No siempre la poesía gusta pero, como tantas cosas, el placer de leerla se produce, precisamente, con la costumbre...
LO SUPE DE TUS LABIOS.
Lo supe de tus labios
o los imaginé sin dedos
para pellizcar las cuerdas.
Vocalizaste la alegría
entre tus dientes
sin registrar
la vez en tu paladar
para el laúd:
“Con esa música
no hago camino”,
me dijiste.
Desde entonces
ni revisto la rosa
ni la invento para ti
Tengo galas
para otros asuntos contigo
y me desnudo de juglar
en otros foros.
Pero temo un eclipse facial
y una breve,
desapacible noche
conmoviéndote
Por eso quise prender estrellas
alrededor de tu lecho
antes de pedirte otro trago
de tabaco
tomado de cualquiera de tus bocas:
siempre tendré
un arpegio para ti
Y para ti
un latido de sudor
cuando las sábanas revueltas.
domingo, mayo 07, 2006
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