martes, noviembre 28, 2006

YA ESTÁN AQUÍ...

De vez en cuando la humanidad escruta los cielos no sea el amanecer de una civilización procedente de cualquier otro lugar del universo. Conocer si somos la única especie de las de inteligencia equiparable, interesa desde que las fronteras terrestres quedaron superadas. Interesan la Luna, Marte, la galaxia: puertos, ocasiones de exploración, nuevas conquistas y el ademán alerta por si, al contrario, la irrupción de no se sabe qué criaturas, muchas veces hostiles según la literatura y el cine las recrearon, pudiera acontecer. Entonces, dudas y certezas aparte, satisfacer las demandas que se originan a partir de las inquietudes enumeradas, consiste en prestar atención a lo indudablemente próximo. En su día, autores literarios y cinematográficos propusieron la colonización de nuestro planeta, la presencia disimulada de seres llegados de estrellas lejanas que convivirían con ciudadanos y contribuyentes sin haberse expuesto a las penalidades de una travesía marítima suicida o a los ejércitos centinelas de los pasos fronterizos, y nunca puestos en el brete de rendir cuentas a las autoridades. Tanto es así que citarnos a nosotros mismos a imagen y semejanza de los supuestamente venidos de más allá de los confines de la Tierra, debiera ser motivo de escaso asombro. Sobre todo porque la prueba de lo dicho reside en la propia expresión de lo cotidiano, si a la vida social de nuestros semejantes nos referimos… Y es que no puedo decirlo de otro modo. Son extraterrestres, desde luego seres ajenos por completo a lo que yo soy- y viceversa- aquellos cuyos actos, labores, ilusiones, emociones, pensamientos y futuro, distan de lo que tiene que ver conmigo, años luz. Es lo que me parece percibir cuando, como hace poco en el metro de Madrid, dos adolescentes modernas, con sus ropas a medio vestir, sus colorines en el indescriptible corte de pelo, y sus engarfiados de metal en el rostro, conversan. Esto no es lo importante- que hablaran- sin embargo, se dijeron todo lo concerniente a estudios, compras, proyectos y cuidados estéticos. La imagen, los cosméticos, el maquillaje y su desempeño profesional, fueron materia de interminable plática, sucedida delante de mis narices, dada la numerosa coincidencia de viajeros a esa hora de la mañana. Y supe que no sabía nada. Pero nada de nada. Mi ignorancia de lo atribuible a ese mundo surtía los efectos de tornar en muy raritas a las dos muchachas y, seguramente, tres cuartos de lo mismo les hubiera sucedido a ellas conmigo de enterarse como yo supe de sus vidas. Pensé que no eran de verdad, que no eran de aquí; quizás nacidas en el hace poco degradado Plutón a lo sumo, aunque no advertí rigidez en los dedos meñiques de ambas: tal contingencia era signo de la naturaleza impostora y cualidad cierta de marciano en una serie televisiva de los años sesenta. Mas, aunque no pude certificar si eran o no las tramposas que yo estaba temiéndome por estas señales que digo, quedé conforme a mis sospechas: lo escuchado era más que suficiente para creerlo así. Es lo que es y, por lo tanto, doy noticia de las invasoras. Se aceptará incuestionablemente, se dirá sin rubor alguno, al igual que suena GOMAESPUMA de lunes a viernes a las cuatro de la tarde en Onda Cero y avisaba la rubita que secuestran los espíritus en Poltersgeist: “Ya están aquí”… Y son o somos tan diferentes, tan diametralmente opuestos- humanos o extraterrestres- como para considerar milagro celestial la paz y el pan nuestro de cada día. El caso de no emprender una guerra vecinal, de barrio o ciudad cada vez que salimos a la calle, es un milagro. Que nos inhibamos o hagamos uso de la inteligencia que se nos supone para conducirnos con respeto y conciliar lo que merezca la pena vivir en armonía, debe ser un dispositivo de seguridad de la raza- o un milagro- porque, de chifladura muy grave y no de otro modo debe entenderse lo que fuere que da lugar a la inacabable profusión de tragedias violentas anunciadas con o sin repercusión mediática fecha tras fecha. Somos raros, peligrosos y nada cándidos cual lo eran los alienígenas de ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE o ET. Somos conflictivos, inextricables, egoístas, temerarios… pero, probablemente, en esto no tenga responsabilidad alguna ZP y su Alianza de Civilizaciones. Es un alivio.

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