jueves, noviembre 02, 2006

DE PESOS Y MEDIDAS PARA EL CINE


Aparece, poco antes del telediario, conectada la televisión con LA PRIMERA, Mar Flores: antes empleada en el negocio de la exhibición de ropa. Dice que ya no es modelo. Lo fue, pero ya no se mide ni se pesa. Por lo tanto, reflexiono durante unos instantes, para ser modelo es necesario medirse y pesarse con cierta frecuencia. Pero, ¿cuántos días han de transcurrir sin el uso de la báscula y de la cinta métrica a fin de hacer verificable que un o una modelo cesaron en su cometido? Lo desconozco. Sí se sabe que, conforme a determinadas proporciones, las que enumeran la masa corporal de cada ser humano, la participación de algunas personas que se pesan y se miden con la frecuencia necesaria en estilismos al trote percherón sobre pasillos entarimados, queda autorizada o se hace imposible. Luego, me he enterado también que, en un escalón inferior, el denominado de ropa industrial, en serie, de marca pero sin exclusivas, la compra de un pantalón vaquero ha dejado de ser traumática para un gran porcentaje de mujeres. Lo prueban las cifras que dan razón a esta noticia y la aparición de unas señoritas fotografiadas como modelos en la publicación donde se cuenta todo lo que sigue, atestiguando su veracidad. Pero, ¿lo cierto de qué? Pues, gracias a la iniciativa de los fabricantes de prendas tan liberadoras, se obtienen unos tejidos capaces de obrar el milagro: el ajuste y perfecto modelado del culo de las usuarias antes estigmatizadas. Entonces, una modelo se pesa y se mide frecuentemente, la dejen o no trabajar, y viste pantalones que reducen sus cuitas y resaltan sus nalgas, al menos durante la vida laboral de cada una. Y es como digo, a no ser que, previamente, hubieran elegido solicitar la asistencia de algún cirujano plástico. Una alternativa muy popular, según se puede leer en las hojas del NEW YORK TIMES que viene con el diario EL PAÍS, las de 16 de marzo de este 2006, e inclinación de un total de 2361 mujeres estadounidenses: el cuádruple que en el año 2002. Algo natural si se contempla la preponderancia del cuerpo como objeto de culto. Se enseña el trasero, cosa que los interesados, los que tienen posaderas, hacen sin protesta alguna salvo afección, o gusto por el oprobio. Y, como es lógico, quienes se miden y pesan tantas veces como es necesario para ser modelo, tienden a la excelencia glútea. ¿Cómo? Valiéndose de los servicios médicos para lograr el “pómpis” más bonito: los que tiene forma de “A”, como corazones invertidos con la parte inferior más ancha que la superior, así se consideran. Claro que esto es cierto según las etnias. Por ejemplo las damas asiáticas prefieren que sus volúmenes en esa parte del cuerpo sean más bien pequeños y curvos; las blancas oscilan entre manifestarse afines a la voluptuosidad de las chicas Playboy o declararse partidarias de la masa atlética pero mesurada; las hispanas ven su ideal en el redondeado de sus carnes y las afro americanas solicitan dimensiones esféricas mayores. Incluso, por razones que tienen que ver con el ajuste o trasparencia de algunos diseños, hay empleadas o autónomas en el sector del textil creativo decididas a hacerse una vaginoplastia: intervención quirúrgica que consiste en tensar los músculos de la vagina. Ellos también se operan el parachoques posterior y visitan al galeno para que les haga una faloplastia de urgencia. Por supuesto, esto de pesarse y medirse cuantas veces convenga sin intrusismos, es asunto propio tanto de hembras como de varones y los “pollos pera” de la actualidad tienen que marcar paquete, ofrecer un bulto sexual con el peso y medidas adecuadas. De modo que, los que ya no se operan, ellas y ellos, dejaron de pesarse casi todos los días y no se miden, incumplen los requisitos necesarios para que se les reconozca como modelos. Mas, sin acudir a pruebas de las convocadas para seleccionar artistas, harán bien en postularse como estrellas de cine: al final la digitalización y la informática lo resuelven todo. Es lo que la despampanante beldad, ex percha suntuosa, señora Mar Flores, reclamó para sí tras anunciar su despedida del mundo de la moda... Considerado lo cual, yo, atento a verificar mi peso de vez en cuando e indispuesto para tomar medidas conmigo mismo, a salvo de intervenciones médicas ya que la dentista del seguro depuso sus tenazas a la hora de extraerme un diente, también puedo ser protagonista. Escuchen, don Gonzalo Suárez, señor Eastwood, “mister” Tarantino: si me leen o se enteran de la voz que les doy, sepan de mi predilección por ustedes. Llamen por favor. De noche o de día, no importa He dicho.

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