martes, noviembre 21, 2006

“BE” ME INVITA A “PINCAR”


Observo su rostro de benjamina y comprendo mi equivocación. Ella manifiesta su madurez aunque a mis ojos parezca de tierna porcelana. Insisto en ensimismarme con su infancia cuando muchos de sus actos y de sus gestos, a la vez que su palabra y sus intereses, me dicen a voces: “estoy lista”. La creo aún en lo admisible como lado seguro de la vida, al abrigo del nido familiar y, seguramente emprendió ya algún esbozo de viaje en solitario o está a punto de embarcarse para participar en el descenso de los rápidos fluviales de la adolescencia. Su edad es todavía un alivio, pero las circunstancias actuales de la vida hacen que todo se precipite. Todavía nos reímos, cuando salmodian en la televisión el enésimo caso de violencia en las aulas de los institutos, o fuera de ellas, y me pregunto si teme algo… Hemos llegado al acuerdo de proponer un único significado para la “palabra” PINCAR. De muy chiquita utilizó este “verbo” para expresar una ocupación cualquiera. “¿Qué haces Belén? Estoy pincando”. Y pincando podía ser una acción, un pensamiento o nada. Pero recordó que pincaba, ahora, unas horas hace, y alborotó risueña al escuchar mi cuento: “Figúrate que eres Madonna y te hacen una entrevista. Te dicen: ¿Qué es lo que más le gusta hacer? Y respondes: Pincar. Entonces, el desconcertado periodista balbucea: ¿Pin- car?. Sí- respondes tú- ¿no sabes qué es pincar? Pues pincar es hacer nada, descansar tumbada en el sofá… Como Madonna es americana- afirmo- vale si decimos que hace “pinquing”: ¿Qué harás hoy?, nos preguntarán. Y responderemos: Nada, hoy sólo pinquing”… No sabe que reconozco lo absurdo de la situación o así me lo parece. Absurdo no por la gracieta de atribuir a la “reina del pop” caprichos como el que propuse, sino porque apostaría mi pellejo- sí, mamá, ya sé que tu madre te dijo que porfiar porfiarás, pero que apostar no apostaras- a la posibilidad ganadora de lo absurdo. Pues es absurda, claro, y sin embargo cierta, toda ocasión de necedad por moda o convencimiento de entusiasta cuales las demostradas al hacer nuestro un hábito, objeto o consigna. Y no me refiero a esa inclinación tan conocida producto de inacabables monerías que brota con el éxito de un cómico. Digo de la sacralización de la tontería. Que Madonna, por ejemplo, pinca, todos a pincar de inmediato no sea que se haga tarde. Y que nadie se atreva a poner en tela de juicio las opiniones de la celebradísima artista. Ni su pensamiento, ni sus costumbres… Pero no, Madonna no sabe pincar y no sabe qué significa pincar. Para eso hace falta mucha imaginación y talento, y si he de admitir que parte o más de lo atesorado por esta niña lista e inteligente que es mi sobrina, podría irse quedando en el camino, la miro y me voy contento. Es la hora de pincar, sea lo que demonios sea, y puedo ejercitarme tranquilo convencido del bagaje vital con el que cada día amanece “Be”.

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