viernes, julio 14, 2006
CLARCK Y JESÚS CONVERSAN SOBRE LAS AGUAS A PESAR DE LA SEQUÍA.
Así que se encuentran SUPERMAN y JESUCRISTO, el segundo caminado sobre las aguas del Jordán y el primero igualmente sin posarse en lugar alguno. “Que nos equiparan, que dicen que, puesto que somos un poder superior, nuestra historia puede ser extrapolable”, dice el tipo de la capa encarnada. “¿Y quien dices que lo dicen”, responde el Nazareno. “Brandon Routh, el actor que encarna a Clark Kent en la película de SUPERMAN que se estrena. “Pero, ¿Brandon es un poder superior?”, replica Jesús. “Él no. Yo, yo si soy un poder superior”, asegura entonces el superhéroe. “Entonces, ¿tu reino, como el mío, no es de este mundo?”. “No, yo procedo de Kriptón. ¿Y tú?”. “Yo presido el Universo a la derecha de Dios Padre en el Cielo y no comprendo por qué ese Brandon habla en tu nombre”. “Es a causa de la doble personalidad: ha de asumir una identidad diferente a la mía durante la película, por seguridad, y ser otro lejos del alcance de las cámaras”. “Eso supone que sois tres, como nosotros: la Santísima Trinidad... Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo”.”... Bueno, más o menos. A veces fuimos otro, pero ya no”. “Eso no lo entiendo, pero no importa. Mira, apuesto a que se te ve como el inmigrante por antonomasia”. “Pues sí: ¿cómo lo sabes”. ”Yo lo sé todo: es uno de mis poderes, pero lo he leído en la entrevista que la hacen a tu tercera persona en el diario El Mundo de fecha diez de julio”. “Es cierto, aducen que, como vengo de otro planeta...”. “Ya. Yo también lo soy. Digo inmigrante. No en vano, cuando se hace algo a uno de los míos se me hace a mí. Y, así las cosas, cuando uno de los míos es rechazado en las fronteras o es presa de las mafias para cruzar ríos u océanos, soy yo mismo quien sufro y muero”. “A mí me mataron una vez en el tebeo... Bueno, cómic”. “¿Un libro sagrado?”. “Algo parecido, aunque para algunos es una verdadera Biblia. ¿Tú también actúas por tu cuenta?”. “Me respalda la Iglesia”. “A mí Hollywood. Por cierto, que lo de tu delegado en el Vaticano cuando la tropa familiar en Valencia ha sido todo un peliculón”. “¿Lo dices por la difusión mediática que se dice ahora?”. “Claro”. “Pues, la verdad, no te digo que no. Todo esto lo comenzó el anterior Papa, pero da la impresión que este no tiene tanto tirón taquillero. Me consta que no se ha enfadado porque ZP evitara la misa. Es más, lo prefiere: para no ser creyente que más da que esté o no. Además mandó a dos de sus ministros...”. “Entonces, ya que somos tan afines, ¿qué te parece si firmamos una alianza?”. “No sé, Alá y Buda ya están ciertamente molestos porque tus presidentes nos invocan cada vez que van a iniciar una guerra contra acólitos suyos y los rusos tampoco creo que lo aprueben”. “Bueno, pues nada, regreso a la ficción que esto de combinar el cine con la fe produce un vértigo... y que lo diga yo está muy mal. A... A Ti”. “A Mí”... Y las esferas en el universo siguieron girando, los cines llenándose de personas acaloradas que buscan en el aire acondicionado de las salas satisfacción casi mística, y los obispos aún sin aprobar en la Conferencia Episcopal un finiquito como el que se han dado los políticos parlamentarios: una pasta para la jubilación repitan o no en la siguiente legislatura.
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