sábado, mayo 27, 2006

NO HAY ROSAS SIN ESPINAS NI PAZ SIN GUERRA

El galanteo puede ser obra de pirata nocturno si el agente de tales presupuestos, con la oscuridad por aliada, busca en jardines privados y rosales públicos el capullo esplendoroso que haga tintinear los ojos de la dama cuyo cortejo se dirime. Quebrará para ello los tallos que correspondan, sin permiso. Pero, así y todo, seguro que el merodeador encuentra indulgencias entre marginales y románticos. De lo que no tengo certezas es de la aprobación que concitará su “audacia” si la ofrenda no es lo que parece. Porque, ¿y si la rosa no es la rosa?... Lo expresa mejor David Gistau y así lo dejó escrito en su columna del jueves veinticinco en el diario EL MUNDO: “Las rosas blancas, se hacen llamar. Cada día 24, un coro de actrices remedará a las vestales que tapizaban con pétalos el camino del César. La infantería pancartera que en tiempos de Aznar, enamorada de su propio reflejo en el estanque, ocupó la garita de vigilancia crítica, acude ahora a la llamada del amo para decorar su triunfo, el de Zetapé, en el que aceptará cualquier función salvo recordar al presidente que también él es mortal. Algo tardío este compromiso por la paz del que no tuvimos noticia cuando había que arropar en su entierro casi clandestino a un guardia civil asesinado. O cuando la reserva moral del cine olvidaba pegarse en la solapa el NO A ETA cada vez que acudía a San Sebastián fingiendo creer que más allá del cóctel no ocurría nada”... Por lo tanto, éstas Rosas van de rosa sólo al corazón de la propaganda. Creo que, en tiempos a tal forma de proceder se le denominaba AGIT PROP... Y afirmo que, para que exista la paz, antes es necesario que se haya declarado una guerra- que ésta exista- a la que responder con el armisticio correspondiente. Con ETA nunca hubo una guerra. Los asesinos en banda, por mucha ideología que digan que respalda sus crímenes, no desatan conflictos bélicos: son demasiado cobardes. Aquí unos ponían las balas y los explosivos y otros las nucas y la vida toda. De modo que será mejor que no se hable de lo que no es. Ni de paz ni de rosas. Y sus floristas repartidoras, si quieren hacer coros, reconfortar o persuadir, deben mejor ofrecer sus capullos a esos otros que lo son como Otegui- Batasuna igual que, tiempo atrás, debieron haber puesto toda una rosaleda en manos de las víctimas, los familiares de los muertos, los que pagaron con su sangre la mucha o poca Democracia de la que ahora disponemos en esta lado de la península Ibérica que todavía se llama España.

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