le sientan mal los restos de comida y envases varios. El mismo día de la inauguración, ésta misma persona hubo de recorrer las calles entre casetas presto a recoger del suelo los embalajes empleados en transportar las piezas luego a la venta que ninguno de los manufactureros consideró oportuno llevar al contendor de basura o papelera más cercana... Pero en esta ocasión no deseo concluir sólo con un retrato, uno más de los que nos explican socialmente, sino con una idea, que me parece de valor cimero. La utopía puede ser y será deseable; perseguir el bien común y universal, norte que no se puede olvidar nunca. Mas, la certeza de sabernos falibles y muy lejos de las excelencias que se publicitan quizás para mantenernos bajo control no ha de suponer menoscabo en la diaria búsqueda y ejercicio del pequeño trofeo. Digo de la ocupación anónima y sin otro rédito que la satisfacción personal por éticos procederes y correspondencia entre derechos y obligaciones. La justa bondad, por ejemplo, de una empleada de limpieza que me dicen al servicio de una escalera de vecinos- una mujer árabe- que, ante el caso de precariedad laboral de su marido y del marido de una amiga, ocasional sustituta mientras la citada trabajadora estuvo de baja por una operación y ahora también desempleada, decide compartir las tareas laborales con quien prestó servicios en su mismo puesto de trabajo y así también la remuneración. Estos episodios, emocionantes episodios, son los que cuentan y aunque creo que la foto con la que iniciaba este “parlamento” es imagen de lo que por desgracia abunda, me importa más el suceso pequeño y sin publicidad generador de esperanzas diarias. Cualquiera como éste que he conocido.

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