martes, enero 23, 2007
ALÍSTESE EN EL CUERPO NACIONAL DE COTILLAS Y DELATORES
Desconozco con qué grado de certeza, pero se dice que en cada portal, en cada finca de Cuba, hay un chivato. Alguien afín al gobierno castrista encargado de vigilar a sus convecinos: guardián y delator. Y pareciera que ese mismo modelo va a imponerse también en España. Lo digo porque desde que la ministra redentora y policía de la salud, doña Elena Salgado se propuso salvarnos a todos de nosotros mismos, una serie de normas y leyes se han puesto, e impuesto, formando parte del ordenamiento jurídico o en vísperas de que así sea. Ya se impide fumar en la mayoría de los espacios públicos a fin de librarnos del cáncer- aunque los otros humos sigan al acecho en espera de surtir idénticos efectos- las empresas de comida rápida habrán de reducir sus ofertas así la chicha que degusten sus clientes sea un bocado mucho más pequeño- no sea que la carne picada acabe por convertirnos en lo que ya somos: hombres y mujeres a imagen y semejanza de los hijos del Tío Sam no sólo por volumen sino por intereses y costumbres- y los expendedores de alcohol y vino, las destilerías y las bodegas, pueden también poner sus barbas a remojar tras el rasurado de los anteriores agentes de la traición. No importa, por cierto, que la “sangre de toro”- otra que te rondaré morena- sea considerada, incluso por el propio gobierno de la que la irreducible cruzada forma parte, alimento digno de promoción y ayudas políticas y económicas: ella hace caso omiso o desoye a sus colaboradores, tan segura como está de su nueva fe. Además ahora, en una medida bastante razonable, acuerda con el sector de la moda la unificación de las tallas: se trata de acercar los modelos estéticos a la realidad social. Y, con todo esto y alguna cosilla más que se le ocurra contra calvos y peatones, será necesario un incremento de personal entre agentes del orden e inspectores de todo, probablemente imposible de abordar a corto plazo. Por lo tanto habrá que dar curso legal- o no, que diría don Mariano de la oposición aislada- a todo un cuerpo de "acusicas” afines al “régimen” capaces y dispuestos a informar de las trampas e incumplimientos que sufren las olímpicas voluntades hasta este momento conocidas y mostradas por esta Rotenmeyer de la política socialista. La estricta gobernanta requiere o demandará de cada uno de nosotros- o eso pienso yo por lo expuesto anteriormente- disciplina y asistencia, por ejemplo, para saber si los hijos de los del tercero salen de botellón; si es a la hora en que se va a la oficina la soltera del séptimo cuando el ascensor huele a tabaco que apesta- ¿o es a perfume?- si las entradas craneales de los del bajo- sí, de las de ella también por más que se refugie en la permanente para disimular- es alopecia intolerable ya o, para declarar el consumo de hamburguesas de dinosaurio y tinto de verano, señalando a nuestros propios y ancianos padres, comensales de cosas así por culpa de la asquerosa pensión recién elevada a caquita según datos estadísticos, y aún pasable por inigualable recompensa tal y como proclaman los voceros de la economía oficial. Vamos, lo que digo. Al final cada uno en su traje o vestido y en el de los demás- tallas dobles o triples- para no perder ripio de lo que se cuece en cada puchero: chismorrear o chismorreando, por toda la cara, que es gerundio y deporte nacional.
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