Es difícil, porque la indignación se amarra a las extremidades inferiores y trepa hasta la garganta: disponerse a ver una película con un "gallinero" de criaturas femeninas- una quincena al menos- depositadas en sus localidades por sus madres- probablemente felices de estar "consigomismas" durante tres horas- que hablen, dialoguen, griten y se quejen, sin control, es, incluso heróico. No es que fuera la maravilla de las maravillas, pero uno paga un precio por sentarse a disfrutar del cine no para pasarse dos o tres horas en una guardería... En fin, como quiera que pensé en hacer un homenaje al capitán Jack Sparrow- porque la película me gustó a pesar de tanto infortunio- ni La canción del Pirata, ni Una de Piratas, ni La del Pirata Cojo. Sigue lo que sigue, que tampoco está nada mal...
Por ÁNGEL CRESPO ( España, En medio del camino 1971 )
Déjame que me acerque a ti
a mojarme en tu piel,
en el olorde tu voz, pues ya quiero
vivir o naufragar de muerte tuya.
Déjame
decir para que no
me entiendas las palabras,
igual que el mar no sabe
de vientos.
Déjame
dejarme junto a ti:
que yo me ahogue en la luz de tus hombros,
haga pies
por donde tu cintura.
Déjame
beberme el mar,
amar el mar,
al abra de tus ojos.
Déjame
dejarme estar, bien hondo,
allá donde solemos,
donde no
se oye la brisa siempre.
Es cuando veo
caer un arco iris, levantarse
un pozo de tus manos.
O, como suele ser,
cierras el mundo
y sólo hay mar.
Un río
somos los dos, andamos
para que yo me hunda
en tus innumerables
olas,
pasamos juntos
por el solo paisaje
que se nos vive.
Déjame
cortar todos los árboles.
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