domingo, octubre 14, 2007

PATRIA: DEBERES Y DERECHOS 1


Dice la izquierda que la derecha se apropia de los símbolos patrios y los utiliza electoralmente. Dice la derecha que la izquierda fomenta la división y por eso hace uso omiso de la bandera. Y, como pintaba en su chiste diario don Antonio Mingote, en el ABC, ser español ni de izquierdas ni de derechas es bastante complicado. Pero los hechos son los que son y los reconocía Felipe González: un error de la izquierda es haber abandonado los símbolos del estado en manos de la derecha. Así parece que sólo quien dispone de ellos- de los símbolos- es el verdadero y buen español. Pero, a pesar de lo dicho, sobre todo en estos tiempos preelectorales, dice la izquierda que la derecha se arroga atributos que corresponden a todos como si sólo ellos- la derecha- pudieran disfrutarlos. Y va la derecha y actúa contribuyendo a que lo que asegura la izquierda parezca cierto. ¿Por qué? ¿Por qué unos a pie como la sota de los naipes o a caballo avanzan con la porra en ristre para descalificar todo lo que hace el adversario político e inmediatamente arrearle con el madero sea o no dicho y hecho con razón lo que quiera que tenga que hacer o decir? Tal vez porque importa muy poco lo que tenga que decir el otro si lo que se ha de dirimir afecta a la detentación del poder. Y para entenderse hay que escuchar. Escuchar a quien tiene argumentos que merecen la pena ser escuchados. Es el caso, por ejemplo, del filósofo y escritor José Antonio Marina. Alguien capacitado y con voz propia aunque carezca de la infalibilidad del Papa- él, el mencionado don José Antonio- y puedan discutírsele muchas cosas. En todo caso, un día más tarde de la fiesta que fue del Pilar de Zaragoza y de la Hispanidad, durante la tertulia que puede seguirse en Radio Nacional de España perteneciente a la emisión del programa matutino del fin de semana que presenta Pepa Fernández NO ES UN DÍA CUALQUIERA, el profesor Marina definió “Patria” como una ampliación del sentimiento de hogar- no entrecomillo porque escribo de memoria- con el que uno se compromete y se obliga. Y uno está dispuesto a sacrificarse por la patria del mismo modo que no le ahorraría esfuerzos a la casa particular, a la familia, en caso de ser necesarios. Pertenecer a una comunidad, tener una patria pues- cuidado las feministas no apelen a conceptos como “matria”, que si digo amar a mis hermanos, de ese cariño nunca se vio excluida mi hermana como es obvio- significa leal e intachable comportamiento propio de quien conoce la vida en ese gran hogar y sabe que supone una contraprestación de derechos y deberes. Quien paga “religiosamente” sus impuestos, como decía Pepa Fernández, es un gran patriota. Cierto. Tanto que abundo en ello y lo hago extensible a los que desempeñan sus tareas laborales generosamente o los que son capaces de emplearse a fondo para que las virtudes cívicas no decaigan, por ejemplo. Pienso que son también excelentes patriotas. Por eso, aunque está muy bien el hecho de que en esta fiesta desfilen los ejércitos, por ser del gremio de los que defienden la Patria, que lo hagan también los zapateros que la calzan, los hosteleros que ofrecen lugar de reposo a la Patria o los médicos y sanitarios que actúan a favor de la salud de la misma. Todos aquellos que cumplen con su deber son patriotas. También los que se conducen con respeto y admiten conforme a lo que la ley dice los símbolos de la patria. No es más patriota el que se reviste de la bandera hasta para ir al baño del mismo modo que quien prescinde de ella para su atavío puede ser el mejor de los garantes de ese espacio de todos, ese gran hogar del que habló Marina. Queden pues las banderas en sus mástiles y no se arrojen nada que cae siempre sobre el cráneo de los mismos. De los que desean poder tomar de todos los cestos las manzanas mejores sin exponerse a un bombardeo comercial que predique la fe en determinadas pomas por ser las únicas.

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