Otra vez líricos y, de nuevo, recordando al genio del tablero, AJEDREZ: así, con mayúsculas...
De Omar Khayyám
Porque esta vida no es
-como probaros espero-,
mas que un difuso tablero
de complicado ajedrez.
Los cuadros blancos: los días
los cuadros negros: las noches...
Y ante el tablero, el Destino
acciona allí con los hombres,
como con piezas que mueve
a su capricho y sin orden...
Y uno tras otro al estuche
van, de la nada sin nombre.
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