lunes, enero 29, 2007
EL HOMBRE DE LOS PIES QUEMADOS
El hombre de los pies quemados
Por Pedro Guillermo Jara
Por extrañas circunstancias al hombre se le habían quemado los pies. Era dos tizones como leños oscuros. Al caminar por las calles sus pasos se escuchaban así:
—¡Tic-toc!... ¡Tic-toc!
Los niños, curiosos, seguían al hombre de los pies quemados, no por compasión, ni burla, ni nada de eso. Lo seguían porque al caminar desde los pies se desprendían pequeños trozos de carbón que los niños se disputaban a gritos. Con estos trozos los niños dibujaban nubes, corderos, soles, lunas y lluvia, en las paredes de la población.
En algunas oportunidades los adultos también seguían al hombre de los pies quemados, recogían los trozos de carbón y escribían consignas en las paredes, llamando a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, ideas que se habían perdido en el tiempo.
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