martes, mayo 09, 2006

SIN GRITOS

De nuevo, tras un detenida singladura, la palabra de la que conviene hacerse eco...

SIN GRITOS...

En las Islas Salomón, en el sur del Pacífico, algunos lugareños practican una forma única de tala de arboles. Si un árbol es demasiado grande para ser talado con un hacha, los nativos lo hacen caer a gritos. (No tengo a mano el articulo, pero juro que lo he leido). Los leñadores con poderes especiales se suben a un árbol exactamente al amanecer y, de pronto, le gritan con toda la fuerza de sus pulmones. Lo harán durante treinta dias. El árbol muere y se derrumba. La teoría es que los gritos matan el espíritu del árbol. Según los lugareños, da siempre resultado.!Ay, esos pobres inocentes ingenuos! ¡Qué extraños y encantadores hábitos los de la jungla! Gritarles a los árboles,vaya cosa. !Qué primitivo! Lástima que no tengan las ventajas de la tecnología moderna y de la mentalidad científica.
¿Y yo? Yo le grito a mi mujer. Y le grito al teléfono y la segadora de césped. Y le grito a la televisión y al periódico y a mis hijos. Incluso se dice que he agitado el puño y le he gritado al cielo algunas veces.
El hombre de la puerta de al lado le grita mucho a su coche. Y este verano le oí gritarle a una escalera de tijera toda una tarde. Nosotros, la gente educada, urbana y modrena, le gritamos al tráfico y a los árbritos y a las facturas y a los bancos y las maquinas... sobre todo a las máquinas. Las máquinas y los parientes se llevana la mayor parte de los gritos.
Yo no sé lo que hay de bueno en ello. Las máquinas y las cosas siguen en su sitio. Ni siquiera darles patadas sirve aveces para nada. En cuanto a las personas, bueno, los isleños de Salomón pueden apuntarse un tanto. Gritarles a cosas vivas puede hacer que se muera el espíritu que hay en ellas. Los palos y las piedras pueden romper nuestros huesos, pero las palabras rompen nuestros corazones.

Robert Fulghum.

En... http://blogs.ya.com/antesfuivalentina/200507.htm

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